Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

CARLOS TESSAINER Y TOMASICH, escritor larachense

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
CARLOS TESSAINER

    (…) <Como en un pueblo forzosamente abandonado por sus habitantes y luego anegado por las aguas de un embalse… vivimos en un mundo que ya no existe -nuestro pueblo, nuestro lugar- y que, sin embargo, siempre nos deleitamos en revivir en las conversaciones.

Europeos procedentes de Marruecos y dispersos por medio mundo nos sorprendemos al encontrarnos en los más dispares y recónditos lugares y al instante una singular camaradería se establece entre nosotros. La animada y larguísima conversación que entonces se entabla nos hace cómplices de un pasado que otros no comprenden <¡Ah! ¿pero es que sois moros?> y sirve de bálsamo para una herida mal curada que anida en el fondo de nuestro ser.
No somos racistas, ni colonialistas, ni imperialistas; todo lo contrario. Tras los procesos de independencia, siempre se ha puesto el énfasis en la justa lucha de los pueblos colonizados por el logro de su libertad. Pero pocas veces se ha mencionado el hecho de que, a causa de ello, cientos de miles de europeos, nacidos y criados en remotos lugares de África y de Asia, un día se vieron obligados a abandonar aquella tierra que, en el sentido amplio de la palabra, era para ellos la suya. Trasplantados todos nosotros a la Europa de nuestros mayores, somos así testigos de un episodio político -el colonialismo- del que no sólo fueron víctimas los pueblos conquistados.

Desvelado por el motivo que tendría mi abuela para que la acompañase al día siguiente, era como si la congoja que ya sentía dentro de mí fuese una especie de almuédano que de forma inconsciente me estuviese anunciando todas las reflexiones que acabo de contar y a las que, lógicamente, he llegado con el transcurso del tiempo.

A través de las ventanas, abiertas para aliviar el calor estival, llegaba ronco y furibundo el rumor del oleaje precipitándose sobre el acantilado. El bramido del mar y el inicio de una brisa fresca y gratificante me hizo comprender que se había iniciado la pleamar.

Como para quien vive largo tiempo junto a una estación de ferrocarril llega un momento en que no oye el paso de los trenes, igual nos ocurría a nosotros con el mar. A veces, en invierno, veíamos al Atlántico presa de gran agitación estrellándose contra las rocas de la costa, incluso sepultando momentáneamente bajo sus aguas el semáforo en que finalizaba el espigón que daba acceso al puerto. Y no obstante, especialmente fuerte debía ser el temporal para que el rugido del mar nos hiciese caer en la cuenta de su existencia.
Aquella noche, sin embargo, tal vez la vigilia o quizás los nervios me hicieron reparar en el rumor de un oleaje que también dejaría. A pesar de esta nueva pérdida que mi mente ahora sumaba a la de tantas otras, fue ese ruido monótono y profundo lo que, junto al alivio de la temperatura que se produjo, me hizo conciliar el sueño.

Dormí profundamente. Siempre he soñado mucho en el transcurso de la noche: la zozobra de mi mente hizo que en aquella ocasión soñase con las situaciones más distintas y peregrinas, donde se mezclaban personas y circunstancias en lo que, ya despierto, me pareció en principio un auténtico lío. Pero aquel caos tenía, no obstante, un hilo conductor: a lo largo del sueño fueron desfilando por mi mente distintas personas -casi todas ellas amigos o compañeros de colegio- que, pertenecientes a diversas etapas de mi aún corta edad, protagonizaban, bien por separado o en grupo, distintos episodios -o sueños- ordenados cronológicamente y en lugares dispares y reales de la ciudad. Así, soñé con mi amiga Mariuca jugando en el Jardín de las Hespérides; con mis amigos Cholo y Miguel buscando cigarrones en el Balcón del Atlántico; con Eduardo, Pili y Maite fabricando quimeras en nuestro primitivo laboratorio…

Dicen los que han estado a las puertas de la muerte que hay un momento, quizás un instante, en el que, de manera vertiginosa pero ordenada, se sucede por la mente todo lo vivido hasta entonces. Quizás no sea necesaria la inminencia de la muerte física para que ello ocurra. Hay otras formas de morir, y yo al dejar Larache moría un poco. Aquella noche de incesantes sueños era la prueba de que mi subconsciente hacía una especie de balance de lo vivido hasta entonces. Su destino no era la Otra Vida, pero sí otra vida que a las pocas horas me envolvería y que se anunciaba con una mezcla de ilusión, dolor y vértigo>.

 Este párrafo pertenece al primer capítulo de la novela <Los pájaros del cielo>, del escritor larachense CARLOS TESSAINER Y TOMASICH, y es toda una declaración de principios que suscribo en su integridad.

Aunque en otro capítulo transcribiré párrafos de su obra que hablan de Larache, es decir, Larache vista por Carlos Tessainer, como aperitivo para quien se acerca por vez primera a su obra narrativa creo que este extracto de su novela es elocuente.

Carlos Tessainer nació en Tetuán en 1956, pero es y se siente larachense porque allí es donde vivió durante su infancia y adolescencia. Es Doctor en Geografía e Historia, de ahí que haya escrito quizá el mejor ensayo sobre la figura del Cherif Raisuni: <El Raisuni, aliado y enemigo de España>, editado por Algazara, en Málaga, en 1998, libro del que ya he hablado en otra ocasión, pero al que prometo volver. Y también publicó en 1994: <Francisco de Asís, el rey consorte>.

