No me puedo resistir a colgar este relato en haquetía de Sara Fereres. La verdad es que sus relatos nos dan mucho juego, y éste, además, es riquísimo en expresiones y giros linguísticos de ese dialecto curioso e irrepetible. Y, además, hay un aire de remembranza de Larache que atrapa en seguida. Este relato sobre la fiesta hebrea del Purim en Larache forma parte de su libro <Larache, crónica nostálgica> al que he hecho mención varias veces. Seguro que no dejáis de sonréir mientras leéis.
Sergio Barce, octubre 2012
¡Todo…en el Purim, era endiamantado! ¡Se haga lo wueno…! Esa meeeza…rebentando de todo lo más mejor y lo más luzzido. Primero, en el medio de ella, el jarrón con flores no podía faltar. El mantel, el más fino del achuar de mi madre….En el derredor….sinías y sinías llenas hatta rebosar de lo mejor que se hazzía en cazza… ¡Qué de wueno… y a Babá…! Se haga el mazzal…
¡¡Y lo que se jadmeaba de ello…!! Esa cozzina yena de gente. Las moras…iwa- iwa mondando amuezes, jodra, alvellanas americanas, asseando lo que caía, fregando ollas, limpiando todo, las caras dellas, hamoreteadas y los chorros de sudor cayendo por mor de la hameína de las ornías y los annafes llenos de brazzas. Esas pailas de cobre… ¡arrelumbrando como el oro…! Todas llenas… Ya, la del cabello de ángel, ya, la del letuario de calabassa…yyy la de las berenjjenitas… yyy la del durse de azzahar con almendras blanqueadas… En fín, de un mes denantes de Purim, ya estaban haziendo y guardando. Mi abuela y mi madre, las descansadas, no paraban un minuto, ya aquí, ya ahí, mirando y cuidando que todo fuera como y como. Teníamos a Messodita Paipero, que ayudaba tambien en la cozzina, solo maajjando y maajjando assucar de pilón de Cazablanca, pa`que no faltara. Ese almehrés, no paraba de llenarse y de vaziarse.
Se hazían, Alhaluas de linazza, de ajjonjolí, de almendras, de alvellanas americanas… ¡De todo… de todo! Faltaban manos para las Fijjuelas… ¡Endiamantadas…! Finiiitas… pero llenas de chubbajas, como debe ser. ¡Y esa Piñonata…! ¡Y esos Makhrotes…! ¡Y esos Frojjaldes y los Cuilejjs…! Como rozzas, ansina eran. ¡Tamíen hazzían los marronchinos y los masapanes… Era la espesialidad de mi cazza…! ¡Que boniiitos…! Parecían de tienda.
¿Y las ‘adas…? ¿Vosotros teniaís ‘adas? La verdad… en mi cazza no teníamos munchas, pero el caldo de letrea, para la Seudá de Purim, no podía faltar…! ¡Cuantimás la ‘ada de la gaína arrellenada de esa noche…!
M’ acordoy del plato arremontado, rellenado de bienmesabe de almendras… Era el rey de la mezza del día de Purím. El golor con que se llenaba la cazza… ¡del azahar de las rosquitas de huevo fritas y en almíbar…! ¡Levaban el alma! ¡Y esos almendrados! ¡No había mezza que no los tuviera…! ¡Y los mantecados, hechos con la mejjor azzuda…! ¡Que alegría! ¡Que alegría…!
Otra ‘ada teníamos, que era la del juego la noche de Purim. Los grandes, apartados de la mezza de los chicos… jugaban cartas… Ya fuera el siete y medio… ya fuera el Poker, si todos los que se arrejuntaban en mi cazza sabían, ya era a la ronda… Lo que fuera… la cozza era jugar toda la noche. Nozotros los chicos, nos embebecíamos con el Loto. Las apuestas las hazíamos de a perra gorda au de a perra chica… ya fuera llenando todo el cartón, ya fuera llenando la lineá. ¿Y qué era lo más bonito? Lo más bonito era cuando cantaban los numerós. Cada uno con su nombre: El de la ‘ainará, que era el 5… el catuerse, que era el 14 y al 15 le dezían… la niña bonita. Al 22 le llamaban los dos patitos y la edad del mamzer era el 33. Ansí, pasábamos la noche jugando y riendo… perdiendo y ganando. ¡Como nos quedábamos con el alma en la palma, esperando oyer el numeró último que mos faltaba pa’ ganar…! ¡Y como mos alegrábamos cuando ganábamos…! ¿Y todo era qué? Cuatro gordas que mos paresían una fortuna… ¡La inosensia de los críos de mi tiempo! Y de mientras se jugaba, esa mezza en el medio de ella, llena de hajjas y hajjitas, para pasar la flaqueza y también pa volar el sueño y poder quedarnos en vela toda la noche de Purim… La amarga de la mora… ya iba, ya venía traendo tippades y tippades de té con hierbabuena, o shiva y levando los vazzos vazzíos de los que se iban a echarsen.
Al día siguiente, al muddén, ya todo estaba listo para abrir las puertas de la cazza, que se quedaban de par en par hatta el anocheser. ¡Y empesaba ese desfile de los pobres del pueblo! Mozotros los niñitos, esperando en la puerta para repartir las perras gordas a los críos o las pesetas a los grandes. Entre venida y venida de los pidiones, llegaban las vizitas de la cazza, los amigos, los vezinos, la familia. Enfin, ese día era ansina. También mis primos venían para jugar y para ayudarnos a repartir a los pobres. Porque eso de dar, lo hazíamos los chiquitos.
Y de mientras mos vizitaban… nuestro moro Abd-El-Kamel, levaba y traía sinías llenas de todo para gostar. Levaba de lo nuestro a la familia y a los amigos y ellos devolvían la sínia llena de lo de ellos. Esa era la ‘ada. ¡A má podía ser de otra manera…! ¡Wueeeeno si no se cumplía con todos…! ¡A´ ajjeb…!
