Regreso una vez más al precioso libro <Larache, crónica nostálgica> de Sara Fereres de Moryoussef (Biblioteca Popular Sefardí, Caracas, 1996). Ocupa un lugar destacado en mi biblioteca de autores larachenses, como si de un pequeño tesoro se tratara, releerlo es un placer, y aunque tal vez sea osado al desvelar nuevas páginas de su relato, creo que se hace preciso reivindicarlo por su valor testimonial de alguien que vivió los primeros años de ese Larache mágico. He optado esta vez por escoger párrafos sueltos, entresacar del libro lo que me ha ido llamando la atención, aquellas partes que me hacen revivir los rincones de la ciudad que tanto significa en nuestras vidas. Estos son los párrafos escogidos, delicadezas de Sara.
Sergio Barce, febrero 2013
“ …Con el arribo de los españoles a Marruecos, la vida de los habitantes cambió totalmente. Fueron muchos los judíos del <pueblo> que dejaron éste para ir a vivir en la nueva Larache. Todo lo que antes era campo comenzó a poblarse. El Castillo estaba emplazado al lado del cementerio de La-la Mennana. Como fue la primera zona en urbanizarse, se construyó una carretera delante de ese fuerte militar que dividió ese camposanto. Así quedó cada mitad del cementerio a cada lado de la avenida principal de Larache.
La calle Real, que era la principal del <pueblo>, se encontraba casi al nivel del mar. Para llegar a la parte nueva había que subir una pendiente que llamábamos <la cuesta de la calle Real>.
Así que <el pueblo> estaba al borde del mar. Al fundarlo, no sé cuándo ni en qué circunstancias, construyeron un grueso barandal de cemento por encima del nivel del agua, pero lo suficientemente bajo como para que en tiempos de tormentas y marejadas la calle del <barandillo>, como era llamado el lugar, se inundara. Frente a esta enorme baranda se encontraban las sinagogas y algunas viviendas. Esta se prolongaban hasta el puerto por un lado y hasta el Zoco Chico por el otro, subiendo una amplia pero empinada escalera de piedra en cuyo final casi, se encontraba el baño público.
La calle que conducía al puerto tenía también otra gran escalinata, más moderna que la anterior. Al final de ella entrábamos al arco que conducía a la calle Real, el corazón de la judería larachense. Esta era la calle más densamente poblada de la vieja ciudad. Los judíos ricos tenían hermosas mansiones de estilo árabe. Unas viviendas amplias y lujosas, con muchas habitaciones y comodidades. Las ventanas tenían vidrios coloreados, las puertas de madera eran enormes y las paredes estaban recubiertas de finos azulejos. Los portones de acceso a las viviendas eran de madera maciza, casi siempre decorados y con preciosos llamadores de bronce, siempre brillantes y muy pesados. Casi todas tenían dos plantas más el <terrado>, especie de azotea sin muros, como las platabandas venezolanas. Esos terrados eran encalados constantemente, porque servían para poner a secar al sol la ropa blanca, lo que obligaba a tenerlos inmaculados.
(…) De las callejuelas que atravesaban la calle Real había una muy empinada, con escalones de piedras gruesas, redondas y muy pulidas, que conducía a lo que en tiempos de mi infancia temprana fue mi escuela. Esas escaleras eran un constante peligro para los usuarios. Durante los días de lluvia se ponían muy resbaladizas y más de uno se cayó y se fracturó algún que otro hueso.
Recuerdo vagamente la escuela que se encontraba al final de esos escalones. Era la Alianza Israelita, la primera escuela judía que enseñaba francés y español en Larache. Sólo recuerdo el portón de entrada, el resto es como brumas en un sueño.
La subida de la calle Real hacia la nueva Larache era muy empinada y cansona. Tal vez no muy larga, aunque a mí me lo parecía cuando la usaba con frecuencia durante mi infancia. Era algo angosta y estaba flanqueada de viviendas y comercios. No pasaban coches, pero sí algún que otro asno cargado de mercancía, con un moro conduciéndolo. El balek… balek… del conductor era una cantinela que aún resuena en mis oídos. Paso… paso… así decía.
