(…)
Un día que iba al burdel, tan abstraído estaba en sus elucubraciones que, cuando se dio cuenta, había pasado delante del mismo sin detenerse. Se hallaba a unos cincuenta metros: miró hacia la pequeña casa y al instante decidió continuar la marcha. No sabía bien a dónde conducía aquel camino, aunque recordaba vagamente que siendo niño y durante unas vacaciones de verano, junto a Carlos y otros amigos, había estado por aquel lugar. Siguió la marcha, dejó a la derecha unos acuartelamientos allí situados y al poco tiempo se encontró ante un enorme acantilado que se abría al Atlántico. Al instante reconoció el lugar: se trataba de la playa conocida con el nombre de <La Duquesa>, así denominada por ser la preferida de Isabel de Orleáns, duquesa de Guisa. Prendada del lugar, la señora mandó construir unas pequeñas escalinatas que, aprovechando una zona en que el acantilado formaba algunos rellanos, hacían posible el descenso a la playa.
Paco se percató de que, a cierta distancia de donde estaba situado, aparecían aparcados dos automóviles. Cuando se acercó al precipicio vio diminutas figuras abajo: algunos se bañaban, otros tomaban el sol. Eran los miembros de la Casa Real de Francia en el exilio, que en aquellos parajes del norte marroquí habían encontrado un lugar donde asentarse. Llevaban allí establecidos desde 1909 y tanto entre los marroquíes como entre los españoles gozaban de gran consideración. A Paco le pareció distinguir a la duquesa y a su hija, la princesa Ita. Pero, no queriendo resultar indiscreto y aunque aquel lugar era público, decidió caminar por el borde del acantilado en dirección sur. Lo hizo durante buen rato, hasta llegar a unos pinares situados en una gran finca propiedad del Estado, conocidas popularmente como <Viveros> y que desde la entrada de la <Hípica Militar> se extendían hasta el lugar donde ahora él se hallaba.
Buscó el árbol más próximo al borde del acantilado, que era un enorme cinamomo crecido entre pinares, y se sentó debajo: al amparo de su sombra y también para apoyarse en su tronco. Y lo hizo mirando al mar. Notó que la cabeza le ardía, pues el sol apretaba con fuerza y esbozando una sonrisa burlona pensó que su ya notoria calvicie le hacía menester usar sombrero para protegerse. (…)
Aunque la novela ya ha avanzado casi un tercio, esta escena es crucial en el desarrollo de la trama, casi un punto de arranque, por así decirlo, y es la que, poco después, y por todo lo que sigue, justifica el título de la novela de Carlos Tessainer: <El árbol del acantilado>.
La ubicación de la trama se hace de manera concisa, y como en el párrafo anterior, las descripciones que efectúa de los lugares donde se desarrollan los acontecimientos son tan ágiles como detallistas. Incluso los pequeños fogonazos históricos que introduce con habilidad ayudan a crear una novela “impresionista”: el camino, las casas, el acuartelamiento, el acantilado, el océano, la playa, los bañistas como figuras lejanas que dibuja en dos trazos, el cinamomo… Ya digo, un cuadro impresionista.
La novela es, además de un perfecto retrato de la sociedad de la época del Protectorado español en Marruecos, en concreto, en Larache, es también un agudo estudio del problema religioso que se plantea cuando dos personas que se aman y que son de diferente credo deciden unir sus vidas.
Baste como muestra de ese perfecto retrato de una sociedad y de una época esta escena que, al leerla, me hizo sentir lo que la protagonista debía de estar sufriendo.
