Mariano Bertuchi, nieto del famoso pintor del mismo nombre, referente de la pintura hispano-marroquí, me envía un correo en el que me comunica que el pasado 20 de noviembre se inauguró el Centro de Arte Moderno de Tetuán, ubicado en la antigua Estación de Ferrocarril, rehabilitada a tal efecto por la Junta de Andalucía y el Ministerio de Asuntos Culturales de Marruecos.
Ver este maravilloso edificio restaurado para este fin, verlo además en todo su esplendor recuperado, me hace pensar en tantos edificios tan bellos y orgullosos que languidecen y mueren lentamente en mi Larache.
En mi último viaje a Tetuán el año pasado, ya comprobé in situ que la ciudad, moderna y viva, no ha dejado a un lado su historia ni los inmuebles más emblemáticos, y que ha sabido conjugar progreso y pasado. Un bello ejemplo a seguir por las autoridades larachenses que, hasta la fecha, solo se han distinguido por los errores y por una nefasta gestión.
Volviendo a la magnífica noticia producida en Tetuán (que provoca una sana envidia), Bertuchi me indica que se encuentra recogida en la página cultural de la Junta de Andalucía siguiente:
http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/comunidadprofesional/content/se-inaugura-en-tetuan-el-centro-de-arte-moderno
Así como en el Diario Calle del Agua, entre otras:
http://www.diariocalledeagua.com/noticias_detalle.asp?id=5927&c=1
Y en la página del propio Centro de Arte Moderno de Tetuán:
http://www.tintero-ma.com/www.camt.com/?p=742
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Para completar esta información, me remite igualmente el escrito de Eduardo Dizy Caso, Comisario y artífice del magnífico libro catálogo de la exposición del año 2000 «Mariano Bertuchi pintor de Marruecos», artículo patrocinado por la Junta de Andalucía y la Fundación Tres Culturas, y que se reproduce a continuación:
MARIANO BERTUCHI NIETO (GRANADA 1884 – TETUÁN 1955) FUNDADOR DE LA ESCUELA DE BELLAS ARTES DE TETUÁN Y CREADOR DE UN ESTILO SINGULAR, GERMEN DE LA MEMORIA COMPARTIDA.
Ars longa, vita brevis.
Por Eduardo Dizy Caso.
La creación del Museo de Arte Moderno de Tetuán (MAMT) viene de un proyecto largo tiempo deseado por la Ciudad de Tetuán y por la Junta de Andalucía. En el libro titulado La medina de Tetuán – Guía de arquitectura, editado en 2001 por la Ciudad de Tetuán y la Junta de Andalucía, se dice que probablemente la mayor aportación de Bertuchi a Tetuán y a su cultura, fue la fundación de la Escuela de Bellas Artes de Tetuán, que ha formado varias generaciones de pintores y artistas a los que la crítica contemporánea reconoce como Escuela pictórica de Tetuán, y añade: “Desgraciadamente no existe aún un Museo de Arte en Tetuán que permita apreciar el trabajo de semejante nómina de pintores”. No hacen falta mayores explicaciones para entender la importancia de la Escuela fundada por Bertuchi y la consecuente necesidad de contar con un espacio que recoja y conserve la obra de los artistas plásticos que se formaron, y continúan formándose, en sus aulas, para que los visitantes locales o forasteros puedan anotar la sensibilidad que emana de las obras expuestas y conocer de primera mano las interpretaciones que la visión de las creaciones tetuaníes proporcionan, apreciándolas como el resultado de una actividad estética individual, pero interrelacionada, que se configura con la incorporación del talento del autor, las aportaciones de la peculiar geografía y urbanismo de la región, las influencias colectivas del entorno, las visiones adquiridas de otros artistas, próximos o distantes, y los aprendizajes y técnicas facilitados por la Escuela y por otras instituciones dedicadas a la enseñanza y difusión del arte.
El MAMT se abre a la contemplación de las artes plásticas en un lugar especialmente sugestivo: la estación ferroviaria de Tetuán, construida en 1918 y clausurada cuarenta años después. El hecho de dar a este singular edificio una finalidad cultural de las características que han propuesto los responsables culturales, ofrece la posibilidad de mostrar la evolución de la actividad artística derivada de la Escuela de Bellas Artes de Tetuán, hoy Instituto Nacional de Bellas Artes (Institut National des Beaux Arts.) .
