Esta es la continuación de los escritos que, durante 2007, Sara Fereres escribió sobre Larache y que tituló como <Semblanza de Larache>. Hoy traigo los siguientes (II y III) y que las dirigía especialmente a quienes no conocían la ciudad. Son como una sencilla pero detallada postal de presentación.
Sergio Barce, julio 2012
Semblanza de Larache III
Cuando llegaron los españoles a Marruecos y se instalaron en Larache, muchos de los antiguos habitantes de la zona portuaria, el Pueblo, se dedicaron a construir viviendas y edificios en la parte sur de la ciudad, convertida a través del tiempo en el núcleo moderno. Los españoles construyeron una larguísima avenida frente al castillo portugués, donde funcionaba la Comandancia Militar hispana, al pie de la cual se extendía el precioso “Jardín de las Hespérides” donde, casi todos los infantes de la ciudad se reunían para disfrutar con sus carreras y juegos, sin peligro alguno. En poco tiempo nuestra amada ciudad fue llenándose con todo tipo de almacenes comerciales y otros negocios.
Según parece, el “Teatro España” fue el primer lugar de esparcimiento para todos los larachenses. Con la aparición del cine, ahí se estrenaron las primeras películas que llegaron a la ciudad. En Larache tuvimos restaurantes, bares, pastelerías, cafés, librerías y papelerías además de toda clase de comercios de ropa, tejidos, zapaterías y hasta clubes. En realidad en mi pequeño terruño gozamos de todo tipo de facilidades para disfrutar de la vida a plenitud. Como es natural tampoco faltaron los hoteles entre los cuales el mejor sin duda alguna fue el “Hotel España”. Existían otros menos “elegantes” además de alguna que otra modesta posada. Todavía existe el mercado popular llamado “Zoco Chico”, famoso por la variedad de productos que ahí se expenden. En 1985 estuvimos en Larache mi hijo Alberto, mi finado esposo y yo e intentamos visitarle, pero estaban remodelándole, así que fue imposible poder hacerlo.
Fueron numerosos los lugares de esparcimiento que existían en la Larache de mis amores. No podemos olvidar el incomparable “Balcón del Atlántico”, frente al espigón. Tampoco la preciosa Plaza de España, ni nuestro delicioso paseo bajo Los Arcos, abarrotado de tiendas. La inolvidable Ghaba, ese bosque de encinas y alcornoques que bordea la carretera que conduce a la vecina ciudad de Alcazarquivir fue siempre nuestro paseo de los fines de semana. Llegábamos caminando o en bicicleta. Nuestro equipo futbolístico, el “Larache” (ache, ache, ache, los de Larache estamos aquí)…, instalado, cerca de la Ghaba recibía a sus competidores en su famoso, para nosotros, “Campo de fútbol Santa Bárbara”, el cual muchísimas veces fungió, como pista de carreras e igualmente fue utilizado para otros eventos atléticos. El mayor acontecimiento fue cuando se convirtió nada menos que… ¡En una plaza de toros! Pues sí, así sucedió durante la celebración de una de las “Fiestas del Balón”. Nuestro inolvidable promotor, el Ing. M. Jaquotot, fue la persona que se ocupó de realizar tamaño evento. Tuvimos el inmenso placer de ver a Don Álvaro Domecq rejonear en nuestra modesta e improvisada plaza. Son recuerdos de una época feliz, y supongo que fue muy grata para todos los habitantes de la ciudad.
Larache nunca alcanzó demasiada prosperidad, ni siquiera en sus mejores tiempos. Había indigentes en cantidad, como en la mayoría de las ciudades de Marruecos Español. La Zona Francesa fue mucho más próspera. Entre los hebreos de toda la Zona Española existían, en cada ciudad, sendas entidades benéficas sostenidas por sus miembros. Estas se dedicaban a asistir a las familias que carecían de los medios necesarios para subsistir. Las sociedades benéficas judías se ocupaban de proveer a las personas necesitadas de alimentación y vestido durante todo el año. Muchas personas conocerán cómo actúa la tradicional solidaridad hebrea, para atender a sus hermanos menos afortunados. Los españoles también se ocupaban de una pequeña población necesitada, sobre todo durante la Guerra Civil y en años sucesivos cuando Europa se hallaba inmersa en su propia conflagración. Aún hoy recuerdo la sociedad bautizada como “Auxilio Social”. Su sede ocupaba un amplio local situado a poca distancia de la coquetona Iglesia Católica. Se trataba de un salón comedor donde, numerosas damas de la comunidad católica adscritas a la “Falange Española”, se ocupaban de servir almuerzos a las criaturas que acudían al comedor popular. Fue una labor digna de encomio porque también ellos, los españoles, sufrieron carencias debido a la falta de insumos alimenticios durante aquella época de posguerra española y de guerra mundial.