(…) No volvió a ver a su padre, le daba miedo. La casa era un continuo desfilar de gente que se abrazaban a ellos llorando, gemían, chillaban. Los rezos se sucedían y en medio de aquellas letanías fúnebres y plañideras, ella se encontraba fuera de lugar. La intolerancia había vuelto a aparecer en su vida. Había enviudado de un marido mezquino y palurdo que la despreció por ser hebrea, de un ser que, procedente de un mundo cerrado y lleno de prejuicios, rechazaba todo lo nuevo y diferente por el mero hecho de serlo, todo lo que podía enriquecerle. Ahora había muerto su padre, un viejo judío anclado en el pasado, que, creyéndose miembro del pueblo elegido, se consideraba superior. Y en esa cerrazón de sesera, había llevado su intransigencia hasta lo que María juzgó inaudito. Dentro de su rechazo a la intolerancia, fue más benévola con el padre, tal vez porque era el que la había engendrado. Quizás porque estimó que aun siendo relativamente culto, al ser anciano, le había resultado más difícil aceptar lo que no pertenecía a su mundo; o posiblemente porque no la despreció tanto como Ignacio. Pero, a partir de entonces, se reafirmó más si cabe en la idea que no sólo lo suyo era lo bueno, que la razón no estaba exclusivamente en una sola parte y que el aceptar y valorar lo diferente, lo de los demás, abría las puertas a un mayor enriquecimiento. Era una inquietud que a ella le llenaba de vida. Revalidó así el desprecio hacia la intolerancia de dos muertos, su marido y su padre, y deseó que con ellos aquella condición no hiciese acto de presencia más en su vida.
Creía que conocía a casi todos los hebreos de la ciudad, pero le sorprendió ver aquel tropel de gente extraña. Y no debían de ser de fuera, pues, por mucha prisa que se hubiesen dado, no podían haber llegado a tiempo para el entierro. Se agarraba a su madre con fuerza mientras Miguel estaba con los varones. Se llevaban ya a Samuel y la casa se llenó de alaridos que la desconcertaron y le causaron pavor: nunca había asistido a una situación igual. Mujeres que no conocía chillaban aparentando dolor con gritos desgarradores y la retahíla de los rezos parecían salir del suelo. Ella estaba emocionada y triste: lloraba sin aspavientos. Pasó una mujer desconocida y encarándose con ella le chilló: <¡Malograda, mésate el cabello, que se llevan a tu padre!>. Le acompañaba otra que, en señal de duelo, se daba palmadas en la cara; cesó, como por arte de magia, en sus muestras de dolor y, dirigiéndose a la compañera, apostilló con impertinencia: <¡Déjala, es la viuda del cristiano!> (…)
Basada en una historia real acontecida en Larache, Carlos Tessainer <disfraza> a los protagonistas con nombres ficticios. La cercanía con la que crea ese universo tan especial, el de una sociedad concreta en un tiempo concreto de la Historia, hacen de <El árbol del acantilado> una novela sugerente, curiosa, muy actual a la vez.
Los protagonistas se hacen de carne y hueso, importante para que nos creamos lo que se nos relata, y Carlos Tessainer desnuda sus desdichas, sinsabores e ilusiones con el objetivo de denunciar un tipo de injusticia que se ha repetido toda la vida, una de las injusticias más dolorosas y, a mi entender, más irracionales. En este sentido, me parece que los personajes que deambulan por esta historia de amor, porque esencialmente es la historia de un gran amor, están perfilados con precisión: Paco y María, los padres de ella, Samuel y Chimol, especialmente el personaje de Samuel que pare mí representa el arquetipo perfecto del pensamiento intransigente y rígido, pero también, por supuesto, Sol Cohen, la que fuera amante, pareja, confidente y amor verdadero del general Fernández Silvestre. Otro acierto que sea ella, por su pasado, por su propia vida, la que acoja a quien huye por defender su futuro.
Estamos pues, ante una aparente curiosa contradicción: para contar una historia llena de oscuridades y sinsabores, Carlos Tessainer utiliza el colorido de sus pinceladas impresionistas. Y esto resulta ser un acierto.
