A fin de completar el anterior post dedicado a la ocupación o intento de ocupación de Larache por el reino de Portugal en el siglo XV, he buceado en mi biblioteca y he encontrado varias interesantes narraciones de los acontecimientos de esa época. Pero me centraré en dos de ellas: la que se detalla en el magnífico libro Larache editado en 2001 por la Consejería de Obras Públicas y Transportes y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, publicación dirigida dirigida por Pedro Campos Jara y Guillermo Duclos Bautista, y la que se recoge en la imprescindible Historia de Marruecos (La Esfera de los Libros – Madrid, 2006) del profesor Víctor Morales Lezcano, que viene en profundizar en las condiciones históricas y los reales motivos que llevaron a Portugal a su aventura marroquí. Espero que ambos textos resulten aleccionadores.
Sergio Barce, febrero 2014
En el mencionado libro Larache se lee lo siguiente:
(…) En el siglo XV, Larache (al-Arâ´is) albergaba una incipiente colonia de corsarios que tenían su refugio en la ría del Lucus. Portugal, que ya venía actuando en la zona animada por un aparente espíritu de cruzada y deseosa de eliminar a los corsarios que amenazaban sus costas y plazas norteafricanas, así como las naves que hacían la ruta de Guinea, sostenía incursiones militares contra diversas plazas africanas.
En este sentido, en 1415, la flota y ejército portugués, bajo el mando de los príncipes Enrique (el futuro Enrique el Navegante) y Fernando, hijo del rey Juan, se apoderaron, tras breves combates, de la ciudad de Ceuta, victoria que señaló el comienzo de la expansión colonial portuguesa de ultramar. Fue éste un jalón importante en la historia europea moderna, porque supuso el punto de partida de la expansión de Europa más allá de sus fronteras naturales con fines de conquista y expltación económica, por más que se justificaran aludiendo intereses religiosos o patrióticos ya presentes en la época de las cruzadas.
Con posterioridad se sucedieron las tomas, por parte portuguesa, de las ciudades costeras de a-Qsar al-Sagir (1458), Anfá (1469), Asilâ (1471) y Tánger (1471), produciéndose en este último año el abandono de al-Arâ´is por parte de sus habitantes, que pudo estar deshabitada durante veinte años. Seis años más tarde, una incursión portuguesa penetró por el estuario del Lucus hasta Lixus y, aunque no se tienen noticias ciertas de que al-Arâ´is sufriera ninguna tentativa de ocupación, es factible que a causa de su abandono pudiera asentarse algún destacamento de tropas portuguesas en la ciudad.
En cualquier caso, tras la toma de Asilâ y Tánger sobrevino un período de paz que se extendió entre los años 1471 y 1500, acordado mediante el tratado que firmaron el 24 de agosto de 1471 el rey de Fez Muhammad al-Sayj al-Wattasi y Alfonso V el Africano, rey de Portugal. Por este tratado, sabemos que en aquel momento la ciudad aún no había sido fortificada.
En 1473, el monarca portugués dona al-Arâ´is con todas sus rentas y derechos, pero con la condición de poblarla en el plazo de tres años, a don Fernando duque de Guimarâes. Parece ser que esta donación no fue aprovechada, permaneciendo el lugar deshabitado. Este hecho puede ser corroborado por la nula oposición que el rey Juan II de Potugal encontró en junio de 1489 cuando, remontando el curso del Lucus unos 17 kilómetros, mandara edificar la fortaleza de La Graciosa, de la que aún se conservan algunas ruinas y que no hay que confundir con Lixus.
La célebre expedición de La Graciosa fue una incursión que perseguía atacar Alcazarquivir, plaza que en aquel momento constituía un importante lugar estratégico en la defensa de fez. Como parte de esa acción se erigió el citado fuerte de La Graciosa, pero de nuevo no hay constancia de que aquella expedición produjese una ocupación portuguesa de al-Arâ´is, si bien creó gran alarma entre los habitantes de la zona ante la amenaza de una invasión a gran escala. Este hecho, sumado a un cúmulo de circunstancias tales como las luchas internas por el poder y una precaria situación económica, produciría los momentos convulsos que alcanzaron al reino de Fez durante el siglo XVI. En lo concerniente a al-Arâ´is, los movimientos portugueses convencieron al sultán wattâsi Muhammad al-Sayj de la conveniencia de fortificar la ciudad, cuestión que hacia 1486 ya se había conseguido con la creación de parte de la actual alcazaba. (…)
Y cuenta Víctor Morales Lezcano en su Historia de Marruecos:
<…El reino nazarí de Granada cae en manos de Castilla en 1492, y desde el arranque de ese año, sendos edictos reales ponen los fundamentos del antisemitismo militante de los cruzados ibéricos. Por ejemplo, la Casa de Contratación sevillana prohíbe terminantemente la emigración de judíos y moros a las Indias de América. Años antes, el reino de Portugal había ocupado la estratégica ciudad de Ceuta, perteneciente al reino de Fez. El 21 de marzo de 1415 fue exaltada la gesta por Luis de Camôes, como si se tratara del inicio triunfal de la construcción del Imperio Lusitano en África, presagiado por un visionario de fuste como fue Enrique el Navegante (1394-1460).
