Uno de los relatos de mi segundo libro, <Últimas noticias de Larache (y otros cuentos)> (Aljaima – Málaga, 2004) se titula <Abdelazziz>. Está dedicado a un hombre bueno. Fue compañero de mi padre en Uniban, y sus ojos azules intensos se quedaron grabados en mi memoria. Recuerdo que fue un texto difícil de escribir, en 2003, porque me obsesionaba ser capaz de transmitir el afecto y ese cariño sincero que siempre me ha profesado. Ahora, al releerlo, creo que casi lo logré.
Abdelazziz vive ahora en Tetuán. Tengo que ir a verlo. El tiempo se escapa, y no me perdonaría no hacerlo.
ABDELAZZIZ
A Abdelazziz Hakhdar,
el amigo sentimental.
En el carrito de madera, pintado de azul intenso, Mohammed ofrecía el mayor y más exquisito de los surtidos: caramelos, pipas de girasol, pipas saladas, garrapiñada, garbanzos fritos, almendras, chicles, avellanas… Abdelazziz me había comprado un cucurucho lleno de garrapiñada y unos caramelos con sabor a cocacola antes de entrar en el Ideal. Proyectaban una de Louis de Funés, que a él le encantaba.
A Abdelazziz Hakhdar le gustaba llevarme al cine. Nos sentábamos en medio de la sala, en las butacas del centro, y compartíamos las garrapiñadas. Cuando la película ya había comenzado, yo lo miraba de hito en hito y lo veía reír a mandíbula abierta. Sus ojos celestes se volvían transparentes, como de agua, por el efecto que provocaban el reflejo nervioso de las imágenes proyectadas en la pantalla rectangular.
Abdelazziz es un hombre esencialmente bueno, servicial, fiel, creyente respetuoso, cumplidor de los preceptos del Corán, un hombre sin pliegues ni rencores. Aunque, tal vez, esto último no sea del todo exacto, porque, en realidad, Abdelazziz Hakhdar guarda un reproche que ha ido rumiando entre sus nostalgias y sus recuerdos más queridos. No querría parecer presuntuoso, pero sé que formo parte de su ayer, como mis padres. Abdelazziz me considera como algo suyo, como algo que le afecta de una manera tan intensa y hondamente que, en cada ocasión en que nos vemos, me envuelve con su abrumador deseo por hacerme sentir bien. Ya lo había hecho en mi niñez, en aquellas tardes de cine. Pero su reproche no era resentimiento, sino tristeza, algo de desengaño o de amarga resignación. Un día no pudo reprimirse y me lo echó en cara. Me dijo que no podía comprender que nos hubiésemos marchado sin más, que no hubiésemos vuelto antes, que casi lo hubiésemos olvidado. Me rebelé, por supuesto, pero casi sin fuerzas, aturdido por sus verdades irrefutables. Sin embargo, pese a que me había acorralado, dejó que sus palabras se borrasen con el murmullo del silencio.
Es curioso, Mohamed Sibari me llevaba en un cochecito a pasear por el Balcón del Atlántico y Abdelazziz Hakhdar compartía conmigo las hazañas de sus héroes y las payasadas de sus cómicos. Dos hombres nobles que, cada uno a su manera, sembraron en mí la esencia del ser marroquí: el hannan. El hannan es una forma de ser, es esa hospitalidad innata, ese candor, esa ternura que, en definitiva, te obliga a perdonar a quien te traiciona, a quien te hace daño. Lo reconocí en el gesto de Abdelazziz al pasar página y acogerme de nuevo.
Abdelazziz Hakhdar siempre llora cuando me ve. En cada viaje que he efectuado a Larache, le he hecho una visita. Lo encuentro siempre trabajando en la sucursal y, en el instante en el que me descubre tras el ventanal de la oficina, una sonrisa irreprimible se dibuja en sus labios. Nos abrazamos y nos besamos, y Abdelazziz rompe a llorar. No es un llanto escandaloso, al contrario, las lágrimas se le escapan como una hemorragia de añoranzas reprimidas. En cada ocasión, en cada reencuentro, me ha impresionado verlo, comprobar el inmenso cariño que me profesa.