Como novelista, Carlos tiene publicados dos magníficos libros ambientados en Larache: <Los pájaros del cielo> (Ediciones Sarriá – Málaga, 2001), novela de la que he escogido el extracto anterior, y que recomiendo, y <El árbol del acantilado> (Ediciones Sarriá – Málaga, 2006), quizá su obra más representativa, con la que fue finalista del X Premio de Novela Fernando Lara 2005. Cuenta la historia de un amor, pero también el relato del reencuentro entre dos religiones y dos culturas separadas durante cerca de quinientos años. Tras un largo y amargo desencuentro, los sefardíes y los españoles volvieron a encontrarse en el Protectorado español del norte de Marruecos…

Pero como digo, prometo volver sobre estos dos libros para que os deleitéis con su manera de escribir sobre Larache.

Para terminar este breve artículo, no puedo evitar transcribir también algo que Carlos me contaba hace muy poco de cuando vivíamos en el mismo edificio del Balcón Atlántico –por cierto, yo también me embelesaba como él mirando esa araucaria que presidía Villasinda-, y lo que me contaba Carlos era lo siguiente:

<Sergio, ayer por la noche <navegué> por parte de tu blog. De pequeño, te recuerdo igual a la fotografía en que apareces solo en la fuente de  azulejos que había en la Plaza de España, con tu cabeza grande y redonda, que no se parece en nada a <la que ahora tienes>. No creo que te cabrees por lo que te comento, que lo hago desde el recuerdo y con profundo cariño.

     Sale una foto entrañable y a la vez triste para mí, que es la casa del Balcón del Atlántico donde vivíamos, que de la humedad que corroe su fachada, parece que ha sufrido un incendio. Sé bastante acerca de la construcción de este edificio, pero ahora no quiero divagar.

Edificio en el que vivimos, avenida Mulay Ismail, Balcón Atlántico. Foto de abril 2012

     Dices que fue vuestra primera casa en Larache. Puede que en puridad sea cierto. Pero cuando se casaron tus padres, su primera casa fue justo encima de donde vivíamos nosotros, en el portal anterior al que tú recuerdas. Entonces era la calle General primo de Rivera nº 7 y luego fue y es Muley Ismail 17 (o quizás 19, que ya se me va la olla).

     Tus padres alquilaron esa pequeña y bonita casita (o piso). Lo alquilaron porque quedó libre al marcharse los que allí vivían. ¿Y sabes quiénes eran? pues Paco y María, los <personajes> que llevé a mi novela de <El Árbol del acantilado>.  Ya ves <los círculos de la vida>. Yo era muy pequeño; creo que debía tener tres o cuatro años. Tus padres eran veintiañeros. Tu madre era <Maru, la de Barce>. Pero cuando en casa se referían a ellos, siempre hablaban de <los recién casados>. Es una muletilla que se me ha quedado grabada en la mente. Lo que no sé es si tú naciste viviendo tus padres allí y al poco tiempo os fuisteis al portal de al lado. Pregúntale a tu madre. Pero <seguro que te fabricaron allí>.  Espero que no te moleste lo que te digo y por el contrario, te haga ilusión.

     El piso que tú recuerdas, en él vivía un compañero de trabajo de tu padre, que era José Luis Amado y su mujer Carmeluchi, con sus hijos Mariuca y José Ramón. Quedó libre el piso de al lado del que tú recuerdas, al marcharse el doctor Mayor, que pasaba allí su consulta. A él se mudaron los Amado, y tus padres, se mudaron al que ellos dejaron vacío. Con la primera amiguita que tuve (Mariuca), ayudé a tu madre en más de una ocasión a hacer tu cuna (sería en vacaciones), pues no sé por qué, <íbamos a casa de Maru>; dirás que estoy loco, pero recuerdo una <canción> que te cantábamos y que decía: <Hola, hola, hola, Pirulo es una bola; ea, ea, ea, el niño se mea>. Ellos se marcharon a Casablanca en 1964, y después a Madrid    

     Uno de mis sobrinos me dice que tengo mi <disco duro> lleno de información  inútil. No sé, a lo mejor sirve para que alguien de vez en cuando sienta satisfacción al oír cosas que no sabía o tal vez tenía olvidadas. 

     Un abrazo, Carlos>

 Querido Carlos, ojalá todos tuviésemos el disco duro lleno de información inútil como la que cuentas, porque gracias a esa información inútil la vida es un poco mejor.

Sergio Barce, mayo 2012

BALCÓN ATLÁNTICO

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

42 respuestas

  1. Hola:
    Saber de mi amigo Carlos Tessainer,ha sido una alegria en esta mañana de domingo casi veraniego en Málaga,Carlos,espero que no me hayas olvidado,soy Estrella Amselem,el otro dia hablaba con mi hermana Esther de vosotros,ella,amiga de tu hermano Fernando por aquello de la edad,mi hermano que como imagino sabreis de Guido hijo,y yo tuya desde el Colegio de Santa Isabel.Besos

    1. Olvidar a «Estrellita» AMSELEM, es imposible. Te recuerdo «de toda la vida de Dios», como dicen por aquí. Mantengo una imagen clara y nítida de ti, porque siempre fuiste una persona especial, con «personalidad» singular y atractiva. Recuerdo concretamente el verano de 1972, que pasaste en Larache, donde formabas parte de nuestra pandilla; tal vez para ti y para mi, fuese uno de los últimos veranos en nuestro pueblo…
      Me escribo con tu primo Carlos, y por él sé de tu familia. Creo que con la avidez e inquietud cultural que era consustancial en ti habrás leido alguna de mis novelas…¡Tú no puedes defraudarme!
      Besos y abrazos grandes,
      CARLOS

  2. En ese edificio vivieron mis tíos, Manuel y Kity Nieto, que tenían un horno de confitería que tenía la entrada por la otra calle. También vivió ahí la familia Roelas y una conocida locutora de Radio Madrid que no recuerdo el nombre y yo nací un poco más abajo, en esa misma calle, en la casa solitaria un poco antes de llegar al Grupo Escolar de España.

    Un abrazo.

