Un tipo curioso Mark Twain. Su verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens, pero se hizo famoso con su seudónimo; Mark Twain significa, en la zona del río Mississipi, “que todo está tranquilo para navegar”. Algo muy literario, algo muy singular.
Reconocible en nuestra memoria como el autor de las famosas novelas “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Las aventuras de Huckleberry Finn”, “Delbolsillo” editó en 2010 esta recopilación de cuentos, que me han parecido una verdadera delicia; relatos que conservan el regusto del tiempo en que fueron escritos y que demuestran por qué razón Mark Twain está considerado como uno de los mejores cuentistas de la narrativa americana. Es además muy divertido, con un gran sentido del humor, a veces bastante negro, pero se acerca a los temas con la distancia necesaria como para tomárselos con escepticismo. Intuyo un cierto vínculo entre Twain y Ambrose Bierce, quizá por esa manera tan irónica de tratar los asuntos más serios.
Este libro contiene los relatos más famosos del autor, como “La célebre rana saltarina del condado de calaveras”, que aparece en varios recopilatorios de la narrativa norteamericana. Pero es, sin duda, “El diario de Adán y Eva” el más divertido y desternillante, un relato que no ha envejecido en absoluto y que ofrece auténticas delicias y hallazgos.
“Parte y extractos del diario de Adán:
(…) Lunes. La nueva criatura dice que se llama Eva. Me parece estupendo, no tengo nada que objetar. Dice que la llame así cuando quiera que venga. Yo respondí que, en ese caso, era innecesario. Es una palabra muy respetable, imponente y adecuada, que permite la repetición. Dice que no es una cosa, sino una mujer. Es dudoso, pero a mí me da igual: no me importa lo que sea con tal de que se vaya y deje de hablar.
(…) Lunes. Creo que ya sé para qué sirve la semana: para descansar de la pesadez del domingo. Parece una buena idea…
(…) Miércoles. (…) Creo que es una buena compañera. Comprendo que sin ella me sentiría solo y deprimido ahora que he perdido mi propiedad. Además, dice que a partir de ahora tendremos que trabajar para vivir. Me será útil. Yo la supervisaré.
(…) ParteII: Diario de Eva (Traducido del original):
(…) Miércoles. (…) Estos últimos dos días le he librado de la preocupación de tener que poner nombre a las cosas; para él ha sido un gran alivio, pues no se le da muy bien, y es evidente que está muy agradecido. No se le ocurre ni un solo nombre racional, pero yo procuro darle a entender que no me he dado cuenta de ese defecto. Siempre que aparece una nueva criatura, le pongo nombre antes de que tenga tiempo de avergonzarse por su silencio. De ese modo le he ahorrado muchos malos ratos. Yo no comparto su defecto. En cuanto le echo la vista encima a un animal, sé lo que es. No tengo que pensarlo ni un momento: se me ocurre su nombre en el acto, como por inspiración…
(…) Lunes. (…) A pesar de lo poco que habla, tiene un vocabulario considerable. Esta mañana empleó una palabra muy buena. Evidentemente, él mismo se dio cuenta de que lo es, pues la pronunció después otras dos veces, como por casualidad. No sonó natural, pero demostró que posee cierta capacidad de percepción. Sin duda, esa semilla podría crecer, si se cultivara. ¿De dónde sacaría esa palabra? Yo no creo haberla empleado nunca.”