-Sergio, ¿lo ves? Siempre que vienes, me pongo a llorar como un tonto –me dice enjugándose las lágrimas con un pañuelo-. Sólo lloro contigo y con tus padres.
Los compañeros de la oficina lo miran de soslayo desde el mostrador. Alguno se sonríe y me hace un gesto con la cabeza. Sí, lo sé, Abdelazziz es así.
Hace dos años me invitó al bautizo de su sobrino. Fui con Ana María. Yo traté de excusarme porque no me ha gustado nunca ser un intruso o molestar a nadie. Pero Abdelazziz se mostró ofendido e insistió. No hay palabras para describir lo orgulloso que se sentía al presentarme al resto de su familia, y su sentimiento contagió a los invitados que me aceptaron como a uno más de la casa. A Ana María se la llevaron con las mujeres y yo me quedé en la habitación de arriba, con los hombres. Compartí con ellos el té y la carne de cordero, que comimos a la usanza clásica, compartiendo la misma bandeja, arrancando con los dedos sabrosos trozos de carne. Los hombres más piadosos de Larache, ataviados con chilabas blancas, rezaban por el niño.
Al día siguiente, di una charla a la que acudieron poetas y escritores de la ciudad, de Suk-el-Arba du Rab y de Ksar-el-bir. Mohamed Laabi y Mohamed Sibari se encargaron de organizarlo todo. Al salir, Abdelazziz Hakhbar se asió de mi mano. Sabía que él, que en esos instantes se enorgullecía de mí como un padre de su hijo, trataba así de demostrar públicamente a todos que él era no sólo mi amigo, sino mi hermano. Quise compartir con él ese momento tan intenso y apreté su mano para hacerle saber que me sentía igualmente honrado y gratificado con su inquebrantable amistad. Me despedí de los asistentes, estrechando sus manos, pero sin soltar la de Abdelazziz.
Este año, he vuelto a verle. Nos sentamos en un sillón del Banco. Su barba se ha hecho más blanca, pero su sonrisa irrepetible volvió a darme la bienvenida. Hablamos de la familia, de la suya y de la mía, como si fuesen nuestras, de los tiempos en los que trabajó codo con codo con mi padre, de aquellos que habían muerto desde mi último viaje, de las novedades de la ciudad, de cuando me llevaba al cine… Y, durante todo ese tiempo, Abdelazziz Hakhbar no cesó de llorar ni un segundo.
-Sólo lloro cuando te veo a ti o a tus padres –volvió a repetir, como en cada ocasión que nos encontramos, mientras se enjugaba con su pañuelo empapado.
Sergio Barce, agosto de 2003
32 respuestas
yo he cumplido 50 años ,cuando me acuerdo de los años 70 en larache para mi son los mejores de mi vida , sin embargo no sé porque unas cosas tan normales como ir al cine la playa y lo que es el ambiente de los años 70 en larache ,dejan mas huella en mi inconsciente que otras experiencias ,larache tiene algo mágico,y la gente de entonces era muy autentica y muy pacifica,suludos.
Te doy toda la razón, Albelkhaleq. Yo también creo que las cosas más sencillas son las que nos han marcado y las que nos hacen añorar ese Larache. Tengo que confesar que soy un año mayor que tú… jjj pero somos de la misma generación, así que coincidimos en experiencias muy parecidas.
Un abrazo, jay
ESTIMADO SERGIO , ESTE RELATO ME HA GUSTADO MUCHISIMO POR TU PARTICULAR FORMA DE RECORDAR LOS HECHOS CON MUCHO CARINO Y APRECIO .
ACABO DE COMUNICARME CON MI PRIMO-HERMANO ABDELLAZIZ Y LE COMENTE ALGO DE ESTE RELATO, SE EMOCIONO MUCHISIMO , COMO BIEN LE CONOCES , ME PIDIO DARTE LAS GRACIAS Y QUE TIENE MUCHAS GANAS DE VERTE . EL RESIDE EN TETUAN ACTUALMENTE .
UN ABRAZO
ASSILI
Hola, Assili. Yo también me acuerdo mucho de él, es alguien muy entrañable para mí y mi familia. Mi padre siempre lo recuerda cuando habla de sus años en Uniban, para mi padre Abdelazziz es una de las mejores personas que ha conocido.