    Carlos Nieto

    1. Carlos, me acuerdo perfectamente del horno de confitería. Yo era muy pequeño (tres años) y a ellos los llamábamos los «¡QUE VOY!», porque ese era el reclamo con el que iban vendiendo la mercancía en un cesto de mimbre con dos tapaderas. Nosotros vivíamos justamente encima de ellos, en un piso que fue Consulado de Túnez o Libia, que no lo sé a ciencia cierta. Recuerdo haber estado en aquella casa cuando vivían tus tíos. En el dormitorio donde yo dormía, había una especie de «pilar» que no era tal, sino el tiro de la chimenea del horno, y en invierno, daba gusto arrimarse a aquel trozo de pared por lo calentita que estaba. Esa chimenea, tenía su salida por la entrada del piso donde los padres de Sergio Barce se fueron a vivir de recién casados…
      La «casa solitaria», no sé si era una que estaba casi enfrente del Consulado Británico, y en la que sólo vivía una familia, o un poco más abajo, otra a la que se entraba en una especie de patio grande y en el que había varias viviendas (cuatro o cinco, en la que vivían varios fotógrafos); ésta estaba enfrente de la panadería «El Milagro», de la familia RAMOS.
      La locutora de Radio Madrid, que allí vivió, era MATILDE VILARIÑO.
      Gracias y un abrazo,
      CARLOS

      1. Querido Carlos: Eres un portento de memoria… ¿Sabes que al nombrar al consulado creo que me ha venido un «flash» de unas banderas colgando de la fachada? ¿Es posible eso o ya es que empiezo a imaginarlo todo por tu culpa? jjj
        sergio

      1. Sergio,¡mira que te estás armando un lío! El edificio al que hace referencia Carlos Nieto, es el mismo en el «que te fabricaron». A saber: planta baja: la familia de Carlos NIETO, que se marcharon muy pronto de allí, tanto, que casi ni los recuerdo; 1ª planta: mi familia (y yo incluido, claro); 2ª planta: tus padres recién casados.
        No, si de mis libros, vamos a acabar hablando de alquileres…Pero TODO ESTO nos da vida, ¿a que sí?
        CARLOS

      2. No te imaginas nada, sólo te «medio mareas». El 3 de marzo, Fiesta del Trono en aquellos años (conmemoración de la subida al Trono de Hassan II), todos debíamos colgar en cualquiera de los balcones o ventanas de nuestras viviendas una bandera de Marruecos; sino, podían ponerte una multa.
        Pero es posible que también te estés armando un llío con la bandera del Consulado británico, que estaba algo más abajo de nuestra casa y que de manera persistente (la arriaban por la noche, por cierto, lo hacía mi amigo ya fallecido Archito FORDE por encargo de su padre, el cónsul) ondeaba en en aquel edificio de la familia FORDE construido en 1917 y sede del consulado.
        CARLOS

  3. Estimado Carlos… hace apenas un mes – y por obra y gracia de cierta telaraña o red social – me estoy convirtiendo nuevamente en visitante de esta memoria mía largo tiempo deshabitada. Muchos los años sin ver ni saber de nadie, digamos que una cierta amnesia circunstancial me alejó y envolvió como el encofrado del gusano hilador de seda. Un día, sin saber por qué despiertas y al igual que las angulas guardan en el paladar ese primer sorbo de agua dulce para poder regresar al cabo del tiempo a su lodo natal, volvemos, siempre se vuelve, como el bolero…»y volver, volver, volver»
    Muy niños aún, fuímos compañeros en los HH Maristas durante uno o dos cursos, pues el Bachillerato, según logro recordar, lo hiciste en la Academia Aixelá. No creo que te acuerdes de mi, pues pues siempre fuí un niño excesivamente tímido e introvertido, muy poco hablador. Te sentabas en el pupitre contiguo al mío. En el interior de mi cajón guardaba todo un circo de caracoles y escarabajos azulados que se movían entre los lápices, hilos y tarros como acróbatas consumados. Levantábamos sólo un poco la tapa del pupitre de madera y con mi pequeña linterna de bolsillo seguíamos el espectáculo. Tu curiosidad y mi mal disimulo no nos libraba de que el hermano marista siempre nos descubriera desde lo alto de la tarima. Sólo me castigaban a mí por ser el dueño de aquel diabólico circo y por distraerte a ti. Después de devolver al huerto los gasterópodos acróbatas, los acorazados y forzudos escarabajos, recibía diez azotes en mi mano derecha y un golpe en la cabecita con aquel instrumento de tortura que tenía aquel sonido tan terrible: «la chesca». Recuerdo perfectamente el olor de la madera, el de la tinta espesa en el tintero encajado en la parte superior del banco, las gomas de borrar, etc… todo ello mezclado con la onza de chocolate Elgorriaga dentro del pan para el recreo y la colonia que tu madre ponía en el cuello de tu uniforme. Yo olía a jabón.
    Recuerdo perfectamente a tus padres. En una o dos ocasiones me llevaste a tu casa y en tu habitación había un arco enorme (o eso me pareció) con una diana multicolor y sus correspondientes flechas… como la de los indios de esas tierras tan lejanas que traían las viñetas de los tebeos y cromos de la época. Creo que no volvimos a coincidir a pesar de la vida intrépida y callejera que llevé junto a mi grupo de amigos y pandilla en la década siguiente.
    A través de este magnífico blog reconocí tus apellidos y me pregunté si eras aquel compañerito de mi infancia. Te felicito por tu carrera docente, y, sobre todo, por esos magníficos libros que has escrito. Sólo he leído algunos pasajes y párrafos… y me han encantado. Me haré con ellos lo más pronto posible y disfrutaré de su lectura. Eso mismo pienso hacer con el autor de este blog y sus magníficas reseñas y recomendaciones literarias. Como dije al principio de estas líneas, apenas llevo un mes con este «reencuentro» y ando un poco aturdido..
    Carlos, al igual que describes en ese párrafo de «los pájaros del cielo», yo siempre tuve – en los dieciséis años viví en esa maravillosa ciudad -, muy presente la respiración del mar. Me detenía muchas veces a escucharlo en la oscuridad de mi habitación, en los días de tormenta y ventolera, o en esos momentos de congoja y confusión que suelen provocar los primeros amores adolescentes. No recuerdo tanto los edificios, ni las calles.. tampoco los rostros. Tal vez mi enfermiza timidez me impedía mirar a los ojos de los demás, al plano general y me centraba, en cambio, sólo en el plano detalle..en las emociones. Recuerdo cada árbol, jardín, sombra en el muro, colores, aromas, voces y diálogos, rocas y superficies marinas, la luz y sus fluctuaciones.. y sin embargo, apenas logro reconocer mi casa en una fotografía.
    Te pido disculpas por la extensión de este comentario. Me ha hecho ilusión saludarte. Te deseo muchos éxitos literarios y que la vida te colme de muchas cositas buenas.
    Un abrazo.

