Lo primero que me ha impresionado de THE ARTIST ha sido encontrarme la sala totalmente abarrotada de público, y eso que es una película muda. Lo segundo ha sido que durante toda la proyección no he escuchado un solo comentario en voz alta, y esto hace años que no sucede; todos los espectadores veían el film como hay que ver una película en el cine: en silencio, y eso que es una película muda. Y lo último que me ha llamado la atención ha sido el aplauso cerrado cuando ha terminado la cinta, y eso que es una película muda. Hacía años que no asistía, en una sala comercial, a una reacción como ésta. Y todo ha ocurrido ante una atípica película rodada en blanco y negro, y además eso, muda. Increíble.

THE ARTIST, de Michel Hazanavizius, es una obra maestra. Es difícil aplicar este adjetivo, pero hoy no tengo la menor duda al hacerlo con esta maravillosa película. Desde que comienza, con ese deslumbrante blanco y negro, los colores más hermosos para ver una película en una pantalla grande, y hay que reivindicar estos colores, los dos colores del cine, los colores que alimentan de verdad los sueños, desde que comienza, decía, uno se queda boquiabierto, y se dice a uno mismo: vamos a ver, estoy viendo una película muda y estoy aquí electrizado, cómo puede ser posible. Lo es, te respondes.

Vemos así una típica cinta de aventuras de cine negro, probablemente de un serial, dentro de la propia película, y comenzamos así a conocer a ese personaje, al actor de ficción y al actor que protagoniza THE ARTIST, un tipo fanfarrón, orgulloso, altanero, pero simpatiquísimo, y que no es sino la estrella de cine mudo George Valentin, al que interpreta un actor en estado de gracia: Jean Dujardin. Lo más sorprendente es que, desde el primer fotograma, este actor nos mete en su bolsillo. Su físico parece sacado directamente de aquella época, un Douglas Fairbanks, un Ramón Novarro, un John Gilbert, no está a la zaga de ellos. Pero su actuación, proverbial, es aún más extraordinaria. En pocos minutos ya conocemos al gran George Valentin como si fuera esa estrella deslumbrante a la que admirásemos desde siempre, alguien que formara parte de nuestra memoria colectiva.

El guión avanza inteligentemente, es un reloj bien ajustado, y, por supuesto, la entrada en escena de la protagonista femenina, la aspirante a actriz Peppy Miller, igualmente encarnada a la perfección por la argentina Bérénice Bejo, se hace de manera modélica. Nos enamora en seguida, como lo hace con George Valentin.
De nuevo creemos estar viendo una película de los años veinte, sin ningún género de dudas. Pequeños detalles nos traen a la memoria las películas de Mary Pickford, Gloria Swanson o Joan Crawford, las de Wallace Beery o las comedias de Mack Sennett o Harold Lloyd. Ya digo que son pequeños fogonazos, pero que nos trasladan a aquellas viejas cintas, y Hazanavizius tiene la habilidad de convertir su película en un auténtico viaje en el tiempo. Hay homenajes evidentes a Ciudadano Kane <Citizen Kane>, aunque esta cinta ya pertenezca al cine sonoro de los cuarenta –la escena del matrimonio de George Valentin sentados a la mesa mientras pasa el tiempo-, a las películas antes citadas, sobre todo a los films de Douglas Fairbanks, por supuesto, a las películas de serie B de aventuras africanas, al cine negro, a la comedia, especialmente a la comedia romántica…

Cuando bajo la lluvia el cartel que anuncia la última película muda de George Valentin es pisoteado por los transeúntes, uno está recuperando fotogramas de aquel maravilloso cine del glorioso Hollywood…
La llegada del sonoro, tal y como ocurrió en la realidad con muchos actores del cine mudo, hacen que George Valentin caiga en el olvido como una vieja y anticuada estrella que no sabe adaptarse a los nuevos tiempos, mientras que su amada, Peppy Miller, la mujer a la que quiere sin atreverse a demostrarlo, se convierte en la nueva sensación del Hollywood sonoro.
A partir de aquí, la película nos sumerge en la tragedia del protagonista, y sentimos íntimamente cada uno de los infortunios que va sufriendo en su caída. Sin embargo, como siempre ha ocurrido en estos films, el amor todo lo puede, y THE ARTIST nos eleva por encima de esa tragedia para reconciliarnos con la esperanza, y en este sentido, se agradece en estos tiempos que acabemos con una sonrisa en los labios.
No sobra nada en esta película. Los dos actores protagonistas llenan literalmente la pantalla. Jean Dujardin compone uno de los personajes más entrañables de los últimos tiempos, y Bérénice Bejo hace lo propio con ese bombón de papel que le han regalado.
Es una película muda, sí, pero en sus imágenes hay más diálogo, y de calidad, que en la mayoría del cine actual, encierran una fuerza inaudita, son el motor mismo de la historia, es puro cine, es puro ejercicio de arte mayor.
Pero aun siendo muda, no lo es del todo. En estos tiempos, es imposible que una orquesta acompañe en las salas las imágenes que se proyectan, como se hacía antaño, y por esta razón Michel Hazanavizius la sustituye por una banda sonora tocada por los ángeles, compuesta por Ludovic Bource, aunque creo haber reconocido alguna que otra nota, incluso más de una nota, perteneciente a los grandes clásicos del cine. Y la fotografía de Guillaume Schiffman es como un regalo para cualquier director de fotografía de cine, y este lo ha aprovechado y ha hecho un trabajo para quitarse el sombrero.
Incluso los actores secundarios cumplen a la perfección: el gran John Goodman, en el papel del realizador Al Zimmer, el siempre eficaz James Cromwell como el fiel sirviente de George Valentin, la exquisita Penélope Anne Miller como su dulce, melancólica y amargada esposa, incluso los cortos papeles que encarnan el inolvidable protagonista de <La naranja mecánica>, Malcolm McDowell, y el actor de carácter Ed Lauter, parecen actuar conmovidos por la propia historia que se cuenta. Es como si todos ellos, técnicos e intérpretes, se hubiesen dado cuenta de que participaban en un hermoso homenaje al séptimo arte, porque esto es lo que ha filmado Michel Hazanavizius, un canto al cine, un poema al viejo cine mudo, y también una declaración de amor al cine clásico de Hollywood.

4 respuestas
Cabrera Infante solía contestar -cuando le preguntaban: cine o sardina?- CINE.
Un periodista al que tengo un gran apego y amor, me lo recuerda siempre y también para él la sardina queda relegada a un segundo plano siempre que exista una buena película. Me habló de esta cinta con tanto embeleso y enamoramiento que me puso la miel en los labios.
Otras críticas en los diarios también la elevan a los cielos… y ahora solamente me faltaba leer tu opinión, Sergio.
Totalmente convencida y ya sin remisión… aunque sin haberla visto todavía, sé
que a mí también me embargará esa misma sensación tan especial y maravillosa.
Te va a encantar, Joana
Esta madrugada tal vez sea la gran ganadora pero aunque no lo fuera ya ha llegado muy lejos!!
El perrito encantador, Bérénice Bejo y Jean Dujardin bordan su papel… tú lo dijiste, Sergio, es preciosa!!!
Ayer salí del cine feliz…
Un beso
Cuánto me alegro que te gustara! Debe ganar, se lo merece.
besos