Después de las reseñas tan favorables de Fuensante Niñirola y de Joana Márquez, llega la de Celia Corrons y, sinceramente, me he quedado gratamente sorprendido por lo que le han transmitido los relatos de mi nuevo libro Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente, y, sobre todo, cómo ha sabido plasmar esas impresiones, con una delicadeza casi poética. Es para sentirse bien. Espero que los lectores del libro lleguen a percibir todo lo que ellas tres, cada una desde una perspectiva diferente, han sabido hallar en estas páginas.
Creo que la reseña de Celia Corrons es para deleitarse con su lectura. Ya de por sí, es un relato.
Sergio Barce, octubre 2014
Ejercer la seducción con colores no es un arte fácil, la singular proeza la consiguió Marruecos sobre Matisse cuando el genial pintor se desplazó para inmortalizar al país exótico. Intensos azules se fueron apropiando de su antigua paleta y pronto se declaró un converso al nuevo color.
En Sergio Barce, el pigmento entró de forma más pausada. Los doce años que vivió hechizado por el aroma de Larache, fueron coloreando a la vez que fraguaban en su memoria Paseando por el Zoco Chico.
Para cantar a Larache se necesita de una imaginación dotada de un gran cromatismo, también de una pluma diestra como la del autor que absorbe colores, pinta aromas y extrae texturas inimaginables. Donde la melancolía se transforma en luz y cargado de nostalgia ahuyenta lo superfluo y lo solemne queda velado para dejar paso a la sencillez de la cotidianidad.
La curiosidad que sintió desde muy temprano le hizo atesorar en su portentosa memoria material valioso para construir sus recueros, escombros que recoge cada vez que vuelve a su Meca y edifican de nuevo para construir en forma de relatos su privilegiada infancia.
Larachensemente aparece en el titulo como un suspiro que se escucha en profundidad, es como tomar un té saboreando los aromas lentamente, mientras se es testigo de lo que te rodea y te apoderas para endulzar la bebida.
Sergio Barce guarda un as en la manga y sorprende con un punto de inflexión en el capítulo de La cautiva, en el que la atmósfera envolvente de un cuadro le sumerge en un momento íntimo y sensual al adolescente que la contempla.
Atención a la banda sonora, y no me refiero a la excelencia de Cole Porter, que también se escucha. Hay una partitura original que envuelve a todos y cada uno de los relatos, y son las voces de los más queridos, las que pasearon por el zoco, las de las frenadas de bicicleta, las del cine y del colegio. Voces que contemplaron el balcón del Atlántico, las que cruzaban el Lucus para alcanzar la playa y sobre todo, las de sus amigos, entonces niños que descubrían a gritos la aventura de vivir en Larache.
La mítica historia de Larache, sumada a su ubicación geográfica, donde el Lucus y el Atlántico se dan el eterno abrazo deja, para las miradas que escuchan, un paisaje digno de una hermosa leyenda.
Al poco de iniciar la lectura por el Zoco Chico y si el lector lo ha realizado larachensemente, habrá alcanzado la categoría de converso. Seguramente no podrá prescindir de seguir recibiendo noticias de Larache, aquí recopiladas en treinta relatos que llegan tan frescos como una crónica diaria, una noticia comentada con anchura y con poca extensión, donde la voz del autor fascina con su amplia paleta y seduce como los colores que se filtraron por la ventana de Matisse.
Por Celia Corrons -Publicado en octubre 9, 2014
4 respuestas
Una señal inequívoca más, Sergio, de la fuerza de tus relatos. La luz de Larache y el resplandor de tus palabras puede cegar a todo aquel/aquella que inicie e irremediablemente concluya esa andadura por tus maravillosas historias. Bonitas y sosegadas impresiones de Celia Corrons.
Un beso
Joana, lo que más me impresiona al leer reseñas como las de Fuensanta o Celia es que los relatos han sido capaces de seducir a personas que no conocen Larache, y que, al leerlos, sientan esa atracción ineludible por querer hacerlo. Eso quiere decir que, aun siendo historias tan localistas y personales, no dejan de ser universales.
Un beso a mi eco
Gracias, Joana, por tus palabras. Si ciega el libro será por el alto voltaje.
El estilo del autor es luminoso, el entusiasmo con el que narra su pasado, crepitante. Los cañones de luz que dispone para contar cada rincón de Larache enfocan escenas conmovedoras, reales, tremendamente entrañables. En fin, una suerte la de los larachenses, tener a un escritor que sabe mostrar todas las grandezas de su tierra.
A ti, Sergio Barce, me alegra que te halla llegado mi comentario, y que lo expongas aquí junto a los de tus grandes amigos. Gracias de verdad.
Gracias a ti, Celia. Me has dejado sin palabras.