En Purim, teníamos la costumbre nuestra de Larache, que era la salida de las al-‘azbas, con una bolsita de tefel-limes, de veludo, bordada con hilos de oro (como las mappot de los Sefarim). Muy bien hhadleada, con un cordón para colgarla del braso y que mos servía para meter los chavos, que ibamos a pedir, en las cazzas de los pudientes del pueblo. Mos vestíamos de lo mejor y cogidas de braseta, íbamos de dos en dos, a las cazzas que mos pertenesían. Eso era, lo que habían sacado, la Sociedad de Damas Israelitas de Larache, para apañar chavos, para ayudar a los nesesitados, cuando llegara Pesah. ¡Muncho que se apañaba! Se compraba sapatos y ropita para los críos y las tortas y el vino para pascuar. Todo ello muy bien distribuido… ¡Se haga el mazzal por esas señoras…! Mientras mozotras ibamos a las cazzas, donde mos resibían de lo mejor, mos pasaban a la mezza para gostar de todo y endulsar la boca, los hombres y los niños, se iban a la snoga para leer la Meguil- la d’ Ester… ¡la verdad, todo era muy bonito, muy bonito!
De <Larache, crónica nostálgica> de Sara Fereres

7 respuestas
Como siempre Sergio, gracias por dar a conocer los escritos de mi madre….espero que lo disfruten….
Con este relato de Sara (agradabilisimo y simpatico) ha conseguido que se me hiciera la boca agua ,de las cosas tan ricas que ha estado nombrando.Es veradad que toda la cocina hebrea es estupenda,pero en lo tocante a la reposteria,son unicos.Yo recuerdo en uno de los viajes que hice a Israel,en el segundo dia de mi llegada cuando vi las mesas que habia con los postres a cual mas delicioso,y apetitoso,decidi que durante los dias que durase nuestra estancia,no pensaba comer otra cosa que no fueran dulces.Y mucho antes,cuando viviamos en Larache,mi madre tenia una conocida ,no recuerdo su nombre,que cada vez que la invitaba a su casa yo me apuntaba solo para poder tomar algunos de esos maravillosos dulces.¡Quie los pudiese comer ahora!Acaba de decirme mi madre,que esa conocida era Esther la hermana de Jacobito el barbero que estaba frente al bar Central en el pasaje donde estaba Ros el estudio de fotografia.Vuelvo a repetir ¿que tiempos aquellos
Una vez más, un relato maravilloso, que en una lengua tan especial, hace posible de una manera sencilla que revivamos como si estuviésemos presentes la fiesta judía del Purim.
Gracias, doña Sara, por este nuevo regalo.
CARLOS
Como en tantas otras ocasiones, Dña. Sara nos sorprende con sus enormes conocimientos de ésa lengua tan peculiar como es la haketia que tantos recuerdos nos trae a la memoria. Dña. Sara, siga deleitandonos con sus preciosos relatos 120 años. Amen.
Una vez más, doña Sara, nos deleita los sentidos con este tapiz costumbrista, religioso, y gastronómico, que exquisitamente despliega en este relato en haquetía. Percibimos los aromas culinarios, los dulces, los bodegones, la alegría contagiosa de los niños y sus juegos, impregnando los ritos y ceremonias características del Purim. De mi recordatorio personal me llegan imágenes de las bolsitas de regalos envueltos en papel celofán de colores que portaban con algarabía los más pequeños, unos recitados o cánticos que decían -cada vez más rápido- los varones de mayor edad, hasta que el vino o la euforia les trababa la lengua despertando la risa de los invitados. El olor de los mantecados con el «puñaíto» de ajonjolí tostadito en el centro, y la fragancia verde de la shiva que mi madre nos daba cuando estábamos empachados.
Un abrazo afectuoso.
Gracias a todos los que publicaron sus comentarios o recuerdos de esos años en Larache y en Marruecos, en especial a ti Salomi….esos dulces nuestros de los mejores del mundo, tan caseros y sabrosos.
HE TENIDO QUE LEER ESTE SUCULENTO RELATO DE NUESTRA QUERIDA SARA FERERES EN LARGAS PAUSAS, POR LA EMOCION Y LOS RECUERDOS DE ESTE DIA TAN ESPECIAL DE NUESTRA CULTURA.
PRIMERO RECORDANDO LA CALLE REAL VESTIDA DE FIESTA, LOS COMERCIANTES DE DULCES Y REPOSTERIA FORMABAN CON SUS PUESTOS ALINEADOS EN TODA LA CALLE, ENFRENTE DE LA ZAPATERIA DE MI TIO REBBI DAVID GABAY » EL LLAMADO TB ELGUER» , TODA CLASE DE »»ALJALUAS;»» . AJASRA POR ESOS LIYAM.
TB MI MADRE AZZIA VARIOS DULCES QUE SOLO EN PURIM LOS DEGUSTABAMOS, NO SE COMO MI MADRE SE LAS APANABA PARA CONSEGUIR LOS INGREDIENTES, PUES NUESTRA SITUACION ECONOMICA ERA DE LO MAS SIMPLE Y EN MI CORTA EDAD YA SABIA YO LO QUE ERA LA NECESIDAD Y EL ESCASEZ EN NUESTRA CASA.
GRACIAS RAQUEL Y SERGIO POR RECORDAR ESTA FIESTA.
ME TRAE AL MISMO TIEMPO MUCHA ALEGRIA Y PENA POR ACORDARME DE MIS SERES QUERIDOS QUE YA NO ESTAN ENTRE NOSOTROS.
UN ABRAZO
BELLA