Novela corta escrita con urgencia, como si apremiara relatar este hecho histórico, sobre lo ocurrido en la vida cotidiana de Mohamed Bouazizi en los días inmediatamente anteriores al 17 de diciembre de 2010, día en el que, desesperado, este joven tunecino se inmoló dando lugar a la revuelta popular que derribó al dictador Ben Alí.
Tahar Ben Jelloun imagina la vida y las penurias de este chico que, tras la muerte de su padre, ante la imposibilidad de encontrar trabajo como licenciado en Historia, no tiene más opción que, para mantener a su familia, sustituir a su padre fallecido trabajando con su carro para vender fruta. Pero este hecho, aparentemente obvio, casi natural por pura inercia, se transformará para Mohamed en un verdadero calvario.
<Por la mañana temprano, Mohamed se aseó. Por primera vez desde la muerte de su padre, decidió rezar. Se vistió todo de blanco. Se madre dormía, se acercó a ella y le dio un beso en la frente sin despertarla. Observó de pasada a sus hermanos y hermanas. Salió apresuradamente. Se llevó la vieja motocicleta de su hermano, se detuvo en una estación de gasolina y pidió que le llenaran con gasoil una botella de plástico de agua mineral vacía. Puso la botella en una bolsa y se dirigió al Ayuntamiento.
Pidió ver a algún responsable.
Nadie quiso recibirlo.
Regresó al lugar donde los dos agentes le habían confiscado su carreta.
Estaban allí, y la carreta en una esquina. Vacía.
Mohamed se presentó y dijo que quería recuperar su carro.
El agente le dio una sonora bofetada y lo insultó.
-¡Toma, rata asquerosa, largo de aquí antes de que te destripe, venga, largo de aquí!
Mohamed amagó un gesto para defenderse. El agente le dio otro bofetón y le escupió en la cara:
-Asqueroso, nos estás amargando el desayuno, maleducado, mal nacido…
Mohamed estaba postrado. En silencio, sin moverse, con el rostro paralizado, los ojos enrojecidos, las mandíbulas crispadas, algo iba a estallar, se quedó en esa posición durante dos o tres minutos, como una eternidad.
El agente:
-Venga, largo de aquí, no volverás a ver tu carreta jamás. Olvídate, nos has faltado al respeto. Y eso, eso se paga en nuestro querido país.
Mohamed tenía la boca seca, la saliva amarga. Le costaba respirar. Se dijo: Si tuviera un arma, vaciaría todo el cargador en estos canallas. No poseo ninguna, pero sí mi cuerpo, mi vida, mi condenada vida, ésa es mi arma…>
Los abusos de los agentes de policía, que durante años rapiñaban de los vendedores ambulantes dejándoles situar sus carros en los mejores lugares a cambio de dinero, se ceban en Mohamed de una manera constante. Su dignidad como hombre y como ser humano, le hace resistirse a esos abusos, y trata de sacar adelante a los suyos trabajando calladamente, buscándose la vida de una manera honrada. Sin embargo, esos policías corruptos no cejarán en demostrarle que ellos son quienes detentan el poder, y después de humillarlo públicamente, la desesperanza, el dolor, su propio orgullo y su decencia, le harán rebelarse contra la injusticia que soporta. Verse desoído por quienes debieron ayudarle, verse desposeído de cualquier legitimidad por el solo hecho de ser pobre, le llevarán finalmente a tomar la decisión que cambiará la historia de su pueblo, y la historia de todo el Magreb, y que aún continúa en marcha.
Sin ser, como digo al comienzo, una gran novela, pero sí una especie de relato de investigación periodística, Ben Jelloun trata de dejar plasmada la historia de este hombre humilde como una prueba ineludible de lo acaecido, y de mostrar cómo el abuso del poder puede llevar a una persona a una situación extrema. Lo que sí se nota en la novela, su mayor virtud, es la tensión de la emoción y la tensión de la rabia que la historia de Mohamed Bouazizi causa en Tahar Ben Jelloun. Unos hechos que no deberían olvidarse jamás. Y al ver además lo acaecido en los últimos días en Rabat, nos deben hacer reflexionar muy profundamente.
Sergio Barce, enero 2012
Tahar Ben Jelloun nació en Fez en 1944. Quizá el escritor marroquí vivo más conocido. Toda su producción está publicada en Francia. Entre sus obras destacan “El niño de arena” (L´enfant de sable, 1987), “Día de silencio en Tánger” (Jour de silence à Tánger, 1990), “El ángel ciego” (L´ange aveugle, 1994), “Sufrían por la luz” (Cette aveuglante absence de lumière, 2001), “Partir” (2005) o “La noche sagrada” (La nuit sacrée, 1987) por la que obtuvo el Premio Gouncourt.
El fragmento de la novela está tomado de la edición de Alianza Editorial, 2011, con traducción del francés de Malika Embarek López.
2 respuestas
En la conclusión de La Primavera árabe Ben Jelloun nos dice:
Estas revueltas nos han enseñado algo muy sencillo y que los poetas han expresado muy bien: tarde o temprano, llega un momento en que el hombre humillado se niega a vivir de rodillas, exige libertad y dignidad, incluso arriesgando su vida. Es una verdad universal. Debemos felicitarnos de que en esta primavera de 2011 sean los piueblos árabes los que la recuerdan al mundo.
Sí, Sergio, esa emoción que nos transmite y que, como a él nos hace sentir tanta rabia a causa de las injusticias que siguen y siguen ocurriendo, como tú bien citas, en Rabat.
Un beso
Ya veremos qué depara el futuro, Joana. Espero que todo sea para mejor.
besos