Mi amigo Fernando de Ágreda tuvo la paciencia y el detalle de enviarme hace ya unas semanas la postal que Mohamed Chukri le envió en 1986 para felicitarle por el año nuevo. Es sencilla, pero entrañable, y con el permiso de Fernando la he escaneado para que podamos disfrutarla todos, y para ver la letra de Chukri, su caligrafía, como si fuesen las huellas de una leyenda que hubiesen quedado grabadas en la memoria de su amigo.
Junto a esta postal, y las palabras del escritor Mohamed Chukri, trascribo un fragmento de un escrito de Fernando de Ágreda en el que cuenta uno de sus encuentros con Chukri.
Poner estas palabras que se dedican ambos amigos, es emocionante y reconfortante. De alguna manera, compenso a Fernando por mi tardanza en hacerlo, no p’or desidia sino porque tengo tanto material que me van enviando los amigos que a veces temo no cumplir con todos y no sé a cuál darle prioridad. Seguro que me perdona por ello, porque cuando vuelva a ver esta postal y estas palabras seguramente volverá a invadirle la nostalgia por el amigo que ya no está.
Sergio Barce, marzo 2011
Fragmento de “MOHAMED CHUKRI en Lavapiés”, por Fernando de Ágreda
Entro en el Metro, en la estación de Moncloa y, en poco tiempo, alcanzo la de Lavapiés directamente. Salgo a la calle, en plena plaza, cerca del Centro de Teatro y enfilo la calle Argumosa. Voy caminando viendo con asombro cómo ha cambiado esta zona de Madrid; personas mayores, emigrantes que van a sus quehaceres, tiendas nuevas y antiguas, locutorios… Parece un escenario en el que se mueve y se mezcla lo antiguo con lo moderno sin un orden establecido.
Hay bares y terrazas, obras en la calle, como si quisieran transformarla, ensanchando la horma de las aceras y los edificios. A poco de iniciar el recorrido mis ojos se fijan en un rostro conocido, allí, sentado plácidamente en una terraza, ante un vaso de cerveza está Mohamed Chukri, con su inseparable cigarrillo mirando distraídamente a la gente.
Me acerco y surge el gesto de sorpresa: me extiende su mano y yo me inclino, como si quisiera abrazarle. Me viene a la memoria nuestro primer encuentro en el Café Raccasa, en pleno Zoco Chico tangerino, donde Chukri se instalaba y escribía, como si aquel escenario fuera tan acogedor como la propia casa. Entonces tenía otra dirección: el “Collage Ibn Batouta” B.P. 136, en la misma y única ciudad (“sólo como un preso en la gran celda que es Tánger, desde 1981”), en cuya biblioteca trabajaba o enseñaba.
La primera sensación me la ofrece su acento tan especial, su fácil expresión en la misma lengua en la que nos comunicamos. Se nota que aprecia esa forma de pronunciar las palabras y hablar con la gente, es un idioma que él ha querido incorporar a su vida y a su escritura. Parece que nos conociéramos desde hace mucho tiempo.
Me imagino que el mundo se ha detenido: todo se centra en nuestro encuentro. Somos dos seres entre los que se transmite una corriente de amistad que envuelve cada gesto, cada palabra, cada silencio. La presencia de Chukri en este barrio de Lavapiés no resulta extraño, quizá sólo para él, que sólo amó una misma ciudad: Tánger, donde vivió desde 1951, y más que eso: el teatro de la vida en esa ciudad que hizo suya para siempre.
Por eso quisiera imaginar la presencia de Chukri entre nosotros, esta misma tarde. No sería difícil que él pudiera amar esta ciudad: Madrid, y este barrio que hoy nos parece más próximo a esa cultura, a esas maneras que nos traen su recuerdo.
Siempre añoraré las breves visitas en las que nos reunimos. Sólo me queda la imagen quieta de un hombre admirable, digno, muy digno, un amigo irrepetible: “Yo estoy comprometido socialmente. Me inclino a defender a las clases marginadas, olvidadas y aplastadas. No soy Espartaco, pero creo que todas las personas tienen una dignidad que tiene que ser respetada. Aunque no hayan tenido oportunidades en la vida”, como reconoció el mismo Chukri en la entrevista que mantuvo con Javier Valenzuela, publicada en “Babelia”.
¡Leamos a Chukri! Algún día me gustaría publicar las cartas que me envió Chukri en su castizo español que dominaba con soltura. Será la imagen de un escritor que todavía no era “famoso” en el mundo literario. Ahora, por ejemplo, encuentro su felicitación de Año Nuevo, en una bonita postal y dice:
“Tánger, 16 de enero de 1986
Querido Fernando: Feliz año nuevo, aunque es un poco tarde. He pasado una larga temporada en Casablanca para publicar, durante tres meses, tres libros: “Al-jayma”, colección de relatos, censurada, después de ser bien vendida, “Maynun al-ward”, relatos, segunda edición después de la primera edición libanesa, y “Al-suq al-dájili” en los próximos días, porque tengo que corregir algunas faltas. Te doy las buenas gracias por tu buena amistad y amabilidad y por el artículo sobre Jean Genet.
Hasta pronto. Tu amigo que siempre te aprecia,
Mohamed Chukri”
Fernando de Ágreda, arabista, ha trabajado para la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas, de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), y se ocupó de la redacción de la Revista «Awraq«, de Estudios sobre el Mundo Árabe e Islámico contemporáneo. También ha sido profesor en la Facultad de Filología, departamento de estudios árabes, en la Universidad Complutense de Madrid y ha publicado varios artículos sobre la literatura marroquí contemporánea y sobre los hispanistas del mundo árabe en revistas dedicadas a estos temas.
5 respuestas
¡Gracias querido Sergio! Ha merecido la pena esta espera para recuperar a un amigo como Chukri y un tiempo en el que disfrutamos tanto. Me emociona volver a leer estas líneas que me traen buenos recuerdos, llenos de esa comunicación tan especial como la que se da en esas ocasiones. Al recuperar los recuerdos la imaginación hace su papel y se produce la magia del reencuentro.
Gracias de nuevo por tu amabilidad y hasta pronto, en Madrid.
P.D. Lavapies es el barrio donde está situado el Centro Hispano-Marroquí, como sabes.
Yo también me alegro al ver tus palabras.
Sí, recuerdo que está allí, claro.
Nos veremos muy pronto en Madrid.
un abrazo
¡Qué nostalgias!… ¡Los buenos tiempos!…
Las Paces para Chukri, abrazos para Fernando y buen saludo a Sergio quien resucitó todo aquello…
… Y lavapiés es el lugar donde está situado todo un imaginario…
Gracias, Bakri, por tus comentarios. Me alegro haber ayudado a resucitar, como tú dices, el imaginario de Mohamed Chukri, aunque sólo sea un poco.
Un abrazo,
sergio