Desconozco la edad que tendría Mohammed cuando se hizo esta foto, ya era un joven atractivo y robusto; pero la relación que mantuvo con mi abuelo materno y con mi madre es otra de esas pequeñas historias que merece ser contada. Os desvelaré que forma parte de la nueva novela que estoy escribiendo, y también de un artículo que preparo sobre la vida cotidiana del Protectorado.
Mohammed. Mi madre sólo conserva esta pequeña fotografía de Mohammed, y cada vez que vuelve a Larache la lleva en su bolso y la enseña con la esperanza de que alguien le dé razón de ese chico que, ahora, será un hombre mayor.
La historia, resumida, es muy sencilla: mi abuelo materno, Manuel Gallardo Gallardo, fue motorista de Obras Públicas mientras vivió en Alcazarquivir. Pero las cosas del amor le llevaban, una y otra vez, a Larache, donde ya había estado mientras prestó el servicio militar, en el Cuerpo de Regulares. Decidido a no perder a la mujer que le hacía recorrer sin descanso esa larga carretera, se estableció por fin en Larache con un amigo, en el Barrio de la Bilbaína, e insistió hasta que logró que María Eduarda accediera a sus pretensiones. Finalmente se casaron, y buscaron una casa en ese mismo barrio larachense.
Los peores años de su vida transcurren durante la guerra civil española. Republicano de convicción, las circunstancias le obligaron a conducir camiones en los que transportaban a los <rojos> hechos prisioneros que los golpistas utilizaban para abrir zanjas en las carreteras de Larache y de Alcazarquivir, una verdadera tortura personal que le marcaría profundamente. En 1938, un accidente fatal vuelve a golpearle de una manera atroz: mientras estaciona un camión, al dar marcha atrás, atropella a una niña pequeña que baja a la calzada y a la que no puede ver, y la chiquilla muere en sus brazos.
Se incorpora al cuerpo de motoristas de Tráfico, paradójicamente sirviendo para la Alta Comisaría. En 1946 fallece su hijo Juanito, mi tío, el hermano de mi madre, a la edad de siete años a causa de un error médico. Otro hecho fatídico que hará que nunca, en toda su vida, olvide a su hijo, pasaran los años que pasaran. Mi abuela enloqueció de alguna manera: se marchaba todos los días en compañía de mi madre al cementerio de Larache, el antiguo cementerio, para estar al lado de Juanito… Su obsesión llegó a tal extremo que algunos días mi madre ni siquiera acudía al colegio, pues las dos permanecían sentadas junto a la pequeña tumba de Juanito –que continuamos visitando cuando regresamos a Larache- y allí se quedaban hasta que anochecía. Sólo cabía una solución: marcharse de Larache. Por esta razón, mi abuelo Manuel Gallardo pidió el traslado a Villa Sanjurjo, la actual Alhucemas. Y allí aparece Mohammed.
Mohammed era un niño de la misma edad de mi madre. Era un limpiabotas, pero también se las apañaba para hacer pequeños trabajos en el cuartel del cuerpo de motoristas. Poco a poco, le robó el corazón a mi abuelo, y pasó a formar parte de su vida en Alhucemas. Siempre iba con él a todas partes. El resto de sus compañeros ignoraban a ese chaval, pero mi abuelo lo protegió de las inclemencias que azotaban su infancia. Estoy casi convencido de que vino a ocupar el vacío de Juanito. Para mi madre, se convirtió también en su nuevo hermano.
Seis años después, mis abuelos decidieron regresar a Larache. Recuerda mi madre que mi abuelo, serio y entristecido porque iban a alejarse de Mohammed, fue embalando todos los enseres familiares, llenando el camión en el que harían el largo viaje de vuelta. Cuando acabaron de hacerlo, vio que Mohammed los observaba en silencio, llorando a mares. De hito en hito se restregaba los ojos y los mocos con las mangas de su jersey. Nadie había tratado a Mohammed como lo había hecho mi abuelo Manuel Gallardo. Probablemente por eso, Mohammed dejó de llorar, dio un brinco y, sin pensarlo, corrió hacia el camión cuando mi abuelo le hizo un gesto con la mano para que subiera a él. No podía abandonarlo allí solo. Mi madre se abrazó a Mohammed, y el camión comenzó a traquetear por la carretera, dejando Alhucemas muy atrás…
De nuevo, en el barrio de la Bilbaína. De nuevo, cuatro personas en la casa: mis abuelos, mi madre y Mohammed. Él tendría entonces unos catorce años.
