Este próximo miércoles, día 6 de Noviembre, en la Casa Árabe de Madrid, se presenta <El Protectorado español en Marruecos. La historia trascendida>, la excepcional edición patrocinada por Iberdrola sobre esta etapa de la Historia de Marruecos, de la que ya hablé tras su aparición y en la que colaboro con uno de mis relatos.
A través del enlace que indico a pie de página, podéis acceder tanto a la totalidad de los textos que conforman los tres volúmenes como al resto de la información y de las fotografías que los ilustran.
En el Volumen I, página 149, tenéis mi relato-ensayo titulado <La vida cotidiana durante el Protectorado en la ciudad de Larache>, que os invito a leer, y que comienza así:
Nací en 1961, cinco meses después de que Hassan II fuera proclamado rey de Marruecos, y toda mi infancia es Larache. Allí viví hasta 1973, el tiempo más ingenuo y también el más feliz, porque la niñez es inocencia y en ella solo existen los sueños.
Esto significa que no he conocido personalmente el Protectorado, sino que crecí en el Marruecos ya independiente. Pero sé cómo fue la vida cotidiana en Larache durante esos años por los recuerdos de mis abuelos, de mis padres y del resto de la familia, y también de los de muchos amigos con edad suficiente para haber vivido ese período; también, por supuesto, de los vestigios que lógicamente quedaban en la propia ciudad como huellas de ese pasado que era reciente. Tal vez caiga en la mitificación y en la idealización de lo que cuento, porque mis lazos afectivos y sentimentales con Larache y con quienes protagonizan este texto, que no es sino la crónica resumida de sus vidas, son tan fuertes que sé de antemano que me resultará inevitable hacerlo, sin embargo no sé contarlo de otra manera. Podría considerarse un ensayo escrito como un cuento o un relato que esconde un ensayo. Sea como fuere, no he querido hacer una recopilación de fragmentos de otros libros sino crear a partir de mis novelas y de las novelas y narraciones de otros autores. Pretendo llevar al lector al lugar de los hechos, a la época, posarlo suavemente en el terreno para que lo viva como si él fuera parte de la historia.
Pero en definitiva casi todo lo que narro a continuación es absolutamente cierto.
Octubre de 2012. Hay una mujer en el puerto de Tarifa. Guarda su turno en una cola desordenada de pasajeros que esperan para embarcar en el ferry que lleva a Tánger. Va a Marruecos cada seis meses, más o menos. Es de Alcazarquivir, donde nació en el año 1938. Y también es de Larache, donde vivió, se casó y tuvo sus primeros hijos. Le cansa caminar, pero sin embargo esos viajes de vuelta la rejuvenecen, ella dice que es como si le aplicaran una transfusión de sangre. La excusa para estos viajes es la de reponer las flores en la tumba de su hermano, que se encuentra enterrado en el cementerio cristiano viejo de Larache. Su equipaje es una maleta y un bolso de mano, en el que lleva siempre una vieja fotografía en blanco y negro, algo deteriorada. La foto es de un chico joven, de cabello negro y cejas espesas, que se llama Mohammed. La mujer no lo ha vuelto a ver en más de cuarenta y cinco años. Pero siempre que vuelve, tiene la corazonada de que al enseñar el retrato alguien lo reconocerá y le dará noticias de él.
Embarcan al fin, y mientras el ferry hace las maniobras pertinentes para salir del puerto, la mujer nota ya el nerviosismo que siempre la acompaña. Mientras el ferry avanza, un olor lejano y familiar cambia el aire que la rodea. El nerviosismo de siempre crece a medida que se va acercando a esa tierra a la que emigraron sus abuelos, Juan Martínez y Juan José Gallardo; la tierra a la que a veces regresa también en sueños, porque es la que más quiere…
Cuando en 1912 se acuerda instaurar el Protectorado, la imagen que los españoles de a pie tienen de Marruecos es la de un país casi salvaje, en el que se ha derramado mucha sangre. Aún resiste en la memoria colectiva la guerra de África, difícil de borrar por muchas razones, y eso, con lo ocurrido con posterioridad, despierta el temor o la desconfianza. Y, sin embargo, Marruecos se convierte en esos momentos en la nueva tierra prometida para un país sumido en la decadencia y el desánimo. Pero cruzar el Estrecho se presume una incógnita, y muchos de los que entonces inician el viaje ni siquiera saben qué es lo que se van a encontrar en el otro lado… Sin embargo, la tierra prometida es la esperanza, y la esperanza no se puede dilapidar…
13 respuestas
Mi mas calida y sincera enhorabuena por tu aportacion, la parte mas emotiva y entragnable del libro. Desde Quebec, un saludo amistoso
Cristina Martinez
Gracias, Cristina. Eso pretendía, y si es la sensación que has tenido, he debido acertar.
Un beso muy fuerte
sergio
Ya el día 7 de Octubre, cuando publicaste el enlace para acceder a todo lo relacionado con LA HISTORIA TRASCENDIDA, busqué tu extraordinaria aportación e hice mi comentario al respecto. Te lo dije y lo repito: una verdadera joya, brillante y hermosa!