Yo tenía su teléfono de Larache pero al marcharse a Tetuán perdí el contacto, ¿puedes facilitarme su número de teléfono o su correo electrónico? Te lo agradecería muchísimo.
Un abrazo muy fuerte
sergio
HOLA , SERGIO . ESTOS SON LOS NUMEROS DE TELEFONO DE ABDELAZIZ ,
LLAMANDO DESDE EL EXTERIOR :
FIJO 212 539 990 524
GSM 212 666 289 301
SE VA A ALEGRAR MUCHISIMO Y SEGURAMENTE SE LE ESCAPARAN ALGUNAS LAGRIMAS , LO TIPICO DE ABDELAZIZ POR SU NOBLE CORAZON .
UN FUERTE ABRAZO
ASSILI
Barakalofi, Assili. Lo llamaré mañana sin falta y ya te contaré.
Un abrazo muy fuerte, jay
sergio
Querido Assili: Aunque ya te he respondido a tu correo privado, también lo hago aquí para darte las gracias, hoy, aprovechando que he ido a ver a mis padres, he llamado a Abdelazziz y hemos conversado con él. Nos hemos emocionado al volver a escucharlo, y por supuesto hemos prometido vernos cuando vaya por Larache o Tetuán.
También te doy las gracias por la foto que me has enviado de él, y que he incorporado al relato.
Un abrazo, jay
sergio
Estimado Sr. Barce Gallardo,
nadie sabe escribir con tanta ternura sobre la profundidad de los lazos humanos. Su relato me ha beaucoup touché en estos tiempos tan grises aqui en el norte. gracias.
Tengo que decir gracias tambien al Senor Sibari par su alfombra que esta calentando mi habitacion. A la mejor encurentro su email para hacerlo personalmente.
Con muchos saludos de Bonn
Gerda
Muchas gracias, Gerda. Tus palabras son realmente emocionantes para mí. Por supuesto, trataré de facilitarle la dirección que me pide.
Un saludo muy afectuoso,
sergio
Soy muy sentimental y me ha calado porque conozco la forma de ser y el caracter marroqui
Gracias, Paco.
Un abrazo
He vuelto a coger de la estantería «Últimas Noticias de Larache» y he pasado las páginas y justo antes del relato de «Mimo» la introducción de «Abdelazziz» con los caramelos, las garrapiñadas, los garbanzos fritos, las almendras… para entrar al cine, me recuerda también tanto mi infancia!!
Qué hermoso resultó leer todos los cuentos de este libro tuyo, Sergio. Pero en este que hoy nos recuerdas, muestras esa unión y ese inmenso cariño que mueve tu vida y tus actos hacia tus/nuestros hermanos marroquíes. Tu narración, de nuevo, me ha emocionado.
Qué bueno que te tenemos, Sergio, porque tú como nadie sabes expresar esos sentimientos que muchos compartimos de verdad.
Un beso
No sé qué decirte, Joana, solo agradecerte que seas tan generosa con mis escritos.
Solo trato de expresar lo que realmente siento, y es que tengo tantos amigos de allí, tengo tan gratos recuerdos y tan hermosas experiencias que es difícil no caer en la tentación de relatarlo.
Un beso
sergio
Por supuesto que conseguiste transmitirnos todo ese gran afecto que Abdelazziz te profesaba. Dichoso, tú, de poder haber contado con personas tan maravillosas como él, como Sibari… han dejado una huella imborrable en tí y te han marcado con su bondad.
Sergio, te felicito, has logrado expresar maravillosamente esos sentimientos profundos que nos cuesta tanto plasmar en los escritos. Esas sensaciones que detallas con tanta ternura, creo que nos unen a muchas personas de Larache, ya sean de cualquier generación, pero sobre todo cuando recordamos nuestra infancia y nuestros primeros años de juventud. Yo tengo, al igual que tu, un mismo sentimiento con un compañero de mi padre y cada vez que lo recuerdo se me encharcan los ojillos. Un besito
Gracias, Adela. Lo explicas muy bien, es así.
Un beso
sergio
Querido Sergio
Permiteme que te llame asi porque verdaderamente me has entrado en el corazon.