Al principio, hacía pequeños trabajillos que le encargaba mi abuelo, hasta que él logró que admitieran a Mohammed como ayudante en la Guagua, la de Olegario. Por esa época, ya vivían en otro lugar, en el Barrio del Relojero, frente al de Nador…
Mohammed seguía junto a su nueva familia. Su buen hacer le hizo ganarse la confianza de sus empleadores, pero mi abuelo quería que se asentara en otro trabajo mejor y consiguió esta vez que le contrataran en La Escañuela. A partir de ahí, Mohammed se fue haciendo hombre y con el tiempo adquirió un taxi, y luego un segundo vehículo…
Los años pasaron. Mis abuelos se vieron forzados por las circunstancias que sobrevinieron con la Independencia de Marruecos a marchar a Málaga, y Mohammed se quedó lógicamente con su negocio de taxis…
Mi madre regresaría a Larache tras casarse con su novio de siempre, y se establecieron en el Balcón del Atlántico. Volvió a ver a Mohammed en un par de ocasiones, y un día desapareció para siempre.
Los años continuaron pasando. En 1973 salí de Larache con mis padres y mis hermanas rumbo a Málaga, donde seguían mis abuelos. Al partir, nos desgarramos por dentro. Y abandonamos algo en nuestro pueblo, algo intangible pero dulce que siempre nos acompaña. Mi madre dejó además a Mohammed, o al recuerdo de Mohammed, porque ya no lo había vuelto a ver, pero siempre llevaba guardada una pequeña foto suya. Desde entonces, ha pensado que Mohammed regresó a Alhucemas, que siguió prosperando en el pueblo en el que conoció a mi abuelo. También quiere pensar que nunca se olvidó de Manuel Gallardo, el motorista que le cuidó durante tantos años, ni tampoco de ella.
Cuando va de viaje a Larache, mi madre lleva en su bolso la foto de Mohammed. En las ocasiones en las que está rodeada con personas de cierta edad, la saca y pregunta si lo reconocen, con la secreta esperanza de que alguien le dé noticias de él. Pero no ha tenido suerte hasta ahora. Quizá Mohammed ya no viva, no lo sé. Tal vez siga conduciendo su taxi, o sea su hijo quien lo haga, o ya no tenga taxis y viva tranquilamente su retiro. Es difícil imaginar una vida. Pero estoy convencido de que nunca habrá olvidado a mi familia, y que mi madre, quién sabe si en el próximo viaje a Larache, encontrará su rastro y tendrá noticias suyas, aunque sean las últimas noticias, y calme así la incertidumbre sobre lo que fue de Mohammed, el niño que subió a aquel viejo camión en Alhucemas y viajó a Larache para encontrar su destino.
Mohammed, ese chico de la foto, el niño de Alhucemas.
Sergio Barce, diciembre 2012
22 respuestas
Hola Sergio.
Tenia muchas ganas de volver a leer uno de tus relatos.
Acabo de terminar «Archipiélago Gulag» de Aleksandr Solzhenitsyn. Que relata el sufrimiento vivido por los prisioneros en los Gulags sovieticos, y como terminan aceptándo la corrupción política y la decadencia moral como algo normal, es terrible. Me ha resultado muy cruda y desgarradora, y algo pesada de leer
Cierro el libro, enciendo el ordenador, y me encuentro con este relato tuyo tan humano y cargado de sentimiento. Imagínate como me ha reconfortado. ha sido como una «tilita» bien cargada.
Un beso.
Mayte, lo que dices de mi relato es un alago muy curioso, es un efecto que no pensaba causar, pero resulta reconfortante haberlo conseguido.
lo leí muy jovencito y me impactó mucho en su momento, sin embargo ahora creo que sería incapaz de leer algo tan mastodóntico, estoy tendiendo a cosas más sencillas, más cortas, y con el tamaño de letra suficientemente grande para no estar forzando la vista, y sobre todo de autores que merezcan la pena… cómo anda ya uno… jj
Un beso
Buendía Sergio:
Gracias por dejarme compartir contigo ese hermoso relato. Aún me caen lágrimas de la emoción, porque todos los que nos hemos visto obligados de una forma u otra a dejar nuestra querencia sabemos del dolor del desarraigo y del reconocimiento cuando recibes el afecto de personas que entran en tu vida en un mundo nuevo al que has llegado y que te han acogido cariñosamente. Siempre digo que mi vida en España es una reencarnación, ya que mi otra vida quedó en Uruguay.