Pero, además, con esta obra nos enfrentamos con una demoledora denuncia a la intransigencia y a la intolerancia. Un hermoso canto a la libertad y al amor, y también a la convivencia y al respeto al otro que, tanto Carlos como yo, aprendimos en Larache. Baste como muestra este párrafo de la novela:
(…) -¡Ay, María! ¡La religión! –le contestó su marido-. Judíos, musulmanes o cristianos, ¡qué más dará! Mira, cuando oigo la llamada a la oración desde el alminar de las mezquitas; cuando los cañonazos y la sirena, a la puesta de sol del mes de Ramadán, anuncian que la jornada de ayuno ha finalizado y las calles se quedan desiertas, muchas veces se me ha puesto carne de gallina. Pero es, sobre todo, el cariño con que en su inmensa mayoría tratan a sus mayores, el celo exquisito con que se ocupan de ellos, respetando sus incapacidades y manías; es la veneración con que conducen a sus difuntos al cementerio –aunque estos sean tan pobres que no tengan donde caerse muertos- lo que ha provocado que en más de una ocasión se me salten las lágrimas y note una punzada en el pecho. ¿Sabes por qué, María? Pues porque detrás de las creencias musulmanas está lo mismo que detrás de las de los cristianos y judíos: la petición al mismo Dios de que se acuerde de nosotros…
Al leer esto último, me sentí transportado a Larache. Cuántas veces vimos esos cortejos fúnebres que pasaban raudos por las calles, y así era como se reaccionaba, te quedabas quieto y les veías pasar, respetuosamente, y la voz del almuédano que, siempre, siempre, te hace vibrar. Y no nos engañemos, Carlos lo que hace es escribir lo que él sentía cuando presenciaba las ceremonias, ahí es él mismo.
Una novela, en definitiva, llena de pasión, de historia con h minúscula y con h mayúscula, de anécdotas, de curiosidades, y escrita con verdadero entusiasmo.
Y le dice Paco a María:
(…) -¿A que es el sitio más bonito que nunca has visto? A partir de ahora será nuestro lugar…
34 respuestas
Hermoso, simplemente precioso…me encanto este relato Sr Tessainer estoy interesada en comprar su libro pero no vivo en España, sino al otro lado del charco….si me puede decir si lo puedo comprar a través de la red lo agradecería…
Te felicito Sergio por enésima vez, todos los escritos, fotos, exposiciones, etc etc que colocas en este blog son extraordinarios, y gracias a el, he podido conocer escritores como el Sr Tessainer, León Cohen, a ti que conocí a través de Larache en el Mundo, y muchos mas…no sabes con cuantas ansias espero las nuevas publicaciones del blog…
Cariños a todos, y un fuerte abrazo para ti
Raquel, con estas cosas que dices, ¿cómo detener este blog?
Un beso
Raquel, no me llames de usted, ni señor, que me avergüenza. Además, siendo paisanos, no tienen cabida esos tratamientos, Gracias infinitas por tu valoración. ¿Tú eres la hija de doña Sara FERERES?. En poco tiempo te vuelvo a escribir y te digo cómo conseguir la novela,sobre todo viviendo en Venezuela ¿sÍ?
¡Ah!, por cierto, mis hermanos mayores fueron amigos de tus primos Vicky, Lilo y José; mi hermana de Sol y yo de tu primo Alberto FERERES CASTIEL.
Besos entrañables a tu madre y para ti un abrazo
CARLOS
Qué bien elegidas las tres escenas de este libro De carlos Tessainer que ardo ya en deseos de tener cerquita. Del «impresionismo pictórico» de la primera, con esos matices luminosos, las pinceladas nerviosas de color, los personajes y los bañistas hábilmente dibujados entre los reflejos del sol y el agua – tenemos que alejarnos con la discreción del protagonista para apreciar la composición del cuadro en su conjunto – pasamos, en un fuerte contraste, al «expresionismo» de la escena de duelo. El claroscuro es desgarrador con esas sombras acentuadas en los ojos y rostros de las plañideras del cortejo fúnebre. Casi puedo oír los gritos, los rezos, y el rostro en primer plano de la protagonista con su emoción contenida. Un aguafuerte para nuestras conciencias.
La última escena, como bien señalas, Sergio, es reconciliadora.. aunque como suele suceder en las tragedias donde los amantes no logran sobrevivir a la intransigencia e intolerancias de sus parientes y vecinos, el perdón y el consuelo llegan tarde y a destiempo. Donde hubo dolor siempre habrá un lugar sagrado. Quizá, por ese motivo, se instalaba ese silencio respetuoso al presenciar el ritual ceremonial que dejaban los cortejos a su paso.
