Buena literatura, “El viaje del elefante” es una novela amena, divertida e irónica. Cuenta el propio José Saramago que se basa en el viaje realmente acontecido en 1515 de un elefante que envió el monarca Juan III de Portugal de Lisboa a Viena como regalo al archiduque. Por supuesto, Saramago, hábilmente, utiliza ese hecho para sumergirnos en una de sus historias más delirantes y, a la vez, más crítica con el ser humano, con sus ínfulas y con sus miserias, con sus delirios de grandeza y con sus reacciones ante la terca realidad. Pero, como indicaba al principio, es un libro cargado de buen humor, y, desde el comienzo, te hace sonreír por su sarcasmo y por el retrato de sus personajes.

“…Y para qué quiero aquí al elefante, preguntó el rey algo enojado, Para el regalo, señor, para el regalo de bodas, respondió la reina, poniéndose de pie, eufórica, excitadísima, No es regalo de bodas, Da lo mismo. El rey aseveró lentamente con la cabeza tres veces seguidas, hizo una pausa y aseveró otras tres veces, al final de las cuales admitió, Me parece una idea interesante, Es más que interesante, es una buena idea, es una idea excelente, insistió la reina con un gesto de impaciencia, casi de insubordinación, que no fue capaz de reprimir. Hace más de dos años que ese animal llegó de la india, y desde entonces no ha hecho otra cosa que no sea comer y dormir, el abrevadero siempre lleno de agua, forraje a montones, es como si estuviéramos sustentando a una bestia que no tiene ni oficio ni beneficio, ni esperanza de provecho, El pobre animal no tiene la culpa, aquí no hay trabajo que sirva para él, a no ser que lo mande a los muelles del tajo para transportar tablas, pero el pobre sufriría, porque su especialidad profesional son los troncos, que se ajustan mejor a la trompa por su curvatura, Entonces que se vaya a viena, Y cómo iría, preguntó el rey, Ah, eso no es cosa nuestra, si el primo maximiliano se convierte en su dueño, que él lo resuelva, suponiendo que todavía siga en valladolid, (…)
(…) cuántos días necesitará salomón para llegar de lisboa a valladolid, de ahí en adelante ya no será cosa nuestra, nos lavamos las manos, Sí, nos lavamos las manos, dijo la reina, pero, en su fuero interno, que es donde se dilucidan las contradicciones del ser, sintió un súbito dolor por dejar que se fuera salomón solo para tan distantes tierras y tan extrañas gentes.”
El elefante, que primero se llamará salomón y luego solimán (así, en minúscula, como todos los nombres propios utilizados en el texto), es guiado por un cornaca, primero llamado subhro y más tarde fritz, un personaje realmente increíble, fruto de un Saramago que disfruta enormemente hilvanando esta historia, y, por consiguiente, convierte al cornaca en uno de los personajes más curiosos, entrañables e interesantes. Sólo imaginar a un hindú guiando a un elefante por la vieja Europa del siglo XVI, con su cultura a cuestas en contraste con la cultura portuguesa y española primero, con la germánica después, es fácil adivinar que puede dar lugar a situaciones realmente delirantes.

