El lunes pasado, 14 de mayo, presenté en el Colegio Luis Vives de Larache el libro de mi amigo y paisano Luis Cazorla Prieto, LA CIUDAD DEL LUCUS, y de ambos, del autor y de la novela, he hablado ya en varias ocasiones, de Luis siempre con afecto y con la inevitable admiración que su labor como jurista y escritor me merecen: toda.
Por la mañana, Luis y yo nos citamos en el hall del Hotel España en el que nos alojábamos gracias a la generosidad y buen hacer de Abdelilah Ennour, Presidente del Centro Marroquí de Estudios Hispánicos, organizador del evento. Habíamos decidido dar un paseo por la Medina, y así lo hicimos bajo un calor tórrido. Sin embargo, la temperatura que notábamos no era la ambiental, sino la que se fue instalando en nuestras entrañas, la nacida de la admiración que nos causaba recorrer de nuevo nuestras calles y las calles de nuestros abuelos y de nuestros padres: la calle Real, la cuesta del Hamán, pasamos por la Mezquita Misbahiyya y por el Mausoleo de Abd-el-Krim Al-Bacuri, pintado de marrón, coqueto ahora gracias a la actuación en el barrio de los propios vecinos que han hecho de esta parte de la Medina una de las mejor conservadas, cuidadas y limpias; y mientras bajábamos me decía Luis que era impresionante pensar que en menos de cincuenta metros, en la calle 2 de marzo, estuviesen la Iglesia de San José, una sinagoga y una mezquita, y que eso era un ejemplo admirable que nos enorgullece, y es verdad; proseguimos hacia el Barandillo, a la Mezquita Zagüia Nasría, recién pintada, que parecía una novia, luego los restos de las murallas de la vieja Alcazaba, o la propia calle Alcazaba, la mezquita Anwar, la plaza del Majzén, la antigua Comandancia hoy Casa de la Cultura, la Torre del Judío, el mirador desde el que observamos el serpenteante y vivo Lucus, el Castillo de las Cigüeñas, el santuario de Lalla Mennana, el Jardín de las Hespérides, y caminando buscamos el lugar donde se ubicó un día el Colegio Santa Isabel y luego pasamos por la puerta del Cine Avenida, el último testigo de los numerosos cines que había en Larache, y también por lo poco que ya queda del Palacio de la Duquesa de Guisa, pasto de los tiburones, que es un fantasma de lo que fue, un fantasma tan escuálido que apenas parece posible que un día ese edificio nos causara admiración, y por la Burraquía, y bajamos hasta la casa que levantó el abuelo de Luis, José María Cazorla, en 1928, y en el que hoy hay un despacho de arquitectos, pero que, para nuestro asombro y decepción, especialmente para Luis por motivos obvios, estaban terminando de pintar con unos horribles tonos rosa, que lo han convertido en una especie de tarta de merengue empalagosa, y pasamos por el antiguo almacén de su familia, y Luis me lo explicaba todo con un juvenil entusiasmo, cada detalle, cada recuerdo, y vimos la casa de Trina Mercader cayéndose decepcionada y solitaria, y ese inmueble que, tras el café Lixus, en la calle Mulay Ismail, languidece, pese a su belleza arquitectónico y estética, esperando morir a causa de la desidia de su dueño, decidido a que caiga y se convierta en polvo; como el viejo Castillo Laqbíbat, tan abandonado como desangrado, y regreso al hotel, pasando por la Plaza de España que parece, al menos algo positivo, haber recuperado un poco de vida porque la han blanqueado, la han adecentado y han arreglado sus jardines, y la verdad es que lucía exultante la puerta de la Medina, casi una joya…
Ya en el hotel, se nos incorporó a nuestro paseo Carmen, la esposa de Luis, y proseguimos ahora en coche, con numerosas paradas. Pasamos por toda la Avenida Mohamed V –parece increíble que sigan aún en pie y muy bien conservados los viejos inmuebles que hay a la izquierda cuando vas en dirección a Cuatro Caminos, y ojalá continúen ahí-. Nos encontramos un enorme cartel anunciando la presentación del libro en el Jardín de las Hespérides y nos hicimos allí unas fotos:
El cartel estaba hecho con mucho esmero y detalle. No sé si al final Luis consiguió que se lo diesen de recuerdo.
Fuimos al Estadio de Santa Bárbara, cuyas viejas taquillas nos parecieron reducidas por el tiempo, como si fuesen de miniatura, llegamos hasta lo poco que ya queda de la Gaba, y regresamos para visitar el cementerio cristiano, y nos quedamos admirando una vez más la armoniosa existencia de los tres cementerios existentes en la zona: el cristiano, el hebreo y el musulmán, como la manifestación más solemne de la convivencia que hemos experimentado en cada una de nuestras vidas larachenses; vimos la deteriorada fachada del Hostal Flora y de la decadente existencia de los antiguos cuarteles de Artillería, de Caballería, de Auto Radio y nos aventuramos a entrar en el de Telecomunicaciones, convertido en una especie de barraca donde viven varias familias muy modestas.
Sentimos verdadera pena al ver el estado de la fachada tan hermosa del viejo inmueble, rico en detalles, y nos preguntamos otra vez, por enésima vez, por qué se ha deja caer todo lo que es Historia de Larache…
El interior es un asombroso paisaje de arquitectura militar en proceso de desaparición, pese a su valor artístico e histórico. Una pena.