Esta ciudad nuestra, es un crisol donde cada cual estamos fundiendo nuestros más preciados metales y joyas. Allí donde no hemos amado no hemos conocido nada. Las ciudades donde no se ha amado ni sufrido, no dejan en notros ningún recuerdo.
Un abrazo en esta plácida tarde de Domingo.
Fran.
Fran ¿qué decirte? Del «impresionismo» al «expresionismo», pocos como tú son capaces de captar matices en lo que escribí desde el corazón, pero te aseguro que ajeno totalmente a cualquier tipo de estilo, que yo para eso soy «autodidacta» , y si quieres, hasta anárquico y algo osado, sin que ello quiera en absoluto decir autosuficiente.
Me encantaría que alguna vez leyeses la novela, tú especialmente. Ya verás cómo los amantes lograron sobrevivir a la intransigencia, tanto que les conocí casados, ancianos, sí, pero «vivitos y coleando» ; y felices hasta que se marcharon al MÁS ALLÁ,
Tengo tu e-mail y te escribiré: NO LO DUDES.
Abrazos fuertes,
CARLOS
No sabía que los protagonistas que inspiraron tu novela hubiesen existido, y menos aún, que venciesen la afrenta de ese infortunio al que parecían estar destinados. Qué hermosa historia, Carlos…
Por supuesto que voy a leerlo.¿Lo dudas? Los párrafos y escenas que he podido leer en este blog me han encantado ¿Podría ser de otra manera? ¿Sabes el motivo? muy simple: cada vez que me aproximo a nuestra ciudad – y eso que no he vuelto desde el 73 – no lo hago con la nostalgia, sino con el ánimo gozoso de un nuevo encuentro. Tengo el impulso de acercar un dedo a los labios de «esa aparición» – chissssssst – y empezar a escuchar, justo a partir de ahí, a vivir una historia nueva a pesar de esos ecos y lugares que me puedan resultar familiares. Me sucede algo parecido con los relatos de Sergio. Me sucede con todo.
Un fuerte abrazo,
Fran
Lo quiero, lo voy a leer muy pronto el libro de Carlos Tessainer porque con tu comentario, Sergio, me basta para saber que es digno de lectura.
Anoche, viendo los maravillosos fuegos artificiales de la mágica noche de Sant Joan, como es sabido que tus fervientes deseos han de cumplirse, pedí por que, entre ellos, uno fuera que esa convivencia y entendimiento entre nuestros pueblos jamás perezca… De todo corazón.
Joana, en eso somos «maestros»: tanto de convivencia como de entendimiento. Y tanto cuando vivíamos en nuestra querida tierra como estando alejados de ella, me siento orgulloso de que sean «guía» para la mayoría de nosotros. El blog de Sergio, es buen ejemplo de ello.
Un abrazo,
CARLOS
Yo tambien estoy interesada en adquirir el libro,porque cada vez que relatais algun capitulo,algun pasaje de el,mi interes es mayor.
Buscando en internet,he encontrado una libreria en Madrid en la zona de Bilbao-Malasaña que parece ser que se puede comprar,creo que lo pueden mandar contra reembolso y el telf.para contactar es 915938163.
Yo,mañana lo voy a intentar,a ver si tengo suerte.
Espero poder ayudar a los que como yo,estais interesados en conseguirlo.
Un abrazo para Sergio por su estupenda labor,y tambien para Carlos por ser el artifice y el creador de dicha obra.
Querida Adela (medio parienta): si contactas con la EDITORIAL SARRIÁ, teléfono 95 232 68 64, podrás conseguirlo más facilmente. Está en la Avenida ORTEGA Y GASSET 125, local 2, 29006 MÁLAGA..
Un fuerte y cariñoso abrazo,
CARLOS
Precioso Joana, y felicitaciones, hoy es día de St Joan, San Juan….he presenciado en Barcelona todos los festejos y fogatas que hacen esta fecha.
