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«UN LARGO SUEÑO EN TÁNGER», UNA NOVELA DE ANTONIO LOZANO

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Pocos libros me han emocionado hasta el extremo de no poder contenerme y acabar derramando alguna lágrima. Un largo sueño en Tánger de Antonio Lozano, lo ha hecho. Presumo que le ocurrirá lo mismo a quienes lo lean, pero especialmente a quienes, como yo, son de Marruecos o han vivido allí. Hay muchas cosas que me han tocado, y hay muchos temas que, tanto en el libro de Antonio Lozano como en algunos de los míos, se rozan, se mezclan y se confunden. Tenemos vivencias parecidas, y guardamos experiencias similares. Nos reconocemos.

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Antonio Lozano es de Tánger y yo de Larache, y, aunque al leer su novela he apreciado algunas diferencias sutiles en la manera de vivir en una y otra ciudad (la manera de vivir de los enseranis o de los nazarenos, se entiende, y su relación con los marroquíes), sin embargo, hay mucho más que nos identifica: una manera de ver aquellos años.

He conocido a Antonio Lozano hace apenas unos días, cuando han salido a la venta, casi en las mismas fechas, nuestras novelas ambientadas en Tánger. Nos hemos estado escribiendo mientras Antonio leía mi novela La emperatriz de Tánger (esto es un paréntesis de publicidad -…de la que dijo en Facebook: Se dejarán atrapar desde las primeras líneas y al llegar al final se quedarán con ganas de más…) y yo leía la suya. Y he descubierto a una persona excepcional y a un escritor sutil.

Como tanyaui, vierte en su libro vivencias personales o familiares, eso creo que es casi evidente y casi inevitable. Pero la novela surge de una historia que le contaron, de un hecho que le sucedió a un médico de Tánger, y realmente es una anécdota que te hace pensar.

La trama es aparentemente simple: tras un accidente de coche, una tanyaui española, Isabel, una mujer ya madura, es internada en el hospital italiano de Tánger en estado de coma. Mientras está postrada en cama, Isabel escuchará todas las conversaciones de las personas que entran en la habitación: su marido, sus hijos, las enfermeras, sus amigos, Amina… Y escuchar esas conversaciones le hará descubrir la realidad que la ha rodeado durante todos los años de su vida.

Hábilmente, Antonio Lozano emplea dos niveles de narración: en primera persona, con Isabel pensando y reflexionando sobre cuanto oye, nos hace partícipes de sus dudas, de sus sorpresas, de sus tristezas, de los desengaños que va sufriendo, del descubrimiento de todo lo que ignoraba tanto de su propia vida como de las de su familia y de sus amigos; y en tercera persona, cuando es Amina la que se mueve por la habitación y le habla a Isabel. Amina es la única persona que cree que, aunque esté en coma, ella puede estar oyéndolos y le habla sin parar.

Amina. Amina es un personaje trascendental en la novela. Amina es la criada marroquí que ha trabajado durante años en la casa de Isabel. Amina es la mujer que ha estado a su lado años y años y a la que, sin embargo, Isabel no ha conocido. Y es precisamente Amina la que le abrirá los ojos a muchas mezquindades.

(Gracias a todo esto, también he descubierto que en Larache no existía esa diferencia de trato entre los españoles y los marroquíes, que las relaciones eran más estrechas, y eso me alivia de alguna manera).

Los monólogos interiores de Isabel nos remiten inevitablemente a La vida perra de Juanita Narboni. Pero aquí las confesiones de Isabel no son el caos, como el creado por Ángel Vázquez, no es el monólogo de alguien que está perdiendo la razón, sino que Antonio Lozano usa la misma arma para desnudarnos por completo a su personaje principal y mostrarnos al delicado ser humano que habita ese cuerpo postrado en una cama de hospital. Isabel, que nos narra todas sus miserias pero también todos sus sueños. Y conoceremos así a Isabel hasta el extremo de acabar queriéndola.

Su hija Cristina es, por el contrario, la voz de la razón, de la lógica. Es consciente de la falsa felicidad en la que han estado instalados, y de esa existencia construida sobre castillos en el aire que era la vida de los europeos en Tánger. Ella y su hermano Albertito hablan ahora sin tapujos del miedo que sienten por su padre… e Isabel oyéndolo todo, sin poder replicar, sin poder discutir, sin poder agradecerles que le muestren la verdad.

Tánger 1

Todos han vivido aterrados por un marido y un padre inmisericorde. Alberto es el caballero español que todos hemos conocido o con el que nos hemos topado en alguna ocasión: machista, canalla, dictador, mujeriego, homófobo, fascista. El retrato creado por Antonio Lozano, convierte a Alberto en un personaje realmente despreciable, como debió ser el hombre en el que se inspira.