Bien, por hoy… ¡Se acabó! Me canso cuando permanezco sentada un largo rato. Como les prometí, ya aparecerá otro articulito acerca de Larache. Me despido y (en ´haquetía), pa´ que no bos guahsheís de lo muestro. Los cuentezitos los desharé pa´mañana… ¡Si tengo y játar, ma sino, cuando cueda! Prometido. Cariños As´slam´alicum.
Zahrita la Queshadora. Caracas Noviembre 2007. – Sara Fereres de Moryoussef
Semblanza de Larache IV
Hoy comenzaremos con un boccata di Cardenale, nuestro inolvidable Balcón del Atlántico. Como sabe la mayoría de los Larachenses, de ese lugar tan particular emanaba tal encanto que es posible asegurar que, hasta el día de hoy, nadie ha podido olvidarlo. Durante los días de asueto, el Balcón fue el lugar preferido para pasear en compañía de amigos y amigas. Al irrumpir frente al mar, la visión del paisaje era… ¡Espectacular! Una larga y blanca balaustrada de hormigón, fraguada en un estilo muy particular, era lo primero que aparecía ante nuestros maravillados ojos. Un barandal largo, con más de cien metros, aunque no recuerdo si era más, o, menos, pues el tiempo transcurrido desde entonces ha borrado de mis recuerdos la exactitud de las distancias. Esta balaustrada estaba conformada por una serie de arquitos diseñados según el estilo arquitectónico marroquí, la cual se hallaba suspendida al borde del acantilado, y abajo, muy al fondo del precipicio, podíamos admirar unas enormes rocas negras bañadas incesantemente por la fuertes y enormes olas del Océano Atlántico. Rompían con tal furia que a pesar de la distancia nos salpicaban. El mar, de color azul intenso, infundía en el espectador tal sensación de furia en su incomparable infinitud, que casi siempre le obligaba a echarse para atrás, para evitar el remojón. Durante los meses invernales aquel oleaje estruendoso y aterrador del mar, casi negro pero increíblemente hermoso en su furor, quedó grabado, indeleblemente, en el recuerdo. Lo mismo en invierno que en verano, el Balcón fue el paseo imprescindible de los Larachenses. Al acercarnos fijábamos la vista hacia el horizonte, y esto era algo realmente espectacular. Generalmente el extenso mar se veía tan tranquilo como un infinito lago. Sólo el espigón o rompeolas cortaba la inmensidad acuosa.
Describir el ocaso es como desgranar un poema. Durante los días claros, en cualquier estación del año, nos apoyábamos sobre esa barandilla de cemento para ver como, lentamente y con fruición, el mar se “comía” al Sol. El esplendor de los colores del atardecer inundaba nuestros ojos, dejando, un recuerdo indeleble en nuestra mente. Las aceras eran amplias, como todas las de Larache. Se hallaban decoradas con macizos de flores rojas, amarillas y blancas, emergiendo entre el verdor de las hojas que las arropaban. En el centro del paseo había una especie de templete, ligeramente elevado. Este sostenía, con espigadas columnatas de madera, un techo elaborado con el mismo material. Dicho templete lo usaba una orquesta durante los Domingos, siempre que hiciera buen tiempo para deleitarnos con su música.
Cerca del Balcón se hallaba en un extremo el Hospital Militar, y, casi opuesto a él, aparecía el mercado central, es decir, “La Plaza”. Les prometo describirla en la próxima entrega, D.M. ¡Vale la pena! Frente al Balcón, al atravesar la carretera, podíamos ver una serie de pequeños “Chalets”, muy coquetones, y por supuesto, todos estaban habitados.
