La periodista y escritora Nurya Ruiz me invitó a presentar mi novela La emperatriz de Tánger en el Centro Documental José Luis Cano de Algeciras, un edificio magnífico. Me explicó que primero habría una charla sobre novela negra y luego abordaríamos mi libro. Al aceptar el reto, pensé cómo enfocar el primer tema sin ser aburrido y, sobre todo, cómo salvar el escollo sabiendo como sé que, como lector, no soy un fanático del género. Le pregunté un par de días antes a Nurya si sólo intervendría yo en ese asunto, y al confirmarme mi sospecha preparé sobre la marcha un texto que, por lo que me dijeron, gustó mucho. Lo reproduzco más abajo. No es nada pretencioso, sino más bien un brindis por algunos libros que me han gustado.
Nuria, junto a Carmen Sánchez, de la revista Hércules, hicieron la introducción y hablaron de mis libros, con mucho cariño, hay que decirlo, y luego Carmen leyó un párrafo, de los más sensuales de la novela. Como broche, antes de que se abriera un pequeño debate sobre La emperatriz de Tánger, Juana Mª Moreno, actriz de doblaje y de teatro radiado (en su larga carrera está por ejemplo su trabajo en la radionovela Lucecita), con una dicción perfecta, leyó también otro fragmento de la novela que nos dejó a todos sorprendidos porque no sólo leía el texto sino que, en los diálogos, interpretó a Esther Lipman y a Augusto Cobos… No pudo ser más visual, y original.
Como asistían varios escritores, las intervenciones finales en el coloquio fueron muy interesantes y enriquecedoras. Nos lo pasamos muy bien. En resumen, la presentación en Algeciras fue de lujo. Por supuesto, no falló mi amigo y paisano larachense Eduardo Espinosa.
Sergio Barce, julio 2015
Llevo en la comisaría de Algeciras desde las tres de la tarde, y la conferencia comienza a las siete. Aún no sé exactamente el motivo por el que me han parado cerca de la desviación al puerto y por qué me han detenido. Pero aquí estoy, declarando en medio de mi desconcierto, preocupado porque quizá no llegue a tiempo a la charla.
-Querría aclararles que no soy ningún especialista en novela negra, ni siquiera soy un lector voraz de novelas negras. Pero, como todo escritor y como todo lector, obviamente tengo mis títulos favoritos dentro del género negro o noir.
Me quedo callado. Los ojos del comisario Pérez me taladran con un desprecio inesperado.
-¿Quiere hacerme creer que no sabe nada de literatura negra? –el inspector Martínez le pasa una carpeta, y sé en ese instante que saben más de mí de lo que imaginaba. Pérez abre el expediente, lee algo y me mira por encima de la montura de sus gafas-. ¿Qué sabe de Poe? Porque habrá leído a Edgar Allan Poe…
-Claro que he leído a Poe –confieso-. Sé que Los crímenes de la calle Morgue se considera el arranque de lo que hoy conocemos como novela negra o policíaca, con un detective de protagonista. Creo que hablamos del detective Dupin.
-Continúe –me ordena el comisario asintiendo con la cabeza.
-Bueno, en realidad era un cuento más que una novela –añado, sin saber a dónde me lleva este interrogatorio sobre literatura y que bien podían hacerme más tarde tras la conferencia, incluso en la misma conferencia. El caso es que he de seguir hablando si quiero salir de aquí-. El detective se llamaba August Dupin, y fue el modelo empleado por Conan Doyle para su inefable Sherlock Holmes. Pero hay una diferencia sustancial entre ellos… Dupin no ha tenido mucha suerte en el cine, mientras que Sherlock Holmes ha sido encarnado por actores inmensos y se han filmado muy buenas películas y series con el doctor Watson a su lado…
Siento cómo inesperadamente el inspector Martínez da una zancada, sorprendiendo incluso al comisario, que se le queda mirando con cierta estupefacción cuando lo ve ya encarado a mí. Lo tengo a menos de un centímetro de mi cara, y, al increparme, su mal aliento me abofetea con violencia.
-¡Estamos hablando de literatura! ¡No de cine! –me espeta arrastrando sus palabras hediondas.
No sé cómo puedo mantener el tipo, pero no me amilano y continúo largando.
…
-Lo siento. He crecido viendo mucho cine y leyendo también muchos libros, y, a veces, los confundo. Algo que comienza a preocuparme con la edad, se lo confieso… Los personajes se convierten en los actores que he visto en las pantallas, y cuando bebo demasiado, llego incluso a confundir una novela con su versión en cine… Eso me ha creado muchos problemas. Esa es la verdad. Pero también dicen que narro de una manera muy cinematográfica, que es fácil visualizar mis historias. Y eso me halaga.