“…Yo no le podía explicar dónde había nacido la enfermedad de su padre, porque la sola idea de que Alberto se enterara me daba pánico. Tal fue el ahínco, la determinación con que ocultó a todos su verdadera vida y se inventó una nueva en la ciudad en que había venido a enterrar su antigua identidad. Eso fue Tánger para tantos europeos: un cementerio de vidas desertadas, de identidades denostadas. Un refugio para quienes tenían algo que ocultar, un pasado ominoso, un dolor por desterrar.”

Las páginas van pasando y vamos descubriendo que Isabel es una mujer destruida y anulada. El hombre con el que se casa enamorada, se convierte en su pesadilla, y los años le van demostrando que vive con alguien que no conoce. La pesadilla la engulle, y termina por rendirse, por entregar sus mejores años a quien la desprecia, la humilla, la golpea y la insulta. Este otro retrato es tan real como aterrador. En la página 80 hay una descripción triste, dura y desoladora que resume perfectamente cómo era esa relación.

***

Pero, en esta novela, mi debilidad es Amina. Quizá porque la mujer que estuvo siempre cuidándome se llamaba Mina (que en realidad es Amina) y me ha hecho pensar mucho en ella.

Amina es el testigo mudo de la vida de Isabel. Fascinante ese recurso utilizado por Antonio Lozano para crear un “diálogo” entre las dos mujeres pese al coma de Isabel que le impide moverse, hablar o siquiera mover los párpados. Es solo un vegetal en una cama de hospital. Pero Antonio hace que Amina le hable porque “sólo Dios sabe” si la escucha, e Isabel, desde sus pensamientos, desde su monólogo, le va respondiendo… Así crea ese diálogo imaginativo y fascinante.

Digo fascinante porque pone sobre el tapete muchas verdades dolorosas: Isabel descubre que ni siquiera sabe cómo se apellida Amina, alguien que ha estado en su casa tantos años; que sólo fue una vez a la casa de Amina; que no ha aprendido el árabe, que no es capaz de entender lo que hablan las enfermeras con Amina; que nunca han tenido un detalle de verdad con ella… Y poco a poco, Isabel irá dándose cuenta de que, pese a todo, Amina le tiene un cariño infinito.

Otro recurso hábilmente utilizado por Antonio Lozano es conseguir que el lector sepa lo que pudo haber ocurrido en algún momento a través de los sueños de Isabel. Incluso así consigue transmitirnos todo el sufrimiento y el miedo de Isabel y “rellena” los espacios en blanco que desconoce (pag. 132).

Otro personaje crucial es Jimo, la mujer del taxista que llevaba a Isabel cuando ocurrió el accidente y que falleció tras el impacto. Jimo representa la dignidad del marroquí que ya no se siente criado de nadie, que es consciente de que Marruecos les pertenece, que Tánger es suyo, y que la relación ha de ser ya en un plano de igualdad. Jimo pasa a ser esencial en la trama cuando aparece con algo que han hallado en el interior del taxi y que nadie, ni siquiera Isabel, recordaba llevar con ella. Algo que desencadenará los hechos de la segunda parte del libro y que nos lleva a un final sorprendente.

ANTONIO FUENTES
ANTONIO FUENTES

Hay también lugar en el libro para pequeños homenajes a conocidos tanyauis, como el pintor Antonio Fuentes, pero son apenas detalles realistas que se engarzan en la trama de manera natural.

Quienes somos hijos de Marruecos nos vemos reflejados en multitud de detalles que Antonio Lozano nos expone ante los ojos. Hace que las vergüenzas asomen sin rubor. Nos zarandea para que despertemos del sueño.

Es aleccionador el diálogo que mantiene Cristina con los hermanos de Isabel, Marta y Manuel, que viajan de España a Tánger para visitarla y despedirse de ella. Es aleccionador porque nos desvela crudamente la diferente visión que se tiene de Tánger: la que representa Marta, es decir, la típica del español nostálgico, y la que defienden Cristina y Manuel, que es la realista. Me encanta cómo Antonio Lozano lo plantea (pag. 114 y ss.).

“…es que no se te mete eso en la cabeza –la voz de Manuel empezaba a alterarse-. Siempre están con la misma historia –supuse que se dirigía a Cristina, en busca de complicidad-. Basta con que se reúnan cuatro tangerinos nostálgicos para que se pasen la tarde hablando de lo mismo, que si Tánger ya no es lo que era, que si me ha dicho fulanito que fue por ahí un par de días y se le cayó el alma al suelo, que si hay basura por todas partes, que si las aceras están hechas un asco, que si no hay quien se bañe en la playa porque está abarrotada. ¿Tú te crees que es normal? Estaban aquí de prestado y se creyeron que era para toda la vida. Todavía no se les mete en la cabeza que este país alcanzó la independencia en 1956. ¿Cómo que Tánger está llena de moros? Se os debería caer la cara de vergüenza al decir eso. ¿De qué quieres que esté llena, de chinos? ¿Es que cuando vivíamos aquí no veías a los marroquíes o qué?

