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Fotos e intervenciones en la presentación en MÁLAGA de mi novela UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE

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Pablo Cantos, Sergio Barce & Pedro Delgado durante la presentación en Ambito Cultural

El pasado 1 de Junio, se presentó en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Málaga mi última novela UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE (Edit. Círculo Rojo). Fue un acto simpático, en el que nos reunimos un buen grupo de amigos, conocidos y aficionados a la lectura. He de agradecer la ayuda de Isabel Ramírez, responsable de Ámbito en Málaga, por cederme una vez más la sala de conferencias para presentar mi novela. Y a José Luis Gutiérrez por las fotografías que me ha enviado ( de la misma manera que le agradezco la que me hizo para la solapa del libro), y especialmente a Pablo Cantos y a Pedro Delgado por sus estupendas y entrañables intervenciones, que reproduzco para vosotros. Y, por supuesto, a todos los que acudisteis para arroparme en esta ocasión.

Larachenses – Julio Zambrano, Sergio Barce & Jose Mari López Garry
Jose Luis Arrojo & Elisa, Sergio Barce, Leopoldp López-Herrero & Paloma

El acto lo abrió Pablo Cantos Ceballos, con palabras cálidas con las que daba la bienvenida a todos, y las que me dedicó rezumaban cariño y afecto, el mismo que yo le profeso a él.

Pablo Cantos durante su intervención

Siempre le he admirado, y me ha transmitido en estos años la constancia, el tesón, el seguir adelante con la escritura porque, como me repite, sólo la perseverancia da sus frutos. Luego, leyó un texto precioso sobre mi novela y que tituló «La rebeldía de los soñadores»:

No conozco Larache. ¿Has estado por allí?, me preguntó Sergio Barce hace casi diez años. He estado varias veces, sobre todo en el Norte pero una vez llegué hasta Ouarzazate, le contesté. Tienes que venir conmigo, en cuanto haya ocasión. Pero la ocasión tarda, a su pesar y al mío. Entretanto, Sergio me va regalando fragmentos de su ciudad. Nombres, rostros, edificios antiguos, recuerdos tomados de un botín inagotable que trajo consigo y que siempre lo acompaña. Sergio vive aquí, en Málaga pero, para soñar, se traslada hasta su ciudad de siempre. Cuando la realidad lo enreda, Sergio mira hacia arriba y, sin esfuerzo, se eleva hasta el laberinto de su infancia. El laberinto está pintado de cal y azulina, y tiene vistas al Balcón del Atlántico. Por eso huele a mar y a sardinas, o a aceitunas, jengibre y pimentón. Ahí es donde vive Tami. El niño encimado por la maldad ajena, y redimido por los relatos de su abuelo y los brazos de su madre. El niño frágil que, incomprensiblemente, resiste. No le es fácil. Hace falta creer mucho, sortear mentiras y amenazas para convertir un cigarrón verde en aguerrido combatiente, para servir al gran Saladino y para cortejar princesas tan altivas como Aixa. Pero la realidad, aunque retrocede, no se rinde; la realidad es un padre impío, un hermano mayor, un abuelo viudo, y un cuartucho con jergón en el que dormir la fiebre. La realidad tiene los brazos fuertes, y Tami los bronquios cargados y un propósito hecho ilusión de belleza. Así, entregado y decidido, llega hasta la Playa Peligrosa. Ya no valen medias tintas: la fantasía que lo ha protegido, lo desafía. Una sirena. Es una sirena varada quien lo mira, lo seduce y lo reta para que compruebe si los sueños tienen la verdad necesaria para seguir viviendo. <<¿Y tú me crees?- su pregunta brota de la garganta con un temor de descalabro. Su madre parpadea un par de veces esbozando una sonrisa de conmiseración, tal vez sopesando la respuesta adecuada. Asiente con la seguridad que le da el no poder defraudarlo. Lo arropa de nuevo y lo besa en la frente, barruntándose que probablemente tendrá que llevarlo al médico.