La orientación africana de la navegación costera y exploratoria de la flota portuguesa en Marruecos no se satisfizo con la toma de la plaza de Ceuta, sino que su hermana gemela, Tánger, fue también presa de la expansión lusitana en Marruecos. Sonaba la hora promisoria de un imperio portugués en África a partir de sus ganancias en el país de los cherifes (chorfas). A Ceuta y Tánger seguirían una serie de ciudades portuarias, tales como Asila, La Mamora, Azenmut, Mazagán y Castelo Real.
(…) El factor América contribuyó mucho a que las energías y la pericia naval del pequeño reino de Portugal se diversificaran hacia Oriente, vía el cabo de Buena Esperanza, y para penetrar también –como los castellanos mismos-en la mar océana. La empresa africana de Portugal empezó a desvanecerse progresivamente a medida que transcurría la primera mitad del siglo XVI. Cuando accedió al trono don Sebastián (1557-1578), rey iluminado y caballero de cruzados donde lo hubiera, la situación interna de los reinos de Fez y Marraquech había mejorado merced a la instauración de la dinastía saadí, suceso al que nos referiremos en detalle en el apartado inmediato. Fue la figura destacada de Mohamed Ahmed el-Mansur (1578-1603), sucesor en el trono de Mohamed Ech-Cheikh, fundador de una dinastía de corta duración en el Marruecos de la Edad Moderna, la que logró enderezar la situación interna del país, aunque se tratara de una dinastía que se mantuvo a la cabeza del maltrecho reino magrebí durante prácticamente sólo un siglo.
El-Mansur había sido previamente desplazado por su tío y protector Abd el-Malik, quien con el respaldo de la flota y las tropas turco-otomanas logró asentarse en el arriesgado trono del Marruecos de aquellos días. Las crónicas portuguesas ponen de relieve las ofertas que los allegados al majzén ambulante de El-Mansur brindaron a los reinos ibéricos para pactar una alianza ofensiva contra el usurpador Abd el-Malik. Sólo don Sebastián reaccionó positivamente a las ¿insinuaciones?, ¿mano tendida?, ¿celada?, del monarca marroquí. Don Sebastián, movido por su caballeresco espíritu de cruzado, desplazó un ejército de infantes y caballería que rondaba los veinte mil hombres para respaldar la causa de Ahmed El-Mansur. La batalla dicha de los Tres Reyes (4 de agosto de 1578) tuvo lugar cerca de un afluente del río Lucus, a unos dieciocho kilómetros de distancia del <Gran Fortín>, Alcazarquivir. Esta batalla ha sido exaltada en varias ocasiones por la historiografía palatina y nacionalista de Marruecos, aunque ha habido quien, con más inteligencia, ha extraído del análisis del episodio bélico, debidamente enmarcado en el contexto de la época, la confirmación de la existencia ¿prematura? de un sentimiento cohesivo de la nación marroquí. Sentimiento que se habría aglutinado en torno a la causa de El-Mansur versus El-Malik y, al mismo tiempo, habría respaldado la repulsa musulmana al asedio hispano-portugués de Marruecos. Este cerco peninsular había reducido, en efecto, el radio de acción marroquí, causando no pocos trastornos a la necesaria reconstrucción del blasón y la gloria del llamado Imperio cherifiano. Como puede comprobarse en consulta de cotejo, historiadores tan avanzados como Larouai e incluso G. Ayache algo más tarde han abundado en el enfoque del protonacionalismo en Marruecos, no exento de fundamento histórico, pero hipertrofiado en ocasiones por los historiadores marroquíes.
Este concurso de factores apartó para siempre a Portugal de la vía norteafricana. Las Indias de América y Asia, alcanzables sea por la derrota naval atlántica sea por la índica, sellaron para siempre el perfil ultramarino de Portugal en su historia. La progresiva evacuación de as fronteiras establecidas en la costa atlántica de Marruecos culminó con el cesión de Tánger a la corona de Inglaterra a título de dote real (1640) y con el abandono de Mazagán en 1769.
La arqueología de las fortificaciones, aduanas y puertos de factura portuguesa en la costa de Marruecos es capítulo aparte y constituye el testimonio material de una aventura imposible. (…)
3 respuestas
Sergio, aún conociendo la historia de nuestro pueblo, es muy gratificante que podamos rememorarla a través de tus textos y de este libro de cuidada y esmerada fidelidad histórica.
Mil gracias!!
Mª José
Gracias a ti por seguirme, Mª José. Un beso
Hola Sergio, nos conocimos hace años en el Cervantes de Tánger en la exposición de Gabriela Grech sobre Larache, entonces trabajaba allí en el diariocalledeagua, también conozco al profesor Victor Morales, tengo su libro de cuando estuvo en Algeciras donde trabajé muchos años. Quería comentar un par de cosas y hacer una petición. De la batalla de Alcazarquivir, que aún hoy se mantiene una especie de monolito donde se supone fue la batalla, llegar allí es complicado, está en medio del campo y es como un centro de estudios sobre la batalla que sigue recordando año tras año la historiografía marroquí. Decir también que Enrique el Navegante mantiene su casa museo en Oporto, de donde salió y precisamente a los portuenses se les conoce como tripeiros debido a que cuando salió dejó los despojos de carne a los habitantes, así nació el famoso plato de los callos a la moda de Oporto. Bueno quería pedir si alguno de los numerosos lectores de tu blog si conocen algún libro o publicación -aparte de las que has mencionado- sobre la presencia de Portugal en Marruecos y que sea en español, ya que en portugués conozco alguna incluso con buenas fotografías. Nada más y gracias por todo.