Hace escasamente un par de meses, aparecía “Marruecos, ese gran desconocido. Breve historia del Protectorado español” de la historiadora María Rosa de Madariaga, publicado por Alianza Editorial.
Libro ameno, nos desentraña toda la tramoya de la realidad de este período histórico de Marruecos tan ligado a España. Y aunque es Tetuán la ciudad que más protagonismo ocupa en el libro por razón de su condición de capital del protectorado español, Larache también tiene el suyo.
La portada del libro, por ejemplo, muestra la visita del general Millán Astray a Larache en 1938.
Y curioso me ha resultado conocer qué altas autoridades visitaron Larache en diferentes momentos: en 1933, siendo Casares Quiroga Ministro del Interior, estuvo en la ciudad tras reunirse con el jalifa en Tetuán y visitar del palacio de Raisuni en Arcila. Luego, ese mismo año, el propio Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, en su esfuerzo por potenciar el desarrollo de Marruecos, hizo una gira por la zona y llegó a Larache. Incluso, tal y como relata María Rosa de Madariaga, en el año 1951, Larache es el punto elegido para celebrarse un importante encuentro entre el residente general francés Augustin Guillaume y el alto comisario español García Valiño para limar asperezas entre ambas naciones, entrevista celebrada en diciembre de ese año en la que afirmaron una comunidad de puntos de vista y de intereses frente a las <amenazas comunistas y nacionalistas>.
El recorrido del período del protectorado es completo, desde que se comienza a fraguar hasta la independencia del país. De manera que asistimos en sus páginas a los balbuceos del Protectorado, los conflictos armados, como el desastre de Annual, y la posterior etapa de asentamiento.
Lo que llama poderosamente la atención es comprobar los ingentes esfuerzos que se hicieron desde la República por darle un enfoque distinto a la zona del Protectorado. Es decir, por vez primera, se intentaba enfrentar el tema de Marruecos y la relación con los marroquíes de una manera más racional y desde una perspectiva más democrática. Incluso, pese a las dificultades, el sacrificio económico que se realizó desde los gobiernos de la República es encomiable. Esta parte me ha resultado muy interesante, y es que la autora ha sabido sacar a flote una realidad que ha quedado silenciada por los largos años de dictadura que siguieron a la República.
(…) En enero de 1935 visitaba Rico Avello Madrid con el objeto de someter a la aprobación del Gobierno algunos proyectos económicos, entre ellos un plan de saneamiento de la región de Lucus, cerca de Larache, para el que se preveía un préstamo de 26 millones de pesetas. Rico Avello manifestó su intención de ocuparse principalmente del desarrollo de la explotación forestal y ganadera…
Por supuesto, muchos esfuerzos no alcanzaron sus objetivos, pero al menos intentaban hacer progresar a la zona. En este apartado es curioso lo ocurrido con la Compañía del Lucus, tal y como de Madariaga lo cuenta:
(…) Otro capítulo importante era el de la agricultura. Los resultados en este ámbito eran mediocres. Se trataba de introducir nuevos métodos de cultivo más eficaces que mejoraran el rendimiento agrícola… (…) En la región occidental, la Compañía Agrícola del Lucus, fundada en 1927, practicó en los alrededores de Larache el sistema andaluz de cortijos, caracterizado por pequeñas aglomeraciones de jornaleros al servicio de un gran propietario. La Compañía creó, a base de gran cantidad de capitales, explotaciones modelo, pero muy costosas. Gastó más de 20 millones de pesetas en sus propiedades de Adir, Nemsa y Varga, sin obtener el beneficio esperado. Los grandes planes no siempre dieron los resultados apetecidos…
