Mis padres solían viajar cada verano a Málaga, lugar en el que, después de abandonar Larache, nos instalamos definitivamente.
Cruzar el río Lukus para ir a la playa, siempre ha sido uno de los recuerdos más entrañables de Larache. Y volver a hacerlo cada vez que regreso, se ha convertido en un pequeño placer. Es una de las pocas cosas que se mantienen aún con el añejo sabor de entonces, algo que no debiera de perderse porque es una de las estampas que hacen a Larache reconocible.
2 respuestas
Puede que algunos te digan que sigues viviendo en el pasado. A mí me parece que trasmites una emoción preciosa y que es un valor muy grande que sigas manteniendo ese amor por tu ciudad. E imagino que algún desencanto habrás sufrido al contrastar el Larache actual con el de tus recuerdos.
Besitos
El pasado es parte de mi vida, como lo es de todos, y negarlo es absurdo. Pero el pasado, pasado es. Y, efectivamente, pese al cariño que pueda sentir por Larache, también me ha dado momentos muy agridulces, sobre todo eso que sugieres, Angelines, el contraste entre la ciudad que uno recuerda y la que es hoy, llena de heridas y de cierto abandono. Pero aún mantiene su encanto, aunque hay que saber enconctrarlo, está en su gente.
un beso