Quien conoce mis gustos, sabe de mi pasión por el cine y de mi inclinación por el género del western. Lo disfruto, y lo considero el género cinematográfico por excelencia. Si existió el Lejano Oeste, lo hizo para ser retratato y reinterpretado por el cine.
Johnny Guitar es uno de los westerns más lúcidos, líricos y románticos de la historia del cine. Rodada en 1954 por Nicholas Ray está protagonizada por Sterling Hayden (Johnny), quizá en su mejor papel, y por una extraordinaria Joan Crawford (Vienna). Los secundarios son de lujo: Mercedes McCambridge, Ernest Borgnine, John Carradine, Ward Bond, Scott Brady…
Su banda sonora, compuesta por Victor Young, es inolvidable. Como lo es el escenario del Saloon de Vienna, en medio de un desierto polvoriento y árido, con esos fuertes colores pictóricos.
No sólo es una película del Oeste, también es una historia de amor desgarradora y desesperada, y una denuncia del linchamiento (en concreto a la Caza de Brujas desatada en USA por el Senador McCarthy) y de la irracionalidad. Su narración y su estructura quebraban de alguna manera las normas del género, sin embargo, supo utilizar éstas para sacarles el mayor provecho.
Me gustan sus diálogos, que se cuentan entre los más famosos del género. Una muestra:
Johnny Guitar: No he venido a buscar camorra, señor Lonergan
Señor Lonergan: Llámame Burt. Los amigos me llaman Burt.
Johnny Guitar: Como Vd. quiera, señor Lonergan.
La cámara se mueve con elegancia después de la escena más íntima entre los dos protagonistas que comienza con el diálogo quizá más repetido e imitado de todos los tiempos (Almodóvar lo usa en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”):
Johnny: ¿A cuántos hombres has olvidado?
Vienna: A tantos como mujeres recuerdas tú.
Johnny: No te vayas.
Vienna: No me he movido.
Johnny: Dime algo agradable.
Vienna: Claro. ¿Qué quieres que te diga?
Johnny: Miénteme. Dime que todos estos años me has esperado. Dímelo.
Vienna: Todos estos años te he esperado.
Johnny: Dime que habrías muerto si no hubiese regresado.
Vienna: Habría muerto si no hubieses regresado.
Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero a ti.
Vienna: Aún te quiero como tú a mí.
Johnny. Gracias. Muchas gracias.
Joan Crawford cautiva a la cámara, y sus inmensos ojos llenan la pantalla. Por primera vez una mujer es la víctima de un linchamiento, y eso convierte a esta película en una obra singular. Pocas veces se ha visto a un personaje femenino que transmita con esa intensidad el dolor por un amor perdido, pero, a la vez, el temor reprimido a que, una vez que su hombre ha regresado, vuelva a romperle el alma.
Me gusta este post tuyo sobre el western. Comparto esa admiración por el género y he indagado sobre el fondo de esa querencia a partir de la reiteración de una imagen, en sueños o en vela, en la que al final de una jornada un vaquero extiende su manta al raso y contempla absorto como giran las estrellas en el cielo.
Aventura. Nómada. África. Esas son las palabras que encuentro en el plató de la escena de la acampada. Quizás mi propio padre, interventor en el Kert, regresando de una visita a las cábilas de su demarcación a mediados de los años 50.
Hola Jose: Es una visión muy curiosa la que expones, pero muy interesante. Hay varias películas memorables con escenas de acampada bajo un cielo ametrallado de estrellas: ahí están los grandes westerns dirigidos por Anrhony Mann o «Centauros del desierto» y «Dos cabalgan juntos» ambas de John Ford y muchas más… Sin embargo, tras esta globalización que nos come por todas partes creo que comienza a ser casi imposible que esas estampas se repitan con la misma poética de aquella época de aventura y épica (incluyo los tiempos de tu padre, obviamente).
Un abrazo
sergio
2 respuestas
Me gusta este post tuyo sobre el western. Comparto esa admiración por el género y he indagado sobre el fondo de esa querencia a partir de la reiteración de una imagen, en sueños o en vela, en la que al final de una jornada un vaquero extiende su manta al raso y contempla absorto como giran las estrellas en el cielo.
Aventura. Nómada. África. Esas son las palabras que encuentro en el plató de la escena de la acampada. Quizás mi propio padre, interventor en el Kert, regresando de una visita a las cábilas de su demarcación a mediados de los años 50.
Saludos. Jose
http://400dias.blogspot.com/
Hola Jose: Es una visión muy curiosa la que expones, pero muy interesante. Hay varias películas memorables con escenas de acampada bajo un cielo ametrallado de estrellas: ahí están los grandes westerns dirigidos por Anrhony Mann o «Centauros del desierto» y «Dos cabalgan juntos» ambas de John Ford y muchas más… Sin embargo, tras esta globalización que nos come por todas partes creo que comienza a ser casi imposible que esas estampas se repitan con la misma poética de aquella época de aventura y épica (incluyo los tiempos de tu padre, obviamente).
Un abrazo
sergio