(…) Es muy cierto que en la Zona española había regiones poco fértiles. Muchas tierras cubiertas de pastos eran sobre todo aptas para la ganadería, especialmente de ovinos. Algunas regiones situadas en los alrededores de Río Martín, Uad Ras y las llanuras de Arcila y Alcazarquivir eran feraces, y en Xauen se cosechaba mucho trigo y cebada, aceitunas y frutos en abundancia. Estaba muy extendida la creencia de que toda la Zona podía producir cereales y era apta para la ganadería intensiva, y que si la tierra no producía más era debido a la indolencia e ignorancia de los <indígenas>, que se contentaban con arañar el suelo por partes con su arcaico arado de madera, sin preocuparse para nada de abonos ni tractores. El Gobierno de la República estaba dispuesto a tomar todas las medidas necesarias para mejorar y aumentar la producción. Ya habían comenzado a cambiar las condiciones del terreno, con las obras hidráulicas del Mulya, el Kerr y el Lukus, que estaban para terminar y permitirían irrigar miles de hectáreas que habían sido hasta entonces improductivas. La repoblación forestal había empezado con la plantación de cuatrocientos mil árboles de todas las especies en dos años y muchos árboles frutales. Se trataba también de informar a los campesinos de la Zona de los nuevos métodos de cultivo. La Granja-Escuela de Melilla presentó a los jóvenes de la región un surtido de máquinas agrícolas. También les enseñaban las propiedades de las sustancias químicas que servían para la agricultura. El mismo tipo de establecimiento existía en Larache. Además de las informaciones que se les daba a los que iban a preguntar, se realizaban ensayos de cultivo del algodón, el olivo, la vid y árboles frutales. Había incluso un criadero de aves de corral. La granja-escuela y las oficinas de propaganda de las Intervenciones distribuían semillas cuidadosamente seleccionadas. Asimismo para mejorar las especies animales, la estación central de Madrid envió a Marruecos los mejores ejemplares de sus establos. En Larache se estableció un depósito de remonta, de donde se obtenía una calidad de caballos excelente. Había establecidas en toda la zona estaciones veterinarias para cuidar el ganado y combatir las epidemias. El Gobierno de la República ayudaba a los colonos cada vez que se presentaba la ocasión. Si la sequía causaba la muerte del ganado en una región y la langosta destruía en otra las cosechas, el Estado distribuía socorros a través del crédito agrícola.
(…) Para favorecer el turismo, se procedió asimismo a una reducción de las tarifas automovilísticas. Las estadísticas confirmaban un incremento de la actividad turística. Así, en 1930, los barcos ingleses, alemanes y noruegos desembarcaron en Ceuta 8.498 turistas, o sea, 2.724 más que el año anterior. Ese año, visitaron Tetuán 31.273 personas; 5.475, Larache, cerca de 4.000, Xauen y 6.840, Villa Alhucemas. Para 1931, las cifras se habían doblado…
En el interior del libro, varias fotografías que lo ilustran demuestran que Larache fue uno de los centros neurálgicos del protectorado, como las que recogen la visita a la ciudad de Nicolás Franco, acompañado de Juan Beigbeder y Tomás García Figueras, en 1938. Personajes todos ellos que forman parte de la etapa más oscura de nuestra historia reciente.
Larache, como ya comentaba en otro artículo, fue una de las ciudades en las que comenzó el golpe de Estado contra la República. Rosa María de Madariaga, en el capítulo 5, titulado “La era Beigbeder”, relata este episodio:
“Un movimiento ha estallado en la tarde del 17 de julio en Melilla y en el anoche del 17 al 18 en Larache y en Alcazarquivir”, informaba un telegrama del residente francés en Rabat, transmitido el 18 de julio de 1936, a las 18:00. Nosotros añadiríamos que no sólo había estallado en estas dos ciudades, sino en otras del Protectorado, como Teuán, Arcila, Xauen, Villa Alhucemas y Nador, sin olvidar otros núcleos menores. El referido telegrama seguía diciendo que las comunicaciones telefónicas y telegráficas habían sido interrumpidas, las líneas de transporte en común con Tánger cortadas en los dos sentidos, y que a los españoles que habitaban la Zona española se les había prohibido trasladarse a la Zona francesa, aunque se señalaba, no obstante, la llegada de refugiados a la región de Uxda.