-¿De veras ha habido actores tan buenos interpretando a Sherlock Holmes?
El comisario se atusa su bigote mientras arquea una ceja bajo la mirada inquisitiva de su ayudante, que no cree que pueda estar preguntándome algo así. Me doy cuenta de que a ese hombre le gusta también el cine, y trato de granjearme su simpatía.
-Benedict Cumberbach y Robert Downey jr., son sin duda los dos últimos grandes intérpretes del personaje, pero antes tuvo el rostro de Basil Rathbone, Christopher Lee, Michael Caine, Christopher Plummer, e incluso Charlton Heston lo encarnó en una ocasión… Pero mi favorito siempre ha sido Peter Cushing.
-En eso estamos de acuerdo… -admite sorpresivamente el comisario Pérez-. Pero no estamos aquí para esto, Barce. Usted ha sido detenido porque tiene, hasta el momento, dos novelas que podrían pertenecer al género negro… El libro de las palabras robadas, y la que creo que intenta presentar hoy aquí, en Algeciras: La emperatriz de Tánger. Y necesitamos saber cómo un escritor como usted, que suele narrar vivencias muy intimistas, ha acabado por abrazar este género… -alzando la mano, me prohíbe que le responda, y el comisario sigue sermoneándome-. Me ha demostrado que conoce al menos el origen de la novela detectivesca o policíaca, pero convendrá conmigo que los grandes maestros son los americanos.
Asiento con la cabeza. Eso es irrefutable.
-Tiene toda la razón. De hecho, la novela negra que me fascina realmente es la americana. Quiero recordar que los primeros autores del género que leí y que me impactaron fueron Dashiell Hammett, Raymond Chandler y James M. Cain.
-Esto comienza a gustarme más… -apunta con sorna el inspector Martínez, que tiene, además de su mal aliento, un cierto aire de desvarío. Se aparece a un actor, pero aún no lo identifico.
-Ya le digo… -añado con cierta aprensión a sus reacciones-. Cosecha roja de Hammett la leí varias veces, en una edición que compré de segunda mano, cuando siendo estudiante no tenía una peseta. Me encantaba ese enigmático Agente de la Continental, que no tenía nombre. Luego vinieron El hombre delgado y El halcón maltés. Ya sabe… Humphrey Bogart.
-¡Querrá decir Sam Spade!
Cuando vocifera el nombre del detective, me doy cuenta de que el inspector Martínez se contiene para no abofetearme. El comisario hace un gesto para que se calme.
-Lo siento –musito, tragando saliva-. Ya les dije que a veces confundo cine y literatura-. Y entonces les arrojo mi pregunta con toda la osadía de la que soy capaz: Díganme: ¿qué sería de Sam Spade sin Humphrey Bogart?
-Será capullo –el puño de Martínez se tensa, preparado para machacarme la cara. De nuevo su superior, sale al quite, atemperándolo.
-Tranquilo, Martínez. La verdad es que Barce no deja de tener algo de razón…
Los dos policías se miran unos interminables segundos, y por un momento creo que van a enzarzarse en una pelea. Yo trato de seguir con mi confesión. Quiero dejar las cosas claras, que me suelten; si este interrogatorio se alarga más no llegaré a tiempo a la presentación de mi libro en el centro José Luis Cano… Y Nuria Ruiz dejará de invitarme en el futuro.
-Luego estaba el personaje más famoso de Raymond Chandler: Philip Marlowe. Lo descubrí en El sueño eterno, Adiós, muñeca y El largo adiós… Chandler es un escritor magnífico, al que admiro de verdad.
-¿Mejor escritor quizá que Dashiell Hammett?
La pregunta de Martínez está envenenada. Intuyo que en su podrido cerebro urde alguna trampa en la que pretende que yo caiga.
-Me gustan los dos… -digo-. Hammett dota de más acción a sus historias, es más directo; Raymond Chandler es más estilizado, más irónico y sarcástico.
El inspector asiente con la cabeza, como un perro que estuviera a punto de morder pero que al final da unos pasos atrás.
-Tal vez tenga razón –dijo relajándose por un segundo.
Sin embargo, no puedo contenerme, y tras volver a tragar saliva, sabedor quizá de lo que me juego, añado:
-A Philip Marlowe también lo confundo con Humphrey Bogart…
-La madre que lo parió… -masculla Martínez, y, girando sobre sus talones, como un bailarín, golpea la puerta para no lanzarme un directo a la mandíbula. Entonces es cuando lo reconozco: se parece a Lee Marvin.
