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«SIETE CIUDADES EN ÁFRICA. HISTORIA DEL MARRUECOS ESPAÑOL», UN LIBRO DE LORENZO SILVA

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Con una cuidada edición, la Fundación José Manuel Lara, con el patrocinio de la Consejería de Cultura de la ciudad Autónoma de Melilla, ha publicado el libro <Siete ciudades en África. Historia del Marruecos Español>, con ocasión del centenario de la implantación del Protectorado español en Marruecos. Su autor es Lorenzo Silva, novelista sobradamente conocido de todos y ganador de numerosos premios literarios, entre ellos el prestigioso Nadal.

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Decía al comienzo que el libro se ha editado exquisitamente, con un elegante diseño de Manuel Ortiz y Viqui R. Gallardo. En el interior, numerosas y muy sugerentes fotografías del Marruecos del protectorado, con imágenes muy poco vistas, lo que le añade un plus a este ensayo.

No se trata de una narración al estilo del libro de viaje “Del Rif al Yebala” ni tampoco a la manera de la magnífica novela “Carta blanca”, ambas obras de Lorenzo Silva, sino que estamos ante lo que podría definirse como una breve pero intensa historia de Marruecos condensada en doscientas páginas, con la época del Protectorado como eje central y con las siete ciudades elegidas por el autor como excusa e hilo conductor de su narración.

Efectivamente, los capítulos del libro se dividen en las siete ciudades más significativas de esa etapa de la historia de Marruecos, a saber: Ceuta, Tetuán, Xauen, Melilla, Nador, Alhucemas y, por supuesto, Larache. Se añade no obstante un capítulo final, dedicado con emoción a Sidi-Dris, donde Lorenzo Silva deja constancia de una evidencia crónica y vergonzosa de nuestro país: el olvido de los hombres que lo dieron todo por defenderlo.

La lectura se hace fácil, no hay tendencia alguna a una descripción historiográfica exhaustiva, sino que Lorenzo Silva pretende desde el comienzo dar una visión general de Marruecos, de su pasado hasta el final del Protectorado, y para ello se sirve de una narración circular, de manera que en cada capítulo nos habla de una de las siete ciudades pero se detiene en cuanto los hechos históricos lo llevan a otra ciudad, de forma que el hilo se reanuda, por decirlo así, en el mismo punto que lo dejó pero en el capítulo de la ciudad donde ese episodio continúa. Con ello la narración circular es como una espiral que termina indefectiblemente en Alhucemas.

He de agradecer a Lorenzo Silva que me mencione en el capítulo dedicado a Larache, y que igualmente se refiera en su “fe de lecturas” a mi blog como fuente de información y consulta. De hecho, toma de este blog uno de los textos relativos a Larache escrito por M. Ramírez de las Casas y Deza, donde se da cuenta de la entrega de la ciudad a los cristianos en 1610. Y posteriormente, también reproduce los fragmentos del libro de José Boada, <Allende el estrecho>, que menciono en varias ocasiones en mi blog.

Mohamed Akalay, Sergio Barce & Lorenzo Silva
Mohamed Akalay, Sergio Barce & Lorenzo Silva

Le he agradecido a Lorenzo Silva el detalle y él, muy  amablemente, me ha respondido calificando mi labor de “arqueología documental”. Esto me demuestra que el esfuerzo de recopilación que hago lentamente cosecha sus frutos, o que sirve para algo.

También he de decir que se menciona igualmente la novela de Luis Cazorla <La ciudad del Lucus>, ya que una gran parte del libro relata obviamente los hechos acontecidos con Raisuni y con el general Fernández Silvestre, pero también, claro está, con Abd-el-Krim, el desastre de Annual… Inevitables a la hora de retratar una época y un tiempo convulso en los inicios del protectorado.

Del libro <Siete ciudades en África. Historia del Marruecos Español> reproduzco una parte del capítulo dedicado a Larache, que nada tiene que ver con la etapa del Protectorado, que dejo al lector que descubra en sus páginas, sino con la época de mayor esplendor de la historia de la ciudad, cuando sus moradores demostraron un arrojo asombroso frente a los múltiples intentos de asalto; en concreto cuando, al terminar el texto de Ramírez de las Casas, Lorenzo Silva entra de lleno en pleno siglo XVII, y nos cuenta lo siguiente:

<…ya entonces Larache contaba con un significativo aporte español: los moriscos que, habiendo sido expulsados muy poco antes de la Península, habían ido a parar allí. Estimulados por ese sustrato que de mayor o menor grado les era favorable y por la debilidad del sultán, los ocupantes españoles completaron las defensas de la ciudad definiendo un amplio perímetro que englobaba la vieja kasbah y sus arrabales y unía las dos fortalezas saadíes, fortificación que se llevó a cabo según proyecto de otro ingeniero italiano, Bautista Antonelli.