Los comercios eran unos pasillos pequeños y oscuros. Me atraían aquellos donde se tejían <djel-labas>, jaiques y mantas de lana: la vestimenta acostumbrada del pueblo indígena. Estos locales eran largos y estrechos. Al fondo se veía un telar con un hombre tejiendo y un par de moritos pequeños afuera en la calle sosteniendo cada uno de ellos un par de hilos que salían del telar, uno en cada mano. Los moritos manejaban estos hilos con suma destreza. Se los pasaban de una mano a la otra con tal rapidez que mi vista no alcanzaba a ver los cambios. El <ma´al-lém>, o sea el maestro tejedor, desde el fondo les apuraba diciendo <zid… zid> (de prisa, sigan). Y él a su vez pasaba la lanzadera por entre la trama con una rapidez increíble. Me quedaba parada cerca de ellos largos minutos disfrutando lo indecible de su trabajo.
(…) Saliendo de Larache hacia la carretera que conducía a Alcazarquivir todas las aceras estaban protegidas por enormes eucaliptos cuyas hojas y semillas proporcionaban un agradable y fresco aroma. Por allí acostumbrábamos pasear grupos de amigos y amigas, cuando disponíamos de tiempo libre en días festivos y sábados por la tarde. Toda esta avenida conducía a los cuarteles y al <campo de aviación>, como denominábamos al pequeño aeropuerto militar español. En la Cría Caballar o <yeguada> estaban las caballerizas o haras del cuerpo de caballería del ejército, flanqueando parte de la avenida. Ahí también se hallaba el campo de fútbol del equipo de Larache llamado Santa Bárbara. Todo este conjunto de campos y construcciones militares había ido creciendo cuando comenzó la Guerra Civil. Incluso construyeron por allí mismo <el Pueblo Español>, un conjunto de viviendas representativas de todas las regiones españolas. Algo parecido al que existe en Barcelona de España aunque mucho más modesto. En esas casas vivían militares y estaban muy bien cuidadas. Daba gusto visitar ese lugar tan bonito.
(…) Nuestros acostumbrados paseos a la <ghaba> eran muy placenteros. En el bosque había, aparte de los numerosos árboles y matorrales, conejos y varias clases de animalitos y jabalíes. Acostumbrábamos quedarnos cerca de la carretera por temor a estos últimos porque eran muy salvajes. Este bosque era muy hermoso. Las encinas y alcornoques estaban muy desarrollados y en la temporada de bellotas las recogíamos del suelo, porque las encinas producían gran cantidad de frutos. El corcho de los alcornoques era recolectado por los españoles, quienes después de recortarlo y empacarlo adecuadamente, lo enviaban a España para su tratamiento y comercialización. Aún veo el enorme espacio descubierto del puerto, con grandes cantidades de pacas de corcho en estado natural, a la espera del embarque hacia la península.
(…) En otoño se jugaba al fútbol por todo Marruecos al igual que en Europa. Larache, como cualquier otra ciudad marroquí o europea, tenía su equipo, el Larache C.F. Todos los habitantes, moros, judíos y cristianos eran <hinchas> del equipo. Todos los domingos de temporada había partido. Cuando eran en Larache, hombres, jóvenes, niños y algunas mujeres aficionadas iban al campo Santa Bárbara a disfrutar de una buena tarde de fútbol. En mi familia eran tan aficionados que tanto mi padre como sus hermanos formaron parte de algún equipo en su juventud. Mi tío Alberto Fereres llegó a ser jugador profesional durante gran parte de su vida. Jugó en Larache C.F., en el equipo de Ceuta y en el de Casablanca y llegó a aparecer en las estampillas de los álbumes coleccionables. Vivió en Tetuán al regresar del ejército británico donde sirvió durante la Segunda Guerra Mundial. Creo que también en aquella ciudad ejerció durante algún tiempo su profesión futbolística. Elías Melul, un primo de papá, perteneció también a varios equipos de Marruecos y Francia. Los últimos años de su vida los dedicó a entrenar profesionales en Lens y creo que también en Nancy, ciudades de Francia. Desde luego que en casa todos éramos fanáticos de este juego.
17 respuestas
Una vez mas, doy las gracias por traernos estos sabrosos recuerdos de Larache, sobre todo cuando se habla de la Calle Real. Ignoro el motívo pero es la calle que con con más cariño recuerdo. Quizás se deba a que el resto de Larache era más europeo.Un abrazo.