-Claro que te creo. Siempre- toma aire antes de preguntarle- Tami, ¿me regalarás algún día una de tus estrellas?>>

No es verdad. En el mundo no hay sirenas, y Rachida lo sabe. Pero la ilusión de Tami es tan vigorosa que algunos, sin creerla, ansían compartirla. Luego están los otros, los miserables, los sometidos, los ventajistas borrachos de mundo y de realidad. Pero nada de esto es para ellos. Ellos se conformarán con sus abusos, su violencia y sus engaños de filibustero, porque sospechan que las sirenas nunca los mirarán con sus ojos transparentes. Las sirenas son solo para los rebeldes que sueñan.”  (Pablo Cantos Ceballos, realizador y guionista de cine)

Sergio Jr., Berry, Sergio Barce, Remedios, Antonio Berrocal
Más larachenses – las hermanas Salgado, Sergio Barce y Marina López Matres

Además de los amigos de la infancia en Larache, acudieron los amigos que compartieron mis primeros años en Málaga, los años de juventud, los años de Universidad, los amigos y compañeros de hoy, quienes hacen mi vida. Pepe Sierras, Oscar Campoy y María José, Pepe Guti, Leopoldo López-Herrero y Paloma Naranjo, José Luis Arrojo y Elisa, Julio Zambrano, Marina López, Jose Mari López Garry, Lucy, Lola…

Pedro Delgado Fernández durante su exposición

Luego tomó la palabra Pedro Delgado Fernández que también me apoya en esta lucha por continuar intentándolo, igual que yo le animo a hacerlo, pese a las dificultades que se nos presentan. Me fascina su pundonor, su pulso por sacar adelante sus libros, igual que un corredor de fondo. Con su texto, complementó perfectamente las palabras previas de Pablo, porque las suyas eran ahora como mirar mi novela, es decir, Larache, desde una terraza, éste podría haber sido el título que precedieran a sus palabras:

Hay escritores para los que no tiene importancia el lugar en el que se desarrollan sus novelas. Lo mismo podrían tener como escenario Madrid que Barcelona, Lisboa que Faro, Nantes que París…, pero Sergio es de esos otros autores para los que ese hecho sí es importante, para los que el paisaje es un personaje más, como lo es el Monument Valley para John Ford en sus películas del Oeste, haciendo de paso referencia a esa afición compartida por el western. La ciudad es un personaje más con sus luces y sus sombras que hace que, los que seguimos su trayectoria y hemos leído sus novelas anteriores, conozcamos, hayamos estado o no allí, la villa de Larache.

   Es por eso que reconocemos esos lugares comunes: El embarcadero y la desembocadura del Lükus;  el Mercado Central; el castillo de las Cigüeñas, en cuyas ruinas se esconden los amigos de Tami para fumar o cruzar sus espadas de madera, y donde se celebraba el festival de guitarra y música; la cuesta del Hammam; el cementerio cristiano sobre el acantilado, por el que corre Tami con Bennani, y en donde estuve con Sergio visitando la humilde tumba de Jean Genet; la explanada del Majzén; el Luís Vives, adonde me llevó Sergio para presentar <Al sur del Sahara>, mi primer libro de viajes; el bazar Comandancia de Ragala, lugar de encuentro de artistas donde lo de menos es vender instrumentos musicales; la Medina, laberíntica y mágica como todas; la calle Real, donde Tami se encuentra con Hassan, que debió de ser alguien muy parecido al <Lengua> de Málaga; el Zoco Chico, con su piso empedrado sobre el que algunos, como el padre de Tami, extienden sus mercancías de segunda mano haciéndole la competencia a los vendedores de los bazares que se cobijan bajo los arcos de los soportales; la plaza de España o de la Liberación, con los arriates que la rodean; el balcón. ¿Cuántas veces no se habrá sentado Sergio con sus amigos sobre la balaustrada, con los pies colgando hacia fuera, cara al océano? ¿Cuántos barcos pesqueros, de paso lento y pesaroso, no habrá visto atravesar la barra de la desembocadura?