Como todos tus relatos este tambien me gusto mucho lo cuentas con tanto amor y carino …no me cabe duda que eres un Larachense con mucho carino para su pueblo y sus gentes. Como ya te dige tomo mucho placer de tu Blog que me trae tantos recuerdos bonitos. Muchas gracias
(Espero que no hago faltas al escribir porque hace muchos anos que no escribo castellano y aqui lo hablo muy poco )
Un abrazo con mucho carino
Nurita
Querida Nurita: Tu comentario es precioso, y me halagas con lo que me dices. Te lo agradezco mucho, me alegro de que pienses que soy así. Larache siempre va conmigo, eso es verdad.
Un beso
sergio
Buenas tardes Sergio
» Abdelazziz es un hombre esencialmente bueno »
esta frase me encanta, y además creo que es la
clave para que el resto del relato sea precioso y
este lleno de emociones y sentimientos .
felicidades.
te adjunto el poema, que te comente. también va
sobre otro ser humano , que marcó los lejanos
años de mi infancía
(lo colgué al final de los comentarios de KASMÍA
pero como no estoy seguro de que vieras, lo vuelvo
a colgar)
EL ÚNICO VARÓN
Junto a las últimas golondrinas,
allá por el florido mes de mayo.
huyendo del calor de tierras Africanas,
una vez al año viajaba a la Ciudad Condal.
Porque el apellido Gallardo lo exigía,
por cumplir con el cuarto mandamiento.
Porque era su único hijo varón,
por rendir pleitesía a María.
Dura aventura para su viejo seiscientos,
costoso peaje para su oxidada salud.
Dos jornadas de sol a sol, un palier roto,
varios calentones del radiador.
Caballero de dura estampa,
corpulento, malhumorado, gruñón.
Los ojos pequeños, de color azul mar,
el pelo blanco al estilo militar.
Un invitado de honor acostumbrado a mandar,
con el pertinente permiso de la autoridad.
Durante un mes y un día declaraba la dictadura,
en la república independiente de mi casa.
Imponiendo a todos los moradores,
una espartana y férrea disciplina.
¡!Niño!! Deja de joder con la pelota,
¡!Niño!! eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca.
Por aquel entonces solo tenía ocho años,
pero mi abuela decía que era la piel del diablo.
Esconderle la petaca del rapé mientras dormía
la menor de mis travesuras estivales.
Pero cuando sus dedos acariciaban mi cabeza,
yo era consciente de su enorme ternura.
De los lazos sanguíneos que compartíamos,
de la mucha complicidad que nos unía.
Llegaba el momento de desandar lo andado,
de volver a su querida Málaga adoptiva.
Desconocía si mi tío Manolo volvería la próxima primavera,
Pero siempre supe que era un inquilino de mi corazón.
Jose María Fdez. Gallardo
“LA PIEL DEL DIABLO”
Querido Jose María: He visto a mi abuelo como si se moviera en cada una de esas palabras que has escrito. Él también ocupa un lugar en mi corazón, un lugar de honor, un lugar que no se marchita. Mi abuelo sigue vivo en mi memoria porque poca gente me ha querido como él. Ahora mismo puedo olerlo, puedo escuchar su voz, puedo oírlo aspirando el rapé, su tos o sus pisadas acercándose por el pasillo.
Estuve a su lado las últimas horas de su vida, cuando los recuerdos se le borraron, y siempre lamenté que muriera justo cuando nació mi primer hijo. Soñaba con que mi abuelo Manolo le enseñara lo que me había enseñado a mí, pero no pudo ser.
Y también llevo grabada su mirada azul mar en la que me zambullo cuando quiero volver a estar a su lado.
Un abrazo, y gracias por traerlo de regreso.
sergio
según dicen , arrastro hace 60 años la siguiente herencia
» el físico de mi padre y el carácter de mi tío Manolo »
para mi, siempre han sido dos buenas referencias
un abrazo
José María
Estimado Jose Maria
No te conozco ..Lei tu poema que me gusto mucho…Muchos sentimientos y recuerdos con mucho carino. Me recordo a mi abuelito ( asi le llamabamos ) que precisamaente tenia tambien ojos azules transparentes y cabellos blancos.
Gracias por este precioso poema.
Ygracias a Sergio por publicarlo.
Un saludo desde Israel
Nurita
Buenas noches Nurita
gracias por tus comentarios,
un cordial saludo
josé maría
MUY SENTIMENTAL Y CARINOSO RELATO. TE AGRADEZCO Y TE FELICITO SERGIO; ME GUSTARIA VER LA FOTO DEL PROTAGONISTA DE TU NARRACION. UN ABRAZO
Querido Ahmed: ¿Sabes? He buscado y rebuscado por las cajas de fotografías que guardamos y no he encontrado ninguna de Abdelazziz. No lo puedo creer, pero es así. pero seguiré buscando porque estoy convencido de que debemos tener alguna. No sé si Assili me podría conseguir una, no lo sé.
Gracias por tu comentario, jay
sergio
Que bien describes «el hannan» del cual te impregnaste en compañía de estos hombres nobles y leales. Entiendo a Abdelazziz. Hay emociones que se solidifican como minerales y a los que sólo logran diluír las lágrimas.
Gracias, Sergio, por deleitarnos con tu relato sobre Abdelazziz. Vuelvo a repetirte que haces de la amistad algo sublime. Te admiro. Alicia.
Muchas gracias, Alicia, de corazón. Un beso,
sergio
Sergio, conozco bien las lágrimas a las que haces referencia. No en tu amigo, pero sí en otros marroquíes larachenses amigos míos y de mi familia, que llenaron mi niñez y adolescencia de cariño y profundo afecto, siempre correspondido. Y que también lloraron cuando me vieron. Y también se preguntaban con un ligero atisbo de reproche el porqué nos habíamos marchado. Yo no pude por menos que unirme a ese sentimiento, que me brotaba de lo más hondo de mi ser, y acompañar con lágrimas que resbalaban cálidas por mis mejillas a las de todos aquellos amigos con los que compartía idénticos sentimientos.
Un fuerte abrazo,
CARLOS
Al final, ¿no estamos hablando del paraíso perdido?
Querido Carlos, tenemos tantos puntos en común y tantas experiencias similares… Quizá sea la razón de que hayamos buscado la narrativa como medio para poder contar todo este torrente de historias y de sentimientos. Me siento orgullos de todo ello, y reconozco que somos unos afortunados por todo lo vivido en Larache.
Un abrazo,
sergio
por alusion, entro en tu blog, soy maribel la hermana de jose maria y yo no tengo ningún problema con el hecho de que en mi carnet ponga LARACHE, aunque desgraciadamente me fui para ALCAZARQUIVIR con dos años y me vine a BARCELONA con 11 años, por lo que de aquellos años no tengo muchos recuerdos de los lugares pero si recuerdo muchas personas y situaciones que jamas se borraran de mi memoria. Recuerdo sobre todo mi viaje a Barcelona en ese viaje por ejemplo tu madre tiene un impotante papel, ya que mi noche en MALAGA durmió conmigo en la misma cama en casa de unos vecinos de tus abuelos y me ayudo muchísimo a superar la triste experiencia de mi primera noche en el exilio. mayormente mi intervención en este blog es porque tengo conocimiento de que hay unas paginas de la familia GALLARDO GALLARDO en las que contienen fotos de mis padres y familia mas cercana que creo que yo no tengo (como por ejemplo una en la que estamos en el barco que nos trajo a Barcelona) y me gustaría saber como puedo acceder a esas paginas, ya que soy novata en estas lides y aun estoy aprendiendo a manejarme con estas herramientas. Espero no haberte cansado y aprovecho para felicitarte por tu blog que visito a diario y me entusiasma, también pienso visitar Malaga el próximo Abril y aprovechare para comprar tu ultimo libro en la confianza de que me lo puedas firmar.
Querida Maribel:
Por supuesto que si vienes a Málaga cuenta con el libro, y firmado. Además podrás ver a mi madre, que se alegrará de reencontrarte. La página que mencionas está en Facebook, de manera que es allí donde has de entrar buscando precisamente el grupo de la «familia Gallardo».
Un beso muy fuerte
sergio