Lloré con tu relato, también, es verdad que estoy más sensibilizada porque el 9 de enero viajo a mi tierra después de 10 años sin visitarla, y me ilusiona volver a pasear por mi Montevideo, volver a abrazar a mi familia y sus nuevos integrantes que sólo conozco a través de facebook.
Te felicito por tu sensibilidad y por la humanidad que encierran tus relatos. Gracias y si no nos vemos que tengas unas lindas fiestas.
Isabel
Querido amigo y paisano Sergio
Ante todo mi más sincera enhorabuena por el galardón a título personal que por tus incuestionables méritos como larachense recibiste en Madrid recientemente como «Premio Jardín de las Hespérides»-.Mazal Tov
El relato que acabo de leer, fruto de tu magnífico estilo literario, me ha impresionado y emocionado
Cuando leo a Kipling, a Byron, a Varela, a Machado, me impresionan y me gustan sus relatos pero no me emocionan. El tuyo si porque te tenemos un sentimiento que no compartimos ni experimentamos con esos y otros grandes literatos, y personalmente y te tengo cariño, afecto y admiración
Eres buen escritor, eres un muy buen vate, eres un magnífico narrador, pero les ganas a todos ellos en que no tienen el cariño emocional como tu tienes de tus paisanos cuando leemos tu prosa o tus versos.
Un fuerte abrazo y afectuosos neshikots a la familia
José Edery
¿Qué te puedo decir, Pepe? Que me ha encantado que me llames vate. Y que el afecto es mutuo.
He de darte las gracias por tu bello comentario, ya sabes que cuando escribo de Larache o de la gente de Marruecos lo hago desde las entrañas, y así sale. También te agradezco la concesión del premio que mencionas, sé que eres uno de los valedores para que me lo diesen junto a otros paisanos que tenían más méritos.
Espero verte pronto.
Un abrazo
sergio
Querido Sergio: Siempre es agradable leerte, sobre todo cuando recuerdas a alguien de nuestra tierra. Sin saber porque cuando cuentas la historia de Mohamed, me ha venido a la memoria, cuando nos contaste aquella emotiva historia de»Mina La Negra» . Sigue así porque personas como tu, hacen que mantegamos vivos nuestros recuerdos , de Larache.Un abrazo. Pepe.
Buena memoria, Pepe. Pues sí, son dos historias familiares que son muy parejas, a Mina la encontramos, a Mohammed no. Pero los vínculos que mantuvimos con nuestros paisanos marroquíes fueron más estrechos de lo que realmente pensábamos. Un abrazo
sergio
Si hay algo común en muchos de nosotros, los forzados al desarraigo, me atrevería a resumirlo en ese gesto – diría más bien sentimiento – entre la mano tendida de tu abuelo y Mohamed corriendo tras el camión. La escena es tan conmovedora y está tan magistralmente narrada que me ha costado desanudar la garganta. Es un relato que me ha impactado profundamente de principio a fin, cada episodio, los sentimientos hermanados, el círculo familiar, el vacío de la pérdida… todo ello cargado de emotividad y de verdad. De esa verdad que nos hace vulnerables porque nos conecta con aquello que realmente sentimos. Gracias Sergio, por esta belleza de relato.
Un fuerte abrazo.
Fran, como siempre pones el contrapunto perfecto. Te mando un abrazo muy fuerte
sergio
Sergio, como ya sabes soy nula escribiendo, por lo que siento un respeto muy grande por cualquiera que lo haga, y sobre todo, por cualquiera que que cuando leo su obra,sea mas o menos real o fabulada, sea capaz de hacerme sentir algo y por supuesto Solzhenitsin aunque me ha resultado denso por momentos, pesado y muy difícil de leer, si hay algo que no me ha dejado ha sido indiferente.
Mientras lo leía pensaba que debería ser lectura obligatoria en los institutos(creo que en Rusia se hizo una edición reducida para adolescentes). creo que ayudaría a los jóvenes a comprender mejor la historia mas terrorífica de nuestra época , y a conocer hasta donde puede llegar la maldad del ser humano y la corrupción de un sistema político, que parecía la solución a los problemas del mundo, pero resulto complicado y acabo devorado por sus propios dirigentes y siendo el mayor genocidio del siglo XX, y tal vez de la historia.
Me has descolocado. No entiendo muy bien que has querido decir con lo de autores que merezcan la pena… yo seria capaz de decir que autor me gusta mas o menos, pero cual vale o no la pena….creo que no podría hacerlo.
un beso.
