Ya hice hace unos días una reseña del precioso libro Ángeles del desierto (Colección Ancha del Carmen – Ayuntamiento de Málaga, 2007), poemario de Paloma Fernández Gomá, dedicado a varias ciudades marroquíes, entre ellas Larache. Y como sé que ella no se molestará por mi osadía, tras haber reproducido aquí sus poemas «Larache», «Café Central» y «Lalla Menana», ahora le toca a otros tres inspirados igualmente en Larache y con títulos igualmente emblemáticos: «Lixus», «El Zoco Chico»y «Callejones de Larache».
(Diseño de la cubierta de Ángeles del desierto: Antonio Herráiz)
LIXUS
En la cadencia de los siglos
permaneces ausente
y recuerdas el rumor de voces
acunadas de viento,
el agua que fluye en el anochecer
llevando en su costado
el tiempo transcurrido
donde la hierba estuvo crecida
o pastó el ganado.
Tu ausencia ha cobrado matiz violeta
y vence la inerte mirada,
tornando en claridad
una lengua de fuego, ya fatigada
La poesía de Paloma es tan exquisita que logra fácilmente no sólo transmitir la interioridad de los sentimientos, es que, a la vez, nuestras sensaciones físicas perciben el detallado recorrido de sus versos. Caminamos por los lugares a los que ella nos lleva, y olemos, tocamos, saboreamos..
EL ZOCO CHICO
Zigzagueantes las calles
son recintos del ajetreo de vendedores
exponiendo sus mercancías.
El color cohabita las celosías
y en humedad acoge todo el olor
de la hierbabuena.
Tierna, la fruta rezuma
y abalorios diversos se disponen
en los puestos.
Alfombras, gasas y especias bordean
el intrincado camino del zoco.
Desde el arco se escucha el zumbido
de algunas abejas
que ocasionalmente liban el néctar
de flores abandonadas
junto a la canasta de higos
MEDINA DE LARACHE
Las viejas calles de la vieja ciudad de Larache parecen, en cada poema de Paloma Fernández Gomá, llenarse de gente, palpitar con sus vidas, rezumar con los recuerdos que habitan tras las vantanas entreabiertas.
CALLEJONES DE LARACHE
Las calles se estrechan
en franjas de azulete, verde o amarillo.
La encrucijada se torna claridad,
cuando se hornean tortas de harina
o pan reciente de sal, mínimo de levadura.
El mar va penetrando los dinteles
o filtra el yodo de su acento
a través de ventanas
que se estrechan bajo la techumbre
de callejones sin salida.
El rumor del oleaje resbaló
y fluye, ahora, por la medina
desde la plaza de España
hasta la desembocadura del Lucus
PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ
4 respuestas
Sergio,lo que disfruté este verano paseando por nuestra «medina» por esa callecitas blancas y azules llenas de vida y de pequeños corriendo.Un abrazo
Sí, Angelita, lo que más vida le da a la Medina son esos críos llenos de vida que juegan en sus calles, y las llenan con el colorido de sus voces. Es verdad.
besos
sergio
Vous êtes un très, très bon écrivain Monsieur Sergio. Mes félicitations pour tout ce que faites.
merci, jay Mustapha