    Si sientes curiosidad por saber quién soy (en caso de no reconocerme) pongo aquí este link https://www.facebook.com/franmorgar donde tengo subidas algunas fotografías.

    1. Querido Fran: Me permito escribirte tras leer tu comentario porque me has tocado el corazón. Es uno de los pequeños relatos -porque lo que cuentas es un relato en toda regla- que últimamente me han emocionado más profundamente, y te doy las gracias por haberle escrito estas palabras a Carlos, porque son hermosas y profundas, y porque me han gustado, qué más puedo decir.
      Un abrazo, y gracias por considerar este blog un blog con calidad.
      sergio

      1. Gracias a ti, Sergio, por permitir que este espacio tuyo me haya proporcionado este reencuentro con Carlos Tessainer. Llevo varios dias leyendo las entradas de este blog siguiendo el orden cronológico del archivo , y, de corazón, te confieso que estoy disfrutando muchísimo. Emocionalmente, tu blog , ha sido el guía perfecto para avivar mi memoria y alcanzar la mano que me tendía el adolescente que dejé abandonado en la cornisa atlántica décadas atrás. En ello estoy. No me sale limpia aún la voz, tampoco las palabras.
        Sergio, a tí te recuerdo muy levemente porque tenemos edades distintas y los niños tendemos a ser muy gregarios. Sí, me acuerdo de tus padres y, en especial, de ese tono rubio y distinguido de tu madre.
        Me alegra cruzar estas palabras contigo y deseando estoy – en cuanto pueda – de leer tus libros.
        Un abrazo.

    2. No abro ningún link. Como apareces con ese «apellido» tan raro, no recordaba a nadie llamado así. Pero se me ha encendido una lucecita y creo no equivocarme al afirmar que eres MORALES, mi compañero y amigo de los Maristas en el curso de Ingreso ¿si? (1965-1966) Nuestro profesor era el hermano Miguel, que se desesperaba conmigo porque me pasaba las clases riéndome, (de lo que tú tenías parte de culpa); pero no importaba, yo me lo pasaba genial.
      Sí que he visto después a tus hermanos Agustín y Mari Carmen, y les he preguntado por ti.
      Gracias por felicitarme. Tú también podías dedicarte a «esto», pues escribes de una forma especial y desde luego que llega al corazón….
      ¡Mira que si no eres Morales! espero que me lo confirmes.
      Un abrazo,
      CARLOS

      1. En efecto, soy el Morales al que te refieres y Agustín y Mª Carmen, mis dos hermanos. Lo del apellido Morgar no es más que una solución de emergencia a la hora de registrarte en estas «páginas sociales» ya que… caso contrario al tuyo, mi nombre y apellidos se repiten idénticos y clonados por en infinito como esas ecuaciones matemáticas jajjajajaj. ¡Qué prodigio de memoria, chico! fué en el curso de ingreso donde coincidimos y el hermano Miguel nuestro profesor; al nombrarlo, le he puesto rostro como una etérea calcomanía. Fué un curso muy difícil para mí pues venía de otro colegio «La Alianza Francesa» y me hacía un lío enorme con las gramáticas del árabe, francés y español. Yo aprendí a escribir antes en árabe que en español – para enfado y desespero de mis profesores de caligrafía – y curiosamente, mi escritura aún conserva en la actualidad esos trazos y curvas envolventes que recuerdan los caracteres gráficos del Islam.
        Espero que sigas aún riéndote a menudo con ese humor tan peculiar que te caracterizaba como salvaguarda de una extrema sensibilidad ya por aquel entonces, emergente.
        Lo del link sólo era una ayuda «facilona» para que me reconocieras. Pero con esa memoria que posees tan llena de matices, voces, gestos, nombres y fechas.. ¡qué pálidas y descoloridas las imágenes impresas de las fotografías!
        Bueno, superado el pudor inicial tras este «reencuentro»… escucharé al Tessainer escritor que estoy seguro que contará en sus obras muchas cosas con las que deleitarme y emocionarme.
        Un fuerte abrazo.

    3. Espero que consiga «deleitarte» con lo que leas que haya escrito. Yo nunca olvidé a mi compañero y buen amigo de Ingreso, cuando yo acababa de cumplir 9 años. Dijeron los Maristas que yo sabía mucho y les dio por adelantarme un curso, con lo que en vez de estar en «Medio B» como me correspondía por edad, me metieron en Ingreso. Aunque aprobé el curso, para mí fue un lastre que llevé conmigo a lo largo de casi todo el. Bachillerato, pero me sirvió para conocerte y entablar una relación de amistad, como la que se logra en esos bonitos años de la vida, que nunca he olvidado. Fuiste mi gran amigo (aunque la amistad sólo durase un año, pero un año cuando se tienen nueve, es casi toda una vida). Doy por bueno el maldito adelanto de «un año y medio» a que me sometieron, porque sólo con recordar cuando en la primavera de 1966 salió la canción «Juanita Banana», lo que nos pudimos reir con ella, los capones y golpes de «chasca» que por ello nos daba el hermano Miguel en el coco, y lo bien que nos lo pasamos, te digo que mereció la pena.
      Ya contactarás conmigo cuando quieras.
      Un fuerte abrazo,
      CARLOS

