En aquellos maravillosos carteles de las viejas películas de cine negro, se pueden leer cosas como éstas:
“Ella nació… para ser mala… para ser besada… para crear problemas”
(Deseos humanos)
“Hielo en sus venas, carámbanos en su corazón”
(Blonde ice)
“Le dieron un mal nombre y ella estuvo a la altura”
(Pickup)
“Te lo dije… no sabes nada sobre la maldad” (La dama de Shangai)
“La trampa más caliente en la que haya caído un tipo”
(Cop hater)
“¿Tendrías el valor de hacer lo que ella hizo el día de su boda?”
(La luz brilló dos veces)
Otros ni siquiera necesitan una frase para atraer la atención.
Gilda se bastaba por sí sola…
Pero, como ya se adivinaba en sus carteles, el común denominador de un buen film-noir era la presencia de la vamp, de la mujer fatal, de la hembra que lleva al protagonista masculino hasta el abismo…
Y esto me ha hecho escribir un microrrelato, que dice así:
Apreté el gatillo, y el hombre cayó de espaldas. Ella observaba la escena desde el vano de la puerta, con esa mirada turbia con la que me hipnotizara la primera noche. Ver morir a su marido no la había alterado en lo más mínimo.
-Deberíamos marcharnos cuanto antes –balbuceé nervioso.
Ella encendió un cigarrillo con tanta lentitud que me hizo creer que se habían parado los relojes.
-Yo no sé lo que tú harás, pero yo comienzo hoy una nueva vida –dio una profunda calada, y, exhalando lentamente el humo, añadió: Suerte, cariño.
Giró ese cuerpo esculpido por el pecado sobre sus abismales tacones de aguja, y, mientras salía de la casa, yo volvía a perderme estúpidamente en el bamboleo de sus caderas… Cuando la niebla la engulló por completo, miré el cañón de mi revólver, aún humeante, y sólo entonces comprendí que esa noche, de nuevo, al regresar a mi apartamento, me encontraría con la cara desmaquillada de mi mujer esperándome con ese inmaculado rictus de asco que cada día me dedicaban sus labios…
Sergio Barce, octubre 2014
Un comentario
Estúpido asesino que libró a su amante del marido pero él mismo no se libraría de su mujer…
Perfecto, Sergio, como siempre… lo bordas.
Un beso