Hace un par de días, me escribía León Cohen lo siguiente en un comentario en este mismo blog:
«Para mi amigo Sergio, esta pequeña confidencia: De mi útima visita a Tánger, el 1 de junio de 2015, tengo todavía el sabor del té con luisa o yerbaluisa. Fue una excursión a un torneo de fútbol celebrado hace un mes. Jugaba mi nieto Álvaro, ese futbolista al que yo tildo de prodigioso. Y dónde crees amigo que se celebró el torneo? En el Souani. Un estadio histórico, que había quedado en la ruina y que han medio recuperado y no ha quedado del todo mal, aunque ya no es el estadio municipal de Tánger. Han hecho uno nuevo, por lo oído estupendo. ¡Cuantos recuerdos futboleros para mí! Nadie podía imaginar entre los asistentes, que un día yo gambeteé por esa hierbas de dios como un Garrincha cualquiera, hace, pues eso, 50 años. Y ahora le tocaba a mi nieto. Los círculos siempre acaban cerrándose, los del tiempo también…»
Pues sí, León, el nuevo estado de Tánger es fantástico, he tenido la oportunidad de verlo. Y sabiendo cómo admiras a tu nieto, del que siempre que nos vemos me hablas con cara de abuelo orgulloso, no me extraña que esta experiencia te haya emocionado tanto. Después de escribirnos un par de mensajes, y de «picarte» para que escribieras algo sobre todo esto, me envías este relato, brevísimo, pero muy bonito. Te lo agradezco. Ahora que lo lean otros, y que lo disfruten.
Sergio Barce, Julio 2015
De vuelta al Souani
En homenaje al incomparable Adellah Stati
Por la ruta que tomaba el autobús fue adivinando que se dirigía al estadio de fútbol del Souani, situado cerca del barrio de Benimakada, en Tánger. Le extrañó, porque durante muchos años ese campo estuvo abandonado y en ruinas, pero como podría comprobar minutos más tarde, el estadio había sido recuperado para la práctica del fútbol. Una vez dentro y transcurridos unos minutos, atravesó el tiempo con la mirada y en apenas unos segundos recorrió cincuenta años. Se recordó en aquel mismo campo, con apenas dieciocho o veinte años, conduciendo el balón con técnica y maestría sobre la hierba fina. Le vinieron algunas imágenes y momentos inolvidables. Recordó emocionado, cómo el inolvidable Abdellah Stati, ese inmenso e inolvidable futbolista del Tánger Fútbol Club, aquel día en la grada, lanzaba su mirada escrutadora, mientras él realizaba un regate por la banda derecha.
Repitió mentalmente aquel gesto con la cintura que desequilibró a toda la defensa rival. O aquel fallido intento de dejar atrás a ese rápido e inteligente defensa llamado Porras. Ahora pasado medio siglo, volvía como espectador, a la grada, como el gran Stati antes, viendo las evoluciones de su pequeño nieto Álvaro, jugador, para él genial, al que como a los toreros excelsos, le bastaban dos toques y dos gestos, para llenarle de satisfacción y de un mal disimulado orgullo. No pudo evitar sentir nostalgia. Y aunque deseara con todas sus fuerzas estar en el terreno de juego, su tiempo había pasado inexorablemente, y ahora otros habían ocupado su lugar sobre aquél. Si me dieran otra vida, otra oportunidad, si me devolvieran la titularidad, los dejaría con la boca abierta, se dijo, medio en broma, medio en serio, apretando el labio inferior. Había llegado a ser tan feliz en los terrenos de juego, que le costaba admitir la suplencia, en este caso definitiva. Comprendió que ahora tocaba otro tiempo y debía aprender a situarse en él y a disfrutar de otra manera ante una realidad diferente. Álvaro estaba siendo para él, un regalo de los dioses, casi su propia reencarnación futbolística. Había que ocuparse, enseñarle y disfrutar de él y pedirle a Stati que lo bendijera con su saber futbolístico desde los cielos.
P.D. Aunque haya tardado casi medio siglo, este pequeño relato ha querido ser, simplemente, mi respuesta a aquella mirada escrutadora que un día me dedicó, desde las gradas del Souani, aquel jugador mágico, llamado Stati y al que muchos en Tánger todavía recuerdan, como pude comprobar.
León Cohen Mesonero – Junio 2015
2 respuestas
Gracias como siempre por tu amabilidad al publicar y adornar con tus comentarios y algunas fotos, mis «ocurrencias». Aprovecho este pequeño apunte para informar, que contrariamente a lo que me dijeron en Tánger, hace un mes, el gran Stati no ha muerto y he podido comprobarlo en la siguiente direcciön de you tube :
https://www.youtube.com/watch?v=ye67DNzoO9w
donde Stati es entrevistado en el minuto 5,16 del video.
En las líneas 13, 14, 15, y 16 del relato, hay una repetición imperdonable del adjetivo inolvidable. Es raro en un escrito mío, porque soy muy tiquis miquis con estos detalles.
Y una cosa más: por si alguien no hubiera reparado en ello, en la foto del equipo de Indianapolis que encabeza el relato , yo era ( evidentemente ya no soy el mismo) el delantero centro.