Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

«NINGUNO HABÍA PROBADO EL ALMUERZO», UN RELATO DE SERGIO BARCE

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

NINGUNO HABÍA PROBADO EL ALMUERZO

Sergio Barce, Octubre 2010

Ninguno había probado el almuerzo, como si el hambre se hubiera saciado al encontrarse allí una vez más. Pero ella le miraba con las pupilas dilatadas, deseando penetrar en su cerebro y leer lo que pensaba. Inocente, creía que era ahí donde se almacenaban sus ideas. Él, sin embargo, trataba inútilmente de escribirlos en sus ojos. Ensordecedor, el silencio se adueñó como en las otras ocasiones del espacio que los separaba, tan elocuente que esta vez les sorprendió a ambos. Miró un segundo a través del ventanal del restaurante, y vio unos niños jugando en los columpios. Cerró los párpados, y la oscuridad que descubrió tras ellos era como un presagio de futuro, lo que le hizo comprender que sin ella todo carecía ya de sentido. Rápidamente, abrió de nuevo los ojos con la ansiedad de que fuera demasiado tarde. Pero ella seguía allí sentada, y eso le tranquilizó. El hombre regresaba justamente en ese instante del cuarto de baño, arrastró su silla y se sentó entre ambos, dándole la espalda a él. Su corpulencia le impedía seguir viéndola. Les oía hablar, aunque no descifraba su conversación. Entonces se sirvió una copa de vino, mirando otra vez distraídamente a los niños que seguían jugando fuera, y volvió a escuchar el ajetreo del restaurante, como si toda esa gente hubiese estado conteniendo la respiración durante todo ese tiempo. Cortó un trozo de carne, muy lentamente, para llevársela a la boca. Ya estaba fría. Mientras masticaba, les vio levantarse y dirigirse a la puerta de entrada, el hombre cogiéndola del talle, sin que ella tuviera ese día la oportunidad de volver la cabeza. Eso fue un tanto frustrante, y aunque no era la primera vez que ocurría no lograba acostumbrarse a esa clase de despedida agridulce, sin la estela de su mirada. En cuanto ellos salieron, notó que la luz del local decaía imperceptiblemente, el atardecer adelantándose de pronto. Se limpió la boca con la servilleta, y luego miró la hora. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Ya quedaban cinco minutos menos para volver a verla a la semana siguiente.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

6 respuestas

    1. Muchas gracias, Alejandra. Trataba de hacer un ejercicio de detalles, de sugerencias, maniobrar con un relato corto para dejar abierta la imaginación a cada lector y que fuera éste el que imaginara su fnal. No sé si lo he logrado, pero al menos, por lo que dices, creo que atrapa.
      Un beso,
      sergio

  1. Me ha gustado un montón, y las otras cosas que escribes tambien. Sigue escribiendo, lo haces muy bien y los demás disfrutamos leyéndote.
    Mi madre acaba de leer «Ultimas noticias de Larache», y ha viajado a nuestros recuerdos.
    Un abrazo,
    M.Carmen

    1. Hola Mari Carmen:
      Que alguien te diga que disfruta con lo que escribes y que, además, logres que viajen a sus recuerdos, es la mayor recompensa que se puede recibir. Gracias a vosotras, por leerme y por escribir vuestras impresiones. Sinceramente, son las que me animan a seguir escribiendo.
      Besos,
      sergio

  2. Me atrapó a partir de la tercera línea, desde el hambre en los ojos.
    Tienes una manera de narrar que se me antoja como muy «cinematográfica» yuxtaponiendo los planos y contraplanos, el sonido ambiente, las miradas.. y que hace que la historia me resulte excitante y turbadora. La parte (secuencia) en la que el otro vértice del triángulo regresa del baño, se sienta entre ambos.. «su corpulencia le impedía verla» y que ésta sea la razón por la que sólo puede adivinar las expresiones y gestos de ella e intuir sus respuestas, me encantó.
    Sí, le toma temperatura a ese trozo de carne que se lleva a la boca. Está fría. Prólogo venganza del próximo encuentro.
    Es un placer leerte, Sergio.

    1. Gracias, Fran. Me encanta lo del «prólogo venganza…»
      Que escriba muy cinematográficamente ya me lo han comentado antes, especialmente con «Sombras en sepia» y con «Una sirena se ahogó en Larache», suelen decirme la gente que no conoce Larache, que leyendo mis novelas pueden verla con cada frase, imaginarla al detalle y sentirse en medio de ella. Y lo que, como nosotros, son de allí, que regresan literalmente…
      Yo creo que el cine me ha influido muchísimo, porque es una de mis pasiones, y eso lo ha heredado mi hijo Pablo que estudia cine precisamente. Kelai me dijo que sería estupendo adaptar «Una sirena…» al cine, y yo sé que es muy «rodable».
      Bueno, no me enrollo. Un abrazo
      sergio
      PD: tus comentarios sí son pequeños relatos llenos de matices. Magníficos.

Deja una respuesta

Hello, I'm Naomi Hunt

I am a writer, blogger, and traveler. Being creative and making things keep me happy is my life's motto.

Mis obras

Get Curated Post Updates!

Sign up for my newsletter to see new photos, tips, and blog posts.