Incluso desde el cielo, la desembocadura del río Lukus, el océano estrellándose contra el acantilado del Balcón, la playa peligrosa, el espigón adentrándose desafiante en el mar, las callejuelas, la plaza de España (de la Liberación), todo, en fin, palpita, igual que un enorme corazón… La ciudad aparece iluminada, viva, mientras el Atlántico se oscurece a medida que se aleja de la costa, como si la luz se proyectara desde Larache y lo desconocido se precipitara en el abismo…
Sergio Barce, abril 2011
Un comentario
Qué bella tu descripción, cuán poética y real!