
Nombrar un lugar inolvidable de Larache, no sé si mítico (es quizá una palabra excesiva, seguramente) me lleva al Balcón del Atlántico. Era el lugar al que me asomaba en los primeros años desde la ventana de mi casa. Fue también el lugar de mis correrías, de mis juegos, de mis travesuras. Un día, tendría siete u ocho años, introduje papeles y cartones por las aberturas existentes bajo el templete que hay en sus jardines y en el que tocaban los músicos los días de fiesta. Luego, metí una cerilla. Por supuesto, no pude apagar la llama y se formó una humareda escandalosa, así que llamaron a los bomberos… He borrado de mis recuerdos lo que me dijo mi padre después de enterarse…

También era y es el sitio ideal para pasear, viendo el atardecer, el sol sumergiéndose allá a lo lejos. Creo que todas las parejas de novios han bajado al Balcón para compartir sus confesiones, para caminar del Mercado hasta casi al puerto y luego volver lentamente sobre sus pasos, un ritual de horas, con tal de estar uno al lado del otro… Mohamed Chrif Tribak lo filmó en su corto «Balcón Atlántico», un retrato simpático de lo que no es sino una tradición de la ciudad y de sus gentes. Un lugar del que todo larachense guarda su recuerdo privado e intransferible.
Pero qué sería este Balcón sin la gente que lo paseó, que lo añora, que lo recuerda o que aún lo vive. Esa gente que forma parte ya de mi vida, que siento tan cercana, tan íntima.

A medida que voy acumulando fotografías, textos o simples esbozos, me doy cuenta de la gran cantidad de personas que habitan en mí. Algunas de ellas hace mucho que no las veo, otras se comunican conmigo de tarde en tarde, a veces con un simple mensaje de texto, pero siempre hay una extraña sensación de que siempre están ahí, cercanas, a mano, y que algo difícil de explicar o de comprender nos une. Sabemos lo que es, por supuesto: una tierra, un sol, un río, el mismo horizonte en el que cada día sigue desapareciendo el mismo sol…
Sergio Barce, abril 2011
10 respuestas
Hola Sergio,
Qué alegria cuando veo estas fotos. ¡el león del jardin!!!! cuántos recuerdos!!!!
En mis recuerdos lo veo mucho más grande.
Un saludo,
Loli
Loli, es que en nuestros recuerdos eran más grandes… Pero son bastante pequeños, es verdad. Aunque siguen siendo los leones de las Hespérides.
besos
EN EFECTO AMIGO SERGIO, SIEMPRE ESTAMOS AQUÍ.
UN FUERTE ABRAZO.
LUISÓN
Así es Luis. Gracias por estar tú también ahí.
GRACIAS SERGIO POR LAS FOTOS, SOBRE TODO POR LA DE CARMEN ALLUE, PORQUE HACE UNA ENORMIDAD QUE NO SE NADA DE ELLA. TAMBIEN ME HA GUSTADO VER LA DE CARLOS AMSELEM AL QUE APRECIO DE VERAS. PEPE
Seguro que tanto Carmen como Carlos se legran de leer tu coentario, Pepe.
un saludo
Pues heme aquí Don José, no os olvido ni mucho menos, pero la página de hhh me resulta complicada, soy una pardilla, y ahora todos aparecen por aquí, sigo de cerca a Sergio, que nos tiene encandilados con sus relatos, sus recuerdos, sus libros, su enorme amor a nuestra tierra, hay que volver pronto, no quiero desaparecer sin pisar el Zoco Chico, o el Jardín de las Hespérides, y mucho menos no contemplar ese Balcón, donde todos los que venian a visitarnos a Larache se retrataban, tengo abuelos, tios, primos, en fin José gracias por acordarte de mí, habrá que reanudar las charlas. Un fuerte abrazo.
La magia de ese Balcón del Atlántico la veo reflejada en los ojos verdes de mi madre cada vez que llena de nostalgia me cuenta de sus felices años en Larache.
Felicidades Sergio por esa guapa descendencia y por la maravillosa familia larachense que sientes tan dentro de tí!
Es un gozo leer tus vivencias infantiles, tus sentimientos …
Y es un gozo compartirlo con vosotros.
Besos, joana
sergio
La esencia de nuestras vidas está en la niñez,
¡cómo vamos a olvidar a ese Balcón Atlántico!, objetivo de mi paseo dominical despúes de misa con mi hermano Manolo de la mano y punto de reunión de un sinfin de niños, nos comiamos las pipas y vuelta a casa.
Y esos leones que, realmente nos parecían grandes, los teníamos en frente de casa y era el deleite de mis hermanos pequeños, ¡cuántas veces he cruzado la calle para que Isabelita y Manolo se subieran en ellos!.
¡Qué niñez más bonita hemos tenido en ese jardín de las Hespérides que era Larache!