Pero también he descubierto “Canibalismo en los vagones del tren”, un relato ciertamente lúgubre que, sin embargo, de tan cínico, te obliga a sonreír pese a la terrible historia que cuenta:
“Improvisamos varias mesas con los respaldos de los sillones del vagón y nos sentamos a ellas con el corazón pleno de agradecimiento para disfrutar de la magnífica cena por la que suspirábamos desde hacía siete torturadores días. ¡Cómo cambió nuestro aspecto del que presentábamos hacía apenas unas horas! Hasta entonces, impotencia, hambre, ojos de triste desdicha, angustia febril, desesperación; y, en un momento, agradecimiento, serenidad, un goce demasiado intenso para ser proclamado. No me equivoco al decir que fue la hora más dichosa de mi atribulada existencia. El viento aullaba afuera, haciendo que la nieve golpeara furiosamente contra nuestro vagón-cárcel, pero ni uno ni otra podían hacernos sentir ya desgraciados. Harris me gustó. Sin duda podría haber estado un poco más hecho, pero puedo asegurar que nunca he hecho tan buenas migas con un hombre como con Harris, y que nadie me ha proporcionado nunca tan alto grado de satisfacción. Messick también estuvo muy bien, aunque quizá tenía un gusto un poco fuerte, pero como auténtico valor nutritivo y fibra delicada, nadie como Harris. Messick tenía sus buenas cualidades, no es mi intención negarlo ni pienso hacerlo, pero era tan adecuado para un desayuno como lo hubiera sido una momia: nada. ¡Qué delgadez! ¡Y qué duro! ¡Ah, estaba durísimo! No puede usted imaginarse hasta qué extremo. Es que no puede ni imaginárselo.”
Y destacaría de esta recopilación “Un sueño extraño, que contiene una moraleja” o “El cuento del niño bueno” que desvelan ese sentido del humor que tan bien sabe utilizar en sus historias.
Samuel Clemens “Mark Twain” nació en la aldea de Florida (Missouri), en 1835, y cuando contaba cuatro años se trasladaron a Hannibal, un pequeño puerto fluvial en el río Mississipi, que luego le inspiraría la ficticia ciudad de San Petersburgo en la que ambientó sus dos grandes novelas: “Las aventuras de Tom Sawyer” (1876) y “Las aventuras de Huckleberry Finn” (1884). Trabajó de tipógrafo y piloto de barco de vapor, y poco a poco comenzó a publicar relatos, hasta convertirse en periodista. Escribió libros de viajes, novelas como “Vida en el Mississipi” y las mencionadas aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, y numerosos relatos y cuentos. Falleció en 1910.
Hola Sergio.
otro autor genial, para mi conocido por los inolvidables Tom Sawyer, Huckleberry Finn, el príncipe y el mendigo, por lo que lo tenia como un escritor de literatura juvenil, y quede bastante sorprendida al leer alguno de sus cuentos y descubrir que era un maestro del humor, la ironía y la crítica social.
El diario de Adan y Eva, como bien dices, es buenísimo y agrego otra parte.
«Lunes.- Este animal nuevo, de larga cabellera, está resultando muy entremetido. Siempre merodea en torno mío y me sigue a donde yo voy. Esto me desagrada; no estoy acostumbrado a tener compañía. Debería quedarse con los demás animales. El día está nuboso y sopla viento del Este; creo que tendremos lluvia. ¿Tendremos? ¿Nosotros?»
También es muy divertido «El billete de un millón de Libras».
y muy irónico sobre nuestro concepto de la riqueza » El romance de la doncella esquimal», del que también dejo un extracto.
«nací para amar; para mí no existe la felicidad sin el amor. Quería que alguien me amara por mí misma. Quería un ídolo, y yo quería ser el ídolo de mi ídolo; sólo la idolatría mutua puede satisfacer mi naturaleza ardorosa. Tuve una cantidad infinita de pretendientes, más que infinita, pero todos tenían algún defecto fatal; y tarde o temprano descubría ese defecto, ninguno de ellos pudo ocultarlo: no me querían a mí, sino mi fortuna.
—¿Tu fortuna?
—Sí; porque mi padre es el hombre más rico de esta tribu, y de cualquier otra tribu en estas regiones.
Me preguntaba en qué consistiría la fortuna de su padre. No podía tratarse de la casa: cualquiera podía construir una semejante. No podía tratarse de las pieles; para ellos no tenían valor. No podía tratarse del trineo, los perros, los arpones, el bote, los anzuelos de espinas de pescado y las agujas, y ese tipo de cosas; no, éstas no eran riquezas. Entonces, ¿qué era lo que lo hacía tan rico a este hombre y atraía hacia la casa a un verdadero enjambre de sórdidos pretendientes? Comprendí, finalmente, que la mejor manera de averiguarlo era preguntárselo. Así lo hice. La niña se mostraba tan complacida por la pregunta que supuse que había estado ansiosa por que se la hiciera. Deseaba tanto que le preguntara como yo deseaba saber la respuesta. Se me arrimó confidencialmente y dijo:
—Adivine cuánto vale mi padre; ¡jamás podrá hacerlo!
acercó su mano a mi oído y susurró, de modo impactante:
—¡Veintidós anzuelos, no de espinas, sino extranjeros, hechos de hierro puro!.
