Cuando vi el tráiler de <Todos tenemos un plan> supe que tendría que ver la cinta en cuanto se estrenara.
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Así lo hice. Sin embargo, al acabar la proyección, desilusionado, pensé que nadie, ni siquiera Viggo Mostensen, tenía ningún plan.
He de decir que se sale de esta película con un amargo sabor de boca, porque uno espera ver un <tour de force> entre Mortensen y la maravillosa Soledad Villamil que presagia el tráiler o, al menos, una torrencial historia de amor y pasión entre ellos o quizá, presumí también, una historia de desamor arrebatadora y emocionante. En todo caso, por lo que se anunciaba, si nada de lo anterior sucedía, se entrevía una buena película de intriga, engaños y violencia. Además, todo el paquete venía avalado por los mismos productores de esa obra maestra que es <El secreto de sus ojos>.

Ninguna de mis presunciones se materializó. Al contrario, lamenté que se hubiera dilapidado tan tristemente un reparto excepcional. Porque ciertamente los actores son quizá lo mejor de la función, y también el montaje de Irene Blecua y de Alejandro Lázaro (responsable éste también del extraordinario montaje de <Balada triste de trompeta>, quizá el mejor trabajo de los últimos años del cine español), hábil en especial para encajar las imágenes que se desarrollan entre los hermanos gemelos, que salva con buen oficio, para crear, con la ayuda de una fotografía de Lucio Bonelli, muy cercana a la iluminación del cine de Cronenberg, un ambiente sucio, desalentador y enfermizo. Pero estos elementos técnicos no son suficientes si lo que falla de raíz es el guión, escrito por la propia realizadora Ana Piterbarg.

Como decía, el elenco de <Todos tenemos un plan> es excelente: Viggo Mortensen cumple con su papel, Soledad Villamil también pero lamentablemente se pierde a mitad de película y nos hurtan su mirada para el resto del metraje, craso error, además de convertir su personaje en un mero relleno, un lujo demasiado caro para cualquier cinta; Javier Godino también se desaprovecha, pero no así Daniel Fanego, al que descubrí en “Luna de Avellaneda”, con su voz profunda y bien modulada, y Sofía Gala, que dotan de vida a una historia ahogada en sus pretensiones. Por eso digo que es un plantel magnífico que se tira por la borda, y uno se queda pensando que con un reparto como este, ¡pardiez, qué buena película se podría haber rodado!

Partamos del error de base del guión: ¿quién puede creer que un médico que se ha labrado su brillante presente saliendo de la cloaca renuncia a todo porque le entra el pánico cuando se da cuenta de que no quiere adoptar un hijo con su pareja, Soledad Villamil? Con decir no, basta. Con romper su pareja, basta. Pero no, el guión da una vuelta de tuerca muy forzada y hace que el hombre se atormente con este asunto hasta el extremo de encerrarse como un niño pequeño en una habitación; y luego la llegada inesperada de su hermano le lleva incluso a hacer algo inesperado y extremo –que no voy a desvelar para no fastidiar a quien no la haya visto-. Mucho artificio y excesivo humo.
Me encantan las historias de suplantación, las historias de imposturas –de hecho, es un elemento recurrente en mis dos nuevas novelas aún inéditas-, y <Todos tenemos un plan> es al fin, tras el arranque, la historia de una impostura. Sin embargo (otro “pero” al guión) tampoco se entiende ese afán de suplantación por parte de Agustín/Pedro, el personaje encarnado por Viggo Mortensen, porque ni es creíble que un tipo de persona como la que encarna se decida a hacer lo que hace, ni es verosímil que en poco más de un par de días pase a ocupar la vida de otra persona sin que nadie lo advierta (más adelante, por el contrario, todos se dan cuenta del engaño de manera un tanto simplona) ni, y esto en lo más grave del texto, se entiende qué le mueve a hacerlo: ¿su pánico enfermizo a adoptar a un niño?. Es una base demasiado endeble. ¿Es una autoflagelación? Si lo es, sólo él sabrá la razón de la misma. ¿Es la huída de una vida atormentada? Si lo es, tampoco convence pues no se nos ha siquiera insinuado la razón de tanta tortura.

La atmósfera del poblado al que vuelve el protagonista después de muchos años y que se levanta en un territorio inhóspito y pantanoso sí es un acierto, pero le falta un toque morboso que se insinúa pero que no cuaja precisamente por la falta de sustrato narrativo.
Daniel Fanego, que compone un personaje duro, obsceno y corrupto, arraigado al lugar como algo sustancial a él, probablemente sea lo mejor de la función, quizá también porque es el más creíble de todos. Y es que para que una historia te atrape ha de ser sólida, ha de agarrarte de las entrañas y llevarte al otro lado. Ana Piterbarg no cruza al otro lado y se queda en la superficie, no termina de asentar los cimientos y la estructura se tambalea.
Definitivamente me quedo con el tráiler, con ese <Todos tenemos un plan> que era una promesa de algo endiabladamente pasional.
Sergio Barce, septiembre 2012

2 respuestas
Recuerdo a Soledad Villamil en «El secreto de sus ojos»… estupenda en su papel… preciosa su mirada… pero he de confesar que Viggo Mortensen ya no me sedujo en lo más mínimo en el tráiler de esta nueva cinta por eso que jamás tuve intención de ver el film!!
Un beso Sergio.
jajaja ya veo que te ocurrió todo lo contrario con el tráiler, y yo que pensaba que Viggo os resultaba irresistible a las mujeres…
un beso, Joana
sergio