   Uno adivina esas pinceladas autobiográficas en algunos apuntes, e imagina a Sergio creyéndose el mismísimo Barbarroja al cruzar el Lükus o jugando al fútbol con sus amigos, aunque sus nombres no sean exactamente Lotfi, Mustapha, Miguelito, Samir o Bennani.

   Y me gusta que existan personajes reales entre los “extras” de la novela: Filali el del banco; Pilar Triviño y su hermano Toni, el que trabaja en el consulado de España; la doctora Ouazari y el doctor Ali Marzouki; Mayid Yebari, hermano de El Hach Yebari, el del bazar de la avenida Mohamed V, que a veces le da cinco dirhams a Tami para que se compre garrapiñadas. Yo he estado con Sergio en el bazar del Sr. Yebari; los directores de cine Abdeslam Kelai y Cherif Tribak, sentados en el café Lixus; el guitarrista Ahmed el Guennouni;  Luisito Velasco; los poetas Mohamed Abid y Al Bakri; Sibari, el más popular de los escritores marroquíes que escriben en castellano. Una persona entrañable con la que compartí unas horas en la Casa de España de Larache; Mohamed Mrabet, que no es el escritor que encumbró mi admirado Paul Bowles al transcribir su Amor por un puñado de pelos, sino ese señor con mayúsculas que vive en la Medina y que tiene una pequeña asociación llamada Al Kasaba, y que es de los pocos que cuidan la zona; Rachid Serrouk, el de la librería Al Ahram, donde también estuve, la persona que le regala a Tami ese cuaderno de dibujos que todos los niños quieren tener; Manuel Gallardo, el abuelo materno de Sergio, que es el policía que abrió camino con la sirena de su motocicleta al abuelo de Tami y a Casitas, el jugador del Larache, para que llegase a tiempo al partido que le ganaron al Martos. El otro día miré por curiosidad en qué división juegan actualmente cada uno de los equipos. El Martos Club de Fútbol milita en la tercera división (grupo IX), pero el Larache Club de Fútbol desapareció con la independencia de Marruecos en 1956. Jugaba en el estadio de Santa Bárbara, con capacidad para 4.900 personas, y la camiseta de su equipación era como la del Málaga. El equipo se fundó en 1940 con el nombre de Patronato Deportivo Larache, y en 1947 cambió de nombre por Larache C.F. Alcanzó la tercera división española, donde militó 8 temporadas hasta su desaparición. La sede social del club se encontraba en el Bar Selva, en la plaza de España.

   Hablando de fútbol, me gusta pensar que Tami, de existir, estaría contento por la victoria del Barça el pasado sábado, y que se habría paseado con su camiseta blaugrana con el nombre de Xavi en la espalda, por las plazas y las calles de la ciudad.

   Todos sabemos, como el tio de Miguelito que era marinero, que las sirenas desaparecieron hace siglos, pero después de leer esta novela uno no podrá dejar de otear la playa cuando visite Larache, con la esperanza de que aquella sirena todavía no se haya ahogado.”          (Pedro Delgado Fernández, escritor)

Con mis padres y mi hijo Sergio
Jose Luis Gutiérrez en primer término, el paparazzi cazado

Creo que vi a Montecatine pero no me dio tiempo a saludarlo al finalizar la presentación; Manolo Franquelo y prometida llegaron a última hora apurados por la preparación de su boda al día siguiente (un detalle precioso el intentar llegar a tiempo, eso ya merece de por sí un tributo), Amelia Arán y Ángel Bayo,  también Jofran Martín Caparrós, que acaba de sacar su nueva novela «El cráneo de la araña»; Ricardo Fernández y Dolores Campos, que nunca me fallan, Jose Luis Gutiérrez, cámara en ristre, mis padres, más nerviosos que nosotros, Vanesa y Francisco Vertedor (buen golpe el suyo al preguntarme en el coloquio final «¿para cuándo una novela sobre Larache?»), Lolín, Mavi, Pilar Rodríguez y Mari Carmen Costa, que presagiaron este momento, Uco y Pilar, mi sufrida secretaria Palmira y su marido Antonio García, estaba también José Luis Gómez, que siempre nos hace recordar a su padre don Aurelio, Loli Salgado y su hermana, Jesús Ortega y José María Solís, que trataban de hacerme una pregunta en italiano y correr la voz de que el Club del Gourmet del Corte Inglés iba a ofrecer una degustación gratis (menos mal que nadie se enteró de sus pretensiones, porque hubiésemos causado un caos absoluto).

