El pasado fin de semana estuve en Larache, y volví a asomarme por aquella ventana. La luz era brillante y el olor a salitre traía imágenes de antaño. Al hacerlo, sentí una extraña sensación de vacío, como si de pronto me diera cuenta de que las cosas nunca son como las recordamos. La ciudad ha cambiado, el mar se ha embravecido, incluso la misma ventana ha aumentado de tamaño. Curiosamente, la casa sigue en obras, igual que cuando regresé por vez primera, como si fuera imposible arrancarnos de sus ladrillos.
Tal vez sea eso, que dejamos allí incrustado demasiado afecto como para que unos cansados obreros sean capaces de sepultarnos en el olvido. Sin embargo, el actual dueño comentó que trataba de vender ese pequeño inmueble y de que ya tenía varias ofertas para derribarlo y levantar en su lugar un gran edificio de apartamentos. Saben que es la única manera de doblegarnos, de hacernos desaparecer de ese rincón, de borrarnos para siempre de aquella ventana…
Sergio Barce, 1 de Noviembre de 2010
2 respuestas
devant la mémoire qui s’en va , on a que les mots ,les photos et la nostalgie . Hélas. On dirait que ces hommes qui demandent les autorisations pour démolir et construire t ceux qui la donnent , ne sont pas d’ici , qu’ils peut être des extraterrestres. est ce qu’il leur arrive d’aimer ,au moins …Mais à part la mémoire , c’est notre part de soleil quotidien qu’ils volent …j’ai dû déménager une fois trois fois par saison pour avoir une petit lucarne sur le jour , le soleil.
Cher ami Mohamed : l’unique chose qu’ils ne pourront pas nous voler c’est la mémoire, et l’émotion de notre passé. Lamentablement ils ravagent le Larache que nous avons connu, bientôt il en restera si peu nombreux, que nous le reconnaîtrons à peine.
Merci pour tes mots.
sergio