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«PASEANDO POR EL ZOCO CHICO. LARACHENSEMENTE» DE SERGIO BARCE, VISTO POR JOANA MÁRQUEZ

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Siempre digo que Joana es el eco de mi blog, de este blog. Atenta, sagaz, cariñosa, no deja de pasar un solo post que cuelgo aquí para hacer una pequeña aportación que, siempre, siempre, lo enriquece un poco. Por eso es mi eco. Y ahora, después de leer mi nuevo libro de relatos, también quiere hacer de eco. Pero como no le es suficiente ya un solo comentario, se ha lanzado como una kamikaze (encantadora y siempre llena de afecto) a analizarlo desde el comienzo hasta el final o, como ella explica, desde el final hasta donde le ha dado la real gana. Y ha resultado un ejercicio que me ha cautivado y, en algunos instantes, emocionado profundamente. Y por eso le doy las gracias.

Os dejo con Joana, larachense hasta el tuétano, zambulléndose en las imágenes de la otra banda, quizá cruzando la plaza de España o paseando por el Zoco Chico…

 Sergio Barce, octubre 2014

JOANA MÁRQUEZ
JOANA MÁRQUEZ

PASEANDO POR EL ZODO CHICO. LARACHENSEMENTE

de Sergio Barce

por Joana Márquez

Se me antoja jugar a la Rayuela en recuerdo al centenario de su autor que en este 2014 se conmemora. Leí la obra de Julio Cortázar empezando por el capítulo 73 y así, fui saltando, siguiendo el orden que se indicaba al pie de cada capítulo. Creo que, de esa forma, leí muchos libros en uno solo.
Recuerdo mi juego de niña “la marelle/le carrré/la carelle” como le llamábamos en Casablanca, donde, en el patio de la escuela y a la patita coja, saltaba los cuadrados que con tiza habíamos dibujado en el suelo para ir del infierno al cielo, intentando no perder el equilibrio antes de llegar al lugar seguro donde podía apoyar el pie que estaba en el aire. Llegar al destino era todo un desafío y, luego, volver a desandar el camino, un nuevo reto a conquistar. Con la práctica, cada vez era más divertido el juego porque la falta de equilibrio desaparecía y te hacía ser muy rápida en el recorrido.
Arañando un poco de tiempo al tiempo, he querido dedicarte el pequeño diario de mis emociones tras el recorrido por estos inigualables pasajes llenos de colorido, sabores y olores tan añorados. Ya mis páginas te pertenecen.
Comienzo por el último cuento “Los herederos de Al-Ándalus”, como no podía ser de otra manera. Acostumbro a comenzar a leer los periódicos por la contra, de derecha a izquierda, y este libro de cuentos también quiero empezarlo por la última historia. Me dejo llevar, me entrego a tu escritura, para concluir sintiendo lo que tú también sientes y un escalofrío recorre mi cuerpo porque… yo también vengo de allí.
Quiero seguir saltando y jugando a la rayuela pero quiero hacerlo ordenadamente, yendo a los primeros años, de forma correlativa, siguiendo los pasos de tus historias tal y como sucedieron por orden de fechas. O sea, que he deshecho el bienintencionado trazado de Mauro Guillén para seguir jugando a mi manera.
“Mimo” . Con quien me llegan su temblor, sus lágrimas, su amargura por un amor lejano y por un hijo desaparecido.
“El Flaco”. Los ojos de Zohra pudieron con todo, con ese flamante coche, con una bonita casa, con esos sueños de alcanzar la otra costa… Una vez más venció la fuerza del amor.
“Dukali”. Me ha hecho pensar en el poder de la ilusión y de la fantasía de un niño.
“El Ideal”. Donde me asalta el olor a garrapiñadas pero también a garbanzos molidos –me compraba un cartucho bajo los arcos y me encantaban- . Preciosa escena, la mano de Abdelazziz, la tuya, ambas unidas, cómplices, hermanadas, bajo la incrédula y absurda mirada de los que no entienden nada de la amistad, nada de la vida.
“El Nadador”. Esta tarde con las piernas zambullidas en el agua, sentada al borde de la piscina, vuelvo a ver ese mar de Larache y me emociona la vuelta a casa de Hakim.
“El corazón del océano”. Me roba el corazón la escena representando a Rachid, sin palabras, dejándose acariciar por ese mar tan soñado.
“Mina, la negra”. En ese paseo de la mano de Mina, me han vuelto todos los olores y colores de la infancia. Esos que jamás, en ningún lugar, volveré a encontrar.
“Abdelazziz”. Esa esencia del ser marroquí, el hannan, y las lágrimas de Abdelazziz me recordaron la despedida de nuestros amigos y vecinos antes de dejar unas gentes y unos recuerdos maravillosos que no habrían de volver.

