Otro interesante y estupendo libro de Coetzee, definitivamente uno de los grandes autores de la actualidad, imprescindible.
En el libro, escrito a modo de reportaje periodístico, varios personajes recuerdan la vida de un escritor recientemente fallecido llamado John Coetzee. Como siempre, los temas que le obsesionan pueblan las páginas de la novela: la muerte, el amor, Sudáfrica, el apartheid, la intolerancia, el racismo…
<Fragmento sin fecha:
Es una tarde de sábado en invierno, tiempo ritual para el partido de rugby. Él y su padre toman un tren para presenciar el partido previo a las 2.15. Al partido previo seguirá el partido principal a las cuatro. Cuando finalice, tomarán el tren de regreso a casa.
Va con su padre a Newlands porque los deportes, el rugby en invierno y el críquet en verano, es el vínculo más fuerte que sobrevive entre ellos y porque, el primer sábado tras su regreso al país, cuando vio que su padre se ponía el abrigo y, sin decir palabra, se marchaba a Newlands como un niño solitario, sintió una puñalada en el corazón.
Su padre no tiene amigos. Tampoco los tiene él, aunque por una razón distinta. Cuando era más joven los tenía, pero esos viejos amigos se han dispersado por todo el mundo, y él parece haber perdido la habilidad, o tal vez la voluntad, de trabar nuevas amistades. Así pues, vuelve a tener a su padre por toda compañía y su padre le tiene a él.
A su regreso, le sorprendió descubrir que su padre no conocía a nadie. Siempre había considerado a su padre un hombre sociable, pero o bien se equivocaba o bien su padre ha cambiado. O tal vez se trata simplemente de una de esas cosas que les suceden a los hombres cuando envejecen: se retiran dentro de sí mismos. Los sábados las graderías de Newlands están llenas de ellos, hombre solitarios con impermeables de gabardina grises en el crepúsculo de su vida, reservados, como si su soledad fuese una enfermedad vergonzosa.>
No es un retrato demasiado halagüeño el que hace Coetzee de su trasunto o de su otro yo. Pero el hecho es que cuantos relatan la historia, como si se le contemplara desde la distancia por varias de las personas que pasaron por su vida, ofrecen una visión caleidoscópica del personaje, pero en general desilusionante por una u otra razón.
(…)
<Pero seré paciente. Esperaré a ver qué es lo que me envía. Tal vez, ¿quién sabe?, se tomará en serio lo que le he contado. Además, permítame confesarle que siento curiosidad por lo que le han contado las demás mujeres que hubo en la vida de ese hombre, si también a ellas les pareció que aquel amante suyo estaba hecho de madera. Porque, ¿sabe?, creo que ese es el título que debería poner a su libro: El hombre de madera.>
No sé si Coetzee se burla de sí mismo, pero si lo hace, si ese escritor fallecido es un reflejo del propio Coetzee, lo crucifica sin miramientos y con ningún humor. Digamos que hace un exorcismo, y expulsa de su interior posiblemente todo lo que estorba, todo lo que le persigue, quizá todo lo que le avergüenza. Pero si ese escritor protagonista no es su trasunto, si sólo es un invento de su fabulación, lo cierto es que ha construido un retrato tan completo como creíble, tan complejo como humano.
Sergio Barce, julio 2012
John Maxwell Coetzee, escritor sudafricano, pero nacionalizado australiano. Otras novelas suyas son <Tierras de poniente> (Dusklands) 1974, <Vida y época de Michael K> (The life and times of Michael K) 1983, <La edad de hierro> (Age of iron) 1990 y <Elizabeth Costello>, 2003. J.M.Coetzee es Premio Nobel de Literatura 2003.
Los párrafos transcritos pertenecen a la edición de la novela publicada por Debolsillo en 2011, segunda edición, con traducción de Jordi Fibla.
2 respuestas
Has vuelto a dar en el clavo. Hoy por hoy, Coetzee es uno de mis narradores preferidos. Esta fue la primera de sus obras que lei. Al principio parece áspera, dura. Difícil en definitiva. Pero cuando te vas adentrando, «Verano» se transforma en una obra de enorme calado. Es cierto que hace un supuesto autorretrato inmisericorde sobre su persona, pero lo mejor es que no solo resulta absolutamente creíble, sino que además te vas dando cuenta de que se trata de un hombre normal, como tu, con sus carencias y desilusiones. Alguien que ya no tiene esperanza…
De todas formas, me parece el mas difícil de su trilogía sobre su supuesta autobiografía. Los otros dos, «Infancia» y «Juventud» son algo mas llevaderos, si bien se van complicando cronológicamente, y el ultimo de ellos ya apunta sobre ese autodesapego o falta de autoestima que se muestra en todo su esplendor en «Verano».
Un enorme escritor, tan lucido como desesperanzado, altamente recomendable para todos aquellos que, precisamente, no sufran un exceso de autoestima (no lo entenderían), tan común hoy día, y un nuevo acierto para tu altamente recomendable blog.
Querido Pepe: Tu comentario sobre la novela de Coetzee me ha llenado de curiosidad, primero porque has soltado una larga parrafada, inusual en ti, y segundo porque veo que te ha calado hondo Coetzee, lo que quizá signifique que estás cambiando… No te estarás transformando en «otro»… Bromas aparte, me alegra saber de ti, y también coincidir en nuetsros gustos literarios que compartimos hace ya tantos años en aquellos bares del centro de Málaga… Qué lejos parece todo aquello, Pepe. Pero te sigo apreciando tanto como entonces.
Un abrazo
sergio