Hasta la próxima. Cariñosos abrazos y besos para todos, “paisanos” y simpatizantes. Espero poder seguir complaciéndoos con la descripción de mi amada ciudad, Larache.
Sanos y wuenos que´stís, amén. – Sara Fereres de Moryoussef. Caracas Diciembre. 2007.
Doña Sara, gracias por seguirnos regalando con la descripción «de mi amada ciudad», a la que todos regresamos casi diariamente con nuestro pensamiento.
Un saludo,
CARLOS
Lo que realmente me emociona de los relatos y semblanzas de Doña Sara Fereres, es ese tempo-ritmo que imprime a sus escritos, esa cadencia que llega a ser como una leve caricia. Hay mucho cariño y sentimiento rememorando a su ciudad al igual que si abriese un cofre donde guarda preciosos recuerdos, pero lo hace con mimo y sin sobresaltos, como quien es capaz de desempolvar los objetos y muebles de una estancia sin alterar el orden ni cambiar nada de lugar. No es de extrañar que el peso de la emoción le agote y tenga que reponer fuerzas… en cambio, a nosotros con qué facilidad nos «teletransporta».
Un abrazo.
me encanta leer y ver fotos de mi » pueblo «, describiendo de una forma tan
sencilla y bonita, detalles que nos hacen recordar tiempos muy bonitos. Te animo a seguir con estas descripciones tan maravillosas
miguel. a. ponce corredera
Muchas gracias, Sara, por emocionarnos al hacernos revivir aquellos colores, aquel olor a MAR auténtico del Oceáno Atlántico que bañaba nuestra bonita ciudad.Yo viví hasta los ocho años -ahora tengo 50- en Larache y su relato me hace recordar todo lo vivido, todo lo «sentido» durante mi primera infáncia.
Vivía cerca del balcón Atlántico, de hecho aparezco -en el angulo inferior izquierdo- en la postal del balcón Atlántico junto a mi tio Antonio Izquierdo.
Gracias de nuevo y le animo a continuar estos bellos relatos que tanto nos hace rememorar.
Cordialmente,
Gracias todos los que ponen sus comentarios en relación a los escritos de mi madre, ella los escribió con el alma y con el recuerdo de la ciudad que no olvida, al igual que todos los que entramos a este blog.
Imposible dejar pasar por alto Las Semblanzas de Larache de Dña.Sara Fereres. El mimo y el cuidado con que dedica cada frase, las descripciones tan exactas y tan repletas de amor por un tiempo vivido, nos arrastran y nos trasladan irremediablemente allá, donde fuimos un solo pueblo, una sola y gran familia, donde felizmente había cabida para todos.
Todo mi respeto y cariño y mil felicidades por tenerla entre nosotros y así poder disfrutar de sus maravillosos relatos!!
Hola Joana, muy hermosas tus palabras para mi madre….como ustedes reciben sus relatos ella los escribió, con mucho cariño y amor para su pueblo, sus gentes, sus lugares…..con mucha nostalgia…
Me alegro Claudia que pese a que no conoces Larache entres a leer estos relatos que aquí va poniendo nuestro amigo Sergio…no dejes de ir alguna vez a conocerla, yo la primera vez que fui lo hice ya de adulta, pese a que salí de ella muy niñita y no recordaba nada, cuando llegue la primera vez fue como si su esencia penetrara en mi y me indicara donde caminar o que ver….sabia exactamente cual era la casa de mi familia paterna, la de mi familia materna, los paseos, el Balcón del Atlántico, la Plaza España o de la Liberación, el Jardín de las Hesperides con sus majestuosos leones al frente, el Castillo de San Antonio, el Puerto, la Calle Real y muchos sitios mas…
No olvidar nuestras raíces es primordial, conocer de donde venimos es básico, y conocer donde nacimos o donde nacieron nuestros padres y abuelos es esencial.
Doña Sara gracias, es para mi un gran placer leer de nuevo estas semblanzas de mi querida Larachey lo hace usted con mucha simpatia, nos permite a lo que ya no visitamos Larache llevarnos algo de su magia.
shalom
11 respuestas
¡Gracias! Todo lo que se hable o escriba de Larache, me emociona. Se nombra la Gaba, pero no hay que olvidarse de Los Viveros.