Cuando hablaba de autores que merecen la pena me refiero a que ya busco en las novelas o relatos que quiero leer algo que me emocione, que me conmueva, que me diga algo que merezca la pena ser leído, lo que no quiere decir que desdeñe a nadie, todos los escritores merecen mi respeto porque cada cuál escribe sobre cree que debe escribir, pero en realidad quiero aprender de ellos y si no lo hago pues eso, que entonces no merecen la pena. Solschenizyn me marcó en su momento, y le admiro, y quizá tengas razón en que habría que leerlo en los institutos, a él y a unos cuantos más.
un beso
sergio
Magnifico y emocionante relato . Muchas gracias Sergio. Tu género de narración es un modelo a seguir.
Gracias a ti, Ahmed.
Un abrazo
Este magnifico relato escrito con tu especial estilo es una joya. Me uno al doctor Edery en lo que dice de tus escritos que abren el alma de los que lo leen, porque estan escritos de una manera penetradora. Ya hace poco tiempo te he calificado de titan de la narrativa,. No me equivco.. UN ABRAZO.
Muchas gracias, Driss, me abrumas, de verdad. Lo importante es que te haya gustado el relato, un abrazo
Que precioso relato, me ha emocionado, especialmente el comentario de tu madre con la foto de Mohamed . Me gustaría que en uno de sus viajes a Larache , finalmente supiese alfo de el . Un abrázo Sergio
Ojalá ocurra, Marce, sería estupendo.
besos
Asi,solo escribe quien es capaz de desembalar del gran cajon de los sentimientos y recuerdos la majestuosidad del ser humano.GRANDE Sergio
Tu forma de contar me llega hondo una vez más… la historia de tu abuelo y de Mohammed me emociona intensamente y la búsqueda incesante de Maruja -tu madre- nos muestra ese gran amor por su nuevo hermano. Este relato nos muestra una vez más esos lazos que nos unen por encima de religiones y prejuicios. Comprendo y comparto esos sentimientos, estoy pasando por ello en la actualidad y de verdad que el alma se rompe por dentro cuando alguien a quien le has cogido mucho amor ha de volverse a su país irremediablemente…
la separación es inmensamente triste y deja un gran vacío difícil de llenar.
Sergio… necesito con urgencia un nuevo libro tuyo… lo añoro… tal vez así te quiera hacer entender cuánto admiro tu narración tan plena de vida!!
Un beso
Joana, no sé qué decirte. Ojalá pudiera anunciar que he encontrado editor para las novelas que ya tengo terminadas, pero la crisis golpea todos los sectores y la verdad es que las puertas parecen más cerradas que nunca. Sin embargo, tengo la esperanza de que alguna de ellas vea la luz pronto. El aliento como el que tú me das con tus palabras me empujan a no cejar.
un beso
sergio
Querido Sergio: Sigo frecuentemente tu blog, y debo reconocer que algunas cosas me interesan muchísimo y otras no tanto. Sabes que, a pesar de haber nacido en Larache, fui “trasterrado” a Alcázar con sólo 3 años y a Barcelona con los trece recién cumplidos.
Durante mis años alcazareños, sólo íbamos a Larache para visitar a tu (mi) familia, para bañarnos en la playa en verano y para que el dentista me atendiera. Por eso, cuando habláis de cosas muy relacionadas con el pueblo “me pierdo en el enredo de sus calles sombrías” y cuando contáis cosas sobre personas pierdo normalmente la referencia de quien nombráis.
Pero tu entrada del día 6 de diciembre pasado, la referente a “MOHAMMED, EL NIÑO DE ALHUCEMAS”, me ha hecho poner todas mis neuronas en tensión y, al final, he quedado impactado. Suponiendo que con lo expuesto por ti acabas con la información referida a Mohammed, puedo hacer una aseveración que quizá pueda sorprenderte: YO PUEDO SEGUIR LA HISTORIA, no la de Mohammed, sino la de su novia Kasmía.
¿Te lo cuento aquí o te lo remito por e-mail?
Abrazos
Juanma (con el identificador de mi esposa)
Querido Juanma: Me has dejado impactado!! Y cuando lo sepa mi madre, ella sí que se va a quedar sorprendida.
Pues mira, yo creo que, lo más acertado, sería que me lo relataras y me lo enviaras por email, y lo pongo como entrada para quese puda leer mejor por los que visitan el blog. Y sería una bellísimma continuación a esa parimera parte de la historia.
Lo espero con verdadera ansiedad.
Un abrazo, primo
sergio