Los que hemos vivido en ciudades pequeñas, nos identificamos inmediatamente con la historia de ese cine de pueblo que narra la maravillosa película de Giuseppe Tornatore «Cinema Paradiso» (1989). Mientras veo este film (lo he visionado más de una decena de veces), pienso inevitablemente en el Cine Ideal y en el Teatro España y en el Cine Avenida y en el Coliseo… los cines de mi niñez que poblaron mi Larache de personajes extraordinarios y aventuras imposibles. La historia que cuenta la película, la relación entre un niño, Totó, y el proyeccionista del cine, Alfredo (encarnado por un inmenso Philippe Noiret), te llega a lo más hondo, también te hace pensar en qué habrá sido de esos hombres que trabajaban en aquellos cines y que nos hacían soñar mientras observaban desde sus cabinas nuestras reacciones.
Ya he confesado en otras ocasiones que el cine es una de mis pasiones. Y hoy me he acordado de una escena de esta película, quizá uno de los homenajes más hermosos que se han hecho al propio cine y también a esas escenas que la censura de una época oscura y triste cercenaba a los ciudadanos. Quien haya visto esta película sabe de qué hablo. Quien no lo haya hecho, debe hacerlo, porque sin duda va a disfrutar de algo inolvidable. La escena en sí es muy sencilla: el niño ya es hombre, y ahora Totó (que de mayor es interpretado por Jacques Perrin) se dispone a descubrir el legado que le ha dejado su viejo amigo Alfredo. No son más que trozos de viejas películas montadas en una concatenación de besos y escenas censuradas… Sin embargo, después de haber llegado hasta ese momento, el significado del regalo que le ha dejado Alfredo se torna tan hermoso y emocionante que te toca el corazón… Y para hacerla aún más bella, para hacerte incluso llorar como el personaje de Totó, la partitura de Ennio Morricone que la acompaña es, simplemente, sublime.
Que disfrutéis de ella…
Sergio Barce, abril 2013
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7 respuestas
Pues si Sergio, si ! La escena final de «Cinema Paradiso» es una de las mas conmovedoras de la historia de cine. Especialmente para nosotros que hecemos cine en unos paises donde hay voces que se elevan pidiendo que nos corten nuestras peliculas, que nos prohiben de expresarnos libremente y sobre todo que no nos dejen filmar y proyectar el amor como si no es el mas noble y mas sublime sentimiento humano.
Querido Abdeslam: Me quito el sombrero ante tus palabras.
Todo mi respeto y mi apoyo.
Un abrazo, jay
sergio
Intensos, apasionados momentos… la bellísima música de Morricone… Totó tan grande!!
La ví hace ya muchos años y no descarto volver a ella con este hermoso recuerdo que nos traes de ella. Gracias, Sergio, por tantas y tantas inolvidables escenas.
CINE en mayúsculas… siempre maravilloso CINE…
Un beso
Sublime¡¡¡¡ Cuanta razón tienes…..no puedo explicar realmente siento cuando veo esa escena, solo puedo decir, maravilloso,sublime,espectacular,mágico…..no hay palabras.
Me alegra que coincidamos… Un abrazo.
Al fin el Gran morricone tuvo su merecido Oscar, como anecdota, dicen que Tornatore se planteo que Fellini fuera el operario del cine que pone la bobina final , pero le pareció excesivo. habria sido ya la leche no?
Pues sí, David, habría sido la leche lo de Fellini… una anécdota que desconocía.
Y lo de Morricone: es justicia poética. El mejor compositor de bandas sonoras de la historia, sin duda.
Un abrazo