Mi amigo y paisano Fran Morales, lector contumaz, me escribió en mayo pasado acerca de mi libro El mirador de los perezosos:
Acostumbrado y adicto – sin remedio – a tus finas dotes de observación y a ese olfato tuyo tan peculiar para dar con el tono íntimo, vibrante y, a veces, exquisitamente perturbador de tus relatos, con el último de tus libros (menos mal que tiene las tapas duras) además de disfrutarlo febril y apasionadamente, descubro «un algo» que me tiene fascinado en tus relatos tanyauis: el paseante – ya no sólo se limita a narrar y a describir, sino que muy a menudo <se aventura> y ahonda en diversos planos. Me encantaron todos los relatos. Con «El Hotel Rembrant» sufrí y gocé, sufrí gozosamente lo indecible o, posiblemente, lo que ahora no sabría explicar.
FRAN MORALES – Mayo 2023

2 respuestas
Mi querido Sergio, gracias por el detalle. A mi edad aún sigo poniéndome colorado como cuando niño, y, además. se me nota porque soy blanquito. Sí, es «el rincón de Barce», (mi) santuario, donde recurro bastante a menudo a releer algún párrafo de este hermoso libro y alguna que otra página de otro.
Me sucede contigo _me encanta este verbo_ algo parecido a las angulas del Lucus que desde su nacimiento, desde el primer sorbo de agua que reciben de (su) río, son capaces de identificar el lugar al que pertenecen , para siempre, por muy largas y turbulentas que hayan sido sus travesías por otros mares y océanos.
A través de tus libros, gracias a tus excelentes dotes de narrador, y cada vez más seducido por tus historias y personajes, he conectado con esa primera impronta, esa la huella indeleble, con la pura emoción, así se me antoja que debe ser la memoria líquida de los peces. No me refiero al terreno de la nostalgia ni al de los recuerdos, sino de lo que tú escribes con ese tono íntimo, lúcido, poético y lleno de coincidencias escalofriantes. Mientras te leo conecto con la esencia intrínseca de las cosas que nos recuerda que somos hijos de nuestro paisaje y, que ello, determinará nuestra conducta para siempre. Una vez que he conectado con ese estado de emoción y conciencia, los personajes de tus novelas me guían: quiero ser uno/a de ellos/as, estar con uno/a de ellos/as, ser víctima de sus pasiones, de su libido, de su voluptuosidad turbadora que me excita y me enternece, de sus deseos y clarividencias, de sus amores y desgracias.
Y así, mi querido Sergio, los libros como las personas nos atrapan y enamoran. los de tapa dura son sobrios y elegantes, cómodos de leer y de sostener entre las manos. De abrazar y esconder un sollozo inesperado. Los de bolsillo y mochila, los de tapas blandas también tienen su encanto; son flexibles, se dejan manosear y acariciar, se acoplan a la mejor postura… y así, unos y otros, absorben entre sus páginas los susurros, la respiración entrecortada, el aliento, el perfume y las lágrimas.
Un cálido abrazo.
¿Y ahora qué digo yo? Así da gusto escribir y publicar para lectores como tú. No sabes cuanto me alegra conectar de esta manera tan intensa. Un abrazo enorme, y mil gracias por leerme.