(…) La sublevación estalló, como es sabido, en Melilla hacia las cinco de la tarde del 17 de julio, con un día de antelación de lo previsto, cuando el general Manuel Romerales, comandante general de la Circunscripción Oriental, tras recibir información de que algo se estaba tramando, decidió efectuar un registro en la Comisión Geográfica de Límites, donde los conjurados se reunían y tenían armas almacenadas. Temerosos de que éstas pudieran ser descubiertas, los conspiradores pidieron auxilio a una sección de la Legión, que acudió al lugar y obligó a los guardias de Asalto que efectuaban el registro a deponer las armas y rendirse. Después, una compañía de ametralladoras y escuadrón de Regulares de Melilla se apoderaron del aeródromo de Tahuima, y el segundo tabor de Regulares de Alhucemas, al mando del entonces comandante Mizzian, partió para Melilla en auxilio de los facciosos. Tratando de enterarse de si eran ciertos los rumores de alzamiento militar e ignorando lo sucedido en Melilla, el general en jefe de las fuerzas militares en Marruecos, Agustín Gómez Morato, que se hallaba en Larache, recibió una llamada del Ministro de la Guerra, Casares Quiroga, quien le pidió que se trasladase a Melilla para informarse de lo que allí sucedía. Pero nada más aterrizar el avión que lo había llevado fue detenido por un grupo de legionarios.
(…) En Melilla, los enfrentamientos con las tropas Regulares y la Legión se saldaron con nueve muertos. El coronel Heli Rolando de Tella, refugiado desde no hacía mucho en Saidía después de que lo relevaran de su mando de la Legión en dicha ciudad, regresó a ésta y habría procedido a efectuar requisiciones de vehículos automóviles. En Tetuán, en la noche del 17 al 18 de julio, tropas, particularmente de Regulares, y las mejaznías, ocuparon las administraciones y los lugares públicos. Dos compañías de Regulares, que recorrieron en los dos sentidos la calle Luneta, ocuparon a la 1:30 el Centro Obrero, en el que se habían reunido numerosos trabajadores, que tras ser registrados fueron empujados a los sótanos en donde seguían encerrados al final de la mañana. Arturo Álvarez Buylla, alto comisario interino, que había acudido a la primera alerta a la Alta Comisaría, fue detenido e invitado a permanecer en su domicilio, en el que se le mantuvo vigilado por una sección de Regulares. Hacia las cuatro de la mañana, fuerzas de Regulares se presentaron en el terreno de aviación pidiendo a los aviadores que se rindieran. Temiendo, al parecer, un alzamiento de tropas indígenas, el comandante De la Puente Bahamonde, jefe del aeródromo, dio órdenes de disparar sobre esas tropas, siendo entonces cuando la artillería abrió fuego y, tras unos cuantos cañonazos, la aviación terminó por rendirse. Los enfrentamientos en el aeródromo entre facciosos y leales se habrían saldado con tres muertos y 23 heridos.
El coronel Eleuterio Peña, delegado de Asuntos Indígenas, y el subdelegado, comandante José Castelló, fueron detenidos y dejados incomunicados. Hacia las ocho de la mañana, una compañía de Cazadores con bandera y música recorrió Tetuán y un oficial dio lectura a la proclamación del estado de sitio, que fue difundida por toda la ciudad. Ésta permanecía muy tranquila. Por ser sábado, el comercio israelita estaba cerrado, pero el resto de las tiendas abrieron sus puertas. Los servicios públicos de autobús y de taxi pararon, así como las obras en las que había españoles, mientras que los marroquíes siguieron trabajando con normalidad.