La idea que ahora se materializa en el mismo lugar donde se hallaba el comienzo y el término de una línea ferroviaria, surgió en su idea germinal a partir del nombramiento de don Mariano Bertuchi Nieto para el cargo de Inspector Jefe de los Servicios de Bellas Artes y Artesanía del Protectorado de Marruecos en 1928.
Esta función, en principio burocrática y administrativa, le implicó en la vida cultural de la región y en sus manifestaciones artísticas, artesanales y etnográficas, y dotó de profundo contenido la misión que se le había encomendado. Al ser nombrado en 1930 director de las Escuelas de Artes de Tetuán y Tagsut y de la Escuela de Alfombras de Xauen, cristalizaron en él la vocación y el deseo de entrar en el mundo de los valores estéticos marroquíes que ya había manifestado desde muy niño. Hay que recordar que, cuando contaba catorce años, interesado ya por el mundo magrebí, hizo su primer viaje a Marruecos en compañía de Aníbal Rinaldi, intérprete del General O’Donnell y amigo del padre de nuestro pintor. La anécdota, que en otros hubiera podido quedar en acontecimiento baladí, supuso en Bertuchi el principio de una mentalidad y una voluntad que le llevaron a acercarse a un territorio, el norte de Marruecos, cuyos valores asimiló, impulsó y dio a conocer hasta su muerte, en todos los aspectos que abarcaba su trabajo.
Probablemente nadie hubiera podido prever que lo que comenzó pareciendo un capricho de niño, una chiquillada, se convertiría más adelante en una fecunda dedicación a la conservación y promoción de las capacidades y el talento que encontró en las gentes del otro lado del Estrecho. Quizás por eso escribió en 1935: “Ya son bastantes los muchachos musulmanes que se dedican al dibujo con acierto e interés. La Inspección de Bellas Artes alienta estas aficiones dejándolas expresarse libremente, sin sujetar los trabajos a normas y reglas, con el fin de conseguir un arte espontáneo […] ya es frecuente verlos realizar dibujos coloreados en los que tratan de reflejar con fidelidad sus observaciones del natural, trabajos que decoran con estilizaciones de su innata fantasía”. Pero el maestro sabía también que no bastan las intuiciones ni las dotes innatas para culminar el desarrollo del artista que se lleva dentro y que el aprendizaje del oficio y la adquisición de conocimientos instrumentales son, como las alas, imprescindibles para alcanzar altura y aunque pesen, sin ellas no hay vuelo. De tan sencillo origen, unos posibles alumnos en cuya capacidad confiaba y la necesidad de formarlos con los mismos principios e instrumentos con los que él mismo se había formado, emerge la tenacidad convencida del pintor, el maestro y el funcionario, que contagia a otros, que perciben la fuerza de la llamada y ponen manos a la obra para conseguir lo que parecía utópico: la tarea de incorporar la pintura y la escultura al arte contemporáneo, desde un lugar con poca tradición en este campo, pero en cuyos habitantes vio desde muy pronto grandes posibilidades. Parece que no se equivocó.
Así los logros artísticos de Bertuchi en la enseñanza de artesanos y artistas, sitúan al maestro vocacional muy por encima del gestor administrativo y le hacen aprovechar los medios con que cuenta, para desarrollar una labor cultural que ni siquiera su muerte ha interrumpido, porque desde los primeros discípulos en adelante, se cuentan hoy tres, algunos señalan cuatro, generaciones de la llamada Escuela de Tetuán, entendida como una manera, libre pero ilustrada, de interpretar los ideales estéticos y expresivos de la artes plásticas.
El interés por transmitir los conocimientos y las técnicas artísticas le llevó a prevenir, desde mucho antes de crear en 1945 la Escuela Preparatoria de Bellas Artes de Tetuán, los pasos que se habían de dar hasta contar con una institución que formase con la suficiente calidad y competencia a los alumnos que habrían de ingresar en las Escuelas de Bellas Artes.