-Sí, pero no tanto, Manuel no tanto…

-Desde luego, tía, qué nivel… Lo que pasa es que cuando vivías aquí, a los marroquíes no los veías más que como a gente que os facilitaba la vida, que os limpiaba la casa, os hacía de comer. Os creíais que ésta era vuestra casa, que ellos estaban aquí para serviros y que eso iba a durar siempre. Los mejores negocios, para vosotros; la mejor parte de la playa, para vosotros; el mejor pedazo del pastel, para vosotros. Y ellos, a serviros. ¿Acaso no os habéis enterado de que el tiempo de la colonia ya pasó, que ahora estamos en otro mundo? ¿Tanto os cuesta entender algo tan sencillo? Os habéis anclado en el pasado y no hay quien os saque de ahí; de verdad, me deprime escuchar a los antiguos tangerinos españoles, siempre con la misma nostalgia barata, a ver si os recicláis un poco, que ese discurso está ya muy rancio. ¡Lleno de moros! Cada vez que os oigo decir eso me hierve la sangre, debieron haberos echado a patadas de aquí.”

Tánger 2

Los recuerdos de Isabel son, además, un viaje por el tiempo que nos hace revivir todo el paso de aquellos años, esos años que hicieron que los españoles nacidos o criados en Marruecos, en Tánger en concreto en este libro, tuvieran que abandonar el país poco a poco: desde que llegan los abuelos de Isabel a principios de siglo (como lo hicieron mis bisabuelos), pasando por la época del protectorado, la época del Tánger internacional y cosmopolita (qué bien describe Antonio Lozano el falso glamour de los españoles tanyauis que se creían mejores que los españoles del otro lado del estrecho, viviendo en esa efímera burbuja), la llegada de la independencia y los miedos de ese cambio, los años de la tranquilidad, la llegada de la marroquinización en los setenta y el segundo gran éxodo de españoles y europeos, la muerte de Franco y la última salida hacia una España desconocida… Y el reproche a la vida que llevaron los españoles en Tánger, ajena a la vida de los marroquíes (pag.148).

Y, por supuesto, como me ocurre a mí en mis novelas y relatos, Antonio Lozano no puede evitar recuperar los pequeños recuerdos que habitan en nosotros: utilizando uno de los sueños de Isabel (un paseo emocionante y hermoso de ella con Amina), estoy seguro de que en realidad es Antonio el que recorre el mercado y recupera los olores de su niñez.

Querría mencionar qué me ha hecho llorar, pero si lo hiciera desvelaría la parte crucial de la novela, y eso sería un delito.

Un largo sueño en Tánger es una hermosísima novela, llena de sensibilidad, de ternura, de cierta nostalgia. También es un ajuste de cuentas de Antonio Lozano con el pasado. Y es una denuncia de todo lo que se hizo mal. Pero a la vez es una preciosa y sincera declaración de amor a Tánger y a Marruecos.

Sergio Barce, mayo 2015

Un largo sueño en Tánger, de Antonio Lozano, ha sido editado por Almuzara.

ANTONIO LOZANO
ANTONIO LOZANO

 ANTONIO LOZANO GONZÁLEZ (Tánger, 1956). Licenciado en Traducción e Interpretación, su primera novela, Harraga (Zoela, 2002), fue ganadora del I Premio Novelpol a la mejor novela negra publicada en España en 2002, y obtuvo una mención del Jurado del Premio Memorial Silverio Cañada 2003. Su segunda obra, Donde mueren los ríos, fue finalista del Premio Brigada 21. Es autor asimismo de El caso Sankara (Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona, Almuzara, 2006), Las cenizas de Bagdad (Almuzara, 2009) y La sombra del Minotauro (Almuzara, 2011).

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5 respuestas

  1. Cuando hace unos días comentabas Tangerina, nombrabas a Antonio Lozano y su última novela. El título me quedó grabado y un par de días después, hojeando el catálogo de Almuzara … lo descubrí!!
    Y ahora todo cuanto escribes me seduce enormemente… también tengo fuertes vínculos con Tánger, las vacaciones estivales de mi infancia en casa de la abuela paterna, tantísimos detalles de esta novela -que ya me sabe a irrenunciable lectura- con los que me identifico, como esta pregunta que alguna vez -y no hace tanto tiempo- yo misma he tenido que pronunciar ante la miseria de pensamiento que por ahí anda suelto:
    …»…De qué quieres que esté llena, de chinos?…»
    Todo esto es emocionante, aguardo ese apasionante debate: Sergio Barce – Javier Valenzuela – Antonio Lozano
    Un beso y gracias por adelantarnos el contenido de esta -creo- maravillosa novela.

  2. Buenas!
    No sé si me van a contestar, pero a lo mejor lo hacen
    Soy una estudiante de fin de máster, y estoy trabajando sobre esa maravillosa novela, quería que me ayuden con sus comentarios, sus interpretaciones sobre la novela!
    Gracias de antemano 🙏

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