Como dices, lograr la unión y reconciliación de los pueblos es un proceso muy difícil, se que en Larache hubo convivencia a pesar de todo, lamentablemente las religiones siempre han separado a los hombres, aunque por contradicción todas hablan del amor a Dios y paz….
Pero muchos como nosotros con la fe y esperanzas en que el entendimiento y la cordura reinen en la humanidad, seguiremos promoviendo esa unión….blogs como este, donde judíos, musulmanes y cristianos compartimos momentos agradables y distendidos son la mejor forma de comprobarlo…..
Saludos
Gracias, Raquel, tus palabras son como un bálsamo y hacen mucho bien!
Muy cierto es que en este formidable espacio común que Sergio nos invita a compartir, seguimos aprendiendo unos de otros y engrandeciéndonos como seres humanos.
Mucho cariño
Leí esta novela y la anterior «Los pájaros del Cielo» hace tiempo y me parecieron ambas impregnadas de una gran sensibilidad. «El Arbol del Acantilado» además, enseña la doble faceta de convivencia y desencuentro entre las gentes de diferentes culturas y religiones que te hacen reflexionar en nuestro mundo, hoy tan materialista y despojado de espiritualidad y comprensión hacia los otros, siempre con el maravilloso paisaje exótico de Larache impregnándolo todo
Leí hace unos años «El Arbol del Acantilado» y me pareció una novela cargada de sensibilidad. Refleja la doble faceta de convivencia y desencuentro entre las gentes de diferentes culturas y religiones y te hace reflexionar en este mundo de hoy tan materialista y falto de espiritualidad y de comprensión hacia los otros. Todo esto impregnado del maravilloso y exótico paisaje de Larache.
Mil gracias Carlos, pues si conoces a muchos de nuestros primos, Alberto Fereres quien vive en Madrid esta casado con una prima segunda de mi marido, todo queda en familia, y sus hermanos Victoria quien pasa mas tiempo fuera de España que en ella porque sus hijas viven en el exterior, Lilo en Cordoba, y Jose y Sol en Madrid, o sea que las familias han estado relacionadas…si soy hija de Sarita Fereres prima hermana de todos los arriba mencionados…
Espero me digas como conseguir tus novelas, se que a mi madre también le encantara leerlas…
Saludos y gracias por escribir cosas tan hermosas.
Raquel, si no te importa dame tu e-mail, para la cuestión de cómo conseguir desde Venezuela las novelas.
Un abrazo desde la «Costa del Sol»,
CARLOS
Gracias Carlos,por tu ayuda.
¿Tu crees que tambien encontrare en el mismo sitio,tus otros dos libros?
Me refiero a «Los pajaros del cielo » y al de Raisuni
Cuando me ponga en contacto con ellos lo preguntare,me quiero preparar lectura para cuando me vaya de vacaciones a Marbella.
Un abrazo muy fuerte.
ADELA
Adela, ahora que caigo, si vives en Marid, lo lógico y más sencillo es que consigas las novelas donde tú decías. Es que no sé el porqué creo que vives en Marbella, y eso me ha despistado…
Besos,
CARLOS
Adela, el libro sobre Raisuni, hace ya bastante que se agotó. De los que quedan aún (las otras dos novelas), llama al teléfono que te he puesto en el correo anterior, preferentemente por la tarde.
Besos,
CARLOS
Como privilegiado que soy al tener todo lo publicado por Carlos, desde su Tesis Doctoral, hasta este último libro, pasando por su biografía sobre el Rey Francisco de Asís, me encanta ver todos los comentarios elogiosos que le dedican. Todos muy merecidos, pues en muchas tardes de charla en su casa o en la mía he comprobado el infinito entusiasmo que pone en todo lo que toca de lleno a Larache. Yo no me muevo en el terreno de la crítica literaria porque procuro marcar distancias con los críticos en casi todos los ámbitos de la vida, porque en ocasiones hacen de sus comentarios desprecios por creerse en posesión de la verdad.