“…Se aproximaba ya un hombre de rasgos hindúes, cubierto con ropas que casi se habían convertido en andrajos, una mezcla de piezas de vestuario de origen y fabricación nacional, mal cubierta o cubriendo mal restos de paños exóticos llegados, con el elefante, en aquel mismo cuerpo, hacía dos años. Era el cornaca. El secretario se dio cuenta enseguida de que el cuidador no había reconocido al rey y, como la situación no estaba para presentaciones formales, Alteza, permitidme que os presente al cuidador de salomón, señor hindú, le presento al rey de portugal, don juan, el tercero, que pasará a la historia con el sobrenombre de piadoso…”
Viajamos por toda Europa acompañando al elefante salomón, o solimán, y padeceremos los sufrimientos y aventuras del cornaca llamado subhro primero y fritz más tarde, y gracias a la narrativa de José Saramago, de una altura insuperable, y a su irónica visión del mundo, este viaje se nos hace liviano, fascinante e irrenunciable, porque lo cierto es que no podemos dejar de leer esta sencilla historia. La pluma de Saramago tiene además la virtud de encadenar diferentes asuntos, con curiosas divagaciones que, sin embargo, están tan perfectamente cosidas al relato que la hilaridad de algunas de sus ocurrencias nos obliga a detenernos un segundo y reírnos abiertamente. Con sencillez, descubrimos una prosa rica, que está al servicio de la historia, y al servicio de los juegos de manos de Saramago.
“Al día siguiente la caravana durmió hasta tarde, los archiduques en casa de una familia noble del burgo, el resto disperso por la pequeña ciudad de bolzano,…
(…) Lo que dio más trabajo fue encontrar abrigo para solimán. Después de mucho buscar, acabó descubriéndose un cobertizo que no era nada más que eso, un alpende sin resguardos laterales, que poca más protección podría proporcionarle que si estuviera durmiendo à la belle étoile, manera lírica que tienen los franceses de decir relente, palabra también inapropiada, pues relente no es más que una humedad nocturna, un rocío, una escarcha, niñerías meteorológicas si las comparamos con el nevazo de los alpes que bien ha justificado la designación de níveo manto, lecho acaso mortal…”
“…Ciertos misterios de la naturaleza parecen a primera vista impenetrables y la prudencia tal vez aconseja dejarlos así, no sea que de un conocimiento adquirido en bruto acabe llegándonos más mal que bien. Véase, por ejemplo, el resultado de que adán comiera en el paraíso lo que parecía una vulgar manzana. Puede ser que el fruto propiamente dicho haya sido una obra deliciosa de dios, pero hay quien afirma que no fue una manzana, que fue, sí, una tajada de sandía, aunque las simientes, en cualquier caso, ésas, fueron ahí puestas por el diablo. Para colmo negras.”
Y así, atravesando la península ibérica, tras pequeñas aventuras, tras algún acto cercano al piadoso milagro, y tras algún que otro percance menor, hay que decir que con esta novela nos trasladamos de la mano de Saramago a otra época que, en realidad, como inteligentemente nos demuestra, no se diferencia tanto de nuestra sociedad actual.
Libro humanista, entrañable como sus personajes, que nos atrapa por su sencillez aparente y por ese fino humor que va empapando la narración igual que una amplia sonrisa, la que seguramente tuvo Saramago en sus labios mientras se divertía escribiendo para nosotros.
Sergio Barce, julio 2011
“Cautelosamente, fritz le dio a entender a solimán que ya era hora de realizar un pequeño esfuerzo para levantarse. No ordenó, no recurrió a su variado repertorio de toques de bastón, unos más agresivos que otros, sólo lo dio a entender, lo que demuestra una vez más que el respeto por los sentimientos ajenos es la mejor condición para una próspera y feliz vida de relaciones y afectos. Es la diferencia entre un categórico Levántate y un dubitativo Y si te levantaras. Hay incluso quien sustenta que esta segunda frase, y no la primera, fue la que realmente jesús profirió, prueba probada de que la resurrección dependía, sobre todo, de la libre voluntad de lázaro y no de los poderes milagrosos, por muy sublimes que fuesen , del nazareno. Si lázaro resucitó fue porque le hablaron con buenos modos, tan simple como eso.”

José Saramago nació en Azinhaga, Santarém, Portugal, en 1922, y falleció el pasado año 2010. Escritor y periodista, fue un hombre comprometido con su tiempo, un humanista. Entre sus obras (narrativa, poesía y teatro) destacan las novelas “La balsa de piedra” (A jangada de pedra, 1986), “El evangelio según Jesucristo” (O Evangelho segundo Jesus Cristo, 1991), “Ensayo sobre la ceguera” (Ensaio sobre a cegueira, 1995), “Todos los nombres” (Todos os nomes, 1997) o “La caverna” (A caverna, 2000). En 1998 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura.
Los párrafos trascritos de la novela pertenecen a la edición de Punto de Lectura, 2010, con traducción del portugués de Pilar del Río.

Un comentario
«… Antes de quedarse dormido, Jesús pensó en María de Magdala y en todas las cosas que habían hecho juntos y, si es cierto que tales pensamientos lo alteraron hasta el punto de tener que levantarse dos veces de la paja para dar una vuelta por el patio y refrescar la sangre, también es cierto que, entrado en el sueño, el dormir acabó llegándole liso y manso, de niño inocente, como un cuerpo que fuera río abajo, abandonado a la corriente vagarosa, viendo pasar por encima de la cabeza las ramas y las nubes, y un pájaro sin voz que aparecía y desaparecía. El sueño de Jesús comenzó cuando imaginó que sentía un leve choque, como si su cuerpo, bogando, hubiera rozado a otro cuerpo. Pensó que era María de Magdala y sonrió, volvió la cabeza hacia ella, pero quien iba allí, arrastrado como él por la misma agua, bajo el mismo cielo y las mismas ramas, bajo el revoloteo del ave silenciosa, era su padre…»
El Evangelio según Jesucristo de Saramago donde no niega pero sí interroga y cuestiona lo divino es también digno de lectura.
Gracias, Sergio por tu buena recomendación de hoy.
Un beso