      1. Gracias por tu divertida y afectuosa respuesta, amigo «tesaine»… y cúanta razón en lo que dices! a esa edad – nueve meses, tres estaciones, con sus soles y lunas – son una eternidad entera. Tengo que admitirte que esa canción me marcó como un estigma. Te cuento: estaba una mañana en mi casa canturreando el estridente «la, la ,la la ,la, la» del famoso estribillo cuando quiso la casualidad que pasara por mi puerta Don Aurelio que vivía al final de mi misma calle. Se detuvo, golpeó en mi ventana y preguntó a quién pertenecían esos gorgoritos. Rojo de verguenza hasta dolerme la raíz del pelo le respondí que ¡naturalmente! yo no era, que aquellos maullidos provenían del dormitorio de mi hermana. No acababa de soltar la mentirijilla cuando aparece por la esquina mi pobre hermana de la compra y con cara de «por qué me mirarán de ese modo».
        A la semana siguiente ya formaba parte de la Rondalla del Pilar por obra y gracia de juanita Banana. Si algo tengo de sentido y entonación musical, se lo debo sin duda al bueno de Don Aurelio.
        Un fuerte abrazo, querido Tessainer

  4. Antes de nada quiero decir que he sido «formalmente amenazado» por Carlos Tessainer para que haga un comentario «extremadamente halagador sobre él y su obra». Así que en ese duro trance me encuentro. Pero voy a coger el toro por los cuernos y después de esto espero no encontrarme una carta-bomba en el buzón de casa un día de estos.
    Lo resumiré en pocas líneas porque tengo que ducharme, dar de comer a los gatos y corregir cosas del colegio.
    «Carlitos Tensaine» como le llamaba nuestra recordada María, abuela de José Carlos, no es mi amigo, es mucho más porque desde que tengo uso de razón ha formado parte de mi vida, de mis vivencias, de nuestras quimeras. Es parte de mi familia. Mi casa siempre fue la suya. La suya siempre fue la mía. En los últimos 50 años de mi vida, de los que yo tengo uso de razón, «Carlitos», Cari, Guido, Guidito, Fernando o Ana Mari han estado siempre en nuestros recuerdos. Los míos, los de mis padres, mi tío, mis tías o mis primas. También «Ron» «Rufo» «Amigo» o tantos animales que su madre y la mía protegieron (con sobornos) cuando el lazo de la perrera aparecía doblando la esquina.
    También el piano de la finca, los columpios del Hostal, el arco y flechas de su cuarto y el avión de lata que casi me cuesta un dedo. Su sobrina Carolina o el «culo de mi cuñada» y tantas cosas que recuerdo casi a diario.
    Tenemos en común la enseñanza (el Doctor en Historia y yo MaestroEscuela) y la afición por los patios y las macetas y sobre todo la pasión por Larache y los recuerdos que de ella nos vienen a la memoria permanentemente.
    Juego con ventaja pues nos vemos con relativa frecuencia y creo ser privilegiado conocedor de sus libros cuando aún están en la tinta verde de sus cuartillas.
    Bueno, creo haber dicho lo que quería aunque él y su familia lo sabían ya. Ahora espero no recibir la antes mencionada «carta-bomba» o una llamada telefónica que me amenace de muerte. Por si acaso si veo que es él no cojo el teléfono:-).Lo siento «Carlitos» esto es lo que tiene ser de la familia…
    Sin otro particular se despide atentamente, éste que lo es.
    EDUARDO ESPINOSA ROMÁN.
    P.D.: Me debes visita.

    1. ¡Mira que eres ……! , y no te lo digo en toda regla por no herir susceptibilidades en el blog, pero no por falta de ganas. Desde luego que somos mucho más que amigos Y tú bien sabes que tu familia, tanto la que ya se fue como la que aún permanece, son para mí algo especial e inseparable de nuestras vidas y de Larache. ¡No, si entre todos y como creo se dice en jaquetía: me estáis «haciendo lagrimear», como si me hubiese comido una «felfa jorría»!
      Hasta la visita que te debo,
      CARLOS

  5. Con tanta sapiencia y buen escribir, me da hasta corte seguir. Así que corto rápido. Sólo agradecer esa memoria tan prodigiosa que tenéis, porque, como siempre, me habeis recordado grandes escenas de mi vida. Me acuerdo de todo, aunque estuviera un curso ó dos anterior al vuestro.
    Carlos, te mando un saludo, estaba deseando poder hacerlo, nunca he olvidado tu cara. Desde Almansa, pueblo donde resido, intentaré comprar tus libros.
    Pipo, ya sabes que de tí nunca me he podido olvidar, marcaste una época muy bonita en mi vida con «la vieja pandilla». Un abrazo.
    De tí Franky, no voy a decir nada, sólo que sigues siendo mi mejor hermano.
    Sergio, siempre mi agradecimiento.
    He tenido unos momentos muy felices con vosotros, me hacía falta. Gracias. Hasta pronto.

    1. Javi, aquí no hay sapiencia que valga; seguro que tú sabes hacer un montón de cosas mejor que yo. A ti, te recuerdo desde pequeño, yo creo que desde el Colegio Santa Isabel. Me acuerdo de tu abuelo, que vivía en una casa de una sola planta y de arquitectura muy peculiar, que estaba justo enfrente de donde acababa la tapia del jardín de la Duquesa de Guisa.También coincidimos varias veces en el patio de Archito Forde, donde nos reuníamos para jugar al fútbol. Luego el que unos os quedáseis en los Maristas (aunque creo que tú al final acabaste en la Academia) y otros no, marcó un cierto distanciamiento.
      Gracias por haberme escrito y espero que te guste lo que escrito por mí, puedas leer.
      Un abrazo,
      CARLOS

  6. Carlos,gracias por refrescarnos la memoria con tus relatos y libros,(espero comprar este último) te sigo a través de este bloc, un fuerte abrazo a los que ayudáis a ampliarla; todo lo que comenta Fran parece lo estoy viendo.