En el Congreso Hispano Marroquí de 1930, comprendió la importancia de establecer un cauce para la formación de quienes, en el ámbito territorial marroquí, apuntaban cualidades para la expresión en pintura y escultura, y no sólo en la tradicional artesanía o en las artes utilitarias vinculadas a lo etnográfico o en la fácil, vistosa y exótica percepción orientalista, que lleva a ver ese mundo como un capítulo de la invención de lo otro, de lo distinto y frecuentemente falso, que el Bertuchi pintor conoció y practicó en algunas de sus primeras obras, subyugado entonces por esa manera de mirar y ver una imaginaria realidad, si se permite la aparente contradicción. Tampoco quiso propiciar una enseñanza de las artes plásticas marroquíes como si de una isla cerrada en sí misma se tratara, sin contacto con lo que se hacía en el mundo o sin tener en cuenta las corrientes que circulaban sobre todo en la Europa más próxima. Formación y libertad eran los dos principios en que se apoyaba el planteamiento docente del maestro Bertuchi, sin olvidar la vinculación a las características y peculiaridades del mundo marroquí.
Quince años después del Congreso, cuando ya estaban en funcionamiento otras instituciones culturales impulsadas, y en momentos dirigidas por Bertuchi, llegó el turno a la fundación de la Escuela Preparatoria de Bellas Artes, con el propósito de transmitir los planteamientos de don Mariano a los alumnos de procedencia marroquí y española, para que unos y otros pudieran desarrollar su carácter o temperamento artístico de acuerdo con su vocación, inclinación y aptitudes. No se trataba de otra cosa que de llevar a cabo el programa previsto: iluminar las capacidades de los escolares para que, en completa libertad artística, busquen su camino después de haber recibido una formación y unos conocimientos, inicialmente tutelados, con los que emprender su propio viaje fuera de la guía de la Escuela y en completa libertad artística.
La Escuela de 1945 contaba con don Mariano Bertuchi como director, cargo que mantuvo hasta su fallecimiento en 1955, un año antes de que se proclamara la independencia del Reino de Marruecos. Durante su mandato se adoptaron unos planes de estudio en que las materias estaban programadas con la finalidad de preparar, de ahí “Preparatoria”, a sus alumnos para el ingreso en las Escuelas Superiores de Bellas Artes españolas, principalmente de Sevilla y Madrid.
Bertuchi, consciente desde el principio, de que sin profesores marroquíes no sería posible mantener la Escuela, pronto encontró un sucesor a quien preparar en la persona de Mohammed Sarghini, formado en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, con el que mantuvo una gran proximidad y comunicación artísticas, de modo que, tras la independencia, las autoridades marroquíes tuvieron muy fácil la elección del nuevo director de la Escuela. No fue otro que M. Sarghini, aquél que además de sus cualidades personales era de algún modo el portador del testigo que le había entregado su antecesor, quizás previendo la necesidad de garantizar para el futuro, sin cortes, quiebras ni tiempos muertos, la permanencia y continuidad de la actividad docente en la Escuela.
Permanencia y continuidad que llegan afortunadamente hasta hoy bajo el muy apropiado símbolo de la presencia en este Museo de Arte Moderno, del magnífico cuadro pintado por M. Bertuchi en Tetuán y en 1950, La corrida de la pólvora vista de la tienda de un beduino, que fue regalado por el pintor al pueblo de Tetuán y se muestra al visitante junto con obras de artistas formados en la Escuela o influenciados por ella, y todos, artistas y obras, se asoman ahora al mundo y a la historia del arte para participar por derecho propio, desde este lugar de Marruecos de cuyo nombre conviene acordarse.
Larga vida al Museo de Arte Moderno de Tetuán.
3 respuestas
Sergio,
Estaré en Tánger y Tetuán el día 19 y 20 de diciembre me acercare a ver el centro de arte..y si su nieto estuviese por allí en esas fechas también me gustaría saludarle.
Abrazos
Rafael Gomez-Jordana Moya
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Querido Rafael: Se lo diré, por si así fuera.
Un abrazo
sergio
Felicidades a todos los que han hecho posible el resurgimiento de esta maravilla arquitectónica. Con muchas ganas de contemplar las joyas que sus paredes encierran en una visita a Tetuán.