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VIAJANDO POR EL MAGREB HISPÁNICO (3) del escritor larachense JOSE EDERY BENCHLUCH

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Último tramo del libro de Pepe Edery. Estas últimas doscientas páginas son más de trazo histórico y religioso, y el libro se convierte en un detallado documento en el que, además de continuar desvelando algunas leyendas y tradiciones más, especialmente el dedicado a las ghadas en el Magreb y los yennun, que son temas que me interesan personalmente, también dedica varias páginas muy interesantes al General Mezián, personaje curioso muy ligado a Larache.

Pero esta vez Pepe se adentra con mayor hondura en su estudio, descripción y miniaturista estudio de las mezquitas, tanto de Túnez, Argelia como de Marruecos, aunque a estas últimas les dedica más atención por su cercanía y por su cariño a nuestra tierra. Por supuesto, se demora con delectación en las mezquitas de Larache, que además nos sirve para proseguir con nuestros paseos por las calles de la ciudad. Así que  de su mano, nos vamos de visita a las mezquitas larachenses:

<En Larache o El Araich el primer edificio que atrajo la atención de las tropas españolas que desembarcaron en 1911 en la playa del Barandillo fue la mezquita Nasriya, junto al primer colegio del Patronato Militar Español de principios del siglo pasado. Recuerdo que en mi infancia las olas del mar, durante la época de grandes mareas, barrían la calle y lamían su puerta. Situada en un extremo de la calle, que es como un paseo-balcón de la playa fluvial, su alto alminar se eleva sobre la puerta de entrada  presentando varios tramos de decoración en tonos blancos y azulados. Se presencia es notable y atípica en el paisaje del borde urbano, en los aledaños de la playa y sobre la ribera del río Lukus. Construida en el siglo XVIII por la cofradía morabítica de los nasyirin en honor de su santo fundador Sidi Ahmed Nasr Dari, está constituida por un edificio de tres crujías o espacio comprendido entre dos muros de carga, con tres tramos paralelos al muro de la quibla.

Mezquita Nasriya o Nasría

El Zoco Chico larachense es uno de los mercados más bonitos de Marruecos por su estructura y tradicional estilo arquitectónico, que fue construido en el siglo XVIII. Un espacio urbano que unía el barrio de la Alcazaba a través de su puerta del siglo XV cubierta con bóvedas de ladrillo y con un arco en herradura con decoración polilobulada con paños de sibka, con el barrio de las Kebibat (cupulitas). A través de su puerta con su misma denominación que comunicaba con el castillo Al Nasr, de San Antonio o de las Kebibat, tres denominaciones sucesivas desde su construcción en el siglo XVI tras la batalla de los Tres Reyes o del Mejazén, por el Sultán Ahmed al Mansur al Daabi.

Castillo Al Nasr, de San Antonio o de las Kebibat

En este castillo, histórico baluarte defensivo en la historia de Marruecos, España y Portugal, situado al final del extremo norte del acantilado y mirador del Balcón del Atlántico, dominando la desembocadura del río Lukus en una espléndida panorámica, estuvo ubicado el Hospital Civil. En el que muchos prestigiosos médicos españoles de mi anterior generación dejaron constancia y recuerdos de su arte galénico (doctores Los Certales, López Astral, Amselem, Mayor, Consuegra, Dalebrook, Seguí, Muñoz, Quetglas, etc…). Situado frente al Consulado de España (el edificio Flecha), actualmente se halla abandonado y en completa ruina. La tercera puerta de acceso al Zoco Chico es la de la Medina, construida en 1612, que daba acceso a la plaza de Armas, espacio previo a la construcción del zoco chico. Fue remodelada en época del Protectorado al mismo tiempo que se construía la plaza de España, hoy denominada plaza de la Liberación, tradicional y principal centro urbano y comercial de la ciudad.