Pedro con sus padres y Lucy
Paco Vertedor, o Francesco Vertedore, como a él le gusta llamarse en Florencia

Pablo Cantos invitó a unos alumnos suyos, dos chicos, ella nacida en Nador, así que creo que disfrutó especialmente de cuanto se dijo. Mi compañero Francisco Jurado y Dorita (ella amenaza con hacerme una crítica exhaustiva de la novela que ya espero con ansiedad), Julio Rabadán, que puso la «nota» musical, los padres de Pedro Delgado, Carlos Jiménez, que no se prodiga demasiado y eso sube el caché de su presencia, Berry y Antonio Berrocal y Remedios, que, según mi padre, iba a romper la cámara de fotos por ser tan bonita, Paquita, y mi hijo Sergio (Pablo estaba en Madrid, donde estudia). Por supuesto había mucha más gente, algunos no los conozco personalmente, y a otros los recordaré sin duda en alguna ráfaga de lucidez que me traiga sus imágenes. A quienes no he nombrado, les pido disculpas por mi despiste, mi mala memoria, o simplemente porque, quizá, no nos dio tiempo a saludarnos y ni siquiera sepa que estuvieron allí.

Al final leí algunos párrafos de UNA SIRENA SE AHOGÓ EN LARACHE, y firmé varios ejemplares. Fue una jornada perfecta, rodeado de la gente que aprecio y que quiero. Mi hijo Sergio se rio mucho, y eso fue lo importante.

Carlos Jiménez junto a mi madre
Paquita, una fan desatada

Después de esta presentación, vino la de Madrid que, si el tiempo y la autoridad no lo impide, será el siguiente capítulo…

Sergio Barce

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12 respuestas

  1. No sé por qué el tiempo de repente para cada vez que hago un paréntesis para leerte, Sergio. Sigue como eres, nos haces probar las delicias de una vida imaginaria donde el arte cruza la realidad y se convierte en elemento tangible y sabroso, es el sabor de la memoria, memoria de una ciudad querida…

    Por cierto, muchas gracias por la foto de mi hijo, como siempre, nos despiertas la memoria, olvidaba su cara de cuando era bebé:)

    Hanan

  2. Ya veo que la presentación de Malaga ha estado fantástica, y que has estado muy bien acompañado por gente que te quiere y sobre todo por tu hijo y por tus padres, que por la cara de felicidad que tienen en la foto se ve que están muy orgullosos de ti. Me alegro muchísimo por ti.
    Las palabras que te dedica tu amigo Pablo son muy cariñosas y emocionantes.
    se te ve muy cansado y aquí todavía falta la de Madrid. cuidate
    un beso muy grande Sergio.

  3. Hola Sergio ,
    te deseo mi enhorabuena por el exito da la presentacion , que segun las fotos ha pasado muy bien … me alegro por el exito. bien quisiera estar ahi pues estoy casi segura que tus padres conocerian a mis padres mismo solo del nombre (Larache es un lugar chico todos conocen a todos ) .
    Un abrazo , y hasta la proxima.

  4. Hola Sergio, gracias por interesarte….
    Mi papa se llamaba Isaac Bitton y mi mama se llamaba Esther Bitton Fereres mi papa trabajaba en la fabrica de la luz ( creo que comptable) y viviamos en la calle Primo de Rivera no. 61 .
    Un abrazo , hasta la proxima
    Nurita

  5. Me hubiera encantado poder estar ahi contigo y con el resto. Enhorabuena. Cuando llegue en verano tratare de hacerme con el libro. Siempre es un placer evocar Marruecos. Un abrazo

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I am a writer, blogger, and traveler. Being creative and making things keep me happy is my life's motto.

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