PASEANDO POR EL ZOCO CHICO - cubierta
“El primer regreso”. Tampoco llego a entender mi presente sin que el recuerdo de la infancia, nuestro punto de referencia, me asalte mostrándome el tiempo de convivencia y felicidad compartidos.
“Moro”. Me pregunto por qué divino designio sabes describir tan maravillosamente bien las despedidas, los silencios que hablan, las ausencias. He retrocedido en el tiempo y he revivido nuestra despedida en Marruecos, cuando vinieron los compañeros marroquíes de la imprenta donde trabajaba mi padre, con unas chilabas para mis hermanos y para mi -que aún conservo con todo cariño-. Recuerdo las lágrimas de mis padres. Y siguieron llorando por mucho tiempo, una vez llegados a España, porque aquellos irrepetibles años fueron lo mejor que nos pudo pasar.
“Últimas noticias de Larache”. Tu sentida descripción de lugares, edificios, de las emociones inolvidables, de los aromas aún vivos también me llevan a la irremediable determinación del ansiado regreso.
“Al otro lado del Estrecho”. Preciosa foto, sentados alrededor de la misma mesa el señor Beniflah, un cristiano y un musulmán con su mejor amigo, recordando la liberación del pueblo de Israel. Y como telón de fondo, la ausencia de Ruth y la inmensa nostalgia de Jacobi por el postergado regreso.
“Solo quiero remar”. Preciosa, conmovedora hazaña de remar junto a Abdussalam. La playa, tus amigos, esos jugosos chumbos y tus padres, tus maravillosos padres, siempre ahí, a tu lado, porque sin ellos tú no habrías sido.
“Un paseo por la Medina de Larache”. A través de tus ojos, y los de Hanan, de vuestra mano, he vuelto a sentir los latidos de Larache y sus murmullos.
“En la playa peligrosa”. Jamás recuperaremos ese tiempo que se nos fue, por eso, salvemos nuestros recuerdos.
“Ellos vuelven a Larache”. Esa abuela gaditana que me recuerda tanto a la mía que con tanto salero cantaba.
“Ramadán en Larache”. Preciosos recuerdos, olores inconfundibles. Todo lo que me gusta, la hierbabuena, el té, la chuparquía… hasta las golondrinas, y cuando sobrevuelan mi terraza, ¡creo que vienen de Larache!
“La Cautiva”. Exquisita descripción que cautiva, enamora y estremece. Donde puedo oir la respiración entrecortada del voyeur, sentir su incipiente deseo, ver el temblor de sus dedos y leer en su mente palabras aún jamás pronunciadas.
“Medina de Larache”. La que te arropa y te cobija, como una madre, suavemente, sin prisas…
“Esa foto de la otra banda”. Con un toque mágico le has dado un maravilloso colorido a esta foto que, muy probablemente, en aquellos años quedara plasmada en blanco y negro.
“Mohammed, el niño de Alhucemas”. Todo está impregnado de Maruja, la he visto, la he sentido en cada renglón, entre líneas. Me queda la pena de que no haya podido volver a encontrarse con su hermano Mohammed. Sería precioso continuar esta búsqueda… por ella, por nuestra maravillosa y tan amada Maru.
“La luz de Larache”. Es multicolor, porque en Larache caben todos los colores del arco iris.
“Recuerdo un pequeño taller de bicicletas”. Las bicicletas de nuestra infancia fueron nuestra moto, nuestro coche, nuestro caballo, las que nos transportaban a un lugar soñado con alguien con quien jugar y soñar.
“El hombre del carrillo”. ¡Infinita tristeza!
“El callejón sin salida”. Asombra la fuerza de esos recuerdos tuyos que hasta consiguen transmitirme olores olvidados.
“Mamy Blue”. Ya no podré desvincular la canción tan tarareada por mí -a mi madre le encantaba- de Fatimita. Ya, para siempre, Fatimita formará parte de la historia de este vinilo.