-¡Martínez! Salga y tranquilícese…
La orden del comisario hace que deje escapar no solo el aire que retengo en mis pulmones, sino también la tensión que se ha ido acumulando en mi cabeza. Se lo agradezco con un prolongado suspiro de alivio.
-Así que Bogart y Marlowe… -dice el comisario cuando Martínez nos deja solos dando un portazo-. ¿Quiere saber algo? Me ocurre como a usted… Para mí, Philip Marlowe es Humphrey Bogart. Hemos crecido con esos iconos, y ya es difícil de deshacernos de ellos. ¿No le parece?
-Le agradezco que me diga esto.. –respondo, recobrando la compostura.
-Sin embargo, antes nombró también a James M. Cain… ¿Por inercia? No tiene nada que ver con los otros dos…
Por tercera vez, trago saliva. Si le digo lo que realmente pienso, no puedo tener la certeza de que también Pérez se convierta en un enemigo letal. Pero tengo que hacerlo. A estas alturas mentir no me va a ayudar mucho más que decir la verdad, y me arriesgo.
-Sinceramente, no sé si es mejor escritor que Dashiell Hammett o que Raymond Chandler. Lo que sé es que El cartero siempre llama dos veces me parece increíble, casi perfecta.
Me callo aguardando su reacción, pero lo veo esbozar una sonrisa ladina.
-Aquí, Humphrey Bogart no tiene nada que hacer…
Asiento, y esgrimo mi lado más socarrón.
-No. Aquí anda una mujer manipuladora, aquí andan las piernas de Lana Turner, y unos años después anda el revolcón que se dan Jack Nicholson y Jessica Lange sobre la mesa de la cocina…
El comisario suelta una carcajada, estridente y sincera.
-¿Sabe? Intenté imitar esa escena en casa –me confiesa meneando la cabeza de un lado a otro-. Pero ya ve que me sobran unos quilos, y a mi mujer también, y acabamos por los suelos. La mesa se rompió cuando nos subimos encima después de desnudarnos torpemente…
Nos quedamos en silencio. El comisario Pérez mantiene la sonrisa en sus labios, como si ese recuerdo le trajera de vuelta un momento especial y divertido, un extraño paréntesis en la rutina de su matrimonio.
Miro el reloj. De pronto, experimento una angustia inesperada. La hora de comienzo de la conferencia se echa encima y aún estamos en la, por así llamarla, época clásica de la novela negra. Y estos tipos, por la razón que sea, quieren saber cuáles son los libros que me han influido, cuáles son las novelas del género negro que me han inspirado o que me han infectado.
El comisario se enciende un cigarrillo, y me observa. No sabe muy bien qué hacer conmigo. Yo me pongo a repasar mentalmente qué puedo contarle: quizá que, de los libros de Patricia Highsmith, en realidad un pequeño relato suyo titulado Un hombre muy agradable me parece su mejor obra, dejando aparte esa obra maestra que es Extraños en un tren, aunque aquí la película de Hitchcock se mezcla con el libro y no sé muy bien si eso es bueno o es malo; que he leído varias veces A sangre fría de Truman Capote, una obra capital, escalofriante, y que la versión que rodó Richard Brooks es tan obra maestra como la novela. No sé, si vuelve Martínez me machaca la cara, no puedo fiarme de estos puristas. ¿Les menciono Un detective en Babilonia de Richard Brautigan? No sé, es tan atípica, es pura transgresión pero a la vez es tan divertida… Puedo hablarles algo de Philip Kerr, Dennis Lehanne, de John Connoly… Tampoco mucho. Leo a saltos a estos autores de novela negra, sin seguirlos especialmente. O bien les confieso que en realidad me gustan más Ciudad de cristal de Paul Auster, La última oportunidad o incluso Canadá, ambas de Richard Ford, o El adversario de Emmanuele Carrére o Crímenes de Von Schirack, pero no sé si son novelas negras en el más estricto sentido de la palabra… Sin embargo, retratan magistralmente el alma más oscura del género humano. Tal vez les diga que la novela de Jim Thompson El asesino dentro de mí es impresionante. Seguro que todos estos libros me han influido.. Todo lo que leemos nos inocula alguna idea o alguna experiencia narrativa. ¿Y si me pregunta cuál de los últimos libros que he leído me ha gustado más? Galvestone de Nic Pizzolatto, sin duda, pero en mi cabeza se confunde de inmediato con la serie de televisión True detective, basada en un guión del propio Pizzolatto… Vaya, de nuevo este lío entre literatura y cine, como si no pudiera vivir sin ellos… No sé. Mis lecturas son muy anárquicas. Y veo cine sin parar. ¿Qué tipo de Alzheimer producirá esta mezcla explosiva?
