Anronio Lozano me envió este relato de nuestro paisano José Luis Vázquez dedicado a los limpiabotas que vio trabajar en su juventud. Luego, el propio Pepe me ha comentado que este escrito apareció por primera vez en la página de HHH, pero que le parecía bien que lo colgara en este blog. Como es una pequeña y entrañable narración, creo que merece la pena que la leáis porque refleja fielmente la estampa que ha ido perdurando en Larache de esos niños limpiabotas. Me ha hecho mucha gracia la escena final porque es reconocible, y porque era así, el famoso salivazo final que ponía el broche de oro al trabajo concienzudo del modesto limpiabotas.
Como dice Pepe, es una lástima que no se conserven imágenes de ellos, y de lo que he alcanzado a encontrar solo he dado con la fotografía que Antonio Lozano me ha hecho llegar de su padre en el acto de homenaje al mejor limpia de Larache de aquellos años, una imagen realmente curiosa, y otra que hice en Larache hace unos años a mi amiga Chari, junto a los limpiabotas que trabajan tan duramente y a los que ella trataba de echar un cable en cuanto podía. Y he insertado también un fotogramas de la película <Happy day> de Abdeslam Kelai, de manera que hay aquí una inesperada colaboración entre un fotógrafo y un realizador larachenses para hablar de los limpiabotas de la ciudad…
Sergio Barce, marzo 2013
LOS LIMPIABOTAS
Aclarado ya el “trilema” de esta calle que se “apropiaron” los limpiabotas de Larache, sabemos que su nombre oficial era Pasaje del Teatro. ¿Recordáis? Era donde estaba El Pozo, en el sótano del Bar Central, Carmelo Rosendo, Español, Estanco Ortiz, etc.
Pero en estas líneas, pasados tantos años desde los cuarenta del siglo pasado, queremos dejar constancia que el paisaje de la calle lo dibujó con personalidad el gremio que en el ejercicio de su profesión catalizó el mayor protagonismo fueron los limpiabotas por lo que se hacían notar, merecedores por ello de este espacio como modesto homenaje de recuerdo en ese pequeño escenario de la calle Chinguiti entre las esquinas del Café Central y el Restaurante El Cocodrilo, frente al Teatro España.
El “limpia” era una especie especial –valga el juego de palabras para acrecentar su fama- que realizaba su trabajo con orgullo y pasión y, cuando altivos lo concluían exclamaban con cierta arrogancia: “Paisa, yastá” y de inmediato alargaban la mano anticipando lo que quiera antes de que el cliente preguntara cuánto debía, esperando, más que la contraprestación económica por el servicio, el gesto satisfecho del cliente al comprobar sus zapatos refulgentes como espejos.
Eran unos cuantos, de seis u ocho habitualmente, pero parecían muchos más. De algunos creo recordar vagamente sus rostros, mas de ninguno sus nombres o apodos. Eran, eso sí, cordiales, respetuosos y responsables de su trabajo; y experimentados y celosos guardianes de “la zona” donde los más veteranos imponían su mando férreo obstaculizando a los intrusos con buenas palabras para que se ubicaran en otra zona, hasta que se produjese una vacante. En cierta ocasión llegó con su caja aún sin estrenar – que se fabricó él mismo- un simpático jovencito osando ocupar un hueco en el territorio sagrado que los habituales se habían adjudicado sin consenso alguno y pasado el tiempo parece que fue admitido… Cada cual tenía sus clientes, e incluso atendían a domicilio sin recargo alguno por el desplazamiento, a personajes distinguidos que los otros no disputaban como si de un pacto no escrito se tratase, pues la palabra bastaba.
Era vox populi que el bueno del Comendattore Guagnino, el jefe de la Policía Municipal, el Ingeniero de Montes Mariano Jaquotot (que todos se disputaban, pues no elegía uno determinado), y ciertos militares de alta graduación que ante una visita importante descartaban a sus asistentes y recurrían a los servicios del limpiabotas si querían presumir sus “polainas” de cuero brillantes y lustrosas.
El secreto bien guardado de nuestros limpiabotas no estaba en la utilización de un tinte determinado, generalmente aguado, o del betún o crema grasienta de la marca Búfalo, nada de eso. El betunero confesaba en su jerga, que el misterio, la guinda de un trabajo bien terminado sello de la casa, estaba en el “salivazo” final, cepillado suave y abrillantado con la insustituible gamuza muy usada adiestrada para acariciar.
Gracias a los limpiabotas lucíamos por el paseo el calzado limpio y reluciente y proporcionaban cada mediodía a la calle una estampa típica y colorista que, creo, nadie perpetuó en una pintura, un dibujo o una fotografía. ¡Lástima!
