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LARACHE EN «EL PAN A SECAS» (AL-JUBZ AL-HAFI) DE MOHAMED CHUKRI

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En El pan a secas (Al-jubz al-hafi) de Mohamed Chukri, la obra más emblemática y revolucionaria del panorama literario marroquí, de 1972, aparece Larache.

El pan a secas - portada
Aunque será más tarde, como ya escribí en otro artículo, en concreto en Tiempo de errores, cuando Larache tenga realmente un verdadero protagonismo en la obra de Chukri. Pero es aquí, en El pan a secas, cuando ya anuncia lo que será el cambio más trascendental de su vida: su marcha a Larache, donde aprenderá a leer y escribir, sus armas más poderosas, los instrumentos que lo sacarán de la miseria.
Y los motivos por los que termina en Larache lo cuenta de la siguiente manera:

“Por la mañana, al regresar del puerto, me dirigí a una librería de Oued Ahardan y compré un libro para aprender a leer y escribir en árabe.
Abdelmalek estaba en el café. Me presentó a su hermano Hassan, que había venido de Larache a visitarle. Me disculpe con él por lo ocurrido el día anterior.
-Olvídalo. Yo también me puse nervioso –me dijo.
Me senté con ellos y le enseñé a Abdelmalek el libro.
-Tengo que aprender a leer y a escribir. Tu hermano Hamid me enseñó algunas letras en la comisaría y me dijo que tenía disposición para aprender.
-Claro, ¿y por qué no la ibas a tener?
Su hermano Hassan me preguntó si quería estudiar en Larache.
-¿Yo? ¿Es posible? Tengo veinte años y ni siquiera sé firmar –le dije, asombrado.
-No importa, allí conozco bien el director de una escuela. Te haré una carta de recomendación. Estoy seguro de que te aceptará. Tiene especial simpatía por los muchachos que vienen de fuera con la firme intención de estudiar. Si no tuviera que ir a Tetuán para solucionar un problema con el delegado, te acompañaría y te lo presentaría yo mismo. Es amigo mío.
Al instante, añadió:
-Ve a comprar un sobre y un papel para escribirte una carta de recomendación.
Salí del café. No podía creer lo que acababa de decirme. Compré lo que me había pedido y volví rápidamente. Cogió el papel, lo puso encima de un periódico árabe y empezó a redactar la carta. Tenía una letra preciosa. De vez en cuando, dejaba de escribir para fumar kif con nosotros. Cuando terminó la carta, la metió en el sobre y lo cerró. Yo la guardé cuidadosamente en el bolsillo de mi chaqueta.
-Entonces, ¿cuándo puedo ir a Larache? –le pregunté.
-Cuando quieras. Pero intenta que sea pronto.
Eran casi las doce de la mañana. Nos despedimos de Hassan antes de que partiera para Tetuán. Me dio la mano y me dijo:
-Nos veremos allí en tres o cuatro días. No dejes de ir.
Abdelmalek tenía que visitar el cementerio Buarrakía.
-¿Para qué vas allí?
-Algunos amigos del café me pidieron que leyese algunos versículos del Corán sobre la tumba de sus familiares.
-Te acompaño. Mi hermano está enterrado allí. ¿Podrías leer alguna sura en su memoria?
-¿Tu hermano?
-Sí, tengo un hermano allí.
Camino del cementerio, le pregunté:
-¿Qué le pasó a tu hermano Hassan?
-Hizo una de las suyas. Siempre anda igual. Lo echaron del colegio de Larache porque le pillaron bebiendo alcohol y fumando kif en una de las habitaciones de la mezquita. Vivir allí es gratis para los estudiantes que vienen de fuera.
Compré un ramo de flores en el Zoco Grande y otro de arrayán a la entrada del cementerio. (…)»

Mohamed CHUKRI
Mohamed CHUKRI

En el mismo libro, Larache aparece solo otra vez, tangencialmente, cuando relata la época en que se acercaba el momento de la independencia del país y se producen una serie de altercados y muertes. Chukri escribe:

«-La situación parece haber vuelto a la normalidad después de los altercados –le dije.
-Pero la situación política no es buena. Lo del 30 de marzo es sólo el comienzo. Habrá más violencia. Ha llegado el momento de que los marroquíes pidan su independencia.
-Kebdani me dijo que sólo hubo seis entierros pero que la gente sabía perfectamente que mataron a decenas de marroquíes.
-Es cierto. Poco a poco van apareciendo en la playa algunos cadáveres que tiraron al mar.
-Así que los tiraron al mar.
-La mayoría de la gente cree que las autoridades españolas metieron a marroquíes vivos y heridos dentro de sacos, los cosieron y los lanzaron al agua. Algunos cadáveres aparecieron sin señales de bala, ni heridas. En Larache encontraron el cadáver de un joven con las manos atadas.”

Los fragmentos anteriores los he tomado de la edición que la editorial Cabaret Voltaire ha publicado de El pan a secas en 2012. La traducción, que comparada con otras ediciones en castellano, es la más pulcra, fresca e íntegra de las que he leído, es obra de Rajae Boumediane El Metni.
Es la cuarta vez que leo esta novela. Nunca deja de estremecerme.
Sergio Barce, abril 2014

Rajae Boumediane
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5 respuestas

  1. No hay mejor ocasión para comentar a un autor de la talla de Chukri que hoy, el Día del Libro. He leído que El Pan a Secas es una fiel traducción de la obra revisada por su autor en el 2000, mucho más cruda que la traducción de El Pan Desnudo -que fue la que yo he leído dos veces- . Las dos veces me sobrecogió. Extraordinaria y desgarradora. Un beso

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