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Estreno de cine: «CISNE NEGRO» (Black swan, 2010) de DARREN ARONOFSKY

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Salgo del cine algo desconcertado. Si me preguntaran qué es lo que acabo de ver, realmente no sabría qué decir. “El luchador” (The wrestler, 2008), la anterior película de Darren Aronofsky, confieso que me fascinó e, incluso, me emocionó, y además estaba muy bien rodada. Así que me esperaba algo decente.

En la butaca del cine me he sentido incómodo. Hacía mucho que no me ocurría. Algunas escenas son particularmente morbosas, nunca me ha gustado ver cómo le arrancan las uñas a nadie, pero supongo que si se quiere mostrar el sufrimiento de una bailarina por alcanzar la perfección artística es una metáfora como otra cualquiera, repulsiva, pero metáfora al fin y al cabo.

Cisne negro” (Black swan) cuenta la historia de una intérprete de ballet clásico que lucha por hacerse con el papel protagonista de “El lago de los cisnes”. Se presenta como un drama, está nominada a los Oscar y, según la prensa y la publicidad, la interpretación de Natalie Portman es magnifica. Vale. Pero vayamos por partes.

Darren Aronofsky

Sí, es verdad que cuenta la historia de una bailarina perfeccionista (yo diría que enfermizamente obsesionada) por lograr ese papel. Pero Aronofsky no rueda un drama al uso sino que, influenciado de forma absoluta por “La pianista” (La pianiste, 2001) de Michael Haneke, calca parte de esta historia. A veces, creía estar viendo trozos de ella, aunque aquí la pianista se ha transformado en bailarina. Ni que decir tiene que la personalidad del personaje femenino es tan contradictoria y amarga en una como en otra. Para que no nos demos cuenta de la copia, la bailarina vive sola con su madre, y su madre es una mujer que vive volcada en ella, controlándola y vigilándola, protectora hasta la asfixia, que sólo desea que triunfe, que logre lo que ella fue incapaz de alcanzar, que anhela vivir a través de su hija lo que en su juventud no vivió, y comparten un piso algo sórdido, triste, agobiante. Vaya, pero si es casi lo mismo.

Lo que era sobriedad, sequedad y frialdad en la película de Haneke, aquí se torna en una especie de mezcla extraña. En “Cisne negro” hay drama, por supuesto, pero, sorpresa, también hay auténtico cine gore (asoma algo de Dario Argento, aunque Aronofsky trata en realidad de emular al gran David Cronenberg sin lograrlo) con sus escenas truculentas llenas de sangre y violencia gratuita (toda ella fruto de la imaginación del personaje, como cuando se levanta una uña y tira de ella y se lleva por delante la piel…), hay cine “de miedo” (entiéndase el tipo de cine que busca el efecto a base de sorpresas remarcadas con golpes de música, muy al estilo de todas las películas de terror que se ruedan desde hace unos años, y eso da lugar a algún que otro momento sonrojante), hay cine de espíritus o de fantasmas que se cruzan por algún pasillo o aparecen en una habitación (desde “El sexto sentido” a “El orfanato”, pero en “Los otrosAmenábar lo hacía mejor) y hay cine musical, aunque de ballet clásico. Demasiadas cosas, quizá.

Darren Aronofsky ha querido hacer una película europea. Europea y seria (en el peor sentido del término), pues no hay una pizca de humor en todo el metraje, y para lograrlo se apoya, como digo, en “La pianista” de Haneke, en el cine gore, en la utilización, a ratos, de cámara en mano muy a lo Godard, en escenas de sexo más o menos explícito (a las que el cine americano le tiene tanto pavor, quizá por ello se buscan la excusa de la frigidez de la protagonista), actores y técnicos franceses (Vincent Cassel está más que creíble como coreógrafo), música de Tchaikovsky… Algo así como cine europeo con presupuesto americano.

Natalie POrtman

Lo único que me parece auténtico del film es la interpretación de Natalie Portman, y también es lo único que comparto con las críticas que he leído. El resto me parece una exageración, una astracanada. Incluso ver en el papel de la madre a Barbara Hershey, actriz que en su momento me parecía deliciosa y sensual, convertida ahora en otra máscara de botox (a lo Nicole Kidman o Faye Dunaway) me ha desmoralizado por momentos.

En fin, que una bailarina se obsesione con su papel hasta el extremo de confundirse con su personaje es posible, pero que no me digan que esta película logra que nos creamos esa historia, porque no lo hace. Sigo aún desconcertado, lo confieso.

Sergio Barce, febrero de 2011

Vincent Cassel y Natalie Portman en el rodaje de Cisne Negro
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4 respuestas

  1. Sí que es una película desconcertante. En mi caso, al contemplarla desde cierta «inocencia» cinematográfica, es decir, al no tener otras referencias con las que compararla, me parece una película «rara», en la que los efectos de apariciones y el exceso de sangre sobran. A mí lo que me ha llegado de esa trama es la lucha interior de la protagonista por liberarse de la rigidez de bondad en la que vive. Y sólo cuando admite y reconoce a la parte perversa que reside en ella, es cuando consigue culminar su papel.
    Natalie lo borda. Y, en general, sin entrar en disecciones de método o de experto, a mí me ha gustado.

  2. Totalmente de acuerdo en tu comentario sobre esta película, Sergio. Natalie Portman está, como vulgarmente se dice, «de oscar» y lo consiguió. Pero, como ha ocurrido en otras ocasiones, una interpretación genial no salva a una película mediocre.
    Un saludo.
    Pedro.

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