Pero hoy, volviendo a leer el último párrafo que nos ofreces aquí … «Y, sin embargo, Marruecos se convierte en esos momentos en la nueva tierra prometida para un país sumido en la decadencia y el desánimo…» …»Sin embargo la tierra prometida es la esperanza, y la esperanza no se puede dilapìdar…» no puedo por menos que
pensar en esas cuchillas (hojas afiladas) que han colocado en la verja de Melilla, causando heridas en manos y pies o piernas de todo el que intente cruzar. Y todo ello me duele profundamente.
Hace seis años que las quitaron tras grandes protestas, hoy, las vuelven a poner. Sí, todos los que intentan saltar la valla vienen también buscando la tierra prometida, el paraíso, no vienen a molestarnos pero sí a buscarse el pan, un futuro. Hasta qué punto de crueldad hemos llegado… pero, a pesar de nuestra crisis, seguramente disponemos de muchos más medios, que los países de los que vienen huyendo tantas personas, para buscar soluciones a este gran y triste problema sin tener que olvidar el respeto hacia los derechos humanos.
Y todo ello me sigue doliendo profundamente…
Un beso
Gracias, Joana. Te digo más: la historia es terca. Mi familia, como la mayor parte de los españoles que se marcharon a Marruecos -salvo los militares- lo hicieron para buscarse un medio de vida que no encontraban en España. Tal y como están las cosas, y tal y como se están adoptando las medidas para atajar la crisis -crisis artificial por otro lado, creada por los propios poderes económicos para obtener mayores dividendos- solo se persigue un objetivo, y al que nuestras autoridades se han plegado: convertir a España, junto a Portugal, en el saco donde tener mano de obra barata, de donde sacar profesionales e investigadores ya formados sin coste alguno para ellos, y el destino donde invertir sus ahorros a muy bajo coste para asegurarse un retiro del que no podrán beneficiarse los jubilados españoles. Ese es el futuro. Y en ese futuro también está de nuevo la emigración de nuestros hijos -yo ya tengo uno en Dublín trabajando porque aquí no hay nada para los de su edad. Y de la emigración pretenderemos que los traten bien, de que sean recibidos con los brazos abiertos, que no sufran ni discriminación ni recorte de derechos… Pero nosotros ponemos esas vallas con púas, pinchos, cuchillas, porque nos creemos aún en la cresta de la ola. Todo es patético. Estoy contigo, Joana.
Un beso
sergio
Precioso relato.
Gracias, Luisa.
Besos
COMO SIEMPRE , ESTIMADO AMIGO SERGIO , UN PRECIOSO RELATO QUE NOS LLENA DE EMOCION POR LA NOSTALGIA Y LOS PROFUNDOS SENTIMIENTOS EXPRESADOS , DE TODO CORAZON , POR UN LEAL PAISANO LARACHENSE .
MI MAS SINCERA ENHORABUENA , UN FUERTE ABRAZO
Muchas gracias, Assili, te lo agradezco mucho.
un abrazo
Hermoso, romántico, esperanzador……un relato para recordar y querer saber mas…..
Como siempre mis felicitaciones por todos tus escritos.
Gracias, Raquel.
Un beso
Yo nací y viví durante el protectorado en Larache. Después me vine a España como la mayoría de españoles, aunque realmente como dice Alicia Gonzalez en su libro «Entonces y después» lo que nos pasó es que fuimos arrancados de Marruecos, una tierra que a pesar de las leyes, yo particularmente la seguiré considerando mía.
. Por circunstancias he vivido en varios sitios de España, y aunque no me ha ido mal, yo siempre digo que donde mejor viví fué en Larache donde pasé una juventud maravillosa.
BARCE/ Este escrito tuyo seguramente removera el alma de muchisimos espanoles que por las circunstancias que se atravesaba entonces en Espana han tenido que ver con la emigracion a Marruecos.Es verdad que eran tiempos dificiles en Espana y a esto se anadia la incertidumbre por el desconocimiento de este pais. Algunos, sobre todo mujeres pensaban que aqui solo habian fiieras, leones,tigres, etc. Esto me recuerdo un amigo y vecino mio Antonio Narvaez.que me conto, estando en Espana pregunto a una familiar suya por su hijo y esta le contesto: Mi hijo esta pasando la mili en AAAAAFRICA. como si esto se encontraba en el fin del mundo. La mayoria de los espanoles que han venido a Marruecos, a parte de los militares, han tenido que trabajar duro para forjarse la fortuna y la situacion privilegiada y han empezado a cero, como Antonio Balaguer que empezo vendiendo sal de Torrejieja y ha llegado donde ha llegado, Cordoba y otros y otros.Estos sin querer son los que han condicionado la forma de vivir en Larache. Nacido en 1929 he conocido varias generaciones de las que guardo un inborrable recuerdo…….
Driss, me ha dado mucha alegría saber de ti con este comentario, hacía mucho que no leía nada tuyo! Y lo que dices es verdad. Sí, espero esos españoles trabajaron muy duro, y lo sé por mi familia, tal y como lo cuento.
Yo también tengo una anécdota sobre lo que nos cuentas: hace unos años, fui al puerto de Tánger, desde Larache, para recoger a unas profesoras españolas que venían a pasar unos días a Marruecos… Lo primero que me dijeron al salir de Tánger fue: anda, pero si yo pensaba que aquí todo el mundo iba en camello… ¿y las dunas del desierto cuándo empiezan?
Y es cierto lo que cuento, de verdad.
Un abrazo, Driss
sergio