Bernaldo de Quirós, humanista de una curiosidad insaciable, en el año 1913 se embarca en una expedición de la Sociedad Española de Historia Natural a la región marroquí de la Yebala y del Bajo Lukus. Quirós llega a Larache, y en 1914 escribe esta curiosa experiencia que vivió en el Zoco de fuera:
“No he querido dejar pasar la ocasión de presenciar algo de mala vida marroquí, asistiendo, con Cabrera y Escalera, a un cafetín del zoco de afuera, entre las barracas. A la entrada nos recibe una vieja judía, que nos cobra el real moruno de entrada. En el barracón, en el fondo, el <cuadro>, como dirían en Madrid, de músicos y cantores. Hay un moro que toca un ronco violín, las mujeres, moras tangerinas y tunecinas, y judías argelinas, golpean las <tarisas>, especie de tambores de barro de forma de doble cono truncado invertido. Sírvenos té el turco de la fiesta prenupcial, el hombrecillo de mercurio, despojado esta vez de su brillante traje de seda roja. Tras un canto monótono que nos adormece, la bailarina, una <cheja> tunecina, se levanta, llevando en cada una de las manos un largo pañuelo que llega al suelo, y se dirige ante cada grupo de consumidores, iniciando la danza que es un verdadero simulacro lascivo. Cuando ella ha ejecutado algunos compases, el consumidor pone término a la danza, colocando sobre la frente de la <cheja> una moneda de plata. Al llegar a nosotros, su cara casi negra, pero bella, en su género de belleza salvaje, y expresivo, reluce bajo el sudor. Danza con los brazos bajos, inmóviles, arrastrando los pañuelos, los senos altos, erguidos y bellamente divergentes, vibran sin cesar, bajo la acción de la doble rotación del vientre, proyectándose de derecha a izquierda y de atrás adelante. Pongo un duro <asan> sobre su frente y siento bajo los dedos la sensación tibia y húmeda del sudor y el fino relieve del tatuaje que la adorna. En tanto que una mora adiposa, toda vestida de verde, consume ginebra, copa tras copa entre los hombres. Algunas extraviadas andaluzas abrazan a los horribles boteros negros del puerto, que muestran en sus caras una voluptuosidad transfiguradota.
Un retraso en el correo nos entretiene algunos días en Larache…”
Constancio Bernaldo de Quirós (1873-1959). Famoso criminólogo español, su carrera en la Administración Pública se vio truncada por la injusticia del régimen nacido tras la Guerra Civil española. Fue un hombre de gran humanidad. Licenciado en Derecho, en 1893 se matricula para el doctorado, inscribiéndose, entre otras, en la asignatura de Filosofía del Derecho, que dirigía Francisco Giner de los Ríos. Destacan sus obras sobre criminología, antropología y sociología, además de colaboraciones en revistas jurídicas, así como redactor del proyecto de nuevo Código Penal.
2 respuestas
es bueno de leer un parte de nuestra historia larachense que refleja un paisaje social de la distraccion in lugares destinidos a dar alegria a los machos …..tres relegiones en un baracon que se coabitan en un momento crucial …en este anyo empezan a hacer fundaciones del farro de sttah Nador ..
La foto es simpatiquísima… Esa chica de piernas tan llamativas, junto a otra mujer con la que la naturaleza se mostró más bien tacaña a la hora de otorgarle dones…
Jejejeje…
Un abrazo, amigo