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La extensión urbana de Larache así planteada tardaría tres siglos en rellenarse, pero de éstos apenas uno sería de dominación española. Tras sufrir cinco asedios previos, entre 1623 y 1666, en la primavera de 1689 el poderoso sultán alauita Mulay Ismail, que asedió sin éxito otras plazas españolas como Ceuta, Vélez de la Gomera y Melilla (mucho más compactas, y donde sus defensores se hicieron fuertes sin que hubiera modo de desalojarlos), se apoderó de Larache, que con su ambiciosa y expansiva delimitación se reveló indefendible para la guarnición española (aunque en 1665 se había modificado el proyecto de Antonelli para definir un perímetro algo más recogido y próximo a la antigua ciudadela musulmana).

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En la empresa el sultán recibió el apoyo de Luis XIV de Francia, que no perdió la ocasión de asestar un doloroso zarpazo  a la potencia agonizante que era la España de Carlos II.  Pese a todo, los españoles resistieron cinco meses, en espera de unos refuerzos que nunca llegaron. La capitulación se firmó el 11 de noviembre de 1689, después de que se perdiera el fuerte que defendía el pozo de agua, y fue suscrita en términos honorables a los que el sultán, sin embargo, no consideró necesario atenerse. Los españoles supervivientes conocieron así las inmensas e infectas prisiones que el soberano alauita tenía en la ciudad de Meknés.

Tras su reconquista, Muley Ismail convirtió a Larache en uno de sus más importantes puertos militares y lo dotó con un nutrido contingente de soldados y marineros, provistos de abundante artillería.

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Allá por 1765, cuando rechazó la intentona de una expedición francesa dirigida por el almirante Du Chaffaut, andaba en torno a los 1.500 efectivos. Los franceses probaron la amarga medicina que tres cuartos de siglo atrás habían ayudado a dar a los españoles, al quedar las barcazas en que lanzaron el asalto embarrancadas en los bajos arenosos de la desembocadura del Lucus. De los 450 hombres que transportaban, cuatro quintas partes fueron pasados a cuchillo, y los heridos supervivientes, poco más de 80, fueron reducidos a esclavitud. En 1829, durante un ataque similar, que tenía por objetivo la venganza por la captura de uno de sus barcos, fueron los austriacos al mando del almirante Bandiera los que sufrieron una hecatombe a orillas del Lucus.  En 1860, como se indicó más arriba, fue la flota española la que se situó frente a Larache y la hizo objeto de un bombardeo, como represalia enmarcada en la campaña de O´Donnell sobre Tetuán, evitando juiciosamente la opción del desembarco, de dudoso pronóstico…”>

Subrayar una anécdota que refiere Lorenzo Silva en este mismo capítulo, anécdota que muestra su vínculo personal con Larache:

<…Larache fue el puerto seguro y tranquilo al que llegaron miles de españoles para iniciar la aventura africana. Entre ellos, el abuelo de quien suscribe, que desembarcó en la ciudad del Lucus el 6 de marzo de 1920..>

Lorenzo Silva
Lorenzo Silva

En fin, un libro que es Historia, eso sí, amena y asequible, un recorrido rápido por el pasado de Marruecos, pero que especialmente es Historia y retrato de los personajes que jalonaron la etapa más convulsa del Protectorado; y, sin embargo, no deja de ser también la pequeña historia de los hombres que intervinieron de manera anónima en aquellos acontecimientos y que Lorenzo Silva, entre líneas, rescata del olvido.

Sergio Barce, octubre 2013

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3 respuestas

  1. …y, por supuesto, Larache…¡que grande eres Sergio!. Totalmente de acuerdo, la labor que estás haciendo, es una de las mejores contribuciones a la memoria histórica de nuestra ciudad, un ejemplo a seguir por quienes deseamos que recupere el esplendor que pudimos vivir allí. Gracias.
    Pd. El libro tiene una pinta excelente y me encanta la portada.

  2. Este pequeño extracto del libro arrastra con fuerza a querer continuar leyendo a este nieto de aquel hombre que desembarcó en nuestro precioso Larache.
    Felicidades a Lorenzo Silva por este magnífico título y su contenido.
    Gracias, Sergio, por hacernos llegar una vez más todas las novedades que nos hablan de nuestra tierra.

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