(…) En el aeródromo de Sania Ramel de Tetuán, los aviadores, el mando del comandante Ricardo de la Puente Bahamonde, primo carnal de Franco, se resistieron y rehusaron unirse a la sublevación, como ya quedó dicho, aunque ante el fuego de la artillería terminaron por rendirse en la madrugada del día 18. El teniente coronel Yagüe, por su parte, en contacto telefónico permanente con los jefes de la conspiración en Tetuán, se puso al frente de la Legión, trasladándose del campamento de Dar Riffien a Ceuta, donde los legionarios ocuparon sin mayor dificultad los principales puntos de la ciudad, mientras en otras poblaciones del Protectorado como Larache, Arcila y Alcazarquivir, los facciosos, tras vencer la resistencia de grupos de militantes de izquierda, sobre todo en Larache, conseguirían apoderarse de esas tres ciudades en la noche del 17 al 18 de julio. En esta última, el jefe militar de la guarnición, coronel Romero, fiel al Gobierno de la República, huyó a refugiarse a la Zona francesa.
(…) A las ocho de la mañana del 18 de julio se empezaron a colocar los carteles con el bando de declaración de guerra en toda la Zona, y para entonces el número de los elemento republicanos, desde los más moderados hasta los más radicales o masones detenidos o ejecutados desde el día 17 sería el siguiente: 13 en Melilla, 17 en Tetuán, 12 en Ceuta e igual número en Arcila; 18 en Larache e igual número en Xauen en Alcazarquivir; 21 en Rincón; 27 en Alhucemas; 15 en Nador e igual número en Castillejos; 9 en Río Martín e igual número en Bab Taza, Targuist, Seganpan y Dar Chaui; y 3 en el Zaio, lo que arrojaba un total de 234 víctimas.
(…) La implacable represión desencadenada desde el primer momento en la Zona del Protectorado y en las plazas de soberanía obedecía a las famosas instrucciones secretas del general Mola…
El proceder vengativo de los sublevados está más que contrastado, pero en esa paranoia permanente en la que vivían las autoridades franquistas lo que Madariaga nos cuenta de las sanciones que imponían son, cuando menos, sorprendentes:
(…) Además de la cárcel, de las ejecuciones masivas o de los secuestros, otras medidas represivas para mantener a la población avasallada y atemorizada eran las fuertes multas impuestas a personas acusadas de haber traicionado a la <causa nacional> y en participar en actividades masónicas.
(…) Si la mayoría de las multas impuestas lo eran por razones ideológicas, como la de 80.000 pesetas que recayó sobre Francisco Escalante, de Larache, por “sostener opiniones extremistas y ser un activo masón”, otras, en cambio, obedecían a otros motivos, como la de 50.000 pesetas, impuesta a José María Escriña, acaudalado hombre de negocios de Tetuán, por no haber atendido a los deseos del alto comisario de reducir la renta de una casa ocupada por monjas franciscanas…
11 respuestas
Comentario a la primera foto: Por mis recuerdos creo que el marroquí que aparece con un tarbush entre Millán Astray y el militar de blanco es el Raissuni, que en el periodo que yo viví en Larache era el Bajá.
Ídem a la segunda foto: Casi seguro que el marroquí con chilaba y condecoraciones es en 1951 también el Raissuni.
Sobre lo indicado en el resumen del libro que se comenta yo apunto a vuelo de pluma lo siguiente:
Historicamente:
1.- Ante todo, debo confesar que al contrario que la autora, mis simpatías estan mas con los que se sublevaron que con el Sistema establecido, y hecho en falta que no mencione como contrapartida, que a su vez el año 1934 partidos de izquierda y nacionalistas habían intentado sin éxito hacer lo mismo, pero tratando de llegar a la «Revolución del Proletariado» en Asturias, y posiblemente la Independencia en Cataluña.
2.- De interés el conocer el número de represaliados que en las diversas plazas hubo entre los leales al Sistema, pero asimismo hecho en falta una reflexión sobre lo que hubiera pasado a las personas de centro-derecha si el año 1934 hubieran triunfado los que se sublevaron, cosa que no es difícil de imaginar pues dos años más tarde ello sucedió en aquellos lugares donde no triunfo el Movimiento encabezado por Franco.