Mezquita Mayor

En el zoco chico se encuentra la mezquita Mayor o Jamaa Kebir construida en el siglo XVIII por mandato de Ibn Abdalah sobre el solar de una antigua mezquita fundada por el Sultán Mulay Ismail en el siglo anterior. El edificio de unos 1.200 metros cuadrados consta de cuatro naves, cinco tramos de arquerías y patio porticado. Su mihrab en medio del muro de la quibla es un artístico nicho de sección pentagonal con un arco de herradura. La mezquita posee cinco entradas diferentes: tres para los fieles, una para el imán y una para los servicios funerarios. A semejanza de la mezquita Nasriya, que era como un vigilante espiritual para los obreros del mar, esta jamaa conforma perfectamente la dualidad funcional de las mezquitas al servir de espacio de oración y de espacio social. Se apoya para esta función en la vecina madrasa, creada inicialmente en 1170 como fondac (albergue) de mercaderes, y en los artesanos y comerciantes del zoco chico y de su alcaicería.

Mezquita Anwar

La mezquita Anwar y la Torre de la antigua Comandancia de Marina son los edificios que más sobresalen en una panorámica de la ciudad desde la otra orilla del río o desde las ruinas púnico-romanas del Lixus. Atravesando desde el zoco chico la puerta de la alcazaba se encuentra la mezquita en la plaza del mismo nombre. Construida en el siglo XV, fue reconstruida en el siglo pasado sustituyendo su antiguo minarete de tipo cuadrado por el actual alminar octogonal. El edificio se asienta sobre mezquitas anteriores construidas en los siglos XV y XIX, edificadas en los espacios del antiguo convento y cementerio cristiano de San Francisco, del siglo XVII. Se caracteriza en su arquitectura por su sala indiferenciada de tres naves con tres tramos cada una, y su galería con pórticos.

La mezquita Mesbahiya, fundada originalmente como zauía para los fieles de la cofradía fundada por Sidi Yilali el Mesbahi en el siglo XVII, está situada en pleno barrio de las Kebibats, en las cercanías del sadik (justo) judío de la ciudad Rebí Yusef Hagalili (José el Galileo). Fue construida en los siglos XVIII y XIX y restaurada durante el Protectorado español. Consta de cuatro crujías de cinco tramos cada una, paralelas, al muro de la quibla, sin patio de abluciones, y con un blanco alminar trabajado con azulejos en su mitad inferior>.  (Pag. 471 y ss.)

Como cierre a su antológica Summa, el doctor José Edery Benchluch también nos explica profusamente la existencia, historia y estado actual de las sinagogas en el Magreb, en Marruecos en especial y, de nuevo, calmosamente en las de Larache. Me remito a su artículo que ya colgué en este blog sobre las snogas, pues hay parte en aquel de lo que describe en su libro, aunque he de advertir al curioso que en su libro los datos sobre las sinagogas de Larache son francamente jugosas.

El capítulo último del libro, además de dedicarlos a las sinagogas, ofrece una gran variedad de aspectos relacionados con los hebreos: su tradición gastronómica, el sexto mandamiento en Marruecos –muy simpáticas las anécdotas sobre los prostíbulos, especialmente durante su infancia, y la calle Real de Larache-, la escritura fenicio hebrea, el Bar Mitzvá, etc, etc…

De todos ellos, reproduzco un fragmente que me ha resultado aleccionador. Desde siempre, he utilizado la palabra “hebreo” y raramente la de “judío”, incluso algún amigo me ha hablado de ello diciéndome que siempre le ha llamado la atención mi manía. Pues ha sido precisamente Pepe Edery quien me ha dado la respuesta: simplemente proviene de algo que se implantó en la zona del Protectorado, y que yo, nacido ya en un Marruecos independiente, “heredé” de alguna manera de mis padres. Y esta es la explicación:

<Franco y los judío-hebreos de Marruecos:

Tras la Guerra Civil española, en la España de Franco, en sus colonias, Protectorado y Plazas de Soberanía, se utilizaron las denominaciones judío y hebreo en dos sentidos diferentes. Franco publicó en 1926, dos años después de la retirada y evacuación de Chauen o Xauen durante la Guerra de Marruecos, un artículo en el que resaltaba la dignidad y las virtudes de los judíos que vivían en la ciudad marroquí, entre los que tuvo varios amigos. Algunos de los cuales fueron los que probablemente intercedieron ante los banqueros judíos de Ceuta y de Tánger para obtener préstamos y donaciones (a fondo perdido) para ayudar al Alzamiento que se produjo diez años después. Este filosefardismo labrado en Marruecos, según Álvarez Chillida, será esencial para comprender  su postura de ausencia de un antisemitismo declarado, tanto durante la guerra como en determinadas declaraciones. Puede que influyeran también sus probables antecedentes genéticos judíos, de los que se vanagloriaba públicamente su hermano Ramón, que era aviador, y de los que Hitler ordenó se investigaran.

Franco quiso distinguir, y en este sentido orientó su política, entre los judíos <buenos> y los judíos <malos>. Estos segundos eran los europeos, <aliados en cuerpo y espíritu>, según su concepción, con sus enemigos, que eran Rusia, los comunistas, la masonería y los judíos norteamericanos. Acordaros de su famosa frase del <contubernio judeo-masónico> en la mayoría de sus discursos. Los judíos <buenos> serían los sefarditas, especialmente los que vivían en Marruecos, a los que se denominaría <hebreos>, para que no se confundieran con los <malos>. Por ello en el Protectorado, en Ceuta y en Melilla, hasta fechas muy recientes, se utilizaba la denominación de <hebreo> por parte, no sólo de los cristianos, sino también de los propios judíos>.  (Pág. 518)

Dr. JOSE EDERY BENCHLUCH

Sea como fuere, mi personal uso de la palabra “hebreo” quizá provenga de aquí, pero en lo más profundo deriva de mi idea de que esta palabra es más respetuosa, quizá porque la de “judío” fue tan manoseaba, vilipendiada y despreciada, especialmente en las etapas más oscuras de la historia europea, que me resulta mucho menos atractiva. Pero esto es una cuestión muy personal.

En fin, llegados al final del libro <Viajando por el Magreb Hispánico> hemos de concluir que es una obra imprescindible para consultar, estudiar, aprender y, claro, viajar, especialmente a los larachenses, que de una u otra forma lo harán de regreso. He disfrutado con muchas de sus partes, como ha quedado patente en mis tres entregas o comentarios al mismo, y reitero una vez más que es un trabajo espectacular.

Última hora: Pepe Edery <nos amenaza> con la inminente publicación de un segundo volumen. Y yo me pregunto, ¿pero aún le quedan más temas que tratar? Parece que sí, de manera que gracias a él tendremos una pequeña gran biblioteca de consulta, ampliable.

Sergio Barce, octubre 2012

 

 

 

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5 respuestas

  1. El libro de Pepe Edery, Viajando por el Magreb hispanico, se debe leer poco a poco, porque así se le saca mucho sabor, sobre todo a los nacidos en Larache y el resto de lo que fué Marruecos Español. A mi me ha gustado su lectura, y lo sigo repasando. Quiero manifestar mi sorpresa y satisfacción cuando al leer el libro, vi que Pepe me hacía el honor de citarme en él, concretamente en la pag. 421. Gracias Pepe.

  2. Como «heredero» de aquella época –nací en Marruecos un año antes de la firma de la independencia–, no puedo por menos que estar completamente de acuerdo contigo en lo que has expuesto arriba. Y conste que tuve que hurgar un poco en el pasado para llegar a la misma conclusión que tan claramente explicas.
    Felicidades.
    Severiano Gil.

  3. Tuve la osadía de autoregalarme hace ya varias semanas -para mi cumpleaños, pues me llegó el mismo día!- el tomo del Dr. José Edery Benchluch. Con tus anteriores comentarios, Sergio, realmente me quedé con ganas de más. Ahora desde que lo tengo en mis manos he empezado a disfrutarlo y beberé de esta fuente de saber para resolver tantas dudas como siempre he tenido sobre una maravillosa y rica cultura que tanto nos marca.
    Es precioso que libros como éste formen parte de mi biblioteca.
    Gracias Sr. Edery Benchluch!!

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