Interesante libro, sabeis donde puedo adquirilo?, a ser posible en Sevilla
otro libro a sumar a la lista.gracias
Hola Lola
El Libro se vende a través de la Biblioteca Popular Sefardí del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas – Venezuela, acabo de estar 3 días en Sevilla de vacaciones y le deje de regalo ese libro escrito por mi madre a una amiga larachense que vive en Sevilla….se pide y lo mandan por correos…..
Hola Pepe, como estas? si la verdad que muchos recuerdan esa Calle Real con mucho cariño, al igual que el Balcón del Atlántico o la Calle Chinguiti….agradezco a Sergio que de vez en cuando mencione este libro escrito por mi madre…..
Saludos
Hoy acabo de recibir el libro de doña Sara Fereres. ¡Curiosa casualidad! Gracias, Raquel.
Mañana mismo comienzo a leerlo. Seguro que es una auténtica joya.
Un abrazo a todos,
CARLOS
Bonitos recuerdos y extaordinaria memoria de esta señora; yo tambien recuerdo a los moritos haciendo la tela de jilaba, de como lanzaban el huso de parte a parte de la tela.Justamente era mi paso para el trabajo y estuve pasando por ahí varios años de mi vida.
Por otra parte la nieta de Sara es guapísima y, se parece mucho a su abuela pero creo que la abuela la superaba en belleza, que me perdone la nieta; a Sarita la conocía del Patronato y no tenía desperdicio P. RODRI.
Pido perdon por mi anterior comentario pues a quien yo conocí en el patronato fue a Elisa Fereres supongo que familia de la anterior y mas joven y a su hermano creo que Elias P.RODRI
Hola Francisco
Gracias por tus comentarios, y si mi hija Sarah es muy guapa, la que estudio contigo en el Patronato debió ser mi tía Elisa Fereres, quien vive en Barcelona, y la otra hermana de mama que era muy guapa era la mas chica, Estrella….el hermano de mama era Samuel z`l, al que le decían Memel, el ya murió hace varios años….
Elias z`l era el tío de mi madre y Director de la Escuela de La Alianza…. Salomón z`l su otro tío y hermano de Elias z`l vivió hasta los años 70`s en Larache….
Cuantos bellos recuerdos. Asistí a la escuela de la Alianza israelita del 1955 al 1964. Tuve a D. Elías de director y, como me llevaba muy bien con Tito, su hijo pequeño, pasaba muchos ratos en su casa. Allá vi la TV por primera vez. Conocí a Dña. Estrella y a sus hijos: Sara, la mayor; creo que Josef, Sonia y Alberto (Tito).
Agradezco a mi hermano Antonio que me haya enviado el link del blog de Sergio para saber del libro de Sara Fereres.
Y lo más importante de todo, más allá del testimonio que nos deja la Sra. Sara Fereres sobre nuestro amado pueblo, es que ella sepa que, después de tantos años de haberlo escrito, sigue llegando a tantas personas y nos sigue conmoviendo. Imagino que esto debe hacerla sentir muy feliz!
Una vez más, gracias al blog de Sergio podemos disfrutar de hermosos pasajes de esta «Crónica Nostálgica».
Un abrazo
La calle real hummm es donde naci numero 19 que grandes recuerdos . aunque cuando naci 1959 ya casi no vivian europeos pero bueno es mi calle. gracias sara una vez mas por tus letras. vicente..
Gracias a todos por sus comentarios…..que le trasmitiré a mi madre en su momento,
Para ella Larache es inolvidable, no hay día que no hable de ella, de la playa, de los boteros, del Balcón del Atlántico, de la Calle Chinguiti, del Jardín de las Hesperides…..creo que ese recuerdo ha quedado presente en todos los que la conocieron.
TInteresantes pensamientos ,buscaré el libro por Sevilla
Ok
Enviado desde mi iPad
El 07/02/2013, a las 18:22, «Sergio Barce» escribió:
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Hola Raquel de tu tio Elias me acuerdo porque estuvo algun tiempo (poco) dando clases de francés en el Patronato; no recordaba su nombre porque para nosotros era simplemente Mr. Fereres. De Memel me acuerdo bastante aunque ya después de tantos años los recuerdos se hacen borrosos. Por cierto; voy a intentar buscar el libro de doña Sara pues es una gozada leer a esta señora ¡que memorión!
Hola Francisco, el libro de mi madre no se vende en España, se pide al Centro de Estudios Sefardíes de Caracas….si quieres escríbeme a mi correos que es el siguiente y te doy la información:
raquelfhima@hotmail.com
Un abrazo