-Dígame, Barce: ¿cuál es la novela policíaca española que más le ha gustado? –la pregunta del comisario Pérez me coge desprevenido, y me hace volver a la realidad de la comisaría en la que estoy detenido. No esperaba que se interesara por la literatura nacional.
–Prótesis de Andreu Martí –respondo sin pensar. Es increíble, porque esa novela la leí hace muchos años, pero me dejó marcada una muesca.
El comisario se acerca y mueve la cabeza pensativamente, como sopesando su siguiente paso. Mira su reloj de pulsera.
-Barce. No sé si es su día de suerte o no, pero me acaba de tocar la fibra. Esa es también mi novela favorita… Así que sólo por esta razón voy a dejarle marchar para que dé su conferencia… ¿Quiere añadir algo más a su confesión?
-Puedo recomendarle un par de libros que han salido hace poco: El protegido de Pablo Aranda, una novela negra en mayúsculas, muy bien escrita y que no te da respiro, y, por supuesto, La emperatriz de Tánger. Espero no parecerle un engreído.
Volvemos a mirarnos, y entonces me escudriña con curiosidad.
-Ya he leído su novela –me dice llevándose el pitillo a los labios, y tras darle la última calada, me echa el humo en la cara: Y le diré algo más, Barce. Si usted se parece en algo al protagonista de su libro, ese tal Augusto Cobos Koller, le juro que lo último que haría en mi vida es presentarle a mi mujer… ¡Lárguese! O llegará tarde a la conferencia.
Sonrío. No, no me parezco a Augusto Cobos, pero creo intuir en el tono de sus palabras que al comisario Pérez sí que no le importaría ser un poco como mi personaje.
Salgo de la comisaría, y me cruzo con el inspector Martínez. Su cara, oculta tras esas gafas de sol que lleva ahora puesta, me recuerda a Lee Marvin en Código del hampa, pero ni se me ocurriría decírselo. Seguro que me machaca por hablarle de cine en vez del relato en el que se inspira esa película y que escribió Ernst Hemingway. Así que sigo mi camino, cojo mi coche y piso a fondo para llegar a tiempo a la presentación de mi novela.
Cuando entro, la sonrisa de Nuria Ruiz me da la bienvenida, y entonces sé que todo va a salir bien.
Sergio Barce
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5 respuestas
Encantada de presentar tu libro, en breve tendrás el video del acto y la voz de Juana M Moreno leyendo el párrafo.
Maravilloso. Gracias por todo, Nurya.
Fabuloso, Sergio, eres fabuloso!!!
Demos gracias al comisario por dejarte salir a la hora… seguro que los asistentes lo agradecieron.
Siempre habré de felicitarte por la forma en que escribes, por saber llegar siempre al lector. Un enorme placer, siempre, seguir leyéndote.
Un beso
Gracias, Joana, siempre gracias por tu aliento y por tu apoyo incansable.
Un beso para ti.
Reblogueó esto en Periódico cultural de Nurya de Khessassiy comentado:
La Asoc. Hércules de las Artes y las Letras lleva a cabo, durante el año, doce proyectos. Entre ellos está PALABRAS EN EL ÁGORA. Este proyecto engloba conferencia y presentaciones de libros.
El escritor Sergio Barce ha inaugurado este proyecto, PALABRAS EN EL ÁGORA, en el Centro documental José Luis Cano de Algeciras, con una pequeña conferencia sobre el género negro y la presentación de su última obra, LA EMPERATRIZ DE TÁNGER.
Asistieron al acot, entre otros, Fernando Silva, Juan Antonio Palacios Escobar, Javier Cozar Rosano, Adem-cg Esclerosis Múltiple Campo Gibraltar, Manuel Liaño Rivera, Luisa Maria Balboa, Juan Emilio Ríos Vera, Luz Moreno, Manolo Báez, Rogelio Martinez Arévalo, Eduardo Sáenz de Varona, Antonio Lucena, Leonor Villaseñor, Juana M Moreno, compañeros de Fernando Silva y amigos del escritor.
Carmen Sanchez Melgar y Nuria Ruiz como representantes de la Asoc. Hércules agradecen el apoyo de tan buenos amigos que saben reconocer la valía de un escritor de la talla de Sergio Barce Gallardo en Algeciras.
La comunicadora radiofónica Juana Mª Moreno quiso poner voz a un fragmento del libro, que culminó con un fortísimo aplauso por los presentes.
La Asoc. Hércules agradece a Sergio Barce el apoyo a esta asociación.