  7. Me figuro que serás Angelita López Cobos ¿no? No me tienes que dar las gracias por nada, porque escribir sobre nuestra tierra y nuestro pueblo, para mí es un placer y un honor, y si además soy capaz de transmitiros sentimientos, mejor todavía.
    Un abrazo,
    CARLOS

  8. ¡Hola chicos!

    ¡Que interesante todo lo que estais contando!
    Por aquel entonces,yo,ya no vivia en Larache,pero los nombres,apellidos
    las calles,las casa ,los edificios,los colegios,en fin ,todo lo que nombrais,trae
    a mi memoria envuelto en la nebulosa del tiempo,mi vida de entonces,y los años maravillosos de mi niñez y el prncipio de mi adolescencia.

    Todo eso estaba olvidado,hace mucho tiempo,por el paso enexorable de los años,pero entre todos vosotros,lo habeis vuelto a traer a mi vida,y aunque
    todo lo que he vivido despues,tambien ha sido bueno,maravilloso,he sentido
    como una punzadita dentro de mi,que no es otra cosa que NOSTALGIA!
    de aquel entonces,de la juventud,de tener toda la vida por delante,de soñar,
    de lo que te deparara el destino……en fin….creo que me entendereis

    A carlos NIeto quiero decirle que si tiene algun parentesco con mi primo
    Paquito Osuna,pues la madre de Paquito se llamaba Maria Nieto.tenia dos
    hermanos,uno se llamaba Salvador,,( el otro no me acuerdo,)LO que si recuerdo es que tenian un obrador de pasteleria donde mi abuela nos enviaba a recoger los polvorones y los mantecados en la epoca de las Navidades,que por cierto estaban exquisitos,entonces no iban envueltos
    en ningun papel ni bolsa,te los colocaban en una cajita.

    Te lo pregunto,Carlos por la coincidencia del apellido y por lo de la pasteleria

    A todos os envio un abrazo de todo corazon

  9. Querida Adela: me alegra saber de ti. Yo no puedo contestar con exactitud a tu pregunta, pues quien podría ayudarte es Carlos Nieto. Pero por simple lógica, el que tu primo se llame de 2º apellido NIETO, y para colmo el que su madre, María , tuviese dos hermanos que poseían un obrador de pastelería, conduce a un punto en el que es casi imposible la coincidencia. No creo que hubiese más NIETO en Larache con este negocio. Conozco a otra familia NIETO afincada en Larache en aquella época y con posterioridad, pero que nada tiene que ver con el negocio del que me hablas.
    Si Carlos NIETO lee este mensaje y te contesta, tendrías la respuesta fiable al cien por cien.
    Espero haberte servido de algo; y desde luego, recibe un entrañable abrazo,
    CARLOS
    ¡Ah, ahora me acuerdo! Existía una gran amistad entre tu tío Julio y los NIETO. Hasta el punto de que tu tío, que vivía en el mismo edificio pero en el 2º piso, se instaló una polea como la que sirve para sacar agua de un pozo; en ella en vez de cubo colgó una cesta «moruna», y todas las mañanas bajaba mediante la polea el citado cesto, donde los del obrador, le depositaban lo que él hubiese pedido. Lo mismo hasta las barras y bollos de pan para el bar de «Cuatro Caminos». Yo era muy niño (3 o 4 años), pero lo recuerdo perfectamente.

  10. La muestra que nos traes aquí, Sergio, de «Los pájaros del clelo» me basta para querer seguir leyendo más de Carlos Tessainer y Tomasich. Es curioso, en su carta a Larache hablaba de una canción que significa mucho para mí y me removió viejos sentimientos y aquí nombra a Matilde Vilariño y vuelve a emocionarme porque he recordado las tardes pegadita a la radio a la hora de la merienda, cuando yo volvía del colegio -recién llegada de Marruecos a Barcelona- y escuchaba, junto a mi madre, esas radionovelas de Guillermo Sautier Casaseca con la voz dulce e inconfundible de Matilde Vilariño junto a otra voz grandiosa, la de Pedro Pablo Ayuso.
    Carlos me ha hecho revivir un tiempo inolvidable… lleno de amor… y me he sentido feliz!

    1. Joana, gracias por tus palabras: espero no defraudarte con lo que puedas leer que yo haya escrito. Yo también recuerdo cuando siendo niño volvía a casa del colegio (en Larache), y mientras merendaba, oía junto a mi madre «Matilde, Perico y Periquín». La voz del «niño» Periquín, era la de MATILDE VILARIÑO, experta en poner voz a personajes de muy distinta edad.
      Besos, CARLOS

  11. Hola Carlos, no sabrás quien soy, pues eres más pequeño que yo.
    Recuerdo tu imagen, de pequeño, de la mano de la tia Concha.
    Mi nombre es Maribel Salas, y jugaba con tu hermano Guido y tu hermana Ana Mari, en casa de tus tios Mari y Gonzalo, mientras nuestros padres se entretenian jugando a las cartas.
    Siempre digo que los pliegues de la memoria me asombran, quizas con un pequeño detalle, empiezas a recordar infinidad de cosas.
    Recuerdo que viviais despues de la fabrica de harina, en la estacion ¿no?.
    Para ir al cole, como vivia enfrente de la Cruz Roja, venia la camioneta de
    Obras Publicas a buscarme, en la que iban tus hermanos, yo queria ir detras y no me dejaban, tu hermana y yo, delante a fastidiarnos, y los chicos divirtiendose detras, jajaja lo recuerdo como si no hubieran pasado 55 años.
    Me alegra saber de ti y felicidades por tus libros.
    Saludos cariñosos de Maribel