Doña Sara, gracias por seguirnos regalando con la descripción «de mi amada ciudad», a la que todos regresamos casi diariamente con nuestro pensamiento.
Un saludo,
CARLOS
Lo que realmente me emociona de los relatos y semblanzas de Doña Sara Fereres, es ese tempo-ritmo que imprime a sus escritos, esa cadencia que llega a ser como una leve caricia. Hay mucho cariño y sentimiento rememorando a su ciudad al igual que si abriese un cofre donde guarda preciosos recuerdos, pero lo hace con mimo y sin sobresaltos, como quien es capaz de desempolvar los objetos y muebles de una estancia sin alterar el orden ni cambiar nada de lugar. No es de extrañar que el peso de la emoción le agote y tenga que reponer fuerzas… en cambio, a nosotros con qué facilidad nos «teletransporta».
Un abrazo.
me encanta leer y ver fotos de mi » pueblo «, describiendo de una forma tan
sencilla y bonita, detalles que nos hacen recordar tiempos muy bonitos. Te animo a seguir con estas descripciones tan maravillosas
miguel. a. ponce corredera
Muchas gracias, Sara, por emocionarnos al hacernos revivir aquellos colores, aquel olor a MAR auténtico del Oceáno Atlántico que bañaba nuestra bonita ciudad.Yo viví hasta los ocho años -ahora tengo 50- en Larache y su relato me hace recordar todo lo vivido, todo lo «sentido» durante mi primera infáncia.
Vivía cerca del balcón Atlántico, de hecho aparezco -en el angulo inferior izquierdo- en la postal del balcón Atlántico junto a mi tio Antonio Izquierdo.
Gracias de nuevo y le animo a continuar estos bellos relatos que tanto nos hace rememorar.
Cordialmente,
José Miguel Feria
Gracias todos los que ponen sus comentarios en relación a los escritos de mi madre, ella los escribió con el alma y con el recuerdo de la ciudad que no olvida, al igual que todos los que entramos a este blog.
Imposible dejar pasar por alto Las Semblanzas de Larache de Dña.Sara Fereres. El mimo y el cuidado con que dedica cada frase, las descripciones tan exactas y tan repletas de amor por un tiempo vivido, nos arrastran y nos trasladan irremediablemente allá, donde fuimos un solo pueblo, una sola y gran familia, donde felizmente había cabida para todos.
Todo mi respeto y cariño y mil felicidades por tenerla entre nosotros y así poder disfrutar de sus maravillosos relatos!!
Sus relatos me llevan a pasear y conocer este hermoso pueblo de mi padre que seguro alguna vez iré personalmente. MUCHAS GRACIAS!!!
Hola Joana, muy hermosas tus palabras para mi madre….como ustedes reciben sus relatos ella los escribió, con mucho cariño y amor para su pueblo, sus gentes, sus lugares…..con mucha nostalgia…
Me alegro Claudia que pese a que no conoces Larache entres a leer estos relatos que aquí va poniendo nuestro amigo Sergio…no dejes de ir alguna vez a conocerla, yo la primera vez que fui lo hice ya de adulta, pese a que salí de ella muy niñita y no recordaba nada, cuando llegue la primera vez fue como si su esencia penetrara en mi y me indicara donde caminar o que ver….sabia exactamente cual era la casa de mi familia paterna, la de mi familia materna, los paseos, el Balcón del Atlántico, la Plaza España o de la Liberación, el Jardín de las Hesperides con sus majestuosos leones al frente, el Castillo de San Antonio, el Puerto, la Calle Real y muchos sitios mas…
No olvidar nuestras raíces es primordial, conocer de donde venimos es básico, y conocer donde nacimos o donde nacieron nuestros padres y abuelos es esencial.
Saludos y cariños
Doña Sara gracias, es para mi un gran placer leer de nuevo estas semblanzas de mi querida Larachey lo hace usted con mucha simpatia, nos permite a lo que ya no visitamos Larache llevarnos algo de su magia.
shalom
¡ Describir el ocaso es como desgranar un poema… !