Pasamos por el viejo barrio de la Bilbaína y por parte de los nuevos barrios del extrarradio, salimos por el barrio de las Navas, fuimos al viejo Faro y estuvimos contemplando el paisaje asombroso que ofrece Larache desde aquel lugar, y salimos luego al Mercado Central, otra joya excepcional, y pasamos por el puerto, todo recién asfaltado, que le da ahora una sensación de luminosidad y limpieza que se echaba en falta, subimos por la cuesta del Aguardiente, y caminamos de nuevo por el Jardín de las Hespérides, ahora con Carmen, de nuevo a la plaza del Majzén, donde la Casa de la Cultura (antigua Comandancia) también se ha recuperado con una reciente transfusión de pintura…
Y junto a la Torre del Judío, el cañón restaurado por la Asociación Alkhazaba…
Y pasamos por la puerta de la Alcazaba y paseamos por el Zoco Chico, y allí nos quedamos admirando el conjunto de los soportales, pintadas de celeste sus columnas, con la Mezquita Mayor presidiéndolo todo, y nos detuvimos un buen rato en el bazar de Abdeslam, oyendo los ruidos del zoco, comprando algunos regalos y disfrutando de ese momento de placidez, y se nos pasó la mañana casi como un suspiro, inundados por Larache…
Nos habíamos recorrido en unas horas tanta historia común, tal cantidad de entrañables recuerdos, tal cúmulo de sensaciones que es difícil de expresarlo, pero espero que, con estas líneas, podáis sentir una pizca del placer que supuso compartir este hermoso paseo. De lo que sí estoy seguro es de que Carmen, al terminar nuestro recorrido, se enamoró un poco más de la ciudad en la que nació su marido. Luis y yo disfrutamos cada paso que dimos, y en lo que sí coincidimos es en reafirmar nuestra convicción de que Larache encierra uno de los patrimonios más rico y bello, pero también más maltratado, de todo el Norte de Marruecos. Y pese a tanta herida, a tanto deterioro, qué hermosa es su alma…
Sergio Barce, mayo 2012
Para quienes deseen ver alguna imagen de la presentación de la novela podéis acceder al vídeo de nuestro paisano Aziz Bouhdoud, pinchando en:
http://www.youtube.com/watch?v=70xhvpCjWE8
8 respuestas
Ese mismo recorrido que hicísteis sueño con hacerlo un día, las calles y plazas de Larache, tantos lugares dormidos en mi memoria… qué experiencia más hermosa para Luis con su libro bajo el brazo, en la Ciudad del Lucus!!
Y el año 1928, fecha en la que se construyó ese edificio donde tenía su despacho el padre de Luis, también fue el año en que nació mi madre a quien años después, le uniría un fuerte vínculo con ellos y que permanece vivo.
En sus páginas, Luis nos traslada en el tiempo y nos hace sentir partícipes de la historia en su extraordinario libro. Luis, un abrazo para tí y Carmen.
Gracias, Sergio, por tu descripción que me ha hecho vibrar recordando Al-Araich!!
Hola Amigo sergio lo que no entendí de la presentación es la presencia del LADRON DE LARACHE HSISEN en la mesa de la presentación y que ha sido divulgada por otras vías. ¿Conoce Cazorla de qué (genero ) pertenece este tío?
Querido Chouirdi: El acto estaba organizado por el Centro Marroquí de Estudios Hispánicos, y tanto Luis como yo acudimos para presentar su novela. El resto de los invitados, salvo la directora del Colegio Luis Vives, obviamente porque debía de estar al efectuarse en el colegio la presentación, fueron invitados por los organizadores, y ahí ni podíamos ni debíamos hacer comentario alguno, primero por respeto a quienes lo organizaban, y segundo porque, como explicó el propio Luis Cazorla en el acto, sólo íbamos a hablar de su novela. Realmente tenía razón, porque no era ése el foro donde plantear otras cuestiones, que sinceramente me habrían encantado debatir, pero ya te digo que no era el lugar ni tampoco el momento.
La opinión que odamos tener cada cuál de las personas que asistieron, por tanto, es personal. Y creo que lo entenderás.
Te mando un fuerte abrazo
sergio
quisiera saber donde se puede comprar el libro, pues en sevilla,desdeluego que no. JOAQUIN GARCIA CAMUÑEZ
Querido Joaquín: Que yo sepa es bastante fácil encontrarlo, porque la editorial que lo ha publicado, Almuzara, tiene muy buena distribución. Seguro que en Fnac lo tienen, y cualquier librería te lo pide.
sergio
Yo lo estoy leyendo ahora y me está encantando ya que ha supuesto que me reencuentre con mi pasado;por cierto ni se sabe los años que no veia a Luis Maria ni a ti,somos los tres de la misma edad más o menos.De quien si sé más es de Marisol,bueno de Soledad Cazorla,Fiscal Jefe de Violencia de Género.Un abrazo Estrella Amselem (la de la farmacia)
Como documento histórico, es un libro increíble, es verdad. Así que no me extraña que te guste.
Hola a todos, quería saludar a Luis, darle la enhorabuena, y reitararle el interés de su libro, que tuvimos la suerte de leer de los primeros, un abrazo fuerte.