Lo único que deseo es animarle a que «rompa aguas» y pueda alumbrar algo nuevo con lo que poder volver a entusiasmarnos. Un abrazo, Carlos.
Eduardo, espero encontrar tiempo y sobre todo «ánimo» para «romper aguas»; la criatura está más que gestada y de una u otra forma, tiene que ver la luz. Aunque cada vez me pregunto más si el esfuerzo vale la pena, Pero al final pienso que con que a unos poquitos de vosotros os llegue al corazón, bien habrá sido empleado..
¡Hasta pronto! Un fuerte abrazo,
CARLOS
Hola Carlos, puedes escribirme a raquelfhima@hotmail.com
Muy bonito este relato Carlos y me imagino que el libro debe ser muy interesante e impresionante. Muchas felicidades. no creo que encuentre el libro aqui en Israel pero ya vere el modo que me lo envien de Espana lo mismo que hice con «Una sirena se ahogo en Larache».
Gracias a ti tambien Sergio por todo lo que nos traes a esta Blog.
Un abrazo desde Israel
Nurit
Nurita. como siempre, todo lo que me llega desde «aquella» orilla del Mediterráneo, me llena de alegría y emoción.
Si tienes oportunidad de leer la novela, espero no defraudarte.
Desde la «Costa del Sol», desde el otro extremo del Mediterráneo, recibe tú también un fuerte abrazo,
CARLOS
En cada lectura de «El árbol del acantilado» así como en «Los pájaros del cielo» del mismo autor, siempre descubrí una faceta nueva: su sensibilidad, cultura, memoria y el gran amor hacia la tierra donde nació, que como para muchos allá donde estén es cercana y lejana a la vez. Ojalá sus libros llegasen a cada uno de los larachenses dispersos por el mundo. Sus novelas les harán emocionarse y sentir la nostalgia de otras épocas, ni mejores ni peores sólo diferentes, pero posiblemente muy felices. Gracias por tu dedicatoria y por estar «siempre» y ánimo para tu siguiente obra..
Gracias por ser tan generosa conmigo en tu comentario. De todas las cosas hermosas que dices, me quedo con «el gran amor hacia la tierra donde nació», porque eso lo llevó a gala y me marcó de por vida.
Te agradezco tu deseo de «ánimo para tu siguiente obra»» ¡Dios dirá!
Te llamas «Estrella», a lo mejor es un presagio de la estrella que está quién sabe dónde, pero presta a ayudarme
Con un fuerte abrazo,
CARLOS
Bueno ,yo de Carlos que puedo decir…mantenemos el contacto ya que vivimos en el mismo lugar,ha sido profesor de mi hijo hace ya unos años y por supuesto que sigo sus libros.Carlos eres un gran escritor y una gran persona.Un abrazo.
Isabel, aunque todos vuestros comentarios los agradezco de corazón, muy especialmente el de alguien como tú, a quien «conozco desde siempre» y por la que siento especial cariño. Gracias por las palabras que me dedicas.
Y para todos vosotros, deciros que Isabel y su hermana Trini poseen «algo» que las hace «especiales»: nacieron y crecieron en el recinto del Palacio de la Duquesa de Guisa. Ese Palacio que para todo larachense, al igual que otros lugares emblemáticos de nuestra ciudad, es punto obligado de referencia, aunque ya lo hayan herido de muerte.
Con un gran abrazo,
CARLOS
Carlos ,ya he conseguido el libro (me lo tienen que entregar),pero efectivamente ha sido en Madrid,no tenian los otros .
Pero a traves de internet,es posible que lo logre.Estoy en ello.
Estas en lo cierto yo vivo en Madrid,pero voy bastante a Marbella,porque tengo una casa en Puerto Banus en la urbanizacion,Dama de Noche.
A finales de Julio,me ire para alli,y estare mas o menos un mes.
A lo largo de ese tiempo si tu y Sergio teneis algun contacto y os apetece que nos conozcamos podemos contactar a traves del correo electronico.Que conste ,que solo es una sugerencia.