3.- Después, la Guerra Civil y los casi 40 años de Franco (es un periodo muy largo, casi la mitad de mi vida) no merece por mi parte incidir mas pues sus aciertos y desaciertos están muy bien tratados con rigor y extensión por historiadores de muy reconocido prestigio
Labor de España en el Protectorado Norte de Marruecos
Asimismo también me resultan pesimistas sus opiniones sobre la pobre labor que España hizo durante su etapa de Protectorado ya en paz, antes, durante y después de la guerra civil. Sobre este tema confieso que no soy un experto en estas materias, que he leído muy poco sobre esto, pero sin embargo, conocí todo el entonces Protectorado Norte y tengo recuerdos de lo que los españoles hicieron donde antes no había casi nada
1.- Infraestructuras: ciudades modernas …, hospitales, escuelas, electricidad, acometidas de agua, carreteras, puertos como el de Larache que necesitaba el servicio permanente de una gran draga para dejar expedita la navegacion de entrada y salida, FFCC, ….;
2.- Explotaciones agrícolas y ganaderas en Larache, Arcila, Alcazarquivir, cuencas del Martin, Uad-Lau, Kern y Muluya;
3.- Explotaciones de pesquerías diversas y almadrabas en Larache;
4.- Explotaciones forestales: de corcho en gavas de Larache y montes de Yebala, cedros en Ketama …;
5.- Explotaciones mineras en la zona de Melilla ….
Y también se por la historia y por haberlas vivido (tengo 79 anos) cuales eran las condiciones que reinaban entonces en España (pobreza, analfabetismo, escaseces en infraestructuras, hambres y racionamientos, …) por lo que no creo que sea justo que la autora «critique alegremente» las faltas de atención de España con Marruecos, pues sin exagerar, lo que ahi Espana daba se puede decir que se lo quitaba de ella misma.
Querido Andrés: Gracias por el comentario y sobre todo por lo que me has enviado por correo electrónico, que valoro. Sobre lo que dices, que respeto profundamente, quizá tengas razón sobre el nivel de vida en la zona comparada con la península, porque siempre he oído que se vivía mucho mejor en Marruecos que en España, e incluso en mi época -yo no conocí el Protectorado porque nací en el 61, ya en el Marruecos independiente, y estuvimos allí hasta el 73, año en el que nos vinimos a España-, siempre que llegábamos a Algeciras de vacaciones mi padre comentaba que era como dar un salto atrás, que le parecía España más retrasada en muchos aspectos que Marruecos. Curioso.
Yo en lo que discrepo contigo, con todo el respeto, es con relación a la sublevación y los represaliados, porque los hechos están ahí y hablan por sí solos: los militares se alzaron contra la legalidad vigente, y, por otro lado, parte de mi familia vivió directamente la represión franquista y eran personas que nada malo habían hecho, solo tener ideas distintas y democráticas.
Suele aventurarse que si la guerra la hubiese ganado la República la represión habría sido peor, pero lo cierto es que repasando la Historia de otros países en los que algo similar ha ocurrido, los sistemas con base democrática suelen ser muchísimo más generosos que las dictaduras (que nunca lo son con quienes piensan diferente. Interesantísimo el libro de Paul Preston, por ejemplo) Y solo hay que contemplar nuestra transición para darse cuenta de eso.
En fin, cada uno piensa como piensa, y como a estas alturas no vamos a arreglar el mundo ni vamos a cambiar nada de lo que ya sucedió, lo mejor es que sigáis compartiendo en este blog los buenos recuerdos que nos pueda traer Larache.
Un abrazo muy fuerte,
sergio
seguro que es interesante y si lo recomiendas es para tenerlo ,un gran saludo jay.
Gracias, Abelkhaleq
Un abrazo, jay
Me quedo con la indiscutible frase :Lo que España daba se puede decir que se lo quitaba de ella misma.
