<¿Por qué otro motivo había vivido al margen de la gente durante once años si no era para no decir una sola palabra más de las que había en mis libros? ¿Por qué otro motivo había dejado de leer los periódicos, escuchar las noticias y ver la televisión si no era para no oír nada más de lo que no podía soportar y era incapaz de alterar? Había elegido vivir donde ya no podía verme arrastrado a las decepciones. Sin embargo, me era imposible detenerme. Había vuelto, estaba hecho una furia y nada podría haberme inspirado más que el riesgo que estaba corriendo, porque Kliman no solo tenía cuarenta y tres años menos que yo y era un gigantón musculoso vestido con prendas deportivas, sino también porque estaba enfurecido por la misma resistencia que no podía aceptar.
-Voy a hacer cuanto pueda por sabotearte –le dije-. Voy a hacer cuanto pueda para que jamás en parte ninguna aparezca un libro tuyo sobre Lonoff. Ni libro ni artículo, nada. Ni una palabra, Kliman. No conozco el gran secreto que has descubierto, pero nunca va a ver la luz del día. Puedo evitar que se publique, y cueste lo que cueste, sea cual sea el esfuerzo que requiera, lo haré.