Sergio, me encanta compartir contigo tantas lecturas, porque no tengo esa oportunidad de hacerlo con mucha gente, sobre todo cuentos, que me gustan mucho.
un beso.
Gracias, Mayte. Tengo aún pendiente un relato, ya lo sabes. Y se ha convertido en un reto, porque no puede simaginar las vueltas que le estoy dando a la imagen que escogí.
besos
sergio
3 respuestas
Hola Sergio.
otro autor genial, para mi conocido por los inolvidables Tom Sawyer, Huckleberry Finn, el príncipe y el mendigo, por lo que lo tenia como un escritor de literatura juvenil, y quede bastante sorprendida al leer alguno de sus cuentos y descubrir que era un maestro del humor, la ironía y la crítica social.
El diario de Adan y Eva, como bien dices, es buenísimo y agrego otra parte.
«Lunes.- Este animal nuevo, de larga cabellera, está resultando muy entremetido. Siempre merodea en torno mío y me sigue a donde yo voy. Esto me desagrada; no estoy acostumbrado a tener compañía. Debería quedarse con los demás animales. El día está nuboso y sopla viento del Este; creo que tendremos lluvia. ¿Tendremos? ¿Nosotros?»
También es muy divertido «El billete de un millón de Libras».
y muy irónico sobre nuestro concepto de la riqueza » El romance de la doncella esquimal», del que también dejo un extracto.
«nací para amar; para mí no existe la felicidad sin el amor. Quería que alguien me amara por mí misma. Quería un ídolo, y yo quería ser el ídolo de mi ídolo; sólo la idolatría mutua puede satisfacer mi naturaleza ardorosa. Tuve una cantidad infinita de pretendientes, más que infinita, pero todos tenían algún defecto fatal; y tarde o temprano descubría ese defecto, ninguno de ellos pudo ocultarlo: no me querían a mí, sino mi fortuna.
—¿Tu fortuna?
—Sí; porque mi padre es el hombre más rico de esta tribu, y de cualquier otra tribu en estas regiones.
Me preguntaba en qué consistiría la fortuna de su padre. No podía tratarse de la casa: cualquiera podía construir una semejante. No podía tratarse de las pieles; para ellos no tenían valor. No podía tratarse del trineo, los perros, los arpones, el bote, los anzuelos de espinas de pescado y las agujas, y ese tipo de cosas; no, éstas no eran riquezas. Entonces, ¿qué era lo que lo hacía tan rico a este hombre y atraía hacia la casa a un verdadero enjambre de sórdidos pretendientes? Comprendí, finalmente, que la mejor manera de averiguarlo era preguntárselo. Así lo hice. La niña se mostraba tan complacida por la pregunta que supuse que había estado ansiosa por que se la hiciera. Deseaba tanto que le preguntara como yo deseaba saber la respuesta. Se me arrimó confidencialmente y dijo:
—Adivine cuánto vale mi padre; ¡jamás podrá hacerlo!
acercó su mano a mi oído y susurró, de modo impactante:
—¡Veintidós anzuelos, no de espinas, sino extranjeros, hechos de hierro puro!.
Sergio, me encanta compartir contigo tantas lecturas, porque no tengo esa oportunidad de hacerlo con mucha gente, sobre todo cuentos, que me gustan mucho.
un beso.
Gracias, Mayte. Tengo aún pendiente un relato, ya lo sabes. Y se ha convertido en un reto, porque no puede simaginar las vueltas que le estoy dando a la imagen que escogí.
besos
sergio
Creo que se a lo que te refieres, y me va a hacer mucha ilusión el día que lo lea, estoy segura que va a ser genial.
Gracias Sergio.