Suscribo la opinión de Andrés Arévalo y no leeré el libro, pues, por su sinopsis, no lo considero fidedigno ni de acuerdo con la historia y vivencias que conozco.
No es la verdad de la historia del Protectorado.-
Mi abuelo , creo que llegó sobre los años 20 a Larache,yo nací en el 51 y estuve en Larache hasta el 58 luego nos fuimos a Rabat hasta el 71, creo que a la escritora le falta muchísma documentación. Es una pena que el odio nos ciegue muchas veces y no consultemos a ambos bandos. Mi familia vivió más de medio siglo en Larache, en la actualidad sigo manteniendo relación con la familia del administrador de los bienes de súbditos franceses en Larache. Saludos.
Sr. Barce creo que es la tercera vez que uso este espacio y no he recibido de usted ni un saludo, creo que para sus informaciones le podría ser útil.
Estimado Carlos: Gracias por tus comentarios.
Aunque deseo aclararte lo siguiente: efectivamente, veo que has introducido tres comentarios esta mañana.Y te saludo ahora que los veo. Tienes que tener en cuenta que no estoy todo el día sentado frente al ordenador, sino que pueden pasar horas, incluso días, sin que entre, y entonces es cuando doy paso a los comentarios que se hayan enviado y a contestarlos si creo necesario hacerlo. Lo digo para que no exista ninguna confusión al respecto.
Te reitero mi agradecimiento por tus comentarios.
Tengo la impresión de que en todo este relato y en los comentarios, nos limitamos a aspectos parciales de una realidad histórica, la presencia y actuación de españoles, incluidos mandos y gobernantes, en Marruecos, etc. Digamos que de los «contenidos» concretos y específicos. Por el contrario, no encuentro análisis del «contenedor», es decir de la dimensión internacional ni del contexto en el que se desenvuelve esa o esas acciones españolas en el noroeste de África.
En mi opinión deberíamos comenzar por la tardía y prácticamente inexistente revolución industrial en una España exangüe que comparece agotada tras la reciente pérdida total de su legendario imperio colonial. Porque la/las revoluciones industriales es lo que impulsa a las principales potencias europeas para lanzarse a la ocupación de colonias ricas en materias primas, lo que da paso a la Conferencia de Berlín.
Francia terminaría por adjudicarse el África Occidental y España, por razones históricas, va «adosada» a Francia para participar en el reparto del Marruecos mediterráneo, del Sáhara vecino a las Canarias y de la Guinea donde ya tiene intereses.
Pero, en mi opinión, no existe una necesidad imperiosa de la industria española por obtener materias primas en el exterior, aunque enseguida comenzarán a aparecer consorcios que, solicitados por los de otras naciones, vayan a interesarse por la explotación de minerales en el Rif «español», y las sempiternas organizaciones de armadores y pescadores nacionales interesados «de siempre» en las ricas aguas del banco sahariano.
¿Qué supone esta situación de partida? Pues simplemente que España no dispone de ningún diseño propio de política de envergadura para sus nuevas colonias en África, de manera que se limita a sobrellevar el día a día pero (y esto se ve muy claramente durante las dos guerras mundiales) mirando siempre al «colega» francés, para seguir su estela.
Y de ahí que el desembarco en Alhucemas del año 25 para acabar con la guerra del Rif tenga que hacerse con el concurso de Francia, lo mismo que más tarde (1965) la Operación Ecouvillon en el Sahara para combatir al «al Qaeda» de entonces.
Si esta situación de supeditación a Francia la conjugásemos con los grandes movimientos en el tablero estratégico e ideológico internacional (revolución rusa, golpe y guerra civil en España, independencia de la India, Hermanos musulmanes, naserismo, no-alineados, etc.,) dispondremos del marco adecuado y completo para entender por qué fuimos a Marruecos, al Sahara y a Guinea, y los porqués de nuestras errantes y dubitativas intervenciones en los tres casos.
Muy interesante, Juan. Y cierto, siempre a remolque de Francia…