Un abrazo a ambos
Adela, para conseguir la otra novela, llama por la tarde a la Editorial Sarriá de Málaga. te lo envían sin gastos de transporte. Tel: 952 32 68 64.
Cuando «andes» por Marbella, contacta conmigo, que vivo en Fuengirola, a ver si nos conocemos; coméntaselo a Sergio.
Besos,
CARLOS
Por mí, encantado de vernos con cualquier excusa. Y ésta es una magnífica excusa.
sergio
Os avisare a ambos.
Adela
Esta vez vuelvo con «los deberes» hechos pues acabo de leer esta magnífica novela que -entre otras lecturas- tenía pendiente. Si las reseñas ( elegidas con mucho acierto por parte del autor del blog) que encontré en esta página fueron suficientes para cautivarme y despertar mi interés, el libro en su conjunto, es una esponja que hay que exprimir, poco a poco, para ir calmando la devoradora sed que provoca su lectura. Esa misma sed de los amantes, quienes a pesar de la intolerancia, la cerrazón, el fanatismo, y la intransigencia cultural y religiosa que les presiona y asfixia, es la que consigue sacar a los protagonistas a flote y hacernos partícipes de su extraordinaria historia de amor, su verdad: un absoluto que lo toma o lo pierde todo; los sentimientos restantes, odio, incomprensión, recelo, etc… sólo existen en la periferia y pertenecen a las estructuras de la sociedad y a sus diferentes costumbres. Es una novela de coincidencias y de señales, esto a mí me apasiona, porque creo que la casualidad siempre está llena de encantos. Estoy convencido que si algo va a resultar inolvidable en nuestras vidas.. esas señales y coincidencias van a acudir como bandadas de pájaros a nuestro encuentro desde el primer momento. Carlos Tessainer, el autor, nos pone sobre aviso, nos los hace intuir, nos hace cómplices receptivos.
Sólo los que de verdad se aman, y de ese modo tan intenso, logran vencer al destino y al infortunio que les viene en contra. Me atrevería a decir incluso que no satisfechos de unirse en vida, «necesitan» pasar al otro lado de la línea,a la muerte, porque saben que sólo allí -en la eternidad- es donde conseguirán la unión definitiva y perfecta.
Naturalmente, estos personajes tan excelentemente bien dibujados y sugestivos, no resultarían tan creíbles y humanos sin ese fondo en contraste que les sirve de escenario. La descripción de la ciudad, las costumbres, los ritos y ceremonias religiosos, los paisajes, las referencias históricas y políticas… todo ello funciona como un «aguafuerte» en el que tanto los protagonistas como el resto de los personajes se van perfilan con luz propia. Los vemos, escuchamos la entonación de sus voces, e incluso,percibimos ese aroma característico la cocina sefardita en la que sabiamente se combinan las especias y los alimentos.
«El árbol del acantilado» tiene unos diálogos que me han parecido espléndidos, fiel reflejo de lo bien construidos que están los personajes. Por destacar algunos: la conversación que mantienen Samuel y Chimol, cuando ésta regresa a casa para comunicarle a su marido que María, la hija de ambos, se va a casar con el cristiano. O ese otro diálogo entre Chimol y Sol Cohen ( fascinante y seductor personaje) en el que a pesar de las diferencias de edad, de la amplitud y libertad de pensamiento, entre una y otra, la naturaleza femenina y sus secretos vericuetos les lleva a una ciera comprensión y entendimiento.
Pido disculpas por extenderme tanto – NO SOY UN ENTENDIDO EN NADA- tan sólo comento como lector (cuando algo me gusta y me llega al corazón) movido por la pasión y el entusiasmo.
Felicidades, Carlos, por esta conmovedora novela tan llena de verdad y profundos sentimientos.
Y gracias a ti, sergio, por darnos a conocer y facilitar estos felices hallazgos.
Un abrazo.
Fran, todo lo que comentas, todo lo que «desmenuzas» con profundo sentir, es para mí motivo de satisfacción
Gracias a ti por estimar que la novela está llena de verdad y profundos sentimientos. Más, no se puede pedir.
Un abrazo,
CARLOS