Plaza de España en Larache (foto de la web de Houssam Kelai)
Plaza de España en Larache (foto de la web de Houssam Kelai)

“Gusanos de seda”. ¡Me has hecho sonreir con las parejas más picaronas! He vuelto a ver la misma caja de cartón que mi padre me traía con los gusanos de seda, he vuelto a acariciar los conejitos que también, por unos días, él traía a casa para que jugase y que yo vestía con la ropa de las muñecas. O las tortugas, a las que mi hermana la mayor pintaba las uñas de color amapola. Todo un mundo que quedó atrás pero que resurge con todo fuerza en mi memoria.
“Larachensemente”. Todo el espíritu larachense cabe en estas páginas. ¡Exquisito!
“Larache, sin Sibari”. El último relato, acabo de leerlo hoy. He sentido frío por la pérdida de Sibari.

Y así, Sergio, año tras año, he ido paseando por Larache a través de tus historias y de tus emociones. Me han invadido los recuerdos. He vuelto a mi infancia, a mis abuelos, a mis padres tan jóvenes y felices. He vuelto a mis paisanos, a los que jamás olvidé y de los que me rodeo en el presente para seguir creyendo que estoy allí y porque los quiero.
A esta narración tuya de la vida, de las ausencias, de los colores y olores de Larache, he querido devolver simplemente algunos breves apuntes de lo que quedó en mí tras leer cada uno de tus inolvidables cuentos. Y además decirte que, gracias a ti, Sergio, las calles y plazas, los edificios, el Balcón, las gentes de Larache, todo sigue latente en mí, en nosotros.
Sabes trazar constantemente con tus relatos la huella que podemos seguir, que podemos palpar para no olvidar, para asirnos a unos recuerdos a veces adormecidos y que tan bien sabes hacer despertar!
Gracias por estos inmensamente bellos momentos de lectura.

29 de Septiembre de 2014

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9 respuestas

    1. Pero la emoción es mía. Espero que no nos peleemos ahora por esto.. jjj Pero es verdad, tu escrito me ha llegado, y te quiero dar las gracias por haberme dedicado tu tiempo. Sé que eres una fan de mis libros, pero ahora eres su cronista. Un beso

  1. ¡Qué «lujo» de eco tienes!
    ¡ Qué maravilla!
    «(…) y cuando sobrevuelan mi terraza, ¡creo que vienen de Larache!». ¿Sabéis? cuando las veo, yo también quiero creerme que son las de nuestro pueblo.
    Joana, es muy bello lo que has escrito. Tanto que por tanto sentir, por sí mismo, merecería un premio. ¿Te vale un cucurucho con garbancitos? O si no, bien que se le puede añadir otro con pipas de calabaza, y otro con pipas de girasol, y otro con garrapiñadas… Se le puede añadir como premio ¡TODO!
    Precioso comentario a la última publicación de Sergio.
    Un abrazo,
    CARLOS

  2. Qué felicidad! Y ahora qué debo deciros yo…? Que sois esos hermanos geniales, maravillosos, a los que tengo el inmenso placer de corresponder siempre con la palabra… con nuestra mejor herramienta… la que tanto nos llena y enriquece a los tres.
    Carlos, qué precioso tu comentario, me has hecho sonreír. Gracias por ese cucurucho con garbancitos, por todas tus palabras tan espontáneas y sinceras, así las siento yo.
    Un beso (para cada uno)

  3. Intervengo en este trio,aunque es imposible estar a vuestra altura.Los recuerdos de Joana son mis recuerdos,con la diferencia que yo no se plasmarlo tan maravillosmente bien ,como lo haceis vosotros.
    Pero es cierto, que cerrando los ojos por mi mente desfilan todas esas calles que nos traen tantos recuerdos,sitios emblematicos como La Plaza de España,El Balcon,c.Chinguiti.Zoco chico y todo ello rodeado de los olores,que jamas se olvidan,las especias ,la dama de noche que embriagaba y todo ello mezclado con el olor del mar y el relente de las noches…
    Tantas y tantas cosas que se fueron como se nos fue la juventud,pero perduraran siempre en nuestra memoria y en nuestro corazon,
    No puedo por menos daros las gracias por traer de nuevo a nuestro sentir el tiempo pasado.
    Un abrazo

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