    1. Maribel, aunque era muy pequeño, sí que me acuerdo de ti y de la hermosa y enorme trenza con la que te peinaban. Recuerdo tu casa, donde me llevaba la tía Concha, así como a tus padres: Pura y Pepe. La sala de estar de tu casa acababa en una especie de mirador cubierto, al que se accedía pasando por una puerta de dos hojas de madera blanca con un gigantesco pestillo; allí recuerdo a tu madre cosiendo. También recuerdo cuando os vinísteis a España y tu madre fue a despedirse de nosotros. Ya no vivíamos en la casa de la estación que tú recuerdas, sino en un piso en el Balcón del Atlántico, pues habían cerrado el Ferrocarril Larache-Alcazarquivir del que mi padre era director, y la casa pasó a ser ocupada por un funcionario marroquí de Obras Públicas.
      Hace unos años, localicé un correo tuyo , creo que era relacionado con «H.H.H.los de Larache» y me dio cierta rabia, pues hacías referencia a mis tíos y a mis tres hermanos, y me dio la impresión de que «por ser el pequeño», no te acordabas de mi existencia.
      Gracias por felicitarme por mis escritos, casi siempre relacionados con nuestra tierra, que es la que auténticamente me inspira.
      Dentro de un rato iré a ver a mi madre (cumplirá 94 años en agosto), y se alegrará al saber de ti, gracias a la » magia » de Internet.
      Muchos besos,
      CARLOS..

  12. Carlos, me has asombrado con tu memoria, es exacto todo lo que recuerdas, la galeria, como llamabamos a la zona donde cosian mi madre y mi tia Genoveva. Tambien alli ayudaba a mi padre a hacer los cartuchos, cuando iba a ir a cazar perdices.
    Es verdad de no te nombré con toda tu familia, quizas al estar segura que no te podias acordar de mi, no te nombre, una tonteria….
    ¡Que estupendo que tu madre este bien! me ha alegrado muchisimo. ¿Vive todavia en Madrid?, me encantaria verla. Dale muuuuchos besos de mi parte.
    Al principio de venir a vivir a Madrid, ya casada y con 3 hijos, iba a ver a la tia Mari (tambien les llamaba tios aunque no lo fueran realmente), y me dijo que tu madre Cari vivia por Principe Pio ¿no?, pero no llegue a verla.
    Estuve un tiempo liada, pues nacio mi 4º hijo y cuando fui otra vez a ver a la Tia Mari ya no vivia alli. Supuse que habia fallecido.
    A tu hermano Guido ó Guidito… jejeje, le ví en una comida de los Amigos de Larache y tambien lo tengo como amigo en Facebook, pero no aparece nunca.
    Un amigo suyo, Miguel Angel Santos Nanclares me ha preguntado si sé algo de él, porque tampoco tiene noticias.
    Si puedo ver a tu madre ó saludarla por telefono ó quieres cualquier cosa,mi correo es masaca46@hotmail.com.
    Me ha alegrado mucho tu contestacion, besos Maribel Salas

  13. Como aquel pájaro tuerto -querido Carlos- que al final de tu novela «Los pájaros del cielo» reaparece a modo de un testigo que ha contemplado todos los avatares de la misma, yo también me siento espectador privilegiado de muchos de los pasajes allí narrados ya que, de algún modo, me trasladan a un tiempo en que soñar con «diecipocos» años era lo cotidiano. Unas veces a través de los libros que caían en nuestras manos o de los relatos de nuestros mayores, y otras a través de la magia del cine; pero siempre echando a volar la imaginación a través de mundos que en tu preciosa novela aparecen magistralmente retratados. Gracias por tu hermoso regalo, y gracias porque tú me has devuelto por momentos a escenarios que nunca creí volver a contemplar.

    1. Gracias a ti, «Juanito», porque si, como aprendiz de escritor que soy, te he «devuelto por momentos a escenarios que nunca creí volver a contemplar», con ello, lo que escribí, cobra todavía más sentido. El que me lo diga alguien que no tiene vínculo alguno con Larache ni con Marruecos, tiene para mí más valor: el de saber y reconocer que en definitiva, la tierra en la que nacimos y crecimos, sea cual fuese, nos marca de manera gratificante e indeleble de por vida, ¡aunque nos fuésemos a vivir a Nueva York!
      Y gracias también, porque siendo tú mismo escritor, hayas querido convertirte en la gaviota tuerta (pero que vuela aún bien alto y es capaz de «recordar») a quien lo que narro en mis novelas le haya llegado al corazón.
      Con un abrazo y en la complicidad de muchas «cuitas»,
      CARLOS

  14. Y tengo que volver a esta entrada para contarte, Carlos, que este mes de julio recibí un pedido con dos libros. El primero que abrí, «Los pájaros del cielo» me ha cautivado. El narrador se arma de la paciencia y sabiduría de las abuelas y nos deleita con una maravillosa y a la vez triste historia que Atita va relatando a su nieto Karl. La historia del país, el colonialismo, te citaría tantos pasajes que me han transportado… pero de los mejores momentos para mí figuran hacia finales de sus páginas cuando… Hermine se encuentra con Abd el Aziz en Tánger.
    – «¿Por qué me dejaste?…
    – No quería cambiar de religión…
    – ¡Hermine! … Sabes que ésa no es toda la verdad…»
    Yo iba leyendo y en el fondo necesitaba ese reencuentro de los dos para que los sentimientos de ambos saliesen a la luz, para que brillase la verdad, pues siempre, al final de todo, lo único verdadero está en el corazón.
    Y para que acabase yo tu libro sin dejar que las lágrimas brotaran de mi ojos, las maravillosas palabras escritas por tí, Carlos Tessainer y Tomasich, sobre Karl y el guarda musulmán del camposanto…
    …» Quise partir y le tendí la mano. Pareció dudar, pero al fin me abrió los brazos y me fundí con él en un profundo abrazo, a la vez que gruesas lágrimas surcaban mis mejillas.»…
    Es ist ein Wunderschönes Buch, Karl!!

  15. … Y el segundo fue «El árbol del acantilado»… si el primero me cautivó, el segundo me remonta a Werther -una de las obras de Goethe, donde leí que para leer el Werther había que haber amado-, y me ha llegado al alma, y he pensado que para leer «El árbol del acantilado» hay que haber amado pero para haberlo escrito también hay que haber amado!!
    Está escrito con tanta dulzura, con tanto y tanto amor…
    He podido imaginarme muy bien a María ya que por lo que más arriba decías elegiste al modelo más hermoso y perfecto -y que también conozco-.
    Y además, y por encima de todo este amor, de nuevo las diferentes culturas y religiones… de las que nos haces llegar sentimientos que comparto profundamente, con mente, corazón y brazos abiertos.
    Hubiera deseado que la historia se prolongara pues me has hecho pasar unas horas muy hermosas.
    Bendigo el momento en que volviendo el pasado año de Larache leí un diario, donde leí una noticia, la perseguí…. y me encontré en este espacio único e irrepetible, el blog de Sergio, donde en poco tiempo he leído relatos realmente preciosos de los escritores que ha dado nuestra querida tierra.
    Hasta muy pronto.

    1. Joana, gracias no, mucho más. Si algo pretendo con lo que escribo, es llegar al corazón de las personas, de los hipotéticos lectores/as. Si contigo lo he conseguido, el esfuerzo ya ha valido la pena. Desde el corazón escribo y con el corazón pretendo hablar de nuestra tierra; he elegido el pasado, pero basándome en personajes y hasta en hechos reales.
      No te dirijas a mí con nombre y dos apellidos. llámame Carlos o Karl, que «ya sé que sabes» que son uno mismo.
      Con un fuerte abrazo, y emocionado por haberte emocionado.
      Lebewohl!, pero hasta siempre,
      CARLOS

  16. Hola Carlos
    Soy Reme.Me he leido «Tu carta a Larache» y el relato de «La calle Mulay Ismail» con Sergio.Los dos me asombrais con vuestros recuerdos,los mios son menos aunque me habeis refrescado la memoria.Tienes mucha dulzura en tus relatos.
    Mi hermana Lali te manda cariñoso saludo,se asombro que la recordaras.Ella en cierta manera sigue en la ruta de seda.
    Que le hubiera gustado a mi padre leer vurstros relatos!!!!!
    Cuando vi la foto de tu padre le reconoci enseguida.
    Te contare algo:no se si seria capaz de volver a ver nuestra ciudad,prefiero recordarla como era.Me paso cuando vi Casablanca y Agadir ,me fui de alli llorando.Bueno espero leas rstas palabritas.Besotes,mi niño

  17. Querida Reme: por casualidad y releyendo cosas del blog de Sergio, me encuentro con este escrito tuyo, que me da gran alegría.
    Sí, recuerdo lo que cuento y muchas cosas más que no digo para no «aburrir». De vosotros, como si os tuviese delante: de tus padres, hermanos (Tú, Carmen Lali, Juanito y Mari Ángeles, aunque luego creo que nacieron dos niñas en Canarias …), de tu abuela, de tu tía Paqui, que se casó con el hijo de María «la de Cabrera». Me acuerdo de cada una de las habitaciones de vuestra casa ¡hasta de una ventana grande y redonda que había encima de la puerta de la cocina que daba al patio, en el que había dos lavaderos!
    Yo pasé con Lali y Juanito muy buenos momentos. En verano, éramos inseparables. Y Lali era la «jefa» de los tres, no sé si porque era un poco mayor o por su personalidad. Díle a Lali que no se sorprenda de que no la haya olvidado: que nunca lo hice.
    Mis padres apreciaban mucho al tuyo, que daba a mi hermana Ana María clases particulares de matemáticas, para lo cual iba a vuestra casa. Mi padre siempre llamaba al tuyo «Juanito» y en casa le conocíamos como «Juanito el maestro».
    ¡Ah! ahora recuerdo que cuando os fuísteis a vivir al Balcón del Atlántico, veníais de una casa de LARRUCEA.
    Comprendo perfectamente tu sentimiento con respecto a Larache, pues coincido totalmente con él.
    Espero que tenga suerte y leas este mensaje.
    Con un cariñoso recuerdo,
    CARLOS
    tessainer_carlos@yahoo.es

    1. Hola Elías. Siento mucho leer esta pregunta tuya más de un año después de que me la hicieses, pero ahora, por casualidad, me he encontrado con ella.
      Sí, si que me suena el nombre de Salomón AMAR. pero me suena como dueño del TEATRO ESPAÑA, cuyo gerente era BENASULY.
      Con respecto al CINE IDEAL, creo que estás en un error, pues fue construido y siempre fue propiedad de la familia GALLEGO, que vivía en el Pasaje Gallego, donde llegaron a tener una Banca y que llevaban establecidos en Larache desde el último cuarto del siglo XIX.
      Espero que llegues a leer mi respuesta…
      Un saludo,
      CARLOS

  18. Querido Carlos: llevo una temporada intentando ponerme en contacto contigo, por el placer de hacerlo y de comentar cosas de la familia. Espero que este contacto sirva para algo.Un abrazo: Rodrigo

Deja una respuesta

Hello, I'm Naomi Hunt

I am a writer, blogger, and traveler. Being creative and making things keep me happy is my life's motto.

Mis obras

Get Curated Post Updates!

Sign up for my newsletter to see new photos, tips, and blog posts.