Pepe Vázquez
13 respuestas
GRACIAS SERGIO POR RECORDARNOS A LOS LIMPPIABOTAS. RECUERDO PERFECTAMENTE A UNO QUE ERA YA ADULTO,, UN POCO GRUESO Y MUY MORENO, NO RECUERDO A LOS NNOS, MI PADRE Q.E.P.D. SIEMPRE SE LIMPIABA LOS ZAPATOS CON EL MISMO LIMPIBOTAS . A VECES NO LO ENCONTRABA EN SU PUESTO HABITUAL , PUES SE IBA Y REGRESABA BUSCANDOLO DE NUEVO.
ME HIZO GRACIA RECORDAR DE NUEVO LOS «»SALIVAZOS»». QUE TIEMPOS!!!!
LASTIMA COMO TU BIEN DICES, QUE NO HAY NADA QUE LOS RECUERDE.
BELLA
los últimos limpia botas de larache y los que resistieron al paso del tiempo eran dos uno se llamaba Ahribo,y el otro es que no me acuerdo de su nombre,tenia una chepa,todos los limpia botas se ponen en al rededor del café central,entonces se trabajaban con los españoles mas que con marroquíes,por eso lo del puesto de café central,alguno se colocaban en la puerta del que era entonces el casino español detrás del consulado los fines de semana,lo que si que no había son niños limpia botas,y la gente era mas necesitada que ahora,la verdad que ahora que sacas el tema los limpia botas eran parte del conjunto de fenómenos que desaparecieron con los españoles.lo que si me gusta es dejar claro que la relación entre el cliente y el limpia va mas allá de un trabajador y un cliente,había una complicidad humana,pero eso entonces era lo normal en larache porque toda la ciudad era una familia,y un ambiente de paz,era un rinconcito donde uno puede ver que la convivencia entre religiones y razas no es un tópico es real,y el mestizaje es lo mejor para enriquecer una cultura.
gracias sergio y espero y deseo que podemos vernos en larache y tomar mas que un té,
y un gran saludo a tu madre por favor,gracias otra vez jay.
Incha Al´láh, Abdel.
Espero que ese té lo tomemos pronto.
sergio
Entrañable relato y geniales comentarios
Los Limpiabotas hoy día pasaron a formar parte del pasado, aun en Caracas vemos algunos, en alguna que otra plaza….el uso de zapatos deportivos, y otros ha hecho que los hombres dejen de pulirse los zapatos.
Algún que otro oficinista y hombre mayor, de esos a los que le gusta ir de punta en blanco, acude a ellos…
Hermoso relato, precioso….
Hace dos años que estuve la ultima vez en Larache y los limpiabotas siguen en el mismo sitio que estaban aunque claro está que no son los mismos que nosotros conocíamos; creo que saque un video de la calle con los limpiabotas (no estoy muy seguro) tendré que buscarlo vamos a ver si puedo mandarlo desgraciadamente soy muy torpe con esto P.R
Francisco: Animo, trata de encontrarlo,yo soy tambien torpisimo con estas máquinas del facebou,pero Larache bien vale una misa.
Recuerdo cuando, de niña, observaba maravillada aquellos limpiabotas esmerándose por dejar impecables los zapatos de mi padre…
Un merecido homenaje a todos ellos es este bello relato. Ellos que también formaron parte de nuestro tan querido e inolvidable paisaje.
Querido Jose Luis Vazquez «Pepe».-Zaragoza
Desde Malaga donde me repongo de mi periodica quimio y con un ordenador sin acentos, te envio un abrazo y agradezco a Sergio que haya publicado tu ancestral articulo. Que aunque ya lo habia leido hace años en el HHH deºnuestro querido paisano Cardosa, no por ello me ha dejado nostalgico de nuestra inolvidable Larache y de sus peculiares personajes..
Un cariñoso abrazo y procura reponerte de tu pierna
Tus fotos del Encuentro en Madrid se han actualizado en http://www.acamlukus.es
Jose Edery
Yo recuerdo perfectamente al limpiabotas, que tenía algo de chepa, y también a otro que tenía un hermano gemelo, que tenía un bakalito en el zoco chico, y había otro al que llamaban » El Chuco » y se hizo popular porque abandonó el oficio y se hizo guía turístico, y solía acompañar a los militares americanos que venían a Larache los fines de semana procedentes de las bases que tenían en la zona francesa..
Lo siento creía tener una foto de los limpiabotas la he buscado por todas partes y no la he encontrado por ninguna parte quizá solamente estaba en mi imaginación «mil perdones» P.R
Me ha encantado, como siempre leer este precioso articulo, el salibazo, ahí reside el espectacular brillo, capaz de reflejar hasta los rayos del sol. Yo recuerdo a mi padre, al salir de Misa,( casi siempre lo haciamos por la calle chinguiti) sentarse, le daba igual, no tenía preferencias, creo que en el Casino tambien habia, aunque puede que me falle la memoria.