El pasado 8 de noviembre, asistí en el Centro de Estudios Hispano-Marroquí de Málaga, al acto poético titulado <Del Estrecho a la ancha libertad de la palabra>, en la que intervenían cuatro escritores y poetas: Encarna León, Antonio Abad, José Lupiáñez y mi amigo el profesor Abderrahman El Fathi. Inmejorable ocasión para saludarlo, y disfrutar de su agitado y pasional verbo.
El acto no defraudó. Se habló largo y tendido del español escrito en Marruecos, de la visión orientalista que siempre ha impregnado a los escritores españoles que han ido abordando el tema de Marruecos, y otros aspectos de la escritura en las dos orillas, de lo que nos une en definitiva.
Antonio Abad confesó que había vuelto a escribir poesía cuando en realidad es un narrador, algo de sus recuerdos de Melilla, de su visión sobre Marruecos. Los cuatro nos leyeron poemas deliciosos.
Abderrahman el Fathi puso la nota divertida, nos contó que él usa ese castellano que es le que se habla en Tetuán desde siempre, tan andaluz, y de la imborrable huella de la cultura española que aún se mantiene a duras penas en esa ciudad, y que él defiende con apasionamiento, como hispanista que es, y también contó alguna anécdota como ese esfuerzo que ha de hacer siempre cuando da sus lecciones a los alumnos en la Universidad de Tetuán, la Abdelmalek Essaädi de Tetuán, donde es profesor, para mantener la buena dicción de su castellano, remarcando los finales de cada palabra, y cómo, al terminar la jornada y salir, vuelve a hablar como él lo hace, comiéndose las consonantes de la última sílaba, con acento andaluz y tetuaní.
Entre los poemas que se leyeron, Abderrahman el Fathi nos deleitó con lo que él llamó fandangos morunos, de los que traigo dos de ellos para disfrute de los que entráis en mi blog. Dice el primero:
Tú te llevas
el corazón mío
y yo me quedo
con la tristeza y el dolor
de haberte perdío.
Y en otro, El Fathi escribe:
Andalusionando en mi balcón
decorando con jazmines
tus mañanas de domingo
dibujando con nubes de pasión
la medina de tu corazón.
Un comentario
Preciosos estos fandangos morunos en los que